10 de abril de 2023

Rayo 1 - Atleti 2. El gran dilema.

Está visto que los Atléticos somos gente de culo inquieto, pensamientos dispares, y nos gusta siempre generar nuevos y sesudos debates para llevarnos a la boca. Cuando parece que todo va en calma, viento en popa a toda vela y lanzados en esta vertiginosa segunda vuelta que anda haciendo la muchachada, tendemos siempre a buscar nuevas inquietudes con las que comernos en el tarro. No nos gusta la tranquilidad. Lo llevamos en la sangre, Vean, si no, lo que les digo:

 

Pues me parece un debate la mar de interesante, la verdad. Mi yo competitivo (e, imagino, el de cualquiera) lo que siempre queremos es que nuestro equipo quede en la mejor posición posible, y gane el mayor número de encuentros que dispute, eso lo tenemos todo claro. Aparte, si dicha clasificación nos da opción a disputar un nuevo título, miel sobre hojuelas. ¿Cuál es, entonces el problema? Por un lado, el que la disputa de la Supercopa de España no la podemos disfrutar en la grada, si no que nos la mandan a Arabia Saudí nada menos, para que las dos grandes morsas financieras se lleven su buena tajada, hagan lo que hagan en la disputa de la misma. ¿Los otros dos “invitados”? Pues eso. Para recoger las migajas y, si es posible, no molestar en exceso. Particularmente, me parece despreciable tanto que dicho torneucho no se dispute en territorio nacional, como que no se premie la clasificación deportiva del mismo finalmente. Mandan otros intereses, que, desde luego, no son de base los míos. Si finalmente lo disputamos, pues conociendo al Cholo y sus huestes, fijo que lo competirán a muerte, tal y como hacen con cualquier torneo en el que se participe. Y, el aficionado rojiblanco, nos engancharemos o no según veamos el desarrollo del mismo, seguro también. Pero, reitero, esto no es más que otra muesca más del putrefacto mundo del fútbol que se vive en la actualidad, en el que importa más que las gradas estén pobladas de un grupo de árabes fanáticos del Madrid, que el que lo vivan realmente las auténticas aficiones de los participantes. Es un torneo muerto por naturaleza.

 

Pero es que luego hay otro tema, como bien nos apunta Don Pablo. La participación en dicho torneo, nos impide disputar las primeras rondas iniciales de la Copa del Rey, que, como bien saben, son a partido único y en campo del equipo de menor categoría. Y eso nos impide disfrutar de partidos con auténtico sabor a fútbol pero de verdad, del que muchos hemos mamado, del que nos enamoramos perdidamente todos. Fútbol de ilusión y barro. Fútbol de bocata de panceta, de bota de vino, o de caldito, si es menester. De campos con aforos reducidos, y en parajes pintorescos a la par que bonitos. Aforos pequeños pero abarrotados siempre. Y los que tengan ocasión de viajar a verlos, ni les cuento. Lo que disfruté la temporada pasada en Soria, sin ir más lejos, aunque solo sea por repetir dicho desplazamiento, bien merece la pena mandar con viento fresco a la Supercopa de Arabia esa. Viajes de ese tipo rellenan y satisfacen diez mil veces más mi sentimiento Atlético, de pertenencia a grada, de Camaradería e, inclusive, de conocer mejor a aficiones tan auténticas como la que más, por poco numerosa que sea,  que ganar un torneo tan contaminado como  el que organiza el déspota melenudo del Rubiales. Así que ahí va la pregunta. Imagínense que yo les garantizo que el título lo conseguimos. ¿Cambiamos engordar nuestro Palmarés por disputar unas jornadas coperas frente a dichos rivales, con el riesgo, ojo, de que, disfrutemos más  o menos, nos manden a la calle a las primeras de cambio en nuestra ansiada Copa del Rey? ¿Merece la pena el riesgo, a cambio de la pérdida de prestigio (o de supuesto prestigio) al no tener un título más en nuestro Palmarés? Hala, ya tienen para no aburrirse en este lunes Santo del orto.

 

