O aburrimos de no parar de sumar.
O estamos tan aburridos que no podemos parar de hacerlo. O aburrimos sí,
remontamos, también. O dame pan y llámame tonto. Denominarlo como queráis, pero el
equipo, que es cierto que no juega un pimiento al fútbol, que anda con una
espesura soez a la hora de intentar construir juego, al final termina
sobreponiéndose a todo, y lleva ya unos cuantos partidos remontando, encima, y
demás. Porque ahora mismo somos una escuadra de la que nadie se puede fiar en
el último cuarto de hora final, por muy mal que lo andemos haciendo, y esto también nos tiene que valer para algo.
Ya os dije en la anterior crónica que quiero ser optimista, aunque cada día me
cueste más el serlo. Seguimos en la misma línea editorial, pues.
Y menos mal, porque, ahora mismo, tengo una sensación de desangelamiento total cada vez que entro al campo.
Eso de no latir, de no vibrar, de no participar con los cánticos del Frente lo
llevo fatal (aunque ande a muerte secundando dicha huelga de animación, solo
faltaba). El sábado pasado (que eran 3 puntos de oro), muchísima de mi gente
faltó al campo, y tengo la sensación de que estoy yendo al fútbol por ir, pero
sin la presencia de mis Herman@s de grada, no es ni mucho menos lo mismo.
Bueno. Ya escampará (espero, vamos). Al menos, deportivamente hablando, las
cosas van saliendo hacia adelante. Y es con lo que hay que quedarse.
Así que, con este estado de ánimo
entramos Don Raúl Molinos y servidora al campo, allá por el minuto 10 de juego.
Ambiente frío y distante con el que nos topamos, al igual que el estado en que
estaba el equipo ante un Alavés bien plantado en el terreno de juego, sí,
defendiendo con orden y concierto, pero nula capacidad ofensiva también. A los
19 minutos, una jugada llevada a trompicones por el ayer inoperante Correa,
hace que el balón llegase finalmente a Griezmann, este cediese el balón a su
vez a un Lino completamente solo al borde del área pequeña, que,
incomprensiblemente, (bueno, incomprensiblemente, no, por borrico, por zopenco
y por quererse llenar de balón cuando el tanto estaba más que hecho), de un
vulgar zapatazo mandó el balón al larguero. Esto fue lo más incisivo que
realizamos durante todo este primer tiempo. Un zapatazo lejano de Koke
sin fe y convicción alguna, un par de remates alocados y con poca clase de
Llorente que fueron atajados por el bobito del Sivera, y con el empate a cero
en el marcador nos fuimos al descanso … O eso pensaba yo, al menos, porque,
durante el transcurso del mismo, me dio por mirar al móvil y contemplé
ojiplático una alerta de un supuesto tanto que había conseguido el Alavés en el
minuto, 7, de un tal Guridi. Lo primero que pensé es que a ver si era el
Madrileño, en realidad, pero me extrañaba, porque sabía que jugaba el domingo
por la tarde. A continuación, me dio por pensar que esa alerta debería de ser
de algún que otro enfrentamiento anterior con el Alavés, y no le quise dar
mayor importancia. Obviamente, ni me dio por mirar en ningún momento del
partido al marcador, claro, y como en el descanso estaba dando la murga nuestro
insoportable “speaker” (cómo le puedo odiar tanto, madre, y al engendro de anglicismo también, ya puestos) con no sé qué
penaltis que andaba lanzando la peña en el campo, pues pasé de todo, hasta que
ya me mosqueé, me dio por mirar de nuevo al videomarcador al comienzo
de la segunda parte, y … ¡Hostia puta, qué vamos palmando 0-1 y todo! Lo más
cojonudo del tema es que mi compañero ayer de grada, el ínclito ya citado Don
Raúl, andaba como yo, pensando en que íbamos al descanso empatados a cero. Sí.
Ya me lo digo yo. Dos tontos en apuros. País.
Dicho esto, y al hilo de lo contado al
principio de esta cronicucha del orto, fijo que si el Frente hubiese estado
activado y en condiciones, al subir las escaleras hubiésemos sabido tras su
natural reacción que algo había pasado, porque yo lo único que recuerdo es unos
cuantos silbidos continuados, eso sí, pero poco más al respecto. Aprendí la
lección (o eso espero, vamos, que conmigo, nunca se sabe).
