Y eso que el partido no empezó muy allá que digamos. Gameiro desperdició, a los 2 minutos de juego, una contra fantásticamente fabricada entre Flano y Tano (me la tocan con el antebrazo), que Griezmann condujo con maestría, cediendo fantásticamente a Kevin para que solo, solito, solo, desperdiciase la misma. Mala cosa.
Poco después, Giménez emula al Sr. De la uña y hace un penaltito de esos que últimamente nos pita todo quisqui. Que sí, penaltitos, pero claramente evitables. Pues estamos apañados. Lanza Roberto Torres, y paradón de Oblak. ¿La clave del partido? Probablemente.
A raíz de ese instante, me di cuenta de que el partido no estaba para portentosas exhibiciones. Simplemente, estaba para ganarlo. Clásico partido en El Sadar. Los locales, empujados por su excelente afición, parecían poseídos por instantes, embotellándonos en nuestra área. El Atleti, por su parte, a lo suyo: contemporizar el chaparrón, ponerse el mono del currele y a trabajar, que es lo que toca. El Kodro (¿este es el hijo del ex delantero de la Real Sociedad?) que es una pesadilla constante. Coche de choque Correa, por su parte, falla su clara oportunidad de todos los encuentros.
Hasta que aparece un nuevo clásico en sus pantallas, que no por muchas veces visto no dejaba de ser altamente añorado. Es como volver a ver Casablanca otra vez, te sigue emocionando igual: córner de Koke, remate de cabeza del imperial Godín, 0-1 que te crio, minuto 35 de juego. Aún cantando el gol anterior, Correa, cada día que pasa es más desconcertante que el anterior, se saca de la manga un majestuoso pase en profundidad sobre Kevin Gameiro, y este, que en velocidad nunca falla, se planta solo ante Nauzet y le bate sin remisión. 0-2, y a otra cosa, mariposa.
La segunda parte pudo ser mejor aún la cosa, pero ya saben, hablando de hombres imprevisibles, siempre hay que contar con el bueno de Mateu Lahoz, que se come dos penaltis de esos que solamente él se puede tragar. Las cosas del Atleti. Y entre control del juego por parte colchonera e idas y venidas sin mucho sentido por parte pamplonica, transcurre este segundo periodo, hasta que a Carrasco se le hinchan los bemoles y planta el 0-3 en el marcador, tras una gran asistencia de Unai (minuto 89 de juego). Así que, parece ser que definitivamente, el Atleti se quita el disfraz de supermolono pasarela Cibeles (con perdón) fashion week, y se dedica otra vez a ser un equipo de fútbol de verdad. Excelente noticia para los Atléticos. Pasando de trolas, pasando de modas, pasándolo bien.
EL CRACK DEL PARTIDO:
Oblak, por parte colchonera. Su parada nos dio el partido. Y, por parte local, y aunque precisamente en ese campo es en uno de los que peor lo he pasado en mi vida, la afición local, que, con 0-3 en el marcador, dio una lección de estar con su equipo, pero de verdad. Independientemente de fobias y fibias, lo de ayer resultó emocionante. Y, por supuesto, honor y gloria a los camaradas desplazados. Esos tienen el diez constante.
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:
Pues no hubo nada que me decepcionara especialmente, la verdad.
ÁRBITRO:
Mateu Lahoz. Como siempre, el único elemento que utiliza un reglamento nuevo cada 5 minutos. Capaz de pitar una gilipollez de penaltito (otra cosa es que sea evitable, reitero) como el de Giménez, y luego en la segunda parte (reglamento nuevo, ya saben) comerse una clara mano de Unai García despejando un centro de Carrasco, y otra en la que Oier, bajo palos, se apoya primero con el brazo para terminar despejando el balón con la mano, casi abrazando el mismo. Como soltándole un gancho a balón, vamos. Flipante hasta decir basta. Y ojito, que además, era roja también. ¡Viva el vino!
TERMÓMETRO ROJIBLANCO (- 7 GRADOS).
Que estamos hablando del colista, señores. Un poco de dignidad …
Y, el miércoles, vuelve la Copa del Rey. Ya os digo yo que este año le tengo especialmente más ganas que nunca a este torneo, así que, a ver si empezamos con buen pie. Atleti yo te amo, contigo hasta el final …