Esa dichosa presión, que, cuando ya empiezan a faltar pocas jornadas para que acabe esto, empieza a asomar. Uno pasa de repente de ir como una flecha por la vida a estar cansado, a pesarle 2 toneladas las piernas, a no salirle nada, a dudar, de propios, de ajenos ... Uno, a fuerza de escuchar casi de forma tan cansina a la par que insidiosa el ya manido “Ya caerán”, o es muy fuerte mentalmente o al final se lo termina creyendo.
Bien lo sabemos los Atléticos tras la temporada en que ganamos la Liga a las 2 grandes morsas. Es muy jodido simplemente seguirles el ritmo, con que imagínense al final vencerles. Hay que luchar contra todo: árbitros, presión mediática, prensa … hasta que, al final, todo se resume en una cosa: uno lucha contra sí mismo. Si uno es capaz de aislarse de todo y seguir confiando en sus fuerzas, en sus posibilidades, en su potencial real, termina resistiendo. Si se deja vencer, malo. Por eso es tan enorme el trabajo del Cholo Simeone con este equipo. El fue (y es) la clave de todo esto. ¿El Sevilla? Pues tenía muy buena pinta, la verdad, pero lo de Leicester fue un palazo, y todos sabemos que lo jodido no es caer, sino levantarse. Veremos.
Desde luego, ayer el Atleti venció la presión que tenía porque debía que ganar este encuentro por lo civil o por lo criminal de la mejor manera posible, disfrazándose de la mejor versión que encontró de sí mismo. ¿El resultado? Un partido francamente estupendo. Jugando al fútbol. Con decisión. Con poderío. Presionando, no concediendo, emboscando al rival cada que tenía el balón. La primera parte fue un aluvión colchonero. Qué coño. Y la segunda también. El Sevilla, por su parte, andaba en su mundo de melancolía por la Champions. Es cierto que cayó, sobre el papel, con un rival inferior a su presunta categoría. Tan menos cierto como que, si fuesen inteligentes, se darían cuenta de que era su primera participación en Champions en millones de años, y que, si se sabe encauzar, todo suma, te elimine quien te elimine. Afortunadamente, no es mi problema.
El mío inicial fue la lesión de Vrsaljko. Pero ahí salio Juanfran, con la ilusión de un juvenil, a comerse el césped, el Calderón y la Giralda se le hubiese puesto a tiro. Sin una mala cara. Sin un mal gesto ante su suplencia. Hablando dónde hablan los futbolistas: en el terreno de juego. Es usted muy grande, señor Juanfran Torres.
Y las ocasiones comenzaron a llover. Vaselina antológica de Gameiro que repele el larguero por allí, que si Luis Filipe crea peligro por todos lados, que si Juanfran es un puñal por allá, que si la movilidad de Griezmann no saben ni por dónde pillarla, que si Carrasco se sigue divirtiendo a la par que nos divierte … Minuto 36, falta que provoca él mismo. La pone como los ángeles Antoine, y Godín, emperador Godín, golito a placer de cabeza que te crio. Mucho se habla de los goles de cierto espantapájaro del barrio de Concha Espina, y de orígenes aún más cochambrosos. Muy poco de los muchos que lleva nuestro faraón. Bendita ignorancia.
La segunda parte fue un recital total colchonero. Jugadas al primer toque, movimientos constantes en ataque, presión letal, que si Griezmann se queda solo ante Rico, que si Gameiro, tres cuartas de lo mismo … Al final , minuto 60 de juego, el espíritu de Pantic se despereza de su prolongada siesta, se mete en el cuerpo de Griezmann, y nuestro siete favorito lanza una falta cerca del área de forma antológica, poniendo el 2-0 en el marcador, y dándonos también el goal-average (todo suma, si señor). La cosa pudo ser peor para los sevillistas, a poquito que Torres hubiese estado un poco más inspirado en sus remates, pero fue muy previsible en las dos veces que se plantó ante Rico. El que no fallo, sin embargo, fue Koke, que anotó a placer faltando ya 14 minutos para el final del encuentro, tras una nueva excelente combinación rojiblanca.
A falta de seis minutos, tercera llegada sevillista a nuestro área (la primera, de Ben Yedder, en la que hizo el ridículo total, casi tanto como el árbitro a no amonestarle por simular el penalti), otra segunda del cervatillo rabioso del Sanabria, que remató bien de tacón, y la tercera del interesante Correa, que anotó el gol del honor tras irse de Savic con la misma facilidad que Urdangarín (y tantos y tantos golfos otros en este puto país) se escaquea del talego. Faltaban 6 minutos para la conclusión del encuentro. 3-1 final, muy corto para lo que se vio en realidad, que no fue más que, ni más ni menos, una hermosa lección colchonera de cómo se aguanta la presión que se avecina. ¿Aprenderán algún día los fantoches de Nervión?
EL CRACK DEL PARTIDO:
Excelente encuentro de todo el equipo en general, pero me quedo con Godín, que estuvo espectacular en defensa, y decisivo en ataque. Pues no le queda ni ná de cuerda al seño Don Diego …
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:
Esa facilidad con la que un delantero encara a nuestro amado Señor de la uña y le deja siempre plácidamente tomándose un té mientras nos anotan gol tras gol, me desespera, la verdad. En fin.
ÁRBITRO: Gil Manzano.
Salvo el ridículo que hizo con el piscinazo del tal Benn Yedder ese, no estuvo mal del todo.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO ( - 8 GRADOS).
Lo subo un par de gradejos, va, que si no el íntimo de Cerci, nuestro buen amigo Don Gracias Luis, no va a haber quién le aguante. Ya lo dije en la anterior crónica: la cacería no ha hecho más que empezar.
Y ahora, un bendito, dulce a la par que meloso parón con nuestras amadas selecciones. Que no se nos lesione nadie, por Dios . “Gracias, Atleti querido. Gracias por las emociones, y todas las sensaciones, que nos hiciste pasar”.