28 de junio de 2020

Atleti 2 - Alavés 1. Paciencia vs. Sapiencia.


Paciencia.
Admirable fue la que tuvo el Atleti, especialmente en el primer periodo, frente a un rival tan duro, incómodo y rocoso como suelen ser los equipos de Garitano. Jugó y afrontó este encuentro de la única manera posible de hacerlo: control absoluto del juego, elaboración infinita hasta encontrar un posible hueco en el que poder penetrar a ese muro infranqueable de los visitantes, la toco para allá, lo intento por esta banda, lo hago por esta otra, intensidad, concentración máxima, y para todo lo demás … El balón parado, que fue una fantástica noticia ayer el haber recuperado, al menos, nuestra imaginación, originalidad e intensidad en dichas acciones. Así llegó la primera ocasión, en una brillante acción tras una falta que cruzó su remate de cabeza Morata por muy poco. Poco después, un centro de banda del, ayer excelso Trippier, se transformó en un genial remate de semichilena de Joao Félix que salió lamiendo el palo de Pacheco. Pero el Atleti me gustó un montón. He visto millones de partidos como este, y lo normal es que un equipo empiece a caer en la precipitación, continué abusando en exceso del juego directo y termine en pleno estado de ansiedad compulsivo. El Atleti ayer fue un ejemplo de cabeza, saber estar, tener claro lo que haces, confiar a muerte en ello, y esperar tu recompensa final. Y, a todo esto … el rival sabrá. Terminará desgastándose, concluirá teniendo un pequeño fallo en la marca, esa carrera que no llega fruto del cansancio, esa falta inoportuna … Y caerá. Cuando un equipo te juega así, te va a terminar pillando en alguna, como terminó siendo en realidad. Pero eso, la clave principal es esa … PACIENCIA.

Sapiencia.
Queda lo más importante, rematar, y ahí entra la sapiencia del Cholo al mover sus peones, al inventarse a un Llorente que es un auténtico puñal mortal de necesidad cada vez que arranca como una moto por el campo (da igual por banda que por el centro). Sapiencia tanto en descubrir su nueva posición como en saber utilizarle, en cada instante, en el momento exacto preciso. Con precisión suiza. Y al continuo crecimiento de Costa, que no se me olvide, carallo. Así llegó el primer tanto, en una falta cometida sobre el chaval cervatil, que Trippier puso de cine, y que Saúl remachó sin piedad. La fórmula parece sencilla, pero hay que saber ejecutarla. Y ayer el Atleti asumió su rol en el encuentro a la perfección.

A partir de este instante, el Atleti siguió con Maestría manejando los tempos del encuentro, el Alavés no tenía muy claro si tenía que dar un pase hacia adelante que le podría resultar mortal de necesidad, y, para todo lo demás, Llorente de nuevo, que provocó un “¡Ejem” penalti (de esos de los que pitan en el reglamento del Cuerna, la noche le confunde más que a mi los sábados por las mañanas al Señor Malero), que Diego Costa fusiló sin piedad. Encuentro rematado.

Y aún pudo ir mejor la cosa, especialmente en una contra de cine colchonera, en la que participaron Llorente o Trippier (no recuerdo bien), con dejada de Diego Costa sobre Carrasco, éste que ve la internada por la banda de Lodi, y su remate final inocente lo ataja sin mayor complicación Pacheco.

Al final llegó el tanto del honor Alavesista que me jodió un montón, porque cada gol que encaje Oblak es una patada en los huevos en post de conseguir su quinto Zamora consecutivo, cosa que, como bien saben, nadie ha conseguido. Como el Cholo, que nadie ha logrado ya tantas victorias en el Atleti como él estando de Míster. Los dos representan a la perfección las dos virtudes encomiables que demostramos ayer: Paciencia vs. Sapiencia.

