29 de mayo de 2016

Madrid 1 - Atleti 1. No puedo vivir sin ti, no hay manera.



Llevas tantos años enredado en mi cuerpo, en mi cabeza, en mi corazón, y no puedo más, no puedo más.
No salimos bien a la final, no. Hasta diría que los primeros 25 minutos fueron desastrosos, completamente poseídos por la presión del partido. Encajamos un gol, antes ya nos avisó el rival en otra ocasión clarísima, no presionábamos, y, especialmente, durante toda la noche, defendimos el balón parado estrepitosamente mal. En esa primera media hora, decididamente, no fuimos nosotros.

Debería de estar cansado de tus derrotas, de tus colores, de tus rarezas, pero quiero más, yo quiero más.
Pero logramos reaccionar, embotellar al rival, desaprovechamos hasta un penalti y todo cometido por el desequilibrado mental del defensa central de siempre, empatamos y todo ... Parecía que sí. Esta vez sí. Pero no supimos o no quisimos terminar de reventar al puto rival, y, al final, como siempre frente a este gente, lo pagamos. Y de la manera más vergonzante y vergonzosa del mundo, encajando el penalti decisivo por el ser más despreciado y despreciable del mundo, individuo que, tras arrastrarse miserablemente durante todo el encuentro, al final se llevará toda la gloria. La vida no es que sea injusta. La vida es una puta mierda.

No puede vivir sin ti, no hay manera. No puedo estar sin ti, no hay manera.
Es lo que me pide el cuerpo. No volver a saber nada de ti. Y no es porque tenga nada que reprocharte, ojo, y menos ayer. Siempre orgulloso de vosotros, de vuestra entrega, de vuestro pundonor, del bestial Carrasco, y del majestuoso Gabi. Qué partido el tuyo, Capi, y qué pena que al final no lo hayamos podido lograr. La pena me supera, no lo puedo evitar.

Me dijiste que te irías, pero llevas en mi casa toda la vida.
E imagino que permanecerás. Si te aguanté en Ferrol. Si te aguanté en Lleida. Si te aguanté en Burgos ... Cómo no te voy a aguantar ahora. Aunque me lo tengo que pensar. Supongo que igual que el Cholo. Si estás, estás. Y yo encantado de que sigas. Pero si no estás, no estás. Siempre en mi corazón, siempre agradecido, pero hubo vida antes de ti, y la habrá también después. Espero que solo sea un calentón. Como el que yo tengo ahora, vamos. Sé que no te irás, tu no te irás …

Estás cambiando nuestra historia, traspasando las fronteras, serás el rey, sé que reinarás.
Tendremos, pues que seguir intentándolo, no nos queda otra. Sé que tenemos excelentes mimbres, y que la forma de conseguir conquistarte de forma definitiva es seguir, y seguir, y seguir, y seguir intentándolo. Algún día llegará. Tendremos que lograrlo. En algún momento de nuestra brillante historia seguiremos coleccionando nuestras memorables batallas vencidas, y lograremos, al fin, también ganar la guerra. Quiero seguir creyendo en ti.

Y ahora estoy aquí esperando, a que vengan a buscarme, tu no te muevas, no me encontrarán, no me encontrarán.
Estoy pensando muy seriamente el abrir un paréntesis de carácter indefinido con este rollo del fútbol. Sinceramente, estoy hastiado y bastante superado por todo. Cuánto más años llevo siguiéndolo (y ya van cayendo a velocidad de vértigo) menos entiendo esto. Y, lo poco que voy pillando, menos me va gustando. Quiero huir de ti, no soporto más. Que me desenchufen de la maquinita. Estoy en estado terminal.

Yo me quedo para siempre con mi Atleti, y su bandera, ya no hay fronteras, me dejaré llevar, a ningún lugar.
Lo llevo en vena, y ando en pleno proceso de sobredosis permanente. Es difícil de controlar, no sé cómo voy a acabar. El oso y el madroño me laten a borbotones. Pero tengo que parar ya. Esto no puede ser real (con perdón).

No puedo vivir sin ti, no hay manera, no puedo estar si ti, no hay manera …


4 de mayo de 2016

Bayern 2- Atleti 1. Así somos.



Carabanchel, a 4 de Mayo del 2016.

