Demasiada tensión acumulada, demasiadas ganas de que esto se resuelva cuanto antes (ay, ingenuo de mi), demasiados nervios, demasiados gritos, demasiadas cervezas que me obligaron a engullir tanto el Sr. Rubio como el Sr. Mármol, sin perder tampoco de vista en exceso al Sr. Tímido (otro que tal baila) todo ello implica a que hoy me he levantado como si hubiese corrido la maratón de Nueva York ayer, espléndidamente aderezado con dolor de jeromen de impresión (no me digan que no me gusta adornarme en exceso para llegar a la conclusión de que tengo un resacón del 15, válgame Dios).
Tras el palo de la eliminación de Champions (completamente asumido por el que esto os escribe, por más que los Maldinis del mundo se empeñasen en decir cuando el sorteo que el Chelsea era poco más o menos que el Almendralejo), tocaba, una vez más levantarse, apretar filas con los Hermanos de grada y vivir intensamente el encuentro de ayer. Y vaya que si lo hice.
Sinceramente, a partir de ahora ya me da un poco igual cómo se juegue, tengo clarísimo que lo que nos queda va a ser un auténtica tortura china. Con la tensión que vamos acumulando jornada tras jornada, a mi ya me llena por completo para ver cualquier partido del Atleti. Y como todo Dios ya se anda, quién más, quién menos, jugándose la vida, pues me temo que van a ser partidos tremendamente tensos, disputados y, por momentos, puede que hasta atolondrados. Todo dependerá del grado de ansiedad con el que afrontemos los mismos (especialmente la muchachada, que el aficionado ya la tenemos para dar y tomar).
En este primer tiempo, el Alavés dio un par de buenos sustos, especialmente por medio de Joselu, mientras que el Atleti lo intentaba todo corazón indomable, pero poca cabeza para generar finalmente ocasiones de gol. Así que, con este resultado inicial, nos fuimos al descanso, siempre ansiado por todos los fumadores para apretarnos como sea los dos cigarritos en cuestión.
La segunda parte empezó con el estallido que supone el que el Atleti marque de una vez, en una jugada perfectamente hilvanada por el equipo, gran centro de Trippier y espléndido cabezazo cruzado en velocidad de Luis Suárez. Un golazo de bandera.
Apenas 4 minutos más tarde, Llorente estrelló un balón en el larguero tras paradón previo de Pacheco, pero no se terminó de cerrar el partido y pasó lo que viene a ser norma de la casa: a sufrir como perros en los minutos finales. Y a falta de nueve minutos, y en un balón que parecía tenía ganada perfectamente la posición Savic, pero, amigo, se ayudó sacando el codito a pasear absurdamente, y el árbitro tuvo que ir a ver la jugada para señalar la pena máxima final. Desesperación total, hundimiento, rostros desencajados, lágrimas medio asomando en más de algún rostro cercano … Menos mal que en el Despachium había un chaval (porque está hecho un claval, a pesar de lo que empieza decir su DNI) que empezó a desgañitarse diciendo que “Oblak lo iba a parar”. Y a todo el mundo con el que se cruzó repitió lo mismo, “Lo va a parar” … “Oblak lo para” …”Sé que lo va a parar” …”Por mis huevos que así lo hace”. Dicen que la fe mueve montañas, pues bien, ayer derroché toneladas de fe en dicha acción, porque, efectivamente, el pesadito de que el penalti lo iba a parar el bueno de Jan no es otro que servidor de ustedes, del Atleti y de todo aquel que se precie a pedirme otra cerveza más. El estallido de alegría tras dicha acción no se lo pueden ni imaginar, hay que estar allí y vivirlo. Es algo incomparable, inigualable, una sobredosis total de la más pura y genuina alegría mezclada con esquizofrénica euforia. Eso sí, como esto siga así, más nos vale empezar a pedir de aperitivos el desfibrilador más que otra cosa. Y, a todo esto … ¿Cómo me puede doler hoy tanto la cabeza? Bendito y puñetero Atleti …
EL CRACK DEL PARTIDO:
Pues los que todos pensamos: el gol 500 del Criminal colchonero, y el paradón antológico de bueno de Oblak, porque ojo, el penalti iba bastante bien tirado, esquinado a media altura y muy fuerte. Tardaremos tiempo en olvidarnos de tal acción.
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:
Pues al final porque la cosa nos salió bien, pero hombre de Dios, Savic de mis entretelas, que ahora me ando deshaciendo en elogios hacia su persona, partido sí, crónica también. No me haga volver a las andadas, hágame usted el favor.
ÁRBITRO: Martínez Munuera.
El penalti, aunque tonto, era claro. Por todo lo demás, pues no me acuerdo demasiado de su actuación, así que si digo mal, porque es así como suelen estar casi todos, igual hasta no termino de errar del todo, ¿Qué no?
TERMÓMETRO ROJIBLANCO (+14 GRADOS).
Partido de obligadísimo cumplimiento, no se toca, ni para bien, ni para mal. Por cierto, les veo muy domesticados últimamente con este asunto. Parece que al fin van comprendiendo la sapiencia y la naturalidad del susodicho.
Y ahora, un adorable parón de selecciones, el cual, al menos, el que esto os emborrona, agradece mogollón. Días de paz, asueto y relajación. Justo lo que más necesito en estos momentos, así que, a recargarnos bien las pilas todos, que a continuación vienen curvas con el Sevilla de Bobotegui y su pandilla de gitanetes ambulantes. Sean medio decentemente buenos pues.
2 comentarios:
Hacía mucho que no participaba en los comentarios a sus crónicas, señor. Ya sabe, mis cosas que me tienen alejado del mundanal ruido, por eso nadie le persigue con el tema del termómetro.
Solo decirle que me ha alegrado mucho leerle, comprobar que usted y los amigos siguen bien y disfrutando y que su racaneria con el termómetro se mantiene en todo lo alto.
Un abrazo muy fuerte, don Tomi.
PD. No le voy a decir nada de la mano del defensa del Alavés dentro de su área, porque me temo que le pilló yendo a por una cerveza. Revise la jugada y sobre todo, el criterio del var. Tengo la teoría de que cada vez que hay que revisar algo nuestro es para buscar un argumento para anular el gol, no pitar el penalti o cualquier otra fiesta similar
Reitero el abrazo, hermano.
Don Alejandro, que enorme alegría. Bienvenido a esta, que es su casa. Ya sabe cuánto le echamos de meno por ahí, Profe. De la mano de Giménez ni me acordé, pero vamos, que lo importante es lo importante y ya sabe, no hay gloria sin pasión, no hay pasión sin sufrimiento. Fuerte abrazo, Profe.
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