Y ojito. Muerta la disputa por el título de Liga, pero eso no implica que ya nos dejemos ir como alma en pena, como velero sin rumbo, por el devenir futbolístico que aún nos aguarda. Hay que luchar por ser segundos (y no cuartos, como bien me apuntaba ayer Don @Paulmarble), y hay que valorar lo que aún nos queda, que no es poco.
De primeras, no sé lo que Monseñor Segurola opinará al respecto (no es su Mandril, ustedes perdonen la intromisión), pero, entiendo, para un aficionado imparcial de los que se las trae al pairo el devenir de uno u otro equipo, el encuentro fue un estupendo partido de fútbol, lleno de garra, de presión, de lucha, de disputa, de coraje, de emoción y de corazón. Los “Miarmá” ya sabemos la pasión con la que disputan sus encuentros, desde más allá del Pleistoceno (importantísimos grupos de espeleólogos de todo el mundo, siguen investigando el año de nacimiento de tan curioso fenómeno, lo único que saben de ellos es que suelen ser tipos aparcacoches desdentaos, que no paran compulsivamente de darse golpes en el pecho creyéndose los más mejores, seres pintorescamente soberbios en los que escupen siempre veneno y bilis -O Biris- pestilenta). Da igual. Se palmó y fuera. Poco más se puede decir.
De segundas, la vida no acaba aquí. Lo siento, pero la grandeza de las Competiciones la da el que las dispute hasta el final el Club Atlético de Madrid. Si nuestro Atleti ya, por lo que sea, no puede ir a por el Campeonato Nacional liguero, tendremos que dignificar las competiciones que nos queden. El partido frente al Rayo Majadahonda va a ser el partido de nuestras vidas. Frente al United en Champions es tan sencillo el pasar como que consigamos anotar un tanto más que el Ser más despreciado a la par que despreciable del Mundo nos va a clavar. La Supercopa de España se presenta tan emocionante como entusiasmante. Y es que, en esta vida, nunca mi objetivo será presenciar a un rival tan necesario como prescindible, sea en la Competición que sea, y me importa un bledo la importancia que pueda tener o dejar de tener. El día de Fiesta Nacional es cuando juegue el Atleti. Siempre mi Atleti.
De terceras, reconocer las cosas como son. El día del Mallorca fue de bochorno ajeno. El día de los indeseables vecinos, pues más de lo de siempre (que si te llegan 2 veces, que si la ayudita Carvajalesta de marras, que si el mejor de ellos fue el pequeño canguro) … Es un partido en el que, al final, la ansiedad siempre nos puede, y es el peor aliado que podemos tener. Mientras no superemos esto, nos seguiremos tropezando en la misma piedra una y otra vez. No hay remedio alguno. Y paso más de esta historia, la verdad.
Pero bueno, hay que reconocer las cosas también. Ayer se perdió un partido sumamente equilibrado en la primera parte, en la que el disparo de su vida del tal Rakitic (individuo que parece siempre que anda jugando de empalmada después de su despedida de soltero, no sé por qué siempre su careto me causa siempre dicha sensación) fue un misil difícil de superar, un golazo inapelable. El equipo equilibró las embestidas del enfurecido rival, empatando el encuentro en un testarazo de Felipe tras la salida de un córner, y daba la impresión de que no estaba nada, ni ganado, ni perdido.
Después vino la segunda parte. Cada uno puede opinar lo que quiera, líbreme Dios, pero yo siempre que vea a mi equipo dándolo todo hasta en el último rincón del césped, demostrando ambición, personalidad, carácter, decisión, profundidad y dominio, sencillamente, entre o no entre la dichosa pelotita, es imposible que les reproche nada, más bien lo contrario, les halagaré hasta decir basta. Yo no voy de experto de tácticas, ni de sistemas de juego, ni de esquemas, ni polladas en vinagre. Lo que sí que conozco es lo que me transmite mi equipo, y si me da como para acostarme con la sensación de haberlo intentado sin parar, sin buscar excusas y dominando de cabo a rabo al rival, en su puñetera casa, yo me voy la mar de satisfecho. Mi manera de entender el fútbol es lo que mi muchachada me transmite, e, independientemente de un resultado adverso más o menos puntual, me guío por eso. Porque pienso que un Atlético entiende de pasión, de sangre que le corre por las venas, de sentimiento, de orgullo, y de no rendirse jamás. Y ayer no acabé mi jornada sabatina en El Despacho ni con la cabeza baja, ni con el alma partida. Esto es fútbol, y a veces pasan estas cosas. Seguir siguiendo.
Ahora resulta que tres derrotas seguidas es el drama universal. ¡Qué ganas tenían! Yo es que me parto, lagarto, cuando, hace no tan demasiado tiempo, tres victorias consecutivas nos parecían una auténtica utopía. La memoria no sirve solo para pasar cuentas pendientes, sino también para saber de dónde uno viene, lo que le ha costado estar en dónde estar, y actuar en consecuencia. Mi única forma de seguir siendo Atlético es el miércoles estar con el equipo animándole y siguiéndole sin cesar. Otros que hagan lo que quieran, esto no es un manual del buen Atlético, ni mucho menos. Esto solamente es mi puta realidad.
También parece que no debemos ya de seguir disfrutando de ser los actuales Campeones VIGENTES de Liga. Pues vale. Esas doctrinas sé que triunfan mucho por la zona de Concha Espina. Pero es que yo soy de Carabanchel, ¿saben? Y a mi me han enseñado que ganar 2 Campeonatos Ligueros de forma consecutiva, hay poquitos que lo consigan. Muy poquitos. Y como yo al Atleti lo disfruto tanto o más que lo sufro, pues señores, cada uno tomen el camino que quieran, solo faltaba. Uno ya anda en una edad en la que tiene muy claro el sendero a seguir.