Buenos días, mi querido Karl-Heinz Rummenigge. ¿Qué tal se encuentra usted? Imagino que bien, no como yo, que ando completamente agotado después de tanta tensión acumulada. Ante todo, le quiero expresar mi admiración que tengo por usted de su etapa de jugador. Sin lugar a dudas, siempre ha sido uno de mis delanteros favoritos. Solamente decir su nombre era sinónimo de acojonamiento  para cualquier rival que tuviese usted enfrente. Era usted un tipo rápido, incisivo, hábil. Un  auténtico puñal directo al corazón. Como pelotero, francamente, de lo mejor que uno ha visto sobre el terreno de juego. Lástima, eso sí, que su lengua sea también otro machetazo que, cuando la suelta a pasear, sirve para menospreciar e infravalorar a rivales que, ya sé, no tenemos ni su glamour, ni su potencial económico, pero que también tenemos nuestros valores, los cuales, imagino, habrá usted sabido valorar en esta eliminatoria tan tremenda y disputada que hemos disputado ambas escuadras. Así somos.

Lo primero, felicitarle por el partido de ayer. Demostraron lo que son, el Bayern, un equipo capaz de remontar a cualquiera. Una panda de alemanotes (y asimilados) de cabeza cuadrada, que, en su casa, no paran de dominar, de achuchar y, por momentos, de agobiar al contrario, hasta el punto de que a uno le dan ganas de quitar la televisión porque no hay Cristo humano que aguante tal grado de presión sobre tu portería. A uno que no sea del Atleti, obviamente. Así somos.

Es cierto que en la primera parte fueron ustedes auténticos y casi únicos protagonistas del encuentro. Dominadores totales, dieron una exhibición de presión, de juego en banda, de dominio del juego aéreo y del balón parado. Nos superaron en todo, menos en una cosa: en corazón. Aguantamos estoicamente las ocasiones de Levandowski (este tío ha nacido para jugar en el Madrid, que se lo digo yo), del inquietante Ribery, del todopoderoso Vidal, del pequeño gran hombre de Lahm. Si encima, a los 29 minutos de juego, un muy desafortunado ayer Augusto comete una absurda falta al borde del área, y ésta les sirve para adelantarse en el marcador tras zapatazo de Xabi Alonso, que se le cuela por entre las piernas a Giménez y desvía lo justo para que Oblak no pueda hacer nada por evitar el tanto, el guión del encuentro para nosotros empezaba a tener tintes de película de terror. Para colmo, tan solo 4 minutos más tarde, Giménez decide bailarse un chotis con Javi Martínez (dentro del área, malo), y claro, el árbitro lo vio. Penalti incontestable que tira Muller, pero que el tal tal Oblak, nuestro portero, hombre que  seguramente ya le empiece a sonar su nombre después del inmenso partido que se marcó ayer, logró despejar. Y si el rebote le cae Lewandowski, o a Xabi Alonso, o a usted mismo, pues nada, otro paradón que echarse a la boca y a seguir de pie en pleno bombardeo. Y es que a nuestro portero le encanta el olor a napal por las mañanas, ¿Sabe? El maravilloso personaje que interpreta Robert Duvall en Apocalypsis Now se inspiró en él. O en un tipo muy parecido. Así somos.

Después vino la segunda parte, y el Cholo, si, ese hombre que tanto desprecia y que tan poquito le gusta el fútbol que practica, decidió quitar a nuestro Emperador Augusto y sacar al terreno de juego a Carrasco. El belga, obviamente, puede (y digo solo puede, no se me moleste usted,  mi querido Karl-Heinz) que sea un jugador de su agrado. Es de los que no se esconden, buscan siempre al rival, protege bien el balón y es peligroso en ataque como él solo. Así, a los 8 minutos de esta segunda parte, uno de nuestros canteranos, Koke, inicia una contra echándole el balón a Fernando Torres (otro de nuestros canteranos), éste le pone un balón en profundidad a Griezmann, este se sube a la Ducati, como buen francés que es, se despide antes dándoles dos besitos, uno para Álaba, otro para Javi Martínez, pisa el acelerador y anota el empate en el marcador. Un contragolpe de enmarcar. Puede que no le guste tanto como su fútbol perfumado, pero no me negará que es efectivo, preciso, conciso y claro. Contragolpe que le llaman por ahí, como usted bien sabe. Así somos.

Y aunque ustedes son muy buenos, claro está, acusaron el golpe, porque, aunque se creen por encima del bien y del mal, son humanos, mal que le pese. Nosotros también, no lo crea, pero, a diferencia de ustedes, respetamos al máximo a nuestros rivales e, igual que jamás nos damos por vencido, tampoco nos creemos que ya tenemos todo hecho, por mucha ventaja que tengamos. Quizás esa humildad basada en el trabajo y en el esfuerzo diario hizo que supiésemos aguantar como jabatos ese cuarto de hora final, en el que ustedes, como gran equipo que son, lograron anotar el 2-1 cuando Vidal se zampó con patatas a Filipe Luis de poderoso salto de cabeza, cediendo el balón a Lewandowski para que el polaco anotase el 2-1 a favor. La cosa ponía los pelos como escarpias, pero supimos aguantar. Así somos.

