Atleti 3 - Athletic 0. ¡¡¡¡¡CAMPEONES!!!!!

          Gracias, Courtois. Tu actuación en la final fue impecable, mostrándote imperial en el juego aéreo y acertado bajo los palos. Transmitiste tranquilidad y frialdad cuando más nos apretaban los leones. Ojalá y pudieses quedarte en propiedad con nosotros, porque hasta tu mismo te estás empezando a dar cuenta de la grandeza que significa ser de este equipo. Puto Chelsea, Putos delincuentes …

          Gracias, Juanfran. Con tu trabajo, tu fe, tu honestidad y honradez, te estás ganando un hueco muy grande en el corazón de los colchoneros. Ya sabes que a nosotros no nos molan en exceso los metrosexuales, sino más bien los hombres de verdad, como tu nos lo demuestras día a día, glorificando nuestro himno “derrochando coraje y corazón”. Tuviste mucho jaleo el pasado miércoles por tu banda (especialmente con el fantástico Ibai) pero aguantaste bien el tipo, sobreponiéndote a todas las dificultades. Sigue así.

          Gracias, Luis Filipe. El pasado miércoles demostraste concentración y que lo más importante de un buen lateral es precisamente hacer bien lo que debe de ser siempre su misión principal: defender tan de puta madre como lo hiciste frente al Athletic.

         Gracias, Miranda. Muchas dudas y chistes fáciles generó tu fichaje en un principio, pero nos has ido tapando poco a poco la boca a todos con actuaciones llenas de anticipación y saber estar como la que tuviste el miércoles. Tu partido fue serio y eficaz. Y enfrente no había un cualquiera, sino un tal Llorente.

         Gracias, Godín, por tus ganas que siempre derrochas por hacer las cosas bien. A veces aportas al juego soluciones más bien atolondradas, pero en la gran final estuviste expeditivo cuando lo tuviste que hacer, y, al igual que Miranda, no perdiste la concentración en ningún momento del partido. Estoy muy orgulloso de ti.

         Gracias, Mario Suárez, y especialmente te las quiero dar a ti, que siempre has sido diana de mis más feroces críticas, porque fuiste el mejor del encuentro, después de nuestro Tigre. Tu actuación en el doble pivote fue portentosa, aportando siempre inteligencia y limpieza en la salida del balón. Fue un partido emocionante el tuyo, macho. Sencillamente emocionante.

          Gracias, Gabi, mi admirado y querido Gabi, al que siempre los juntaletras sabiondos de los cojones están poniendo a partir, cuando eres nuestro sustento en el centro del campo. Tu generosidad en el esfuerzo no tiene límites. Un capitán de los de verdad. El escudo del Atleti.

        Gracias, Arda, porque en tan solo una temporada has logrado engancharnos a todos los atléticos con tu simpatía, con esa sonrisa tuya, tan espontánea, tan natural, tan poco prefabricada, con ese aire de genio despistado, con esa aparente desgana encantadora que tienes a la hora de jugar al fútbol. Un jugador diferente, genial, entusiasmante, único.

       Gracias, Don Diego (a usted hay que ponerle el Don delante, como a los grandes de verdad), porque dio usted otra exhibición de saber lo que hacer en cada momento con el balón en los pies, rematando finalmente el encuentro con un gol de esos que se nos quedará para siempre en nuestra memoria colchonera, una acción individual digna de lo que es usted, un jugador de fútbol con mayúsculas. Nos aporta tanto, que su marcha del Club nos va a dejar no un vacío, sino un auténtico socavón. Siempre estará usted en mi corazón.

       Gracias, Don Falcao. Qué puedo decir ya de usted que no le haya dicho ya. He sido su más firme defensor y fui una de las personas más felices de este mundo desde que me enteré de su fichaje, porque sabía perfectamente hasta donde podía llegar usted. Ya no es que sea capaz de rematar hasta un piano que aparezca volando por el área, sino que, encima, en el área demuestra usted que, sencillamente, es mortal de necesidad, y no hay otro como vos. Ya lo dijo un tal Guardiola (que me da que sabe un poquito de esto). Ahí es usted un número uno. El número uno. Su reto era complicado, pero, efectivamente, has tapado muchas bocazas. Si supieras lo que me emociona el verle jugar …

       Gracias, Adrián. Mi admirado sobao pasiego asturiano. ¿Sabes cuándo supe que ganaríamos la EL? Cuando ví un genial vídeo de los que hacen ahora sobre el Atleti (Inside Atleti) en el que, en el regreso después de tu golazo en Valencia, decías a la cámara que esta Copa era nuestra, solo nuestra y de nadie más que nuestra. Ahí me di cuenta de lo metido que llevabais la consecución de este título. No sé cuál será tu techo, pero me llevaré una enorme decepción, fíjate, la que más de todos los que suenan que pueden marcharse de mi Atleti, si finalmente no continúas con nosotros. Más que la Diego, más que la de Falcao, más que la de todos.