La crítica nunca puede faltar, que nadie tampoco lo dude. Si uno no se exige a sí mismo, uno acaba en la mediocridad más absoluta. Por eso quiero que se solucionen los problemas que tenemos actualmente. Quiero que el Cholo se me centre de una vez (este año, no ha dado todavía con la dichosa tecla definitiva). Quiero que se acabe el cachondeo de los cambios, sin ton ni son, sin mucha razón de ser. Deseo que De Paul (jugador del cual siempre tengo la impresión que hay un antes y un después, según ande presente en el campo o no), y visto que Koke, el hombre, necesita un descanso como el comer, sea nuestro pilar incontestable.
Necesitamos una solución urgente para el tema de Joao Félix. Esto es muy sencillo. Don Diego Pablo, dele (pero déselos, coño) 7 partidos consecutivos siendo titular incontestable. Que pille esa confianza que tanto echo en falta (y él, me temo, también le hace falta). No me venga con estúpidos cuentos de que con “si en Portugal”… ¿Y a mi qué carallo me importa cómo juegue en Portugal? Este jugador no se nos puede escapar, y si al final lo perdemos, usted será el máximo responsable por haber negociado tan lastimosamente su presencia en el equipo. Por supuesto que el nene tiene pupa, y una buena patada en los cojones nunca está de más. Pero eso ya se está viendo que tampoco anda funcionando en exceso. Así que, tiene usted un mes, 2 meses, lo que queda de temporada para demostrarlo. Pero con un mínimo de confianza, por favor. Y con algo de tacto y psicología. Nadie somos tan fuertes psicológicamente como usted, Simeone. Y nadie mejor que vos debe saberlo. 7 partidos. 7. No le pido más.
Y ya puestos, creo que también es justo a lo mejor revertir un poco el rol Suárez-Cunha. Luisito estará ya siempre en el imperio de nuestro corazón. Eso se lo ha currado él, y no se lo va a quitar ni Dios. Pero igual no nos vendría mal que, a lo mejor, Cunha, que tiene desparpajo, personalidad, físico, velocidad y movilidad, sea el que salga de inicio para, aunque sea, desgastar a los rivales, y luego sea el Criminal que remate la faena, con más fuerza y con la decisión y el gol que tiene. No sé. Algo hay que probar cuando el invento no funciona, ¿no? Ahí lo dejo.
Casi que ya acabo, que, aunque no se lo crean, me cuesta un mundo escribir después de una derrota del Atleti. El segundo gol de los del Pleistoceno, en el fútbol de hoy en día, es falta del tipo que arrolla a Koke, y juego peligroso del tal Koundé (cómo un menda puede lucir esa cabellera, joder, si mis Sioux levantaran la cabeza). En el fútbol, sin embargo, de los que hemos mamado los ochenta, no es ná de ná. A Koke se le comen la tostada, y el Boney M. disputa el balón con todo lo que tiene que hacer para ganarlo. Eso es fútbol, señores, no las mamarrachadas que nos quieren vender ahora. Afortunadamente (y eso nos diferencia, por ejemplo, de los propios “miarmá”) los Atléticos no balbuceamos por ello. Lo dejamos pasar, miramos nuestro ombliguito pertinente, y con furia desatada y valentía inusitada, nos empezamos a preparar frente a nuestro próximo reto, que será en los Cármenes frente al Granada. Yo quiero seguir siendo así, al menos. Y el día que me vean algo acarajotado, dos collejas, y p’a adelante. ¿Estamos?
EL CRACK DEL PARTIDO:
Kondogbia. Hizo un partido, para ser un tipo que no juega, reitero, en su sitio, sencillamente emocionante. Muy emocionante. Me tiene totalmente ganado para la causa el monstruaco este. Y sí. Buenos minutos de Joao Félix. Lo que no sé es si en Luxemburgo, Portugal o en Groenlandia los hará igual. Y me importa un pepino, Don Diego Pablo (a cuerno quemado me han sonado estas declaraciones, lo siento en el alma, pero a cuerno quemado, aunque, no lo dude, seguiré siendo soldado de usted, hasta que la muerte nos separe).
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:
Pues Carrasquito estuvo en un plan medio metrosexual-gilipollas-posturitas que no me convencieron en exceso. Un tipo que acaba el encuentro con su peinadito sin despeinar, no es de fiar. Y al señorito Llorente, muchacho, menos batiditos, menos lechugas, y menos gilipolleces. Unas buenas lentejas con chorizo, una buena fabada con tocinaco, y un buen bocata panceta a media mañana. Tanta gilipollez y tanta historia, coño, para estar siempre luego lesionado. Me cago en mi puta vida …
ÁRBITRO:
De Burgos Bengoetxea. Es de lo poco salvable que hay hoy en día. Probablemente, mi árbitro favorito.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO: (- 6 GRADOS).
Y bajando. En caída libre, vamos. 1 grado menos por no ser capaces ni de empatar en la puta Pocilga, y otro grado menos por tampoco lograr hacerlo en el estercolero de Nervión. Como ven, la situación no es que sea ya grave, sino lo siguiente. Vamos rodando cuesta abajo sin freno ni desenfreno. Preocupante todo, muy preocupante. Palazo impresionante.
Acabo. Yo suelo decir siempre la misma frase cuando acabamos un encuentro con derrota, cuando veo a mis compis alicaídos, blasfemando en arameo, dándole vueltas sin parar al perolo... “Oigan … ¿Acaso alguno de los aquí presentes no vamos a seguir siguiendo del Atleti? … Pues eso … ¡DEL ATLETI SOY, Y TU ERES LA ALEGRÍA DE MI CORAZÓN”.