Deportivo 0 - Atleti 1. Pensando en el futuro.

Tras la sufrida (que no agónica) pero merecida victoria en el encuentro que ayer disputó mi equipo frente al Deportivo, es hora de empezar ya ha ir pensando en la próxima temporada, acabando, eso sí, esta año con la mayor de las dignidades posibles (como sí que está consiguiendo el equipo), con el fin de luchar hasta el último minuto por meternos en Champions (acaba de ganar el Vila-Real, y está ya prácticamente eliminado de la Europa League la zodiac amarilla, olvídense, señores) y afianzar nuestra clasificación para dicha Competición, y, eso sí, rezar todos juntos para que el todopoderoso Aris no vuelva a toparse en nuestro camino. Por eso es importante acabar la liga lo más alto posible, y que no tengamos que jugar en verano 247 eliminatorias previas en esos campos de Dios.

Para ello, el Atleti se debe de demostrar y afrontar todos los encuentros que nos quedan con la seriedad, la ambición y la predisposición de ayer. El resto es sencillo: el Kun se encarga de todo. No necesita más el chaval. Y eso que el primer tiempo fue jugado a un ritmo directamente proporcional al que hubiese impuesto la Duquesa de Alba si hubiese llevado la manija de ambos dos equipos. El Deportivo se ha metido en un enjambre de mucho cuidado, pero si la afición de Riazor muestra el apoyo incondicional y extraordinario que se vivió ayer en Riazor, se salvarán, porque mimbres tienen para ello (pocos, pero tienen, inclusive tienen hasta defensas centrales diez mil veces mejores que los de otros equipos que andan más arriba, tranki, Perea, no miro a nadie). Un disparo de Guardado que hizo lucirse a De Gea (que parece que tiene ya una oferta de renovación sobre la mesa, ahora habría que ver qué condiciones le han puesto, claro, pero bueno, algo empieza a ser algo), y otro de Agüero que casi pulveriza el travesaño de la meta defendía por un espléndido Aranzubía. ¿El resto del primer tiempo? Lo dicho, mieditis por parte local (su mejor delantero fue Perea y sus líos, sus controles, su dejar pasar el balón, sus despejes, sus historias, y, entre medio de todo esto, mi pobre corazoncito colchonero, claro está, imagínense el panorama), y controlitis por parte colchonera, que sobó tanto el balón de una lado a otro como un quinceañero toca las peras de su chavala cuando lo más guay es profundizar, chavalote, siempre profundizar.

La segunda parte fue ya un monólogo rojiblanco, debido a que el Atleti, por un lado, intentó imprimir algo más de velocidad a sus acciones (especialmente activo estuvo Ufaljusi, lástima que para que luego logre centrar un balón en condiciones haya que rezar previamente 7 aves maría haciendo el pino), y que el Depor, por otro, se quedó con 10 jugadores por la expulsión de Lopo. Sinceramente, la primera tarjeta que le mostró Turienzo no recuerdo muy bien cuál fue la jugada en cuestión, pero la segunda es una obstrucción clarísima al Kun cuando estaba comandando una contra fulgurante de los míos, tarjeta amarilla incontestable e indiscutible). El gol tenía que llegar. Yo lo veía claro. El Atleti lo veía claro. Quique también lo vio claro, sacando al terreno de juego a Forlán y a Juanfran. Y, por una vez y sin que sirva de precedente, dichos cambios dieron sus frutos, máxime vista la inoperancia de los jugadores sustituidos, Mister Diego Costa y Don Elías el Mesías. Así las cosas, Juanfran encara, se va por banda (he leído por ahí criticar a dicho jugador porque siempre que pilla el balón solamente encara y regatea, como si fuese eso malo en un extremo, oyes), hace una pared dentro del área con Forlán (que sus dos anteriores balones los había mandado a la Playa no de Riazor, sino de Samil, lo menos), ve la posición desmarcada del Kun, y el argentino, una vez más resulta sencillamente letal de necesidad, definiendo a la perfección ante el bravo Aranzubía. 0-1, y al fin llegó la cosecha.

Último acto, muy made in Atleti, sin saber cerrar un partido en condiciones especialmente fuera de casa, un Deportivo que tenía en su mejor arma ofensiva a Aranzubía cuando se puso el disfraz de kamikaze frente a nuestro área, y aquí paz y después gloria. Partido finalizado, 3 puntazos a la buchaca, y, al menos, uno se acostó orgulloso de los suyos viendo como se está acabando la temporada con dignidad. Ya saben, es hora de fichajes, traspasos, renovaciones, y más de uno se está jugando su futuro. Mientras tanto, el del Deportivo toca juntar bien prietas las filas, y llamada al orden. El del Atleti ... Cómo me gustaría a mí cambiar el futuro del Atleti.

EL CRACK DEL PARTIDO: Kun. Probablemente sea el jugador más en forma de la Competición, pero lo que más me admira y me emociona de él es de ver con la rabia y sentimiento que celebra todos sus tantos, a pesar de que el objetivo no sea para papear ostras con champlán en la noche monaguesca (siempre rojiblanca) precisamente. Si uno ve al argentino así de involucrado defendiendo este escudo, es imposible que pueda renunciar a él, aunque ganas no le falten mirando al puto palco del Calderón. Aranzubía, obviamente, por parte local. Y alguna que otra pincelada del vendedor de Biblias falsas, más conocido como Valerón, para los no iniciados. Asentado Mario, bien Tiago, e imperial Godín, que volvió a ser el central deslumbrante del principio de temporada, que no se me olvide.

LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO: De piernas de seda Perea yo ya no digo nada. De hecho, muchas veces no sé si ponerle en la decepción del encuentro, o en el crack del contrario, la verdad. Tiene más peligro mi añorado Jim Morrison de dependiente de una licorería. Pero mal, muy mal también Elías. Las buenas expectativas del día del Levante se convirtieron en su atrondolamiento habitual en busca de la nada.

ÁRBITRO: Turienzo. Para mi impecable. Otra cosa es el tema de sus linieres, que nos frieron a fueras de juego que, muchos de ellos, sorprendentemente, fueron omitidas sus repeticiones por Telemadrid. Imagino, claro está, que la realización de dicho partido la hizo un Riazor Blues en prácticas, como no puede ser de otra forma. Esto del periodismo es que es de un vomitivo que no hay por dónde cogerlo, la verdad. Que se mueran todos.

TERMÓMETRO ROJIBLANCO: ( + 9 grados).

Subo 3 grados más, si señor, que Riazor es plaza siempre muy complicada, estén con once o con 10 (y si no, que les pregunten a nuestros vecinos, eso sí, llevaros un flotador antes si no sabéis nadar, que no veas cómo está Concha Espina y alrededores, el Sunami de Japón es una simple piscinita hinchable comparado con lo que hay por allí, vamos). Al final se está medio arreglando la temporada (recuerden, siempre con respecto a la anterior, no se me equivoquen, por favor).

Y el sábado que viene, el Málaga. Hay que ganarles como sea, por nosotros, por vosotros y, por qué no también, para echar un cable a algún que otro buen amigo maño y deportivista que tengo. Los amigos, al fin y al cabo, es una de las cosas más grandes y hermosas que hay en este mundo. Los buenos amigos, obviamente. Los que se acuerdan de uno en las buenas, y en las menos buenas. Ya sé. Me estoy volviendo últimamente de un gilipollas que tiro para atrás, ya perdonarán.