Anticipo que esta crónica está realizada desde la más completa de las desganas y de la falta de motivación. Escribo porque los me quieren, mucho y bien, así me lo reclaman, pero me parece que voy a necesitar un pequeño relevo para cargar pilas por parte de Don Pablo pero a la voz de ya, vamos. Y es que, que levante la mano quién no tenía la mosca tras la oreja con el partido de ayer. Sed valientes, y reconocerme que este encuentro lo hemos visto ya demasiadas veces y en demasiadas ocasiones. Rival angustiado hasta decir basta, último en la clasificación, ocasión pintiparada para conseguir 3 puntos relativamente fáciles, que se convierte en una nueva (la enésima) oportunidad mandada al limbo. De verdad, estoy cansa, y mucho. Cansa y hastía. No me mola nada este rollo.
¿El partido? muy del guión colchonero. Buen arranque inicial, clara ocasión de Correa que saca Diego López casi sin tener muy claro el cómo lo hizo, poco a poco nos vamos diluyendo, el rival, que tenía mucho más claro lo que se jugaba y a lo que jugaba, nos empieza a torpedear, y a los 23 minutos, entra un menda del Espanyol por la banda izquierda (que va camino de convertirse en mítica -tanto para bien como para mal, ayer tocó segundo plato, vaya por Dios- de Lodi, Carrasco decide que no le apetece seguir a su rival (tiene usted ya una legión de “admiradores” en el Fondo Sur, mi queridísimo amigo de “Hombres, mujeres y viceversa”, ándese con ojo, que las huestes de Don Rubio van creciendo por momentos, y me empiezo a incluir hasta yo mismo en las mismas), centra a placer y Savic decide sumar un nuevo tanto más en su lucha por la bota de oro europea (ánimo, Stefan, ya queda menos). Dice mi hermano que es mejor que juegue Savic, porque mantiene en máxima tensión a Oblak, que debe de estar preocupado de sus rivales y del ínclito señor de la Uña. Esta vez, sin embargo, el montenegrino pudo con él. El bueno de Jan no pudo con el instinto depredador del gran Savic. Es jodido, muy jodido el pararle.
A partir de ese instante, y hasta el final de la primera parte, fue una auténtica tortura china para nosotros, como un bocata de chinchetas, como una empanada de polvorones, no hubo Dios que lo digiriese. El filial nos superó en todo, incluido intensidad, ganas y decisión. En todo lo que nunca nos debería de pasarnos por encima nadie, vamos. Un auténtico desastre. Eso sí, todo muy nuestro. Bastante previsible también. Para recordar, menos mal, el paradón antológico de Oblak tras un remate brutal de necesidad desde fuera del área de Víctor Sánchez, si la memoria no me falla, estrellándose el balón finalmente en el larguero. Para todo lo demás, bocado al susodicho bocata va, trocito de empanada ya mentada viene.
Segunda parte, según apago el pitillito de rigor, chicharrazo de Saúl. Un tanto muy previsible también, muy suya esa volea desde fuera del área. A raíz de ese instante, el Espanyol se convirtió en un flan, y el Atleti intentó apretar. La tuvo Morata, en una extrañísima internada de Joao Félix que repelió en el palo, y que finalmente el propio Álvaro se perdió en su mundo intentando hacer algo que no sabe hacer por otra que parece se le ha olvidado por completo: meter un puto gol de una Santa y puñetera vez. No se aprovechó este buen arreón, y al final fue un quiero y no puedo sin sentido de ambos equipos, que dieron una antológica lección de impotencia y de falta de claridad de ideas de cara a crear, siquiera, una triste ocasión de gol. Y ya manda bemoles que saliendo del banquillo tipos de la categoría que se les presupone al Joao Felix, Diego Costa o Vitolo, no solo no seamos capaz de conseguirlo, sino que, encima, se volvió a jugar de nuevo rematadamente mal. Un auténtico homenaje al sin sentido.
Así que nada. Un empate que no sabe a nada, un partido con el que uno acaba con su importante sobredosis de mala hostia, otra jornada en la que ya no ví ni un puñetero minuto más de fútbol (me asomé por la Gallega, a ver cómo iba el Madrileño, justo en el momento en el Coruxo conseguía el segundo tanto, en medio del diluvio universal, qué horror de domingo, madre, me quiero morir) y aquí andamos, aguantando otro puto lunes del orto lleno de alegría y de pasión. Y es que, somos tan previsibles …
EL CRACK DEL ENCUENTRO:
Oblak, por decir algo, y Víctor Sánchez y el jugador ese con nombre de insecticida (RDT, o memez análoga, va a tener razón el Abuelito cuando decía que no era mal jugador y todo) por parte local.
LA DECEPCIÓN DEL PARTIDO:
Penoso partido de “la Carrasca” (copyright, Don Rubio), Savic suma y sigue (¡Savic Pichichi, Hierro Subnormal!), si el señor de barbas que salió en la segunda parte es Diego Costa, yo soy, sin ningún género de discusión posible, George Clooney, Morata en busca del tanto perdido, Lodi en busca de la banda perdida, Thomas en busca del centrocampista perdido, Trippier en busca del Peaky Blynder perdido, Correa que se quedó sin fichas para continuar portando su coche de choque … Ufff … ¿Hace falta que siga?
ÁRBITRO:
El culturista levantador de pesas ese de Alberola. Váyase usted al gimnasio y deje de molestar, por favor. Otra puta pesadilla más …
TERMÓMETRO ROJIBLANCO (+ 7 GRADOS).
Como no tengo ganas ni de oírles en este maldito lunes del orto, lo subo un grado y todo, que, al menos, no palmamos. Y ahora ya verán como a alguno no le gusta tampoco el tema, ¿Qué se apuestan?
Y el sábado, el Sevilla. Yo solo digo una cosa (aparte de que salgas este año Campeón): como no nos tomemos pero que muy en serio el tema de la clasificación para la próxima CHL, nos vamos a quedar sin ella, pero vamos, como me llamo Tomi (ojito, que la Real tiene un partido menos, no juega Europa y está en un momento de forma sencillamente pletórica). Como no ganamos ni a los de arriba, porque están arriba y son muy chungos, tampoco a los de abajo, porque andan ahí y se están jugando la vida, y demás milongas sin sentido, pues nada … Que me vaya contando la muchachada cuáles son los rivales a los que le apetece vencer realmente, y ya nos cuentan, si eso. No dejen de informarnos, por favor. Eso sí … “A dónde vayas, siempre estaremos” …
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