Nos han sentado de puta madre los
aires del sur en esta última  semana, y empezamos a ser la bestia negra de
los 2 equipos sevillanos (especialmente sangrante en el caso de los béticos,
aunque ojo, los palanganas llevan ya 17 o 18 años sin vencernos tampoco en el
Metropolitano). Por supuesto, todo este tipo de rachas frente a este tipo de
equipos, se las debemos en gran parte a Don Diego Pablo Simeone, que es el
artífice principal de esta regularidad que nos parece tan sencilla, pero que no
es tan fácil ni mucho menos.
Bien es cierto que el nivel
deportivo, especialmente de los sevillistas, ha bajado muchos enteros debido
principalmente a la nefasta gestión de ese nido de Vespas Velutinas  en
que se ha convertido el palco del Pizjuán. En esto siempre está  la
eterna discusión: qué nos puede más, ¿El odio por un rival  que a su vez
nos detesta profundamente, o una visión más inteligente y pragmática del
asunto, teniendo en cuenta que las pocas posibilidades reales que tenemos para
disputar el título liguero, se deben principalmente a la existencia de equipos
más fuertes que puedan complicar la existencia a las dos grandes Morsas
Ursulinas? Yo lo tengo claro: quiero Sevillas, Betis, putos Vascos, Valencias y
Paletos-Real, cuando más competitivos, mejor. Y luego, nosotros, a 
ganarles en el campo en nuestros enfrentamientos individuales, siempre que
seamos capaz de conseguirlo, claro. Es el único camino posible, créanme.
La verdad es que el partido fue
plácido en cuanto a sustos sevillistas. Dejamos la portería a cero, porque
Oblak fue casi un espectador más del encuentro. Dominio total y absoluto del
Atleti, que, sin embargo, le costó terminar de perforar la portería visitante,
en parte por el orden defensivo visitante, y en otra parte por nuestra falta de
acierto de cara al gol.
A los 8 minutos tuvimos la
primera buena ocasión, en un buen balón lanzado de falta por Baena, que nuestro Comandante
Giménez no acertó a cabecear bien con su testa.  A los 14, un buen balón
de Hancko no logró acertar a rematar Sorloth, dejando claro que no tiene ni
idea de rematar en opciones ofensivas de cabeza, sencillamente, porque no
coordina bien el momento del salto en relación en cuando debe de rematar el
balón. Y eso que el noruego no hizo mal partido, pero estuvo mucho mejor en
funciones de segunda punta, asistiendo a sus compañeros, que en la de nueve, en
la que volvió a ser la nulidad de siempre. Pero bueno, algo es algo.
A los 29 Alexander demostró esto
que os acabo de indicar, en un fantástico balón que le puso Baena y que le dejó
más solo que la una ante Vlachodimos. Obviamente, la paró el guardameta
hispalense.
Sin embargo, a los 37, y en su
misión de segunda punta, asistió de forma espléndida a Nico González (previa asistencia anterior de Baena de nuevo), cuyo remate casi a bocajarro lo repelió
el poste de forma violenta. Una lástima, porque hubiese sido un gol de bandera.
Casi al borde del descanso,
mismos protagonistas. Oblak saca en largo, Sorloth peina ante el desmarque
posterior de Nico González, y el argentino no logró superar de nuevo a
Vlachodimos, cuyo rechace se fue a córner. Hablando de los córners, el Atleti
en este partido sacó de nuevo un buen puñado de ellos, y parece que se va
mejorando en la ejecución de los mismos, principalmente por el piececito que
Dios le ha dado a Alex Baena. Sin más historietas, con este 0-0 nos fuimos al
descanso.
En la segunda parte, y como era
de esperar, el Atleti le metió una segunda marcha a la cosa, y se notó. A los
51 minutos, de nuevo Sorloth se puso el disfraz de jugador asistente, y le dio
un buen balón a la cabeza de Julián Álvarez, que demostró también que lo suyo
no es el arte del cabeceo tampoco, si bien a él le perdonamos casi todo (al
Salmones, NO). 
