De primeras, y desde ya, la próxima vez que en la previa de un partido de Champions de la fase de eliminatorias, les diga que el Atleti debe resolver la misma con relativa comodidad, me hacen ustedes el favor de enrollarme mi lengua y metérmela por el sitio más inhóspito que se les ocurra, porque vaya tela, el gran pronosticador de pacotilla que estoy hecho, máxime sabiendo que nuestra historia está plagada de encuentros como el de ayer, agónicos hasta decir basta, en los que uno acaba más agotado que si hubiese corrido los kilómetros de Saúl y Koke sumados. Y luego, después de esa auténtica ruleta rusa que son los penaltis, hay que controlar el subidón y acostarse, que a las 6 de la mañana toca el hijo de puta. Yo no sé ustedes, pero uno ha dormido fatal. En fin.
Aún así (cabezón que es uno) sigo pensando en que no debimos pasar tantos apuros frente al PSV. Y menos jugando la vuelta con el ambiente tan fantástico que había ayer en el Calderón. Pero, a veces, quizás los aficionados sobredimensionamos más los encuentros de lo que realmente son, y puede que esa ansiedad por la victoria se la terminemos contagiando a nuestros jugadores, que ayer no estuvieron al nivel futbolístico esperado. Por supuesto, nada que reprochar al coraje, al corazón, a las pelotas que tienen y a cómo siguen dignificando y honorando el escudo que portan. En eso jamás hay duda, están de once sobre diez. Pero deben, pueden y saben jugar al fútbol mejor, mucho mejor.
Porque la primera parte vimos a un Atlético nervioso, impreciso, ansioso y excesivamente temeroso. En ningún momento estuvo cómodo en el terreno de juego, y, por consiguiente, generó muy poco peligro en la meta defendida por el excelente Zoet, salvo una clarísima ocasión de Griezmann cuyo remate a bocajarro desde dentro del área logró despejar el guardameta holandés.
Por su parte, el PSV, desde el primer minuto que echó a rodar la eliminatoria, tenía claro su papel. Defenderse con mucho orden, no dejarnos apenas espacios, y esperar la suya, que, por supuesto, también la tuvieron en la segunda parte, en un remate de Locadia que Oblak paró milagrosamente y el palo hizo el resto. A los 10 minutos de la segunda parte, el Cholo vio que algo tenía que hacer, y sacó a Torres al encuentro por el gris Augusto. El Niño estuvo muy bien durante todos los minutos que disputó (a punto estuvo de conseguir el tanto faltando 4 minutos para el final del choque, en un lanzamiento que también entre el portero visitante y el palo se encargaron desbaratar, curioso, como la de ellos) y el Atleti se encontró mucho más a gusto. ¿Conclusión? El jugar con dos puntas natos debería de ser algo innegociable. Aunque corras más riegos, claro.
Después sacó a Kranevitter (que también mejoró al equipo) y, probablemente su plan de sacar a un tercer punta para la prórroga se le vino al traste con la lesión de Godín, que fue sustituido finalmente por Lucas (excelente el canterano durante los minutos que disputó también, me encantó, con personalidad, tranquilo, y, encima, a punto estuvo de conseguir la victoria ya en la segunda parte de la prórroga con un cabezazo tras un córner que se marchó alto por poco, poquito, poco).
Posteriormente llegó la susodicha prórroga, en la que, obviamente, los dos equipos estaban ya fundidos, y, salvo la ocasión reseñada de Lucas, poco más pudieron los jugadores más que intentar controlar su miedo a perder de ambas escuadras. La cosa pintaba a penaltis que daba gusto. Y así empezó otra infártica a más no poder tanda. De primeras, empiezan los holandeses. Malo, porque si marcan, la presión es para nosotros. Y así fue durante todo el desarrollo de la misma. Van Ginkel, llorando pero gol. Responde Griezmann con tranquilidad. Bien. Ahora Guardado, este no falla. Efectivamente, gol. Turno para el capi. Lo mete fijo. Bien, Gabi, bien. El próximo, para el tal Propper. Tampoco tiene pinta de fallarlo el menda este. Gol. ¿Tira Koke ahora? Gol. Cómo te queremos, Koke, coño. Siguiente turno para Bruma. Qué cara de bruto tiene este pibe. La manda al limbo, los menos. Y una polla, gol, puto cabrón, qué bien lo ha tirado. Ahora le toca el turno a Saúl. Joder, qué cara tiene, está hecho un flan. Diosss, no lo para Zoet de milagro. Que se joda el mundo. Por esos momentos ya no tenía claro ni siquiera cuándo entraban los penaltis o no. La tensión no me hacía verlos con claridad. Turno para Héctor Moreno. Sus muertos, lo ha tirado de cine. A todo esto, Oblak cada vez le veo más fuera de la tanda que dentro. Turno para Torres. Inmenso el Niño, una vez más. Y ahora la muerte súbita. Empieza el Lestienne ese. Lo tira de escándalo. ¿Pero qué hostia puta pasa? Turno para Giménez. Por primera vez en mi vida, no quiero ver un lanzamiento de penalti. Al final decido que una polla, a mirar y a tener confianza en el chaval. Gooool, me cago en mi puta vida, goooool. El próximo, un tal Arias, cuyo nombre es igual que el del pseudónimo de un hermano valencianista, que sé que está deseando que caigamos eliminados. Gol. Joder, el destino no puede ser tan cruel conmigo. La responsabilidad pasa a Luis Filipe. Aquí se acaba todo. Estaba escrito. Pues no. ¡¡¡¡GOOOOOLLLL! ¡LA HOSTIA PUTA, GOOOOOLLLLL!!! A partir de ese momento, sé ya que pasamos fijo. Pasó el peligro. Tira Narsingh (su puta madre el nombrecito). ¡Al larguero! Te jodes, mamón, por llamarte así. Aquí está nuestro pase, sí o sí. Va Juanfran. Decidido, pensando … “esto me lo quito cuanto antes de encima, hay que meter gol y fuera” Gol. Joder, que puto estrés de vida. No hay pasión sin gloria, no hay gloria sin sufrimiento. ¡Pero qué grande eres, Atleti!