27 de marzo de 2014

Atleti 1 - Granada 0. Ocho y bajando ...

Y, de momento, pese a las dificultades (que cada vez serán mayores) seguimos bajando peldaños hacia la gloria con paso firme e intenso. A veces, un tanto precipitado, pero tremendamente efectivo.

 

Tras la cómoda aunque no sencilla victoria en el Villamarín, ayer nos visitaba el Granada de Lucas Alcaraz, un hombre al que le tengo siempre en mi lista negra de personajes que respeto por todo lo que me hizo sufrir su equipo tras una eliminatoria De Copa, cuando él entrenaba al Recre, y el Atleti Don Luis Aragonés, y en el que Torres empezaba a emerger como el gran jugador que es. Fue como una peli del Oeste, un continuo ataque de los indios, que tenían completamente rodeados a las fuerzas yanquis, pero no lograba por ningún medio penetrar en su fuerte. Al final empatamos a cero y caímos eliminados por la Copa (creo que en la ida palmamos 1-0). Ese asedio continuo y constante, con el Recre completamente embotellado en su área los 90 minutos, no lo olvidaré jamás.

 

Ayer no es que se diese el mismo partido (aunque hubo momentos en los que hubo circunstancias parecidas) pero el caso es que el dichoso general que comandó aquella lejana batalla del pasado, volvía a poner su fuerte en el Calderón. Sí. Era él de nuevo. Algo más canoso, pero era él. Su rostro es difícil de olvidar.

 

Menos mal que el Atleti de hoy en día, apoyado en una afición que, como bien decía el Cholo en la previa, decidió coger su bolsito, su autobús y afinar su garganta a tope para otra noche de frío atmosférico mezclado con muchos grados de calor futbolístico, es un equipo que en seguida te engancha a los partidos en nuestra casa. Sale con una intensidad, con una vigorosidad y con unas ganas de comerse el mundo altamente contagiosas. Dicha vigorosidad a veces se transforma en precipitación, cierto, pero bendito defecto este, al fin y al cabo. ¡Cómo sacan cualquier saque de banda, teniendo una perfecta sincronización con nuestros recogepelotas! ¡Qué velocidad imprimen en sus acciones! ¡Cómo se mueven los Diegos Costas de turno buscando desmarques, los Gabis defendiendo y presionando, los Mirandas impecables en el corte, los Godines siempre concentrados a tope, los Juanfrans subiendo y bajando y volviendo a subir y volviendo a bajar la banda sin parar … Son todos un puto espectáculo.

 

Empezamos atacando salvajemente comandados por un Turán que, sin embargo, no estuvo fino en el remate final en dos buenas oportunidades que dispuso.

 

Por su parte, el Granada realizaba contras inteligentes y peligrosas pero que finalmente siempre morían en nuestra línea defensiva final, o inicial, porque hasta algún contragolpe vi sacar a Diego Costa después de haberse corrido todo el puto campo como si se tratase de un defensa más. A este no le hace falta que le digan sus compañeros que saber atacar es saber defender. Lo tiene grabado en fuego. Brahimi, y especialmente El Arabi, por su parte, dejaban detalles de jugadores con una calidad rayando lo excelsa, pero poco efectiva finalmente. Aún así, especialmente el argelino, es un pibe a seguir, porque, ya digo, realizó conducciones de balón sencillamente deliciosas.

 

Casi al borde del descanso el árbitro anuló un tanto anotado Tiago, por falta previa de Godín en el salto (tanto bien anulado). Rabia, porque era el momento clave para derribar el dichoso fuerte, pero acertó el menda, las cosas como son.

 

Ya en la segunda parte, y viendo que el panorama seguía parecido, el Cholo decidió sacar a Sosa al campo, y acertó de pleno. Sus balones a balón parado desde el saque de  esquina crearon el pánico. El aviso previo fue un remate de Tiago que sacó Roberto bajo la misma línea. El siguiente córner que puso el argentino hizo  que el Calderón estallase de júbilo, viendo como Diego Costa anotaba el tanto de cabeza y, al fin, derrumbaba el dichoso fuerte.

