El alpinista venía de entrenar en Vallecas. Si, consiguió su objetivo, pero con más pena que gloria. Fue un entrenamiento que, a cualquiera (incluido yo) le hubiese sabido casi que a derrota, que a decepción, que a dónde coño vamos el miércoles a escalar los Alpes. Afortunadamente, yo ni soy el Cholo, ni dirijo a esta entusiasmada muchachada que no se cansa de crecer, que no se cansa de creer, que cada día dignifica más nuestro escudo y nos refuerza en el sentimiento incondicional de nuestra pasión: el Atleti.
La escalada era complicada. Los Alpes de Turín son jodidos de cojones. De hecho, son el Real Madrid de Italia. Si los vas metiendo mano, atiende a las consecuencias: te terminarán ahogando, con todo el puto poder que tienen (dentro y fuera, ustedes saben). Pero este alpinista moribundo que venía de Vallecas no se cortó: a subir los míos suben, a morir los míos mueren. Se puso la rojiblanca, y no hubo Dios quién le paró.
Y subimos. Y no morimos (aunque nos quede lo que aparentemente es más fácil, pero que, seguro, resultará más complicado: la puta bajada). Lo dimos todo. El moribundo tiró de corazón, de fe, de coraje, y empezó su aventura como a mi me mola: sin miedo, con pasión, con fe inquebrantable, con ilusión, y con un grupo de entusiastas en la grada que, esta vez sí, por fin asumió lo que canta: “Voy a animarte hasta reventar” … Chavales, los cánticos no son poses, no son frases hechas. Son deberes, son obligaciones, son dogmas de fe, uno tiene que animar con la garganta, sí, para que se nos escuche, pero al unísono con el corazón, para que el Metropolitano retumbe. Los cánticos no son cánticos: los cánticos es sentimiento. Y tenemos que morir matando.
Y el caso es que el alpinista moribundo empezó bien. De momento, me moló: su rojiblanca por bandera. Que si Bonucci, que si Chielini, que si Dybala, que si el ser más despreciado a la par que despreciable del universo, que si Mandzu (respeto siempre para vos, hermano), que si Pjanic … Pero …. Tenemos al mejor Sherpa del mundo: Don Diego Pablo, Cojones de Acero, Simeone. Es nuestro Pastor. Nada nos falta.
Y empezamos la escalada. Jugando muy bien. Controlando en todo momento. Sabiendo de la forma en que podíamos meter mano a este puto pico, pero con cabeza, con inteligencia.
Pronto empezaron las primeras dificultades. Cuando ya parecía que la cosa llegaba a la cima, el árbitro pitó un penal sobre Diego Costa, pero, luego, ya saben, las cosas del RoVAR, nos lo sacaron fuera. Prohibido agachar la cabeza, salvo para besarse el escudo. Somos el Atleti, nos va la marcha, nos gusta, nos pone, jamás nos rendimos, no tienen ni puta idea de quiénes tienen enfrente osando llegar a la cumbre de los Alpes. Cuando algo se nos mete entre ceja y ceja …
Nos tomamