- “José, quiero que me acompañes a un sitio. Estáte tranquilo, hace mucho tiempo que quiero ir y ahora es el momento. Por favor, deseo que vayamos los dos juntos de la mano, como siempre hemos hecho”.
- “Muy bien, mamá. Ya sabes que me encanta ir contigo a todas partes” (contesto con la mejor de mis sonrisas).
El trayecto es un camino
tranquilo, silencioso y muy sosegado.
Sorprendentemente, no nos encontramos a nadie por la calle. Bajamos las
escaleras de mi domicilio, cogemos Camino de la
Laguna hasta la Vía Carpetana, y bajamos toda ella para abajo hasta que
llegamos al Estadio Vicente Calderón. Es de noche, pero, sin embargo, se
encuentra el mismo completamente
iluminado. De repente, una gran luz brillante se asoma del cielo y aparece una
gran puerta desconocida para mí, y eso que llevo yendo al estadio casi todos los
fines de semana durante más de 41 años al estadio.
Subimos una especie de escaleras
flotantes en forma de nubes, hasta que aparece un hombre alto, corpulento, de
aspecto recio y con bigote. Su rostro me resulta completamente familiar, pero
ante tanta luminosidad, no logro distinguir de quien se trata.
- - “Buenas noches – nos comenta ese señor-. ¿Qué desean?”
- - “Mi madre me ha traído hasta aquí – le contesto con voz temblorosa. Parece ser que quiere entrar”.
- - “Muy bien, pero para poder acceder, es necesario que cumpla una serie de requisitos absolutamente indispensables. Este es un Club tremendamente selecto y exigente” (me comenta el señor con una voz grave y muy seria).
- - “¿De qué se trata? – le respondo yo-. Si son condicionantes económicos, más vale que nos vayamos dando la vuelta, mamá. Nosotros somos de Carabanchel, gente humilde y muy trabajadora”.
- - “No se preocupe, Tomi (me contesta otra vez ese hombre). A nosotros el dinero nada nos importa. Se trata de una serie de valores morales y de fidelidad que debe de cumplimentar las personas que quieran estar con nosotros”.
- - “Bueno, ¿Y cuáles son esos condicionantes, si pueden saberse?” – inquiero intrigado-.
- - “Uno de ellos es el amor. La persona que desee entrar aquí debe de haber llenado este mundo de amor y haberlo repartido a partes iguales entre su gente”.
- - “¡Ah, pues qué bien! Si algo tiene mi madre es que nos ha llenado siempre de cariño y de amor en cada instante desde que nacimos. Su corazón siempre ha sido un pura sangre que en cada latido nos ha inundado de cariño. De eso andamos sobrados, no se preocupe”.
- - “Fenomenal (me vuelve a contestar el señor). Las siguientes actitudes que debe de cumplir es la lucha, el coraje, derrochando el corazón aparte del sentido de la responsabilidad”.
- - “Jo, pues que si yo le contara … De eso andamos sobrados también. Desde que nacimos, solamente ha vivido la pobre para cuidarnos y hacernos crecer sanos y salvos, educándonos de la mejor forma que ella ha entendido. Ha superado infinidad de trances desagradables en su vida, algunos de una crueldad sencillamente extrema. Desde el abandono del miserable de mi padre, más ocupado en darse a la puta botella que de cuidar a su familia hasta llegar al nuestro abandono total, hasta el traumático fallecimiento de su padre, aparte de infinidad de trabas físicas que le ha ido mermando durante su durísima vida que la pobre ha padecido, y sin embargo, aquí me tiene. Mis hermanos y yo hemos tirado hacia adelante gracias a sus enormes sacrificios que ha hecho. Nos crio en solitario, nos educó y renunció por completo a rehacer su vida, anteponiendo siempre nuestra felicidad. Y no puede llegar a imaginar lo orgullosos que nos encontramos de ella, no se vaya usted a pensar” … - repliqué de nuevo-.
- - “Muy bien. El siguiente condicionante debe de ser la valentía” –volvió a inquirirme ese señor-.
- - “Pues ella nos protegió como nadie. Le voy a contar una anécdota. Hace ya muchos años, fuimos al campo del Maligno a presenciar un encuentro de fútbol entre el Madrid y nuestro Atleti. Fue una final que de Copa de Liga que perdimos. Al acabar dicho encuentro, y como iba ataviado con toda clase de símbolos rojiblancos, me rodearon de repente una salvaje manada de Ultras-Sur y empezaron a proferirme toda clase de insultos y de amenazas. Sin embargo, ella se pudo delante de mí valientemente, no se achantó en ningún instante y les hizo frente, terminando finalmente por disolverlos, mientras yo temblorosamente presenciaba dicha circunstancia. ¡Menuda es ella si nos ve amenazados!”.
- - “Perfecto – volvió a contestar el señor-. Su caso empieza a estar muy claro. Ya nos va faltando poco para terminar. Obviamente, en este lugar somos todos del Atleti, así que la persona que quiera acceder aquí debe de haber predicado la doctrina Atlética por todas partes” –de nuevo comentó nuestro forzudo amigo-.