 

Al final, el Granada merodeó nuestro área con sensación de peligro, que no creando peligro real (Courtois tuvo  otro de esos días que no da palo al agua, ya saben), y el Atleti sumó otros 3 puntos más  que nos permiten bajar un nuevo escalón más y seguir en lo más  alto. Porque estas escaleras aunque conduzcan hacia abajo, tienen un objetivo claro final. El cielo. Escaleras hacia el Cielo. Y larga vida a Led Zeppelin.

 

EL CRACK  DEL PARTIDO: Buen partido de Miranda,  Godín, Insúa, el Cebolla … pero me quedo con dos. Diego Costa, que es un pelotero descomunal, como ya les he dicho en multitud de veces (cómo persigue esos balones imposibles en las postrimerías del encuentro siempre es un auténtico espectáculo de ver) y JuanFran, que ayer hizo un partidazo descomunal, dándonos muchas soluciones ofensivas cuando la peña andaba algo más atascada, y sin descuidar para nada sus tareas defensivas.

 

LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO: Esta sección anda hoy más vacía que la cabeza de Pepe. Ya saben, no encontrarán nada.

 

ÁRBITRO: Martínez  Munuera. Se come en los minutos finales un penalti de libro de Iturra a Diego. Lo de siempre. El penaltito de rigor, aunque, el hombre, la verdad es que no realizó tan mal arbitraje como en momentos puntuales la grada le reclamó.

 

TERMÓMETRO ROJIBLANCO (+ 28 GRADOS).

 

No se mueve ni por la victoria en  el campo del colista ni por nuestro gloriosamente sufrido  triunfo de ayer. Muy made in Atleti. Muy auténtico. Como esta sección, qué se han creído.

 

Y el sábado, San Mamés. Una prueba algo más que de fuego. Recuerden,  señores, estamos comprando una Escalera al Cielo.

16 de marzo de 2014

Atleti 1 - Espanyol 0. Vuelve Manolo, vuelve el sufrimiento.

¿Qué quién es Manolo? Mi hermano, que quiere tanto al Atleti que para no sufrir con él, a veces le dan arrebatos y prefiere no ver al nuestro equipo para que no palme más. Su último arrebato fue después de la derrota en Almería, y, desde entonces, pasó de volver a verle. Es un comportamiento absolutamente inadmisible en el que esto os escribe, pero, ya saben, cada persona somos un mundo, y esto lo que demuestra es que hay muchas formas de demostrar un amor incondicional, porque, créanme, él lo tiene como el que más. Cosas de la vida.

 

Ayer, sin embargo, hizo su reentré particular, y casi nos cuesta los dos puntos (ahora que no me lee, me tengo que aprovechar para seguir vacilándole como lo hice ayer, je je). Obviamente, es broma, este equipo ha demostrado más que suficientemente que está por encima de nuestras obsesiones/manías/supersticiones, aunque, haberlas, hailas. Ja … Si yo les contase …

 

Eso sí, lejos de la comodidad de los encuentros frente al Celta o el Pucela, ayer hubo que roerlo, porque el Espanyol, espléndidamente plantado en el terreno de juego durante todo el encuentro, fue un rival incomodísimo para nuestros espartanos. Está muy claro que Javier Aguirre tiene muy claro el cómo jugar frente a nosotros, y siempre consigue incomodarnos lo suyo.

 

En la primera parte no se jugó bien, y lo poquito que se creó en ataque fue a balón parado y muy bien solventado por Casillas (el de la prensa no, el otro). Muy buen portero, por cierto. En la alineación inicial del Cholo, dio oportunidad a Sosa, jugador con espléndida planta de futbolista y de expresidiario de Alcatraz (ambas por igual) pero que solamente se le vio en acciones a balón parado, cuyo golpeo preciso de balón está fuera de toda duda, y reaparició Tiago, que parecía que no había estado casi un par de meses en el dique seco, así que el portugués sigue completando una fenomenal temporada.

 

Por su parte, los dos mediocentros del Espanyol se aprovechaban de la resaca de Gabi de su partido descomunal frente al Milán y, por lo civil o por lo criminal (especialmente en el caso de Víctor Sánchez), pero más o menos tenían el control de las oleadas del AtletI (a base de corners más bien) que vieron cómo Diego Costa no llegó por un pelo a un balón peinado por Villa, Casillas se lucía en un testarazo a bocajarro del propio Guaje, y Gabi lanzaba al Frente Atlético una volea en otro córner muy bien sacado por Sosa.

