No es no. No os pienso dar la enhorabuena por nada de lo que consigáis (aunque sea a costa nuestra), tal y como, sin embargo, suele ser mi estilo con el resto de rivales que tengo cuando logran doblegarme. No me gusta vuestra forma de ganar, ni la de perder (cuando raramente nos permiten hacerlo al resto de los mortales), ni de conseguir las cosas. No estáis dentro de la idiosincrasia que tiene que tener cualquier deportista. Ya no os reconozco ni como rival, ni como vecino, ni muchísimo menos como amigo.
No es no. No volveré a mentar vuestro nombre en mi bloq jamás. Este es un sitio humilde pero limpio, sin contaminar ni intoxicar por nadie. Bastantes voceros ya tenéis a sueldo que os engrandecen vuestras conquistas, camuflando convenientemente, eso sí, los medios que soléis emplear para conseguir las mismas. Vuestra historia está terriblemente manchada con sordomudos que son expulsados por insultar a un árbitro, por penaltis tras balonazos en las pelotas, por multitud de goles en fuera de juego, por agresiones viles de vuestros espantapájaros Capitanes que pasan siempre de puntillas, camufladas convenientemente por vuestros lacayos a vuestra servidumbre, esos tentáculos venenosos denominados “prensa”. Ese maloliente cavernáculo, como ya convenientemente ya se os conoce por más sitios en el mundo.
No es no. Jamás podré estrechar vuestra mano. Me parece deleznable, a la par que grotesco, que, en vísperas de la disputa de una semifinales de Champions, vosotros, que vais dando lecciones de moral y de no sé muy bien qué extraños valores, os permitáis el lujo de fichar a un jugador de vuestro rival con contrato en vigor, impunemente, ante la pasividad de los organizadores del torneo (que no entiendo cómo no entran de oficio en este tipo de temas, o sí, quién sabe), con el beneplácito, por supuesto, de vuestros palmeros de la prensa, estómagos agradecidos que camuflan dicha vergonzante operación con que el jugador tiene derecho a jugar en dónde quiera, sin importaros el deseo real del Club que le ha formado desde pequeño (mentalmente con poco éxito, todo hay que decirlo), y, lo que es peor, la pasividad de nuestros vergonzosos delincuentes-dirigentes, que no solo no han tenido pelotas de denunciaros vuestra vileza, sino que encima han llegado a un acuerdo firmado y todo. Es lo que tiene tener a un par de comadrejas que solo les importa el color del dinero. De ese mismo que vosotros os permitís el lujo de quemar 40 millones de ellos por un imberbe chaval de 16 años. Por encima del bien y del mal. Ese es vuestro lema. No hay normas que rijan más las que se dictan desde ese nido de corrupción que es vuestro palco, manejado mafiosamente por vuestro escatológico presidente.
No es no. No quiero saber nada de una “institución” cuyos jugadores realizan grotescas celebraciones cuando vencen a sus rivales, capaces de humillarles metiéndoles 10 goles cuando juegan contra nueve (por supuesto, injustamente encima), aunque sea frente a un modesto equipo de Vallecas. Individuos que escupen a sus contrarios, que agreden impunemente por la espalda, estúpidos egocéntricos que no celebran ni los tantos que anotan sus compañeros, ya que no son suyos propios. Niñatos consentidos que son capaces de reírse y mofarse de un entrenador de un modesto equipo que acaba de descender (entrenador, que, por cierto, ha sido una leyenda viva de una institución tan respetable como el Arsenal). ¿Puede haber mayor vileza en este mundo? Eso sí, vuestros simpáticos colaboradores de esos panfletillos que tanto os adoran, os ríen las gracias y todo, indicando que “miren qué graciosos que son, qué divertidos … ¡Qué equipo más ejemplar!”.
No es no. No voy a felicitar a ningún aficionado que es seguidor de un equipo indigno. Un aficionado al que su máxima estrella tiene que rogar que no se le pite porque, después de haber conseguido más goles que en toda su puta vida haya podido soñar, se le siga abroncando de nuevo porque falle tan solo otro. Unos seguidores del deporte que más amo que, solamente abandonan sus pipas para insultar a sus rivales, o directamente menospreciar y ridiculizar también a su propia gente. Unos tipos que, hasta en un simple partido de tenis, hacen de su capa un sayo y también llenan ese silencioso deporte con sus berridos y graznidos, simplemente porque un jugador rival está viendo un encuentro de dicho deporte y perciben su presencia. Una gente que se apodera de todo impunemente, como siempre están haciendo con la Selección, o con cualquier otro deportista de otra modalidad que reconozca que es de dicho equipo, apoderándose de sus triunfos y haciéndolos también suyos, con un par. ¿Felicitaros, dices? Soy como la niebla. Me percibís, pero soy intangible para vosotros ... Ando en otra dimensión.
No es no. No me interesan vuestros supuestos méritos deportivos, conseguidos a base de talonarios. No reconozco vuestra historia plagada de robos. Desprecio profundamente vuestra piel de cordero solidario con la que intentáis mantener vuestra mirada frente a la mía, esbozando esa burlesca muesca de compasión, cuando percibo claramente por dentro vuestro odio más visceral. Sentimiento recíproco, sí, pero con una clara diferencia: yo sí que me puedo permitir en la vida mirar a mis rivales de frente, a los ojos. Vosotros, no. Rotundamente no. Las hienas sois así, cobardes, y solo os gusta atacar en manada. No es no.
Así que nada. Olvidaros de mi existencia para siempre jamás. No sois ya ni siquiera un mal necesario. Simplemente, sois el mayor ejemplo de escoria putrefacta que pueda haber el universo. Si algún día tuviese un hijo, eso sí, os utilizaría como muestra de todo lo que no se puede ser en la vida. Todos los pecados capitales que representáis. Nunca me cansaré de repetirlo: más vale honra sin barco, que barco sin honra. Perros cobardes, que no tienen ni agallas para venir a pie a nuestro Templo, y prefieren venir en autobuses enjaulados ... No os queda mili ni ná, majetes.
Dejadme en paz. Que yo soy del Atleti, chavales .... Y lo digo con henchido orgullo, máxima convicción y pleno sentimiento. Ya. No tenéis ni puta idea de lo que os estoy hablando. Ni falta que os hace …
Y gracias. Gracias a todos los que estuvisteis ayer en el Calderón y disteis esa despedida tan apoteósica como apocalíptica a nuestro Templo en Champions, cantando a todo pulmón nuestro himno en pleno diluvio universal. Gracias a los jugadores, que hicieron un partido espléndido, y sobre todo, al Cholo, que hizo un planteamiento no menos estupendo del encuentro (lástima no haber llegado al descanso con el 2-0, me cago en la puta, el plan iba más que bien). Es un milagro que con algunos mimbres con los que cuenta el equipo siga compitiendo como lo está haciendo. Siempre en lo más alto. Seguiremos creciendo, no tengo ni la más mínima duda. Cabeza alta todo el mundo, ¿eh? Yo me voy, al Manzanares, al Estadio Vicente Calderón …