Vamos al partido, disputado en un campo de Vallecas prácticamente a rebosar de peña, y con ese extraño Fondo siempre con el lazo negro dedicado sigo sin saber muy bien a qué tipo de víctimas continua refiriéndose exactamente. Primeros minutos muy disputados, con fuerte presión por ambas escuadras, con un Rayo planteando dar guerra sin cuartel, frente a un Atleti bien plantado y con las ideas bastante claras. Tanto, que, en el  minuto 19 de juego, ya nos adelantamos en el marcador, en una contra que se inicia tras una falta psicodélica pitada en contra nuestra supuestamente de De Paul, desastroso saque por parte rayista, el balón cae en los pies de Diosito, este lanza la contra con Carrasco, que le devuelve el balón de forma excelsa haciéndole la pared al primer toque de nuevo a Grizzi, éste avanza y pone un fantástico pase sobre Morata, Don Álvaro deja pasar majestuosamente el balón viendo el desmarque de Nahuel (cualquier parecido con la realidad, me temo que es pura coincidencia) y el argentino entra como una auténtica flecha y cruza de un fuerte zambombazo el balón a la red de Dimitrievski (miren que yo no soy muy de dress-code, pero me resulta incalificable ver a un portero con esa indumentaria, sacado cada parte de la susodicha como yo cuando estoy en casa y me pongo la primera camiseta que veo, el primer pantalón y los dos primeros calcetines que me encuentro por ahí, sin mirar si están emparejados o no en realidad) logrando su primer tanto como colchonero. Un gol de salón, de escuadra y cartabón, de manual, de alta escuela, de sabiduría y buen hacer en este noble arte del fútbol. Un gol que representa muy mucho nuestra historia. En definitiva, un tanto “made in Atleti”.

 

Aún seguíamos aplaudiendo este golazo, cuando llegó el segundo dos minutos después. Córner milimétrico de Carrasco (que anda con un espíritu sencillamente encomiable tanto defendiendo como atacando, en qué andará pensando éste, madre) y Hermoso le gana la tostada a los centrales del Rayo para conseguir de cabeza el 0-2. Mario anda haciendo todo de cine tras el Mundial, se le ve con la cabecita bien centradita y consciente de lo que debe de hacer para convertirse en uno de los jefes no solo de la defensa, sino da la impresión de que también con más peso cada en la plantilla. Siempre ha sido un jugador muy del paladar del que esto os escribe, así que alegría múltiple por mi parte.

 

El Rayo no bajó los brazos, y el estupendo Álvaro (el local, se entiende) lanzó también un misil cruzado desde fuera del área que salió lamiendo el palo. También tuvo otra el insecticida vikingo (RDT) pero su remate manso lo atajó sin complicaciones un siempre atento y concentrado Oblak (la verdad es que anda espantoso el Señor De Tomás,  quién le ha visto y quién le ve). El partido era un toma y daca constante, y Don Álvaro (el nuestro, obvio) remató a la red (lateralmente, muy a mi pesar, claro) en una buena internada suya en el área. Hasta que, al borde del descanso, un chutazo brutal de Oscar Valentín lo despejó de nuevo Jan con esas manoplas de acero armado que le ha dado Dios. Primer tiempo de un muy entretenido partido de fútbol. Para que luego digan.

 

La Segunda parte … Ay, la segunda parte. A ver si logro descifrar un poco este segundo periodo, en el que pudimos quedar 0-7, y acabamos pidiendo la hora lastimosamente. El Rayo empezó como acabó, bien y a lo suyo. Al poco de empezar, y tras un centro lateral que se envenenó tras tropezar el balón en Carrasco, Oblak sacó como pudo  el mismo y el balón, que le cayó a un menda rayista en el segundo palo al borde del área pequeña completamente solipandi, no acertó a rematar correctamente al estar más adelantado que el propio balón (susto, y gordo). Por su parte, Carrasco de nuevo comenzó su recital de cabalgadas embolicadas de ayer y de hoy, con el resultado de siempre: el balón a ninguna parte. Don Álvaro, por la suya, empezó también su particular Via Crucis fallando tantos para que no me lleve mi dichoso platito de jamón que tanto me merezco. Hasta que, en el 64, llegó la jugada clave del encuentro: expulsión justa de Lejeune por agarrar a Morata cuando disponía a encarar al portero tras brillante acción individual de Diosito. El Rayo se queda con uno menos, y el partido deja de disputarse en el Municipal de Vallecas, para trasladarse a la explanada de la Casa de Campo un domingo cualquiera a la hora del vermuth. Lo único que faltó a ambos equipos es ir vestidos a su puta bola (bueno, el portero del Rayo, como ya os he citado antes, cumplía a la perfección tal  requisito, inclusive). El Rayo bajó los brazos casi por completo, y el Atleti se puso a pasarse el balón y a desperdiciar ocasiones vergonzosamente claras, contragolpe sí, nueva oportunidad también. Que si Morata falla una a puerta vacía, que si Lemar apareció por allí como si de un vendedor mantero se tratase y se uniese al grupo de la izquierda para disputar la pachanga, que si Barrios quiere meter un inverosímil tanto sin ángulo alguno cuando tenía a Grizzi y a Morata dispuestos para remachar, que si Llorente pierde otra y se estorba con Griezmann cuando cualquiera de los dos se plantaba solo ante el portero local … Una conexión de despropósitos tal, a la que sumó también el Cholo con sus cambios, claro, ya que al quitar el Cholo a Don Álvaro, la muchachada perdió la referencia ofensiva, puso a Grizzi en su lugar (no podía ni con los cordones en este tramo final pachangueiro), y aquello se convirtió en tan esperpéntico espectáculo de Casa de Campo campero. A todo lo cual, paso lo que tenía que pasar: zurriagazo impresionante de Fran García (y no es el primero que mete así, ojo), que lanzó desde Moncloa, lo menos, y golazo impresionante del chaval que puso el 1-2 en el  85 de juego. Sinceramente, no vi cantada de Oblak por ningún lado, pero bueno. Opiniones son colores, y no buenos amores. Ver para creer. El descuento de la pachanguita fue aún peor por ambos grupos de solteros contra casados, en la que ninguna de las dos temibles formaciones logró dar dos pases consecutivos, y aquí paz, y después gloria, ambos equipos se retiraron al final felices dispuestos a degustar el tercer tiempo en los baretos del Lago de turno, viendo a Don Tete remar plácidamente con una de sus múltiples novias, mientras tanto. Y qué manera de irme a la cama con un cabreo descomunal cuando lo tenía que haber hecho con una sonrisa de oreja a oreja. Así tengo hoy la puta muela del orto, castigándome sin cesar. En fin.

