Vaya por delante, como mandan los cánones. Por otro lado, victoria justa de los yogurines frente a los "natillas" ayer de mi equipo.
Sigo diciendo y afirmando lo que he dicho en anteriores jornadas: "vamos a subir con la punta del capullo, porque somos mucho mejores que el resto de los equipos". Eso es para mí un hecho incontestable y está ahí. Ahora bien: para demostrar dicha superioridad, debemos de correr exactamente igual que lo haga nuestro rival. Debemos de jugar exactamente igual de concentrados que nuestro rival. Debemos de presionar igual que nuestro rival. Debemos estar situados mejor que nuestro rival. Debemos de aprovechar nuestros recursos mejor que nuestro rival (porque son más, entre otras cosas). Y todo esto solamente lo hicimos durante el primer periodo (y no entero).
Porque la primera media hora de mi equipo fue cuasi-perfecta: decididos a por el partido, juego por bandas, buenas ocasiones de gol (el larguero en la chilena de Diego Alonso, jugador que no debería de ser sustituido, porque, hoy en día, es la única referencia clara en ataque que tenemos), con un Correa pletórico (el de la segunda parte fue de nuevo el fanegas que tanto me toca los huevos ver defendiendo los colores de mi equipo) . Pero algunos jugadores sufren trastornos mentales, como es el caso de mi admirado Aguilera. Porque el gol que falló en dicho primer periodo es del todo punto de vista incomprensible, salvo que se trate de un desequilibrado mental, transitorio, sí, pero desequilibrado, al fin y al cabo. Y esto no es lo grave. Lo grave es que ya ha fallado unos cuantos más así, tan claros, tan diáfanos, tan sencillos. Menos mal que, en la única jugada que hizo digna de mención (y fue más mérito de Correa que del propio Aguilera), el madrileño se interna hasta la línea de fondo, pase de la muerte y gol del uruguayo que te crió. Era el 0-1, y el Sporting se encontraba totalmente desbordado hasta ese instante.
El gol de Atleti era la crónica de una muerte anunciada (como luego fue la remontada sportinguista, conste). Lo vieron, inclusive, tan sencillo, que los señores se dedicaron a contemporizar, a sestear, a bajar el nivel. Y ya, antes del descanso, el Sporting avisó en un par de ocasiones, penalty de Armando sobre un jugador sportinguista no pitado incluido. Menos mal que Burgos hizo ayer su mejor partido desde que está en el Atleti (chapeau, Chimi, yo no te creí cuando me dijiste que era el porterazo que me demostró ayer). Así, con este resultado, nos marchamos al descanso. Con el sinsabor de no haber machacado.
En el segundo periodo, nuevo desequilibrio mental de Aguilera, que hace un claro, absurdo y estúpido penalty sobre Lozano, creo recordar (muy buen jugador de fútbol, por cierto), que el propio yogurín se encargó de transformar en el empate a uno. A partir de este momento, espléndido juego del Sporting, por un lado (no debo ni quiero ni puedo desmerecer ni un ápice el partidazo que se marcó el Gijón en el segundo periodo), y desastre total nuestro por otro. El centro del campo daba pena verlo. A Movilla no le sale nada. PERO NADA DE NADA, VAMOS. El Correa volvió a ser el Fanegas. Los laterales estuvieron de vacaciones. A Diego Alonso lo quitó Luis no sé muy bien por qué (tenía que haber quitado a Stankovic, que estuvo penoso, aparte de que un día le va a oír el árbitro insultarle y se va a ir a la puta caseta, por gilipollas, y haber sacado al Niño, poniendo a Correa por la izquierda, ya que, incomprensiblemente, no estaba Luque, cuando el pasado martes había jugado minutos en la segunda parte frente al Recre, para este partido no va ni convocado, no entiendo nada). Y luego sustituyó a Stankovic, sí . ¡POR ROBERTO! Que tiene la puta pierna izquierda para apoyarse. Y Luque, en Madrid. ¡Con 2 cojones, si señor!
Fue tal el desconcierto de mi equipo en este periodo del encuentro, que, repito, si no es por Burgos, nos meten 6 chicharritos, pero así, como el que no quiere la cosa. Tuvieron goles para dar y tomar. Total, que cuando ya veíamos el empate a uno como mal menor, llegó la jugada definitiva del encuentro: se quedan solos Roberto y el Niño delante de Valencia. No sé que tipo de control intenta hacer Roberto, pero el caso es que pierde una ocasión que pudo haber sido clamorosa para haber puesto el 1-2 (tenía a su derecha completamente solo al Niño). En la contra, Villa intenta entrar entre Armando y Carreras, y este último, como si fuese un crío de 2 años, pica y le da un rodillazo al citado jugador sportinguista que, evidentemente, y con buen criterio, el árbitro señala la correspondiente pena máxima. Lediahov se encarga de poner justicia en el marcador, y a otra cosa, mariposa.
Y ahora tendré que oir gilipolleces varias como si es que jugamos de amarillo, de rosa furcia o de verde butanero. ¡Váyanse a la mierda, señores! O de que "algún día teníamos que perder, nos hacía falta la primera derrota (¿¿¿Cuándo hostias hace falta una derrota, me cago en la mar salada??? ¿¿¿Acaso nos toman por gilipollas a los atléticos???). Lo que hay que hacer es no menospreciar a los rivales, no pensar que con adelantarse en el marcador ya está todo hecho, y luego a tocarse la polla. Lo que hay que hacer es jugar el primer minuto igual que el noventa (igual de bien, obviamente). Y para ello, hay que correr y mantener la intensidad durante dicho periodo. Con media hora no vale, Atleti . Con media hora no vale.
-- Un saludo.
Tomi. Frente Atlético. Vieja Guardia
------ Comite promotor de la III trobada-kedada. Madrid 2001. Os esperamos a todos.
iGGy SIEMPRE PRESENTE
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