- - “Fenomenal, porque precisamente ella logró hacer cambiar a mi hermano mayor Manolo de equipo ¡Nada más y nada menos que era del Madrid! Aún recuerdo su blanca camiseta con el 8 a la espalda de Amancio y su caja de cartones con sus recortables de los jugadores blancos. En cuanto a mi hermano Juan, era del Athletic de Bilbao, ¿sabe? Pues bien, ahora son dos entregados en cuerpo y alma hinchas colchoneros. Así que eso está fuera de toda duda, no se preocupe”.
- - “¿Y usted?” – replicó de nuevo-.
- - “No tenga cuenta, hombre. Lo mío viene de serie, no problem” – volví a contestar-.
- - “Entiendo que fue entonces una gran Atlética, ¿No?”
- - “La mejor. Fue socia del Club y nos hizo socios a nosotros sus hijos llevándonos siempre al Calderón de la mano. Después, el Abominable hombre de los Tales la echó, como a tantos y tantos otros, al no poder pagar el abono de todos y, conociendo lo que significaba el Atleti para mi, ella y mis hermanos me dejaron solo a mi como socio. Pero no se perdió posteriormente ni un solo partido, ¿Eh? Vio por la tele cada uno de sus encuentros y cuando Dios decidió quitarle la vista, no le impidió seguir al equipo a través de la radio ni un solo instante hasta el final de su existencia. Disfrutó de nuestros Títulos como la que más, derramó sus lágrimas tras Lisboa … Derrochó sentimiento Atlético por los cuatro costados”.
- - “¡Impresionante!”. Exclamó el señor. “Pues ya solo queda un último condicionante, y es que para entrar aquí debe de llevar un símbolo de nuestro equipo”.
- - “Joder, Tomi, ¡es que eres la polla, ¿eh? ¿En qué andas pensando, tío? Toma. La bufanda del Atleti. Pónsela a tu madre, anda, que eres un puto desastre”.
- - “¡La hostia, Capo! ¿Pero qué haces tu aquí? Joder, muchas gracias, cachorrín mío. No sé qué haría yo sin ti. Toma mami, póntela. Mira, qué bufanda del Atleti más bonita”.
- - “¡Vaya chulada de sitio! ¿En dónde se va a poner?” – Pregunté completamente alucinado.
- - “Allí, en todo el centro, en el asiento vacío que se encuentra entre el señor Don Vicente Calderón y Don Luis Aragonés. Ese es su sitio”, me contestó de nuevo el señor.
- - “¡Madre mía!” - exclamé completamente sorprendido “¡Qué bien acompañada va a estar! ¿Y cuándo tengo que volver para llevármela de nuevo a casa?” – volví a contestar-.
- - “No tenga ninguna prisa. Ya le llegará su momento, joven –me contestó de nuevo un tanto enfadado-. Su sitio ahora mismo está en la grada del estadio. Animando y dejándose el alma como siempre hace cantando nuestro glorioso himno a todo pulmón”.
- - “Pero yo si yo quiero estar con ella, hombre … ¿Qué me está contando! A todo esto, ¿Usted quién es?”
- - “Yo me llamo Juan Carlos”.
- - “¡Hostias, ya sé quién es! Usted es Juan Carlos Arteche! Pues muchísimas gracias, hombre. Cuídenmenla entonces mucho, por favor”.
- - “No tenga cuenta, Tomi. En ningún sitio se va encontrar Doña Tomasa mejor que aquí”.
Finalmente, un mar de lágrimas
desbordó mi rostro y aparecí de vuelta en mi casa. Nada llena el vacío que hay
en mí en este instante, aunque, bien pensado, tendré que hacer de tripas
corazón y tomar en cuenta de todos esos consejos y las innumerables muestras de
cariño que me han dado mi tía María (gracias por tu enorme esfuerzo, tía), mi
Tío Dioni, mis primos, mis compañeros además de amigos de Alhambra Eidos,
mi inseparable familia del Grupo 51, la
gente de la Facultad de Informática a los que tanto quiero y que me hicieron
disfrutar de los mejores años de mi vida, mi hermano @ARIASFOREVER y Paloma,
representando a esos valencianos que tanto sé que me quieren y que tanto me hacen de rabiar, los tipos duros de
mi barrio, mi Carabanchel del alma, ese Dani-Oto que siempre tan cerca de mí
está, la dulzura de Mary con su padre, los hermanos Valadés (¡què grandes
son!), Gustavo, Julito, Juanjonawer (nunca me fallas, tío), los compañeros de
Data Line de mi hermano Manolo, los amigos de mi hermano Juan, los que sin
poder estar siempre están (mi Abu, mi Carabo y mi Zulito
del alma) y, en definitiva, todo aquel que me ha acompañado en estos días tan
duros o que se han acordado de mí o de mis hermanos en algún momento durante
estas tan tristes fechas. De todo corazón, gracias, muchísimas gracias.
Tengo tanto miedo de mi futuro
devenir, y es que Mamá, te quiero tanto ….