EL CRACK DEL PARTIDO:
Me sorprende muy gratamente el espectacular crecimiento a nivel técnico de Savic, que, con sus cosas, reconozco que me anda encandilando por momentos. Giménez sigue imperial, bien Koke y Saúl, letal Llorente, pero ayer el crack se lo doy a Trippier. Sostuvo casi todo el encuentro la mayoría de acciones atacantes del Atleti, demostrando un despliegue físico sencillamente inconmensurable, manteniendo a raya también sus acciones defensivas. Arriba, abajo, abajo, arriba, ahora combino, ahora me voy como un demonio, ahora saco un fuera de banda tipo Hércules, después vuelvo a poner una banana espectacular. Su mejor partido desde que lleva con nosotros. Hasta se ha dejado el pelo como nuestro Cholo. Está claro que nuestro Peaky Blinder favorito va a muerte con él, y con este equipo. Encima, nos cae de cine. Muy bien por él. Eso sí, que alguien le avise que el partido ya ha acabado, por favor. Que aún anda el colega subiendo y bajando la banda del Metropolitano sin parar.

LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:
Lodi, aunque tuvo el hándicap de que su mejor marcador, especialmente en el primer tiempo, fue el Señor MALero (de malo que es, Dios) no estuvo fino ni en defensa ni en ataque. Mientras, Morata estuvo en plan niñato vikingoide despreciable (de todo se queja, todo le molesta, el mundo siempre está en contra suya …¡Menos balbucear y más jugar al fútbol, joder! Y, aún siendo esto grave, esto sí que no lo perdono: esa salida del campo cuando tu equipo va con empate en el marcador jugando en casa, andando pasiblando, paseándote y perdonando la vida a diestro y siniestro, aquí, machote, como que no). O te quitas estos putos dejes aprendidos en ciertos lugares despreciables de los que no me quiero ni acordar, o esto no ha hecho más que empezar. Y sí, Correa no se fue ni de Sor Citroen ayer, pero cuando le cambiaron, salió echando leches pensando en el bien del equipo en el que juega. Punto. Un mal día siempre es perdonable. Un mal día haciendo el retrasado, directamente, no. No lo es.

ÁRBITRO: Señor MALERO López.
Para cada falta tiene un reglamento diferente. Para cada tarjeta, tres cuartos. Que uno del Alavés le da un plantillazo salvaje a Saúl, amarilla, cuando era algo más que naranja. Que luego Saúl saca el codito a pasear, ni amarilla, cuando sabía  que ya tenía una anterior (que a saber si fue justa o no, que esa es otra). Y luego el show de los penaltis: el de Llorente, es más falta del propio chaval que otra cosa (a pesar de la brillantez de su acción). El de Koke (aunque fue una acción temeraria por su parte, y podían pasar estas cosas), es muy extraño que alguien haga mano cuando no está ni siquiera mirando el mismo, y parece que viene de un rechace anterior de su propio hombro. Un tipo siniestro el tal MALERO éste. Más que Clin Eastwood en la excepcional Sin Perdón.

TERMÓMETRO ROJIBLANCO (+ 9 GRADOS).
¡Subida del Termómetro, oigan! ¡Todo un gradazo tras nuestra victoria en Valencia, frente al Levante! Hombre … Por lo de ayer no me lloren, ¿Eh? Que era partido de obligado cumplimiento. No se me emocionen tanto, leñe …

Y el martes, el Barsapasta. Si hay algo que me jode de no estar disputando a estas alturas de Liga el título es precisamente este tipo de partidos. Clásico encuentro en el que toda la vikingada te lanza los nauseabundos tópicos de siempre: “Si a mi el Atleti me cae de cine”, “Tenéis un equipazo”, “Ya veréis Llorente”, “Vosotros sois capaces de eso y más” … Pero que, al contrario, si al final palmamos, vendrán los desprecios habituales “No sabéis que hacer para que no ganemos nosotros”, “parece mentira que les regaléis así el partido”, “No tenéis dignidad – habló de putas la Tacones-”, “nunca competís con ellos· (preguntarles en Champions, a ver qué os cuentan). Así que el lunes echaros todos los geles posibles anticiervos (ahora que está tan de moda embadurnarnos de potingues varios y pintorescos). Nosotros a nuestra bola. Hay que ganar, que en Liga no lo hemos conseguido todavía. Y quién se lleve el Campeonato quién le salga de la polla. Que yo soy del Atleti, oigan. Y no hay más. Y, os cuento una cosa, aún sabiendo de la dificultad de la empresa, esta vez sí, tengo fe ciega en la muchachada. “Atleti yo te amo, contigo hasta el Final” …

21 de junio de 2020

Atleti 1 - Pucela 0. El revisor hizo justicia.