El Atleti, ese ese cuarto de hora final, parecía que había pisado un enjambre de abejas rojas enfurecidas, y lo pasó mal, francamente mal. Pero tenemos callo en el alma, sabemos caminar y correr inclusive con el corazón en la garganta, que fue el que nos puso nuestro Niño Torres cuando, a falta 8 minutos, desperdició la pena máxima con la que su equipo fue castigado tras zancadilla justo en la línea del área que derribó al propio Fernando. Volvimos, pues, a bajar del tobogán, pero así es nuestra vida, señor Rumennige. Un continuo tobogán de subidas y bajadas. Todo lo basamos en nuestros valores, en toneladas de ilusión, en fe ciega en nuestro trabajo (guste más o menos, cuánto lo siento, señor Karl-Heinz), en una afición tan incansable como numerosa (como bien le demostró ayer acallando en muchos instantes su imperial estadio), y en las doctrinas y enseñanzas de nuestro auténtico Maestro de fe, nuestro profeta, nuestro evangelizador rojiblanco que hace que cada día el ser de este equipo sea más una religión que una simple afición por unos colores. Le hablo, por supuesto, de Don Diego Pablo Simeone. Hágame caso, aunque usted le vea como el mismísimo diablo, no lo es. Eso sí, jamás se esconde, estudia como nadie a sus rivales, y sabe cómo y cuándo doblegarles. Es un auténtico genio, un hombre que ya ha ganado casi todo con nosotros, que nos ya nos metió hace dos años en toda una final de Champions, y que no va a parar hasta conquistar ese título que ustedes, nada menos que tienen ya 5, y que queremos la primera con el mismo deseo y ahínco que demostramos en el terreno de juego. Eso, y un pedazo de grupo de excelentes peloteros comprometidos y entregados a la causa como el que más. Hemos hecho del sufrimiento nuestro dogma de fe. Y lo aguantamos estoicamente sin pestañear. No engañamos a nadie, aquí el que se enfunda la rojiblanca y se empapa de este sentimiento, sabe perfectamente a lo que viene. Así somos.

Siento mucho su eliminación, y le deseo suerte de cara a un futuro no muy lejano (o más bien lejano, vista su pataleta final después del partido con el árbitro, que mal perder que tiene, por Dios, no me extraña que les comparen con cierto equipo de la capital de aquí). Y piense que para llegar a la gran final de Milán, hemos tenido que dejar fuera al campeón holandés (si, ya sé, muy poco glamuroso para su excelsa vista), al español (ese sí que no es moco de pavo, no me negará) y a ustedes mismos. Espero que haya aprendido la lección. Los millones están muy bien, pero yo me quedo con el “si se cree, y se trabaja, se puede”. Respétenos un poco. Con eso me conformo. Que pase usted un excelente día. Y recuerde para la próxima: así somos.


Fdo.: Tomás Rodríguez.
Alegre, dicharachero y sufridor socio nº 1556 del Club Atlético de Madrid.

1 de mayo de 2016

Atleti 1 - Rayo 0. Demasiadas expectativas, demasiados suplentes.


Dicen que en el término medio está la virtud, y, al menos, tras lo visto ayer, quedó más que demostrado. Ya sabemos lo que nos estamos jugando en Champions, cierto, pero no menos cierto también es que en, en la Liga, aún seguimos más que vivos, y no están los tiempos para desperdiciar nada. Recuerdo de mi viaje a Liverpool que, una de las conclusiones que saqué dialogando con la afición inglesa, es que para ellos la Liga era sagrada, más inclusive que los campeonatos Europeos. Yo no sé si llego a tanto, pero lo que sí que se es que el Campeonato Nacional es lo que te da de comer día a día, tu plato de lentejas. Lo otro es como darte un homenaje de vez en cuando. ¿Qué lo disfrutas más que nada en el mundo? Cierto, pero si descuidamos nuestra alimentación diaria …

Así que ayer padecimos el ataque de entrenador que le dio a nuestro Dios Simeone, y contemplamos con estupor cómo hacía 7 cambios con respecto al equipo que jugó el pasado martes ante el Bayern. Hombre, 2-3 cambios esperábamos todos, pero ¡siete! Obviamente, el equipo se resintió, y terminó realizando el peor encuentro en el Calderón de la temporada, frente a un Rayo que estuvo mandón, muy dominador por momentos, pero que, afortunadamente, al final resultó ser un equipo muy poco profundo, muriendo casi todas sus intenciones en el borde del área.