 

EL CRACK DEL PARTIDO:

La Afición de Vallecas y Nahuel Molina. Que se respete de la forma tan impoluta como se hizo guardando un sepulcral silencio por la muerte de una madre de un jugador rival en campo contrario, por desgracia, en los tiempos que corren, es algo digno de alabar. Inclusive, que hasta se guarde el propio minuto de silencio en campo visitante resulta algo “extraño”, por desgracia. Que, encima, dicho equipo rival visitante se adelante en el marcador, y que uno de sus jugadores muestre al público su camiseta en su honor para dedicárselo, y que todo el estadio local se ponga a aplaudir dicha dedicatoria, es algo inaudito pero muy reconfortante. En casi ningún otro sitio se hubiese reaccionado así (incluyendo, por supuesto, el Metropolitano). Así que a Vallecas lo que es de Vallecas. Honor y gloria para ellos. Y, dicho esto, Angelito se merece eso, y mucho más. Mucha parte de culpa de dicho comportamiento la tiene la imagen que da el propio jugador, todo humildad y sencillez tanto dentro como fuera del terreno de juego. Nuestro suburbial favorito (Mucha fuerza, Angelito).

 

 

 

 

Deportivamente hablando, 70 minutos a estupendo nivel del equipo, 20 últimos para arrojar al Lago de la Casa de Campo ya mencionada. Mención especial para Nahuel Molina. El menda cuando sube es un auténtico relámpago. Tiene sus cosillas todavía en ocasiones cuando le cae el balón entre los dos pies, sí, pero su progresión va en aumento, y a mucho mejor. Por cierto, hay que también enseñarle a sacar de banda (a ser posible a un compañero del Atleti sin propinarle un balonazo en el intento, lo único, pero mejor poco a poco, y que vaya asimilando conceptos, va). Empiezo a estar contento con Nahuel (quién me ha visto, y quién me ve).

 

 

LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:

Los minutos de Lemar fueron aún peor que el dolor de muelas que tengo ya citado. De hecho, no quiero escribir más al respecto porque, según lo hago, veo que se acrecienta el dolor con cada palabra que pongo más y más. Qué barbaridad.

 

ÁRBITRO: Burgos Bengoetxea.

Uno de los pocos árbitros medio decentes que hay. Pitó alguna que otra falta extraña por ahí, pero al final no influyó en el resultado, ya que la expulsión local es tonta (agarrar a Morata porque se va solo y el defensa cree que dicha internada se va a convertir en una ocasión flagrante de gol es una auténtica temeridad), pero justa.

 

TERMÓMETRO ROJIBLANCO (+ 3 GRADOS).

 

Partido de obligado cumplimiento, lo dejo, pues, tal y como está. Bienvenidos sean los grados sumados en las dos anteriores jornadas por Don Pablo, pues.

 

Y el próximo domingo, viene el Almería. Partido frente a rival correoso (como buen equipo de Rubí que es) y que no se nos suele dar excesivamente bien (menos con el citado entrenador, que es otro dolor de muelas para nosotros). Y paro ya, que me estoy a empezando a obsesionar, carallo … “Un sentimiento, no traten de entenderlo”.

 

 

2 comentarios:

Paul Marble dijo...

Magistral crónica, don Tomi.
No hay dilema: sí a la disputa de la Copa desde las rondas iniciales.
En cuanto al partido, ganamos con mucha más facilidad de lo que reflejó el marcador. Perdonamos varias ocasiones y situaciones claras. Como todo el año, adolecemos de un rematador.
Un abrazo y muchas gracias.

Unknown dijo...

No hay color.
Gira futbolístico-culinaria por España en Copa. Pues no disfruté en Oviedo y en Valencia este año.
Hay que quedar cuartos como sea.
Saludos cordiales.

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