Tuvimos que tirar de revisor, efectivamente, en este viaje a nadie sabe dónde, y en el que había extraños intrusos ocupando nuestro lugar habitual en el tren. Comprobó los billetes, vio que, efectivamente, algún aparcacoches desdentados de por ahí abajo y demás fauna, habían ocupado nuestro asiento reservado ya con antelación, y actuó en consecuencia.

El primer tiempo fue bueno. A mi los míos me gustaron. Lo que pacha es que el Pucela es como desayunar un bocata de mantecados después de una noche de jarana, en la que uno se fuma y bebe a Dios por los pies. Sencillamente indigerible. Pero ole sus productos navideños. No me extraña que no pasen apuros en mantenerse en primera. Por lo que les vi ayer, al menos, se lo merecen.

En dicho periodo, el Atleti lo hizo todo por seguir los fundamentos futbolísticos que todo equipo debe de mantener: juego por bandas, paciencia, control, intensidad y momentos de buen juego. Pero ojito, que el rival tuvo 2 zarpazos de cuidado: uno especialmente de un tal Matheus que tuvo más peligro que cualquiera de nosotros dándose un rulo alegremente en un mercado de pescado de Wuhan (putos chinos come tortugas sin aliñar), cuando se quedó más solo que la una delante de nuestro OblaCrack, y la cruzó en exceso, y otro anterior de Waldo que tiró desde Afganistán, y obligó a OblaCrack a lucirse más de la cuenta. El mérito del eslovaco en este partido fue inconmensurable, al no tener al bueno de Savic dándole sus pertinentes y oportunos toques de atención para que mantuviese su concentración intacta (los que me conocen o siguen, saben perfectamente de lo que les hablo).

La segunda parte fue otra cosa. Nos mantenía en el partido más o menos despiertos los chispazos de genialidad de Joao Félix. Al irse él … Ni eso. El Atleti estuvo ramplón, aburroide, por momentos soez, por instantes molestamente almorronoide … pero, eso sí, pesadito como él solo. Y fruto de ello llegó el tanto final, obra de Vitolo, que más bien fue un chicharro de alguien que pasaba por allí, más que otra cosa. Es como si vas por la calle, pensando en qué pollas llevar a tu chica por el aniversario (del cual convenientemente antes te ha avisado el Señor Faisbuck, para algo tiene que valer la puta mierda esa), y, de repente, te encuentras un bille de 50 pavos de rigor, y ¡coño! ¡Pasas justo al lado de una floristería! ..Porque el Pucela, sí, tiene orden numantino, pero al quitar a Sergi Guardiola del campo el Gillete Man de Sergio (cuánto daño está haciendo al mundo el dichoso movimiento ese del hípster) tiene menos peligro que el Sr. Marqués haciendo largos en su piscinita de Famobyl.

Poca historia más que contar. Los tres puntos son de oro, era un partido para roerlo, y se hizo. Vuelve el paradigma de fe de los amantes del “unocerismo” (entre los que saben perfectamente que no me encuentro), y, para todo lo demás, terceros, y a seguir. Muchas gracias, Señor Revisor.