En la primera parte, una gran acción de Correa (que dio ayer un nuevo paso para convertirse en el auténtico jugador número 12 del equipo) hizo que se luciese Juan Carlos (este hombre ¿lleva botas de fútbol puestas o alpargatas directamente? Qué máquina de perder balones con el pie, por favor). Todo lo demás, dominio del Rayo y estupor rojiblanco. El único que hizo despertar al público de su letargo fue Vietto, pero para mal. Como cuando alguien te jode una lúcida siesta un sábado por la tarde. Está lento como él solo, está desesperado a la vez que desesperante, y, lo que es peor, con una falta de actitud alarmante. ¿Qué conduzco el balón absurdamente y lo termino perdiendo porque busco al árbitro como un vulgar coche de choque? Me quedo lamentándome de mi mala suerte y dejo que el contrario se lleve el balón en una clara acción de peligro sin hacer nada al respecto. ¿Qué me sustituyen en la segunda parte y mi equipo sigue empate a cero en un partido crucial de necesidad? Me retiro como un puto niñato consentido, a mi puta bola, perdonando la vida a diestro y siniestro, en vez de salir echando leches teniendo en cuenta que mi equipo se está jugando la vida y todavía vamos empatados en el marcador. Me da que poco te queda de gozar de la rojiblanca, chaval. Tu mismo.

La segunda parte Simeone tuvo que tirar de artillería, y puso a Koke de inicio por el apagado Oliver. Dominamos un poco más pero tampoco se vayan ustedes a creer, hasta que, a los siete minutos de esta segunda parte, a alguien se le terminaron de inflar los cojones y sacó a Griezmann y Torres para terminar de sentenciar esto. En menos de un minuto, el francés pilla un balón cerca del área y le golpea con tal violencia que termina siendo el ansiado gol rojiblanco. El tanto se cuela como una exhalación en la meta de Juan Carlos y puso el Calderón, de nuevo, patas arriba.

Poco después pudo sentenciar el Atleti en una magistral contra en la que Antoine le cedió el balón a Torres, pero el Niño, solo, solito, solo delante del portero vallekano, tuvo demasiado tiempo para pensar y al final remató mansamente a sus manos. Ya sabemos que cuando Fernando tiene tiempo para ejecutar la jugada, malo. Qué le vamos a hacer. Él es así.

Los últimos minutos, los de vallekas se convirtieron en el Rayo de Munich, y terminamos embotellados por completo y pidiendo la hora desesperadamente. Afortunadamente, no pasó nada, pero el agobio fue total. En fin. El trago ya pasó, y ya lo único que importa es sobrevivir. Y, respirar, respiramos, así que, que pase el siguiente.

EL CRACK DEL PARTIDO: La seguridad que da Oblak en este tipo de partidos es sencillamente fundamental. Tanto como el gol de Antoine. Así que el galardón se lo lleva hoy el esloveno, que está sencillamente espectacular. Parece fácil lo que hace, pero es que él, con su currada técnica como guardameta, así lo consigue. Es un portero que, al menos al que con esto os castiga, le resulta entusiasmante.

LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO: Flojísimo partido de Gámez, Gabi estuvo espantoso, Oliver decepcionante, Thomas intranscendente, y de Vietto qué contar que nos os haya dicho ya. Pero todo esto tiene un principal responsable, y es el ataque de entrenador que le dio ayer a Don Diego Pablo Simeone. No pasa nada. Estamos como para discutirle algo a este hombre.

ÁRBITRO: Sánchez Martínez. Un tipo inédito para mi. Alguna tarjetita que otra se zampó a los del Rayo, pero bueno, que tampoco es que diese demasiado el coñazo el hombre.

TERMÓMETRO ROJIBLANCO (+7 GRADOS).

No esperaran que tras la “exhibición” de ayer les vaya a subir algo. No me toquen los Tomasines …

Y, el martes, la madre de todas las batallas. Quién más, quién menos, desde el pasado miércoles todo el mundo tenemos ya este partido en nuestra cabeza. Sinceramente, creo que vamos a sufrir como corresponde a tal evento, pero estoy con el chip optimista por bandera y creo que estaremos en Milán. Aviso, preveo prórroga y todo, así que prepárenme bien el corazón, tómense la tensión y no me hagan demasiados excesos previos. Y yo nací, enamorado del Atleti de Madrid …

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