       Gracias, Cholo. Sobre todo por una cosa principalmente: ser un Atlético de la cabeza a los pies. Se te nota en tu sencillez, y en lo que transmites al equipo, porque ese entusiasmo es lo ha ido siempre impregnado dentro de nuestros colores. Yo es que ni me lo planteaba: para mi serías el Fergusson de aquí. Sé que tendrás tus buenos años, los menos buenos, pero me da igual, porque también sé que no voy a encontrar otro como t u, porque, tu, amigo Cholo, como bien rezaba años ha esa pancarta que tanto te gustaba del Fondo Sur del Calderón, eres único: CHOLO ÚNICO.

       Gracias, Atleti, por lo bien que supisteis demostrar al mundo entero cómo se puede conseguir un título europeo siendo respetuoso y caballeroso con el rival, sin estúpidas ni ridículas estridencias, y teniendo el detalle de hacer el pasillo al desolado Athletic, intentando que su trago fuese lo menos amargo posible. Desde ese Cholo y ese Antonio López, nuestro capi, consolando uno por uno a nuestro rival, me pusisteis la piel de gallina y demostrasteis lo que es el Club Atlético de Madrid (Cerezo incluido, que también bajó a hacer el pasillo al Athletic). Impecable vuestro saber ganar. Somos un ejemplo para el mundo entero.

        Gracias, Athletic. Dignísimo rival donde los haya, al que le pudo su bisoñez y la presión que suelen meter los medios de incomunicación cuando deciden por sus santas pelotas qué equipo es que debe o no debe de ganar un encuentro, sin darse cuenta que lo único que consiguen es añadirles una presión acojonante, que al que más favorece es precisamente al rival de turno. El asco que me produce el periodismo llega a grados de superlatividad desbordante.

      Gracias, Señora Tomasa, por haberme dado la vida y haberme permitido ser de este Club y haberme inculcado estos colores que tantas pasiones logran destapar en mi interior. Porque el pasado miércoles no había nada ni nadie en este mundo tan feliz como yo. Absolutamente nadie.

      Gracias, Neptuno, por permitirme ayer pasar un día tan feliz a tus pies, coreando a mis ídolos y celebrando el título como otros lo habían intentado hacer en la madrugada anterior, y que, sin embargo, una Policía violenta, intransigente, estúpida, vil y asesina decidió cortar por lo sano mamporreando cobardemente a cualquier viandante con la rojiblanca puesta con que se toparan en su criminal camino. ¿Algún día se enterarán de que ustedes están para evitar disturbios, no para crearlos?

       Gracias, Afición. A los desplazados y a los que no pudimos hacerlo, por portar esas cuatro rayas rojas y esas tres rayas blancas con tanto orgullo y con tanto sentimiento. Gracias por hacer que vuestras familias enteras vayan ataviados de rojiblanco hasta en los calcetines. Lo de ayer en Neptuno fue eso, un épico espectáculo de una inmensa marejada de niños y de niñas vestidos de colchoneritos. Solo espero que una vez vayan creciendo, esos padres, esos mismos padres que ahora no sé cómo les podrán explicar que los dos delincuentes les hagan cambiar el nombre de que en su camiseta llevan serigrafiado año tras año, les eduquen convenientemente y no les dejen crecer en el estúpido conformismo de que no se puede competir con cual o con Pascual. Porque en el fondo no engañan a nadie: con lo que realmente no se puede competir es con sus ansias de lucrarse cada vez más y más a costa de lo que más queremos, nuestro Atleti. O a lo mejor sí que podemos. Porque, en realidad, somos nosotros el Atleti, no ellos. Y, tarde o temprano, lo terminaremos demostrando todos de verdad.