La segunda parte, con el “cambio
inesperado de resultado”, al menos, sirvió para que entrase mucho más en
tensión en relación con el juego del equipo que en el estado de hibernación con
la que entré a formar parte de la grada. Entre eso, y la presencia de Giuliano,
que es capaz hasta de hacer animar hasta a una parte del Fondo Sur, sin querer
hacerlo siquiera, ya bastó.
Al borde del cuarto de hora, el
Señor Antoine puso un balón de esos dulces y aterciopelados que le da por
asistir de vez en cuando a la cabecita de Lenglet, el cual, completamente solo en el área, le dio
por cabecear con tortículis y mandó el balón fuera cuando lo más fácil era
clavarlo dentro de la portería.
Diez minutos más tarde, otra vez
Don Simeone Junior haciendo de las suyas, en una salvaje cabalgada cuyo remate
final despejó Sivera a córner. Y ya por el 75 de juego, balón que pone De Paul
sobre Sorloth, éste por fin le apetece disputar un balón aéreo, y su remate
final da en la mano de Manu Sánchez, creo recordar. El penalti lo transformó
Griezmann poniendo nooo, nada del 1-0 en el marcador … Que va. El empate a uno,
y gracias.
A partir de ese instante, el
Atleti pasa a modo ciclón, Giuliano sigue desatado, y falta de 3 minutos del final,
al tronco noruego del Sorloth le apetece realizar otro desmarque en movimiento
en ataque (muy bueno, todo hay que decirlo), De Paul le pone una delicia de
asistencia, digna de lo que todos esperamos de él, y el noruego bate de un
latigazo seco y al primer palo al pierdetiempos del guardameta visitante,
poniendo el 2-1 final en el tanteador. Ya en el descuento, tuvo otra Antoine
que obligó de nuevo a lucirse a Sivera, que, como ven, y a pesar de los
pesares, al final se convirtió en el mejor jugador del Alavés, y con
diferencia. Así que, anécdotas más o menos pintorescas con el tanteador en
cuestión, la victoria es nuestra, con lo que, ya saben: dame pan, y llámame
tonto.
Árbitro: García Verdura.
Ni sabía de la existencia de tal personaje tan sanote él, la
verdad. Acierta en los dos penales.
EL CRACK DEL
PARTIDO:
Buena noticia el regreso de
Azpilicueta. Aunque en muchos momentos me desespere, tengo que reconocer que,
ahora mismo, el único centrocampista medio creativo y con visión y precisión de
juego que tenemos es De Paul, que realizó una gran segunda parte, siendo decisiva su participación, sin duda, pero el
auténtico crack del mismo fue Giuliano, porque, gracias a su entusiasmo y a su
fútbol desbordado, logra contagiar tanto a sus propios compañeros como hasta la
grada, y eso vale su peso en oro. Determinante del todo, una vez más, el
chaval.
LA DECEPCIÓN DEL
ENCUENTRO:
Soy muy defensor de Koke, pero le
veo cada vez más fundido y falto de ideas en el campo. Dicho esto, el tono
grisáceo que tiene el equipo de forma general tampoco ayuda en exceso a que
destaque nadie en particular, vamos, que pongo a Koke, pero
podría poner también a Correa, a Lino, a Llorente, a Galán, a mí mismo, etc.
La verdad es que sigo muy decepcionado con el rendimiento del noruego, cuya falta de movilidad en muchas ocasiones me exaspera hasta decir basta, pero ayer, al final, consiguió un golazo que vale su peso en oro, así que vamos a dejarlo estar, va. Pero tranqui, Don Edu. Su bigote lucirá a final de temporada con más esplendor y viveza que nunca, como si del mismísimo don Enrique Allende se tratase.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO: (- 8 GRADOS).
El Termómetro sigue nublaete, y
con bastante biruji encima, así que permanece inasequible al desaliento en su
afán de que cada nuevo grado que se consiga, sea a base de sangre, sudor y
lágrimas.
Y mañana, a Praga, en donde de nuevo nos jugamos otra vez la
vida en Europa. No es por meter presión, pero hay que ganar, sí … o también.
Que Don Diego Pablo Simeone reparta suerte … “Te queremos, te adoramos, junto a ti, hasta morir” …
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