 

Mientras, el Espanyol solamente creaba peligro con esa pesadilla llamada Sergio García, que, cada vez que pilla el balón en las inmediaciones del área, hace que ese cosquilleo intrínseco en todo buen Atlético se te ponga en el estómago con esa sensación de peligro permanente. Hay pocos jugadores que lo logran, pero el buen delantero perico siempre es uno de ellos.

 

Con estos condimentos comenzó la segunda parte, que fue resuelta magistralmente en una contra colchonera a los 10 minutos de la misma: Gabi cede sobre Villa, Diego Costa empieza a cabalgar, el asturiano al primer toque mete una asistencia rasita y perfecta que controla el brasileño, y todo el resto de la historia ya la conocen ustedes porque la hemos visto ya en la presente temporada no menos de 30 veces: se va en velocidad con los centrales rivales persiguiéndole con la lengua fuera, y define a la perfección ante la desesperada salida de Casillas. Una puta delicia de gol. Así, sin más.

 

El partido parecía sentenciado, porque imaginábamos que lo difícil estaba hecho, y que  el segundo llegaría en un coser y cantar. Craso error. Aguirre sacó a un tancazo negrata (el tal Córdoba ese), futuro proyecto de Diego Costa pero más morenito, y nos costó sujetarle, a él, y al bullicioso Sergio García.

 

Para colmo, en los minutos finales Courtois recibió un rodillazo (involuntario) del citado Córdoba ese, y estuvo hasta el final del encuentro con una pinta de guiri después de haberse bebido 2 litros de sangría bien cargaditos que te cagas. Pero, aún con sensación de beodo, es tan buen portero que si no saca con la mano un peligroso tiro de la delantera españolista, utiliza la cara para enviar a córner un disparo envenenado (otra vez en la cara, barra libre de sangría, oigan).

 

Pero, finalmente, la sangre (que no la sangría) no llegó al Manzanares, y los 3 puntos se quedaron en casita. Con sufrimiento, sí, pero es que volvió mi hermano a ver al Atleti. Y hay cosas que nunca cambian …

 

EL CRACK DEL PARTIDO: Pues se lo voy a dar a Alderweireld. Me encantó el partido que hizo, y ya está prodigando cada vez más su impresionante desplazamiento en largo a lo Schuster que posee el belga. Es un central de auténtica garantía. Claramente va a más.

 

LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO: Sosa. Los que le vimos en el Estudiantes sabemos que tiene que ir a más. El problema es que el ritmo físico que necesitas para jugar en este Atleti es sencillamente criminal. Y el argentino anda todavía en ello. Démosle tiempo, pues.

 

ÁRBITRO: Pérez Montero. Este personaje se comió el penalti de rigor a favor nuestro, por una falta dentro del área clarísima de Fuentes a Diego Costa. Empieza esto a ser una rutina. Una peligrosa rutina.

 

TERMÓMETRO ROJIBLANCO (+ 28 GRADOS).

 

Se queda como está. Partido de obligado sufrimiento. Aunque considerando que mi plas volvió a ver al Atleti, tiene su mérito la victoria, la tiene …

 

Y el domingo que viene, frente al Betis. Es un partido para ganar sí o sí, aunque ellos sabemos que se juegan la vida. Tenemos una ventaja evidente: vendrán de jugar el jueves un partido que, aunque tengan encarrilado, será difícil y conllevará bastante desgaste, como es siempre un derbi sevillano. No hay excusas. Iremos a por todas.

12 de marzo de 2014

Atleti 4 - Milán 1. Questo è Atleti.

This is Atleti. Esto es el Atleti. Sinceramente, creo que el de ayer fue el tifo más acertado del Frente en  toda su legendaria historia. Todo aquel que quiera saber lo que realmente es y significa el Atleti, se puede empapar de nuestra historia y de nuestras virtudes tras la visión del partido de ayer. Los condimentos son los siguientes: Ambiente brutal y ensordecedor, sin dejar ni un solo aliento de tu respiración en animar a tu equipo hasta desfallecer, acabar agotado a la par que embriagado de la felicidad, convirtiendo el Calderón en una maravillosa caldera rojiblanca, y todo ello basado en un equipo capaz de transmitir una magia, un sentimiento y un orgullo como muy pocos saben hacerlo, a base de presión, solidaridad, concepto de equipo, velocidad, contragolpe, profesionalidad y magia.