Y en el 61, llegó la jugada clave
del partido, en un penalti clamoroso de Nianzou sobre Giménez, que visto que el
malnacido del arbitrucho no hacía ni puto caso a dicha situación, nuestro
rojiguayo decidió que ese penalti lo tenía que pitar, sí, o también, y no se
levantó del área hasta que el árbitro del VAR llamó al trencilla y no le quedó más
remedio que señalar la correspondiente pena máxima, después de verla repetida, ante el clamor de toda la grada. Supongo que como no le vio
con la pierna arrancada de cuajo y echada al hombro a Josema, por eso decidió no pitar inicialmente
el mismo, otra cosa … Don Julián lo transformó con la seguridad y sangre fría
que acostumbra, y puso el ansiado 1-0 en el marcador. Más que justo, por
cierto.
En el minuto 68, esta vez sí, los
Cholo-cambios fueron lógicos, justos y funcionaron a la perfección. Nico no
podía ni con su alma, Sorloth se llevó su pequeña ovación, y entraron en el
terreno de juego, bien Gallagher, y muy bien Almada.
En el 73 al fin vimos que Oblak
estaba en el terreno de juego, en un zombanzo de Gudelj que nuestro portero
tuvo que desviar a córner. Y en el 77, llegó la gran jugada del partido, en uno
de esos balones que solamente Giuliano Simeone tiene fe en conseguirlo,
robándole la cartera a Suazo, colándose como una flecha hasta la línea de fondo
del área, como mandan los cánones del buen extremo que se precie, y poniendo un
pase de la muerte sensacional hacia el desmarque al segundo palo de Almada, que
batió a puerta vacía.
Lo de Simeone Junior es
sencillamente emocionante, ya os lo he comentado en anteriores veces, pero hay
que hacer justicia y el movimiento de Diosito Grizzi arrastrando a los dos
centrales ayudando al demarque de Almada, y dejando pasar el balón con un grácil
saltito cuando, inclusive, podría haber intentado él dicho remate a puerta, es
digno de elogio, de mención y de aplauso también. Otra cosa el francés no
tendrá ya, pero la clase la sigue manteniendo casi intacta.
Ya con el 2-0 en el marcador,
Almada se puso a hacer de las suyas. Primero asistió tras gran acción
individual a Gallagher, cuyo remate se marchó a las nubes. Después, sin
embargo, fue Julián Álvarez el que dejó solo a Antoine de nuevo. Estaba tan
solo solito solo, tuvo tanto tiempo para haber rematado casi de cualquier forma
que se le hubiese ocurrido, y fue con tan poca fe en conseguir el tanto final
debido a que se pensaba que andaba en fuera de juego, que terminó
también mandando el balón a las nubes  y errando la mejor ocasión del partido (minuto 83).
En el 90, sin embargo, el francés
puso el broche de oro a su gran aportación en el campo, resolviendo una gran
combinación entre él mismo, Ruggeri y el propio Almada, anotando el 3-0 en el
marcador y sentenciando ya lo que andaba más que sentenciado. 
En definitiva, partido muy
currado, victoria incontestable (y corta, añadiría) y esperemos que sigamos disfrutando de los
aires sevillanos del sur que tan bien nos sientan.
Árbitro: Un tal Francisco Hernández.
La verdad es que no tenía este
colegiado calado para nada, y me sorprendió muy negativamente que no pitase ese
penalti a la primera, pero bueno. Dejémoslo estar por esta vez, no quiero
seguir añadiendo muescas sobre mi revólver de indeseables.
