En los tiempos que hoy corren, el poder ir a la oficina es casi un lujo (y miren que jamás pensé que llegaría a escribir esto). Somos privilegiados los que podemos acudir cada día a nuestro trabajo, debido a la ineptitud de los que ya todos conocen. Y, en los trabajos, hay veces en que las cosas se te dan bien, una mayor parte en las que ni bien ni mal, sino todo lo contrario, y otras en los que las cosas se te dan mal, rematadamente mal.
Pero, si conoces bien tu oficio y tienes experiencia, lo normal es que solventes tu currele con solvencia, eficacia, rapidez y brillantez. Tienes más posibilidades de que al final tengas un buen día en la ofi. Y eso es el Atleti hoy en día en el Coliseum Madrileño por Excelencia, es decir, el estadio Vicente Calderón. El Atleti se sabe su oficio al dedillo, funcionan como una máquina perfectamente engrasada y automatizada, y a poquito que los empleados estén concentrados y con ganas de realizar sus tareas, el resultado suele ser brillante, por normal general, y colosal, si tienes un día especialmente inspirado, como fue el pasado sábado en esa tan maravillosa fría noche del Calderón en pleno invierno, cuyo biruji suele tener un embrujo especial.
Siete goles. Mucha tela. Y suena bien, porque el Getafe andaba el sexto o por ahí. Y muchos de ellos de una fantástica factura. Pasemos a detallarlos.
El primero, de Raúl García. Ya saben cómo le llamo desde que fichó por el Atleti. “Todo lo que haces, lo haces bien”. Y si se trata de rematar de cabeza, nos encontramos frente a un auténtico especialista. Córner perfectamente ejecutado por, cómo no, Milinko Koke, y remate inapelable de Raúl batiendo a Moyá, que, ciertamente, nada pudo hacer en ninguno de los tantos. Era el minuto 25 de partido.
A los 36, un buen centro de Turán lo peina Koke y Lopo lo desvía al fondo de las redes. 2-0. Y en el 41, Valera recuerda su corazoncito rojiblanco y fuerza de forma absurda su segunda amarilla por una clara mano que le supone la expulsión. El Geta, con diez. Como si el Atleti necesitase este tipo de ayudas. Se mascaba la tragedia. Con este panorama se llegó al descanso.
En la segunda parte, recital total, en la que el Atleti abusó cómo y cuando quiso del equipo del coliseum de sillas sin dueño. Villa, que ya había tenido una clarísima en el primer tiempo tras certero remate de cabeza a bocajarro que sacó espléndidamente Moyá, aprovechó un centro del pletórico Juanfran para poner el 3-0 en el marcador, apenas 3 minutos comenzada la segunda parte.
Otros tres minutos más tarde, un delicioso balón puesto por Tiago (buenos días, Capo) lo remató de forma modélica Raúl García para poner patas arriba el Calderón y anotar su cuarto tanto. En la oficina todo el mundo quería más. Y el capataz también, ya que sumó a la fiesta a Oliver y Diego Costa, ese delantero. Antes de marcharse el navarrico, pudo hacerlo con un hat-trick tras un remate de volea que repelió la escuadra, en una maravillosa contra lanzada por todo el equipo. Sin embargo, el gol de la noche llegaría sobre el 23 de la segunda parte. Balón que pone Gabi, Diego Costa gana la posición a su par aprovechando su corpulento cuerpo, y se inventa un remate de volea y de espaldas a la portería sencillamente colosal, extraordinario, sublime. Uno de los goles más bonitos que uno recuerda en el Calderón (y, afortunadamente, tengo un buen puñado de ellos en mis retinas). Y es que, una fiesta en el Calderón sin la participación de Diego Costa, es menos fiesta.
El sexto, faltando 13 minutos, fue de nuevo del Guaje Villa, que a la chita callando, pero va cumpliendo sus objetivos tanto numéricos como de juego que personalmente le había impuesto, tras una veloz galopada de Adrián y pase puesto con escuadra y cartabón sobre David Villa. La conexión asturiana en su más puro estado.
Y el último fue justo premio a los buenos minutos del propio Adrián, tras una excelente acción individual de Oliver, aprovechando una serie de remates en el área tras remate seco y ajustado al palo. 7-0. Suena bien. Suena poderoso. Suena a campo inexpugnable. Qué duda cabe, fue un magnífico día en la oficina.
EL CRACK DEL PARTIDO: “Todo lo que haces lo haces bien” Raúl García. Lo que más me alegró de todo fue el reconocimiento que tuvo por todo el público del Calderón. Se lo merece tanto como el que más. No quiero que renueve pronto. Quiero que lo haga ya.
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO: El sinvergüenza del señorito Courtois. Vale que le regalen un abono a ras del césped. Encima, tiene el privilegio de ver los partidos cambiando en cada tiempo de fondo. Pero que, encima, se lleve una pasta lironda por no dar ni golpe en todo el puto día, es una auténtica tomadura de pelo. ¿Tendrá la desfachatez de ducharse el menda después de los partidos que ¡ejem! “juega”? Está claro, es el listillo de la oficina.
ÁRBITRO: Clos Gómez. Un tanto extraño a la hora de la señalización de las faltas, pero bueno. Yo aún le sigo teniendo en mi corazón tras la Final de Copa.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO (+ 20 GRADOS).
Se de alguien que me va a matar cuando me vea, pero es otro encuentro de obligado cumplimiento. Y conste que le estoy oyendo los exabruptos desde aquí, don Pablo. Modérese, por favor.
Y el martes, Champions, en un partido muy importante para todos aquellos que quieran demostrar al Cholo que son tan parte o más del equipo como el que más. Hora de demostrar que el Atleti tiene mucho más que simple 13-14 jugadores brillantes. Yo confío ciegamente en ellos. A dejar el pabellón bien alto, muchachada.