 

Porque el Atleti ayer hizo un partido sencillamente descomunal, tal y como fue su salida. Robo de balón de Gabi (su partido fue sencillamente emocionante, sublime, majestuoso, imperial), el balón se lo cede a Koke, éste templa al segundo palo al primer toque, sabiendo sin mirar por dónde debe de andar ese monstruo denominado Diego Costa, y éste alarga su pezuña alcanzando el balón y metiéndole en las redes de Abbiati. Dos minutos de juego nos bastaron para poner patas arriba (aún más si cabe) el Vicente Calderón ante la atónita mirada de los tiffosi italianos.

 

Era evidente que el ritmo que había propuesto de principio el Atleti era imposible de mantener (y es imposible de mantener) durante todo un encuentro, así que aprovechamos  tras unos excelentes primeros 20 minutos para bajar un poco el pistón, y el Milán, obviamente, era un campeón herido, y empezó a enseñar un poco  sus  armas.

 

En esta vida, hay cosas que son ciertas porque sí, son evidencias sin tener muy claro nadie el por qué, pero lo son: la vida es una de ellas. La muerte, otra. La desestabilización permanente de la prensa inventándose ridículos pases de jugadores a nuestro mayor rival en vísperas de jugarnos la vida, otra de ellas (jódete, De La Morena, jódase, Don Alfredo  Rebaño, o Peldaño, o como pollas se llame, bastardo). La última, que Kaká nos iba a enchufar un gol en Madrid, en una buena combinación milanista que acabó en un pase a la espalda de Juanfran, y, hay, amigo, cuando eso pasa, es sinónimo de tanto en contra. No sé muy bien el por qué, pero lo es. El citado atleta de Dios apareció en el segundo palo, remató de cabeza, desvió el balón lo justo en  el citado Juanfran y puso el empate en el marcador, que, cómo no, creaba incertidumbre y runruneo.

 

Pero, en el 40, al genio de la lámpara turca le dio por aparecer, frotó la misma, se inventó un disparo hacia la chepa de Rami desde fuera del área, y, abracadabra, el balón entró sin que Abbiati pudiese nada hacer. No intenten comprender nada, los genios son así. El partido se puso en Mode on Arda Turán, y empezó la fiesta pero de verdad. Con este resultado se llegó al descanso, no sin antes dejar su sello personal todo lo que haces lo haces bien Raúl García con una chilena prodigiosa tras centro de Juanfran que salió lamiendo el palo de la portería italiana. El único lunar de la noche fue la pintoresca tarjeta amarilla que recibió nuestro Raúl sin saber nadie muy bien el por qué. Le echaremos de menos en la ida de los  cuartos, no lo duden ni un instante, señores.

 

La segunda parte fue un recital rojiblanco. Diego Costa explotó como el increíble Hulk y se desató por completo. Protagonizó una contra nada más comenzar la segunda parte, de esas en las que se recorre todo el campo como si de un jugador de rugby fuese, sorteando contrarios, y dejó solo al majestuoso Gabi un tanto escorado  ante la portería rival, cuyo desenlace final fue que el balón repelió en el palo. Si cae ese gol, me pongo a partir de ese momento a ver el partido en gayumbos, luciendo mi hooliganesca barriga. A tomar por culo bicicleta, coño.

 

A todo esto, Seedorf que mueve banquillo y saca a Bobinho. Otro vikingo anda suelto por el Manzanares. Malo. Sin embargo, casi a falta de un cuarto de hora, el  balón parado de nuevo nos da sus  frutos, y Don Raúl García (¡quién iba a ser, si no!) acertó en el remate de cabeza tras un balón parado para poner el 3-1 en el marcador. La cosa estaba hecha, aunque Bobinho estrellase un balón en el larguero casi a continuación de nuestro tercer tanto.