EL CRACK DEL PARTIDO:
Muy buen nivel de la defensa
(incluido Ruggeri, no es la plasticidad personificada el italiano, pero es
inteligente y no se complica tampoco la vida en exceso, parece un tipo
consciente de lo que es y lo que nos puede llegar a dar). Grandioso Giménez en su
insistencia en no levantarse hasta que nos pitasen el penal, incansable Nico
González (como siempre), Baena es ya un imprescindible para nuestra existencia,
no sabemos concebir a nuestro equipo sin él,  pero el premio final se lo
lleva de nuevo Giuliano Simeone. Estoy convencido de que si le tuviese como
rival en vez de disfrutarle en nuestro Atleti, pensaría “joder, pero qué pibe
tan sumamente pesado, madre”. Pesado, sí, a la par que entusiasmante. Es como
si tuviese una sobredosis de Atleti en vena, vive y disfruta de cada momento de
defender nuestra camiseta y honrar nuestro escudo, y, a la par, nos hace
también vivir, sentir y disfrutar el mismo de verle jugar con ese entusiasmo y
esa gallardía. Al único jugador similar que he visto es a Francisco Conceicao
en la Juve (y en el Oporto antes), poco más. De nuestro Simeone Junior no tengo ninguna duda, lo
vamos a seguir disfrutando hasta que queramos. Y va a ser por mucho tiempo,
créanme.
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:
Francamente, no me sale hoy poner
a nadie que me haya defraudado, la verdad. Ojalá y que, de aquí al final de
temporada, mande esta sección al limbo. Nada me molaría más.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO: (0 GRADOS).
A pesar de las amenazas vertidas
por el Señor Almendrales a la finalización del encuentro sobre este respecto, el
Termómetro se mantiene imparcial e independiente, y considera esta victoria en
casa como de obligado cumplimiento. Así que, orden en la sala, háganme el
favor.
EL MADRILEÑO.
Extraordinario resultado conseguido por la
muchachada de Don Fernando, en su visita a Tarragona, en un partido jugado de
forma muy seria, ordenada, sin excesiva brillantez, pero sí con eficacia y
saber hacer, como hacen los líderes, vamos.
Primer tiempo igualado, con un
Madrileño jugando de tu a tu al equipo local, y que se adelantó en el marcador
con un tanto del desconcertante Omar Hanneh, tras remate de cabeza a placer.
Parece  torpón, pero de vez en cuando te hace un cambio de juego que te
deja sin sentido. Aprovecha su gran envergadura para bajar los balones al pasto
e intentar apoyarse en sus compañeros según van viniendo desde atrás. Para
Torres es fijo, así que lo que el Niño dice, grabado en sangre queda,
compañeros. 
Esquivel, por su parte, tuvo que
realizar ese paradón antes de lo que nos está acostumbrando a hacer en momentos
tan puntuales como clave de los encuentros. Es otro de mis favoritos, ando
embelesado con su forma de parar, su tranquilidad y su personalidad en el campo.
Ya en la segunda parte, Esquivel
nos volvió a salvar de nuevo en otro remate casi a bocajarro de los
pseudopolacos esos,  hasta que en el 70 Arnau logró el 0-2 en una
brillante acción individual rematando a la escuadra contraria tras internarse y
recortar en en el área. Tiene 24 tacos y ya no puede andar subiendo al primer
equipo (salvo que se le hiciese contrato profesional con la primera plantilla,
claro), pero el chaval está aprovechando, de momento a la perfección, la
oportunidad de demostrar todo su talento en el Madrileño.
Ya al final del partido, llegó el
tanto del anciano Javi Serrrano (dicen que tiene 23 tacos solamente, madre mía,
quién lo diría) en el gol menos estético y plástico que he visto yo en mis 50
años de fútbol, pero que cuenta como el que más. Así que, hagan paso, que el
Líder sigue a lo suyo.
Nada más. Mañana otra vez al Metropolitano, esta vez en
Champions, a ver a los vecinos del Miguelito. Pero no puedo despedirme  sin terminar mi dedicatoria
lamentablemente incompleta del día del Betis, a mi Hermano Don Beto, al cual
también le dieron la insignia de plata, junto con los Hermanos Raso, en la
anterior jornada. Hermano, me alegro muchísimo de su fidelidad y honor, y que
siga usted pintándonos la vida a todos de Rojiblanco como acostumbra, y
conservando su perenne sonrisa en la boca. Y, lo más importante, que le siga a
usted funcionando de forma tan estupenda su tránsito intestinal, que a muchos
otros no vea la guerra que nos da, carallo. Abrazote de avalancha de gol en el
Calderón …