EL CRACK DEL PARTIDO:
Me gustó muchísimo la sensibilidad que tuvieron tanto el Club como el Frente de la mano, a la hora de rendir homenaje a nuestros caídos (y no solo por el CoronaBiris este de mierda). Es IMPOSIBLE que alguien que sepamos que estuviese ya en el Tercer Anfiteatro y fuese de nuestra sangre, no se emocionase al oír tan deliciosa versión al violín de nuestro himno, en un escenario tan incomparable como era ayer el Metropolitano vacío (Mami, siempre en mi corazón, tus lágrimas se transformaron en las mías). Si siempre andamos dando palos a diestro y siniestro por cualquier cosa, es justo reconocer lo que hacen no bien, sino sencillamente genial. Por otro lado, yo ya cumplí mi partido de sanción más que merecido por hacer el papanato el finde pasado. Si esos “Despachos” u “Hoteles” de Dios tienen a bien, volverán a sufrir con mi presencia. Una última cosa: Señor Carrasca, o se me pone el pelo de un color como Dios manda, o tengo un gran amigo mío que solo necesita de mi “click” final para patearle sin piedad. Y, créame, lo va a hacer .. Vaya que si le patea.

LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:
Esperaba más de Manu, porque, desgraciadamente, uno de Lemar, ya se espera poco. Dicho esto, no me molan nada ni las faltas de respeto ni las burlas gratuitas. Críticas deportivas siempre, pero un menda que luce esa camiseta, siempre debe de merecer nuestro respeto. A lo mejor, el problema es que ni nosotros mismos sabemos respetar la susodicha. Allá cada cual.

ÁRBITRO: Un tal Pablo González. Ni sabía de su existencia, ni tengo mayor intención de volver a conocerla, la verdad.

TERMÓMETRO ROJIBLANCO (+ 8 GRADOS).
El termómetro sigue pudiéndose mirar a la cara por las mañanas y vistiéndose por los pies. No se mueve. Partido de obligado cumplimiento. Y, es más, esperamos no tener que dar mayor explicación añadida al respecto.

Y el martes, a Valencia, frente al Levante. Una pena, porque me sé de unos cuántos que teníamos previsto ir allí para nuestro desplazamiento. Otra cosa es dónde lo acabásemos, pero ese es otro cantar … “Otra vez en el Frente, Volveré a dejarme los cojones”

                              

18 de junio de 2020

Athletic/Osasuna - Atleti. Extrañas escenas dentro de la mina de oro.


Como todo este tiempo está siendo tan inaudito, siniestro a la par que psicodélico, como si el mismísimo Jim Morrison hubiese hecho escrito el guión de estos malditos días que andamos viviendo (puesto hasta arriba de peyote, imagínense el panorama), he decidido cumplir mi promesa y realizar una especie de dos por uno, que ya veremos cómo sale.

De momento, a los rivales los podemos considerar de nivel deportivo bastante parecido (así lo dice la clasificación actual, de hecho), si bien yo eché de menos mucho la historia de la falta de público tanto en uno como en otro campo. El Atleti necesita caña, sentir el aliento de la grada en su nuca (tanto a favor como en contra, recuerden Liverpool), disfruta sobremanera bailando la danza diabólica maldita descalzo sobre el fuego de dos aficiones, por momento, encolerizadas, frente a nuestra muchachada “celeste” (no quiero cabrearme en exceso  tras el subidón que me dio ayer ver al Atleti, la verdad). Así que, como no podía ser de otra forma, ambos partidos los viví de forma bastante diferente.

El del Athletic, con la buena gente de la Rock and Roll, en la guarida de sus miembros (en adelante, “El Despacho”, copyright by Don Pablo Mármol), con Don Cristóbal al frente de la nave, como siempre, cumpliendo todas las normas habidas y por haber (solo faltaba), y en compañía también del gran Kapitán, y contando especialmente con la suerte de tener como compadres de “Despacho” al bueno del Sr. Mármol, de Don Rubio y su chica Doña Tania, mi nueva Musa del Calderón, que, encima, tuvo la amabilidad de llevarme y devolverme sano y salvo en mi casa (¡ejem!, otra cosa es que yo luego me complicase un tanto la vida, no entremos en más detalles al respecto). Sin embargo, el ambiente no era el de cualquier pub en un partido tan, sobre el papel, chanante como éste. La falta de gente en grada se transmite también, inclusive, al ambiente que se puede crear de fútbol en cualquier garito bufandero descerebrado de Dios. Eso, y que el partido fue especialmente espeso, a la par que, por momentos, desesperante, hizo que la cosa transcurriese como dándote un rulo por alta mar, en un velero sin apenas viento que sacarte de la melancólica monotonía.