 

Y más que lo estuvo cuando de nuevo Diego Costa se adentró en el área y sacó ese latigazo cruzado suyo tan característico que dio en el palo y se adentró de nuevo en la portería de Abbiati. Locura, emoción, desenfreno. El Manicomio del Calderón en su máximo esplendor. En total, 5-1 en la eliminatoria frente a un equipo que tiene siete Copas de Europa. Como para no emocionarse. Cómo para no levantarse entonando el himno de tu escuadra metido en la cabeza. Como para olvidar lo ocurrido ayer. Como para no sentirse identificados con tipos como Miranda, Gabi, Raúl García  o Diego Costa. Como para no tatuarse el nombre del Cholo en la parte de tu corazón a fuego vivo si es menestser. Como para no ser del Atleti. Como para que no se mueran de envidia todos  aquellos que no tienen la  fortuna de pertenecer a nuestra secta. Signore ... Signori ... Questo è Atleti.

9 de marzo de 2014

CELTA 0 - ATLETI 2. Villa hizo de Diego Costa.


 Sí. Ese chaval acabado, que no da un puntapié a un bote y que seguramente no vaya a ir al Mundial, porque la memoria en este país es muy frágil y muchos de los caducos y trasnochados periolistos le estén enterrando a cal viva, resulta que ayer, que era uno de los partidos en los que realmente le necesitábamos más que yo una cañita en un día de resaca para empezar a ser persona, no nos defraudó en absoluto, y anotó los dos goles que sentenciaron el partido. El primero de ellos, en una jugada también para valorar la figura de Gabi, que roba un balón que casi nadie daría importancia en el centro del campo, sigue presionando al lateral “Jonny perdió su balón”, fuerza con dicha presión el error de éste, y todo lo demás corre cuenta del Guaje, que está rápido, concentrado, incisivo y matador. Parece que no anda por ahí, pero sí, señores, lo que siempre les comento: el que tuvo, retuvo.  Esto era ya en el minuto casi 20 de la segunda parte. Y decidió un partido muy clásico del Atleti en la presente temporada: primera parte de control sin morder demasiado arriba (salvo un tiro desde Pamplona de Raúl García que casi sorprende a Joel y otro de Koke que desvía lo justo el buen guardameta local), segunda parte decidida a por el encuentro y, esta vez sí, el Cholo estuvo inmenso en los cambios que realizó, especialmente en la entrada de Sosa, que aportó muchísimo en los minutos que estuvo en el terreno de juego.

Por su parte, el Celta se disfrazó un poco del Atleti, fue un equipo duro (que no violento, Sr. Vikingotti), intentó tener sus chances (siempre perfectamente solventadas por Courtois, el par que tuvo, vamos, tampoco se vayan a creer) pero todo el tiempo dio la impresión de que el Atleti, en cuanto diera el primer zarpazo, sería el definitivo. Si, para colmo, dos minutos más tarde de ese primer tanto que tan mal les he relatado, en una perfecta jugada de ataque protagonizada por Gabi, centro maravilloso de Sosa y remate letal de Villa, aprovechándose de un majestuoso movimiento en ataque de todo lo que haces lo haces bien Raúl García. Empieza a ser tan determinante el navarrico, que ya su titularidad no sorprende ni a la manada de dóbermans que ladraba en su contra en la maravillosa grada del Calderón. Ya saben lo que dice el refrán: ladran, luego Raúl García.

Y ahí se acabó el encuentro. Un partido que se resolvió relativamente más fácil de lo esperado, frente a un buen rival que tuvo como hándicap que su delantero centro Charles, en muchos momentos, especialmente de la primera parte, confundió la velocidad con el tocino, dando más coces que jugando al fútbol realmente, y tres puntazos de oro que nos llevamos y que nos sirven para seguir a tope en la lucha por seguir soñando.  Ya saben cómo funciona esto: ¿Qué nos echan una paletada de tierra para enterrarnos? Nosotros damos dos puñetazos hacia arriba y seguimos respirando. Con siete pares.

EL CRACK DEL PARTIDO: Muy buen encuentro de Alderweild, especialmente atinado en el desplazamiento del balón en largo cambiando la orientación del juego, buen partido de Gabi y Mario Suárez, a pesar de las tarjetitas con que decidió obsequiarles esa caja de sorpresa llamada Mateo Lahoz, Diego Ribas que fue de menos a más, bien el resto, pero sobresaliente David Villa. Se demostró que se puede contar con él. Si hay ocasiones, él se encarga de los chicharros.

LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO: Imagino que para la gente que llenó las gradas de Balaídos. Uno conoce bien esa ciudad y a su gente, y es muy difícil que presente un aspecto así. Dice mucho del tirón recuperado por los nuestros.

ÁRBITRO: Mateu Lahoz. La rula que se toma antes de los partidos le hizo un efecto inmediato, porque todavía ando explicándome el por qué le sacó la tarjeta amarilla a nuestro capi Gabi por decir “mano” nada más comenzar el partido (que, por cierto, la mano era, para más inri). Menos mal que solo se debió de tomar una ruleja, porque, cuando se le pasó el efecto, ya arbitro con bastante normalidad. Sí. El público local vio unas 345 manos nuestras, pero, créanme, las que realmente fueron, eran absolutamente involuntarias. Y no es pasión de madre, no.

TERMÓMETRO ROJIBLANCO (+ 28 GRADOS).

Partido de obligado cumplimiento, no se toca. Ya todos son muy importantes, sí, pero el Atleti es el Atleti, y no podemos estar regalando grados sin ton ni son.

Y el martes, un encuentro maravillosamente clave. La Champions vuelve al Calderón, y por todo lo alto. El Milán viene a morir. El pasado sábado reservó prácticamente a su once de gala. El Atleti tiene una cita con la historia. Sigamos escribiéndola, pues.

3 de marzo de 2014

Atleti 2 - Los Otros 2. Tan cerca, tan lejos.


¡Qué cerca estuvimos de ganar, al fin, en el Calderón al eterno dolor de cabeza blanco! Aún así, como diría el Cholo, seguimos molestando. Es lo que hay.

De primeras, clásico inicio de derbi en el Calderón, a saber: ambiente inconmensurable, tifo maravilloso, saque inicial y en la primera llegada del rival, gol de Los Otros. Esta especie de decreto Ley o de impuesto revolucionario que debemos de pagar cada vez  que jugamos contra esta peña es insoportable, y hunde al más furibundo colchonero … menos, claro está, a los gladiadores colchoneros, que comandados por un imperial Diego Costa (o cómo un solo hombre puede traer en jaque a 5 defensores rivales que terminan soñando con él), se sobrepusieron como el pedazo de grupo de hombres que son y lograron remontar el tanto inicial visitante haciendo honor al tifo de ayer, es decir, “derrochando coraje y corazón”. Y presión asfixiante. Y kilómetros y kilómetros de lucha. Y ratos de muy buen fútbol. Y Arda, que en una jugada sensacional, a la media hora, hizo una acción individual conduciendo el balón sorteando jugadores rivales para ir dejando solo a Koke, frotar su lámpara mágica turca, girarse, cederle el balón a nuestro madrileño (algo que curiosamente carecía ayer el equipo rival, mal denominado  con el nombre de la ciudad  en la que vivimos) y, de tiro seco, raso, potente y cruzado, poner el justo empate en el marcador, que probablemente hubiese llegado antes si  se hubiese sancionado el penalti de Sergio Ramos sobre Diego Costa, pero ya saben, hay cosas con las que uno no puede luchar. Al fin y al cabo, ese señor forma  parte también de “Los Otros”. Es un adversario más a esquivar.

En pleno recital colchonero llegó la remontada, al borde del descanso, en un disparo de Gabi desde Carabanchel que se coló como un obús sobre la meta de Diego López. Ya sabía yo que cuando atinase nuestro otro madrileño entre los 3 palos, la suerte nos terminaría sonriendo, aunque, ciertamente, a más de 30 m. casi nadie lo esperaba. No sé cuántos partidos les habrán remontado a “Los Otros” en Liga poniéndose por delante, pero conseguirlo nuestro Atleti en menos de 45 minutos es un motivo que me llena de satisfacción plena, de sentirme (como casi siempre) orgulloso de la muchachada y de, más que nunca, decir bien alto que fui, soy y seguiré siendo del Atleti hasta siempre, hasta que ande de Copas con Don Luis y con Arteche allá por el tercer anfiteatro que tanto nos  transmite.