El de Osasuna, ayer (y ya se siente) lo vi en mi casita, entre otras cosas, porque el horario chulo-putas este de las 22 h., a los que tenemos que madrugar al día siguiente y tal (poquitos en este puñetero país, en opinión, al menos, del Señor Tebas y sus secuaces) hace que no quiera complicarme la vida mucho más que lo que suelo retorcer ya de por sí. Y, aunque me costó dormirme posteriormente, no  se crean, me levanté hoy con esa sonrisita entre cómplice y bobalicona que nos suele dejar el Atleti, cuando juega, y lo hace tan bien cómo ayer. Y gana. Y golea, que oiga, uno ya no recodaba la última vez que le ví hacerlo, máxime, encima fuera de casa, y en el campeonato doméstico.

Volvamos a San Mamés, en donde se adelantó el Athletic, como a la media hora, tanto de Muniaín, tras un extraño cambio táctico posicional de Doña Tania en el garito, el cual sufrió su correspondiente reprimenda por el que esto les escribe (toda una semana preparando todas las supersticiones habidas y por haber por empezar de nuevo con la senda de la victoria, para que luego le hagan a uno esta pirula, caramba). Sin embargo, a los dos minutos empató Diego Costa, tras brutal asistencia al primer toque de Koke. Fue tal la sapiencia futbolística al ser de la poca gente que apreció la forma de jugar al primer toque de mi idolatrado Resurreción, ese detalle mágico técnico suyo, que, tras comentármelo la susodicha Doña Rubia, decidí perdonarla todos sus pecados y convertirla de nuevo en mi nueva Musa rojiblanca particular (con permiso, claro está, de Don Rubio, no se me vayan a columpiar).

Poco más se pudo adivinar del partido frente al Athletic. Eso ni fue partido de fútbol ni fue ná. Como un chuletón sin sal gorda. Como una cerveza sin alcohol. Como si de un perrito caliente sin salchicha se tratase (¡Basta ya de decir gilipolleces, Tomi!). Sencillamente, para olvidar.

Y, sin embargo, el de ayer, es para no ser olvidado, pero para bien. Cada persona somos un mundo, está claro, inclusive en nuestra forma de entender el fútbol, pero en mi opinión, ayer el Atleti tuvo absolutamente todo lo que admiro en un equipo: concentración, intensidad, por momentos, extraordinaria circulación de balón, constancia, presión, generosidad entre los jugadores, y por supuesto, calidad. Acciones de muchos kilates. Porque el primer gol especialmente es para enmarcar: el pase de Herrera, la internada de Lodi, el remache final de Joao Félix a la escuadra … Hasta Saúl estuvo inmejorable, haciendo un lamentable remate con la clara intención de despistar a toda la defensa Osasunista.

Tras la pausita esa del refresquito de rigor (ya me contarán qué sentido tiene el hacerla en Pamplona, a las 22,30 h. y con 12 grados de temperatura, ya perdonarán), fueron los únicos instantes en los que el Atleti se nos despistó un poquito, y Osasuna fue el Osasuna que te sale siempre a la yugular en el Sadar. Afortunadamente, el Atleti terminó como empezó: mandón, dominante, y que hacía que corriese el balón y el rival detrás del mismo. Por momentos, un baile en toda regla.

Al poco de comenzar la segunda parte, el equipo pamplonés decidió volcarse a por nosotros, de forma un tanto temeraria, y eso hizo que Correa, en una de las pocas acciones brillantes que tuvo, por cierto, viese el desmarque de Diego Costa (el paciente evoluciona lenta pero favorablemente), y la Pantera cedió el balón con generosidad infinita hacia Joao Félix para que el chaval pusiese el 0-2 en el marcador.

Todo el resto del encuentro, fue coser y cantar … más goles para el Atleti. El Cholo sacó a la sección fulera al campo, puso la guinda con la salida también postrera de el gran Carrasco, y los tres terminaron siendo decisivos en sus acciones (muy especialmente en el caso de Llorente, del cual les terminaré de hablar más adelante). Se lo he dicho esta mañana personalmente, pero hubiese dado un brazo por haber visto esta segunda parte en compañía de Don Rubio, de forma muy especial. Y si me pilla en la otra banda a mi cachorrín, también hubiese disfrutado lo mío, no se crean. Ellos ya saben de qué va todo esto (ayyy, los talibanes rojiblancos, cuánto me van a hacer sufrir) … En fin. ¡Qué raro que está siendo todo esto! Lo digo, gracias, Jim, por tus Extrañas Escenas dentro de la Mina de Oro.

EL CRACK DEL PARTIDO: De Bilbao, la nada más absoluta, transparencia total. De ayer, estuvo muy bien Giménez, bastante activo también Lodi, Herrera y sus pases, Joao Félix, porque cada día va haciendo cosas y más cosas determinantes (un crack no tiene por qué jugar 90 minutos de cine, sino mostrar su calidad de forma letal y diferente, y no solo por sus dos goles, sino por la jugada que se hizo en la primera parte dándole uno a Correa, que no sé qué puñetera gambada intentó realizar para meter al final el tanto, por poner otro ejemplo), Llorente estuvo imperial (eso sí, aprovechándose del desgaste del rival y del momento en que salió al terreno de juego, con todo el pescado prácticamente vendido, aún así, gol y 2 asistencias, no se le puede pedir más al chaval), pero el que ayer estuvo realmente inconmensurable fue Koke. Todo lo que hizo, fue pura magia. Esa velocidad que tuvo, tanto de mente como de técnica individual, esa visión constante de juego, ese ser el engranaje de todo, y, especialmente, ese “tac” al primer toque que tiene, hizo que, por momentos, me encandilara que enarbola. El Atleti, con él, jugó a velocidad de vértigo. No queda otra: en pie todo el mundo, por favor.

LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:
Que pasamos de Bilbao, va, que al menos no palmamos, y ayer, si metimos cinco, pues eso … Tralarí te la hinco.

ÁRBITRO:
El de ayer, Burgos Bengoetxea, salvo en la tarjeta que no fue ni falta de Savic, en lo demás estuvo perfecto. Si nuestros jugadores no saben todavía que no pueden saltar a disputar el balón con el codo dándose un rulo por esos cielos de Dios … Pues que aprendan. Y si quieren rascar, que lo hagan, que a mi me parece perfecto. Pero sabiendo cuándo, cómo y por qué. Y siempre, con cabecita. No hay más. En definitiva, siempre podemos inflarnos a poder excusas de todos los colores, disfrazarnos de plañideras rojiblancas compulsivas, y ver fantasmas por todas partes. Me gustaría que mucha gente viese el fútbol, lo que es el fútbol en sí, con la misma dedicación exhaustiva que lo hacen con cada acción arbitral, con cada falta, con cada  tarjeta  … a lo mejor lograríamos entender que, por muchas trabas y zancadillas que queramos ver, al final se impone la realidad más cruda y absoluta: si no juegas un pimiento, empatas o pierdes (Bilbao). Si te da por jugar al fútbol estupendamente, ganas, y puede, que hasta golees (Osasuna). Que cada uno disfrute de este deporte como más le apetezca, pues.

TERMÓMETRO ROJIBLANCO (+ 8 GRADOS).
Partíamos de los 7 grados, inflados a la par que manipulados previamente por sus ataques de euforia no contenida del Sr. Mármol. A pesar del tostón infinito de Bilbao, lo subo uno más … y ahí se queda, Hermanos, porque lo de ayer en Pamplona, es de obligado cumplimiento, a pesar de la brillantez y eficacia que demostramos. Afortunadamente, el Termómetro sigue impoluto el paso de los acontecimientos, siempre en su justa medida, mostrando orgullo, sentimiento y tradición.

Y el sábado, que si quieres arroz, Catalina … Nos visita el Pucela, siempre correoso donde los haya. Cuidadito, que las euforias excesivas, a los Atléticos, nos suelen sentar peor que a mi los viajes a dicha ciudad. “Ni la muerte nos va a separar” …

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