En la segunda parte pudimos sentenciar (especialmente en un mano a mano de Diego Costa que cruzó en exceso y en un remate de cabeza de Arda al palo). Estuvimos más cerca que nunca del ansiado triunfo, pero el físico no dio para más, y como el Cholo no tuvo claro los movimientos que hacer (no así su colega rival, las cosas como son) pues al final llegó el tanto del empate de esa forma  tan sui-generis que tienen Los Otros de conseguir sus tantos frente a nosotros, a saber: aprovechándose del enésimo calamitoso fallo de Mario Suárez (quedando 7 minutos, incomprensible que no despejes ese balón al Líbano, si es menester, hombre), de un mal centro de su lateral derecho que controla a su vez mal el hombre de los 100 millones, para que, al final, el de los noventa y tantos lograse batir y derribar (que no hundir) nuestra fortaleza rojiblanca.

Pero no desesperen, ni desesperaremos. Seguimos a tres puntos, y quedan doce partidos. El Atleti, al fin y al cabo, está siendo genuino y fiel a nuestra brillante historia, luchando hasta el final de cada gota de nuestra rojiblanca sangre en intentar conseguir los premios que solamente pueden hacerlo los elegidos. El mérito es enorme, inmenso. El esfuerzo, ejemplar. Las zancadillas de uno y otro lado, constantes. El desprecio y menosprecio de los que juntan letras o vociferan en los micrófonos, su razón de ser. No podrán, señores. Con nosotros, no podrán.

EL CRACK DEL PARTIDO: Diego Costa estuvo descomunal, realizando un partido algo más que sobresaliente. Y jugando al fútbol. Ningún defensor de Los Otros pudo pararle (bueno, sí, uno, ya saben a quien me refiero). Y Turán, majestuoso, sacando su varita mágica en cada balón que conducía.

LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO: El inmovilismo del Cholo cuando vio que el equipo perdía fuelle. Es incomprensible que teniendo gente en el banquillo como un tal Villa, un tal Diego o un tal Sosa, solamente agotase un cambio, máxime cuando estás viendo que Koke ya no puede perseguir a nadie más, que Mario Suárez  está fundido o cualquiera de los otros centrocampistas, da igual, andan con la lengua fuera. Y no saben lo que me jode  tenerle que dar un palo al Cholo, porque es mi puto ídolo, tanto como lo fue Rubio, Arteche, Futre, Dirceu, Pereira o Levinnha, por citarles algunos ejemplos, pero hay que perdonarle  todo. Al fin y al cabo, llevar plantando cara a dos rivales que te quintuplican en presupuesto durante todo un año, es un mérito más que encomiable y elogiable. In Cholo we trust.

ÁRBITRO: Delgado Ferreiro. El jugador número 12 de Los Otros. Actuación brillante e impecable la suya. Acertó cuando no señaló la falta de Sergio Ramos dentro del área sobre Diego Costa. También estuvo genial dejándole a Xabi Alonso que nos deleite con una de sus ya famosas barras libres de estopa y candela. Por supuesto, permitió con elegancia la barra libre de hostias que hubo sobre Diego Costa. Norma la casa, expulsó a nuestro segundo entrenador mirándole desafiantemente mientras el Mono Burgos era sujetado por 500 pibes (suerte que tuviste, machote). Amonestó a nuestro delantero centro por dejarse caer después de aguantar durante 50 metros el agarrón del señor Arbeloa, que, como manda el reglamento, obvió por completo. Camufló también otro empujón de ese eslabón perdido de la humanidad que es Pepe sobre Godín, dentro del área, después de montar ese personaje otro de sus famosos numeritos de que  “te señalo, me desmayo y te amenazo” sobre nuestro amado uruguayo. Si el rival en el suelo era blanco, se paraba el juego. Si era rojiblanco, se permitía continuar. ¿De verdad, tengo que seguir? Aplicación admirable del reglamento … Del “Otro reglamento”. Qué aburrimiento. Son tantas las cosas contra las que uno tiene que luchar …

TERMÓMETRO ROJIBLANCO (+ 28 GRADOS).
Lo subo un grado. Se lo merecen, y con creces.

Y la próxima semana, a Vigo, frente al Celtiña. Les estuve viendo el sábado por la noche frente al Elche (presumiendo de vida social, ¿Qué pasa?) y no merecieron perder tras una gran segunda parte. Será un partido sumamente complicado. Pero tras lo de ayer, mi confianza en esta peña ha subido aún más enteros si cabe. Así que, ya saben: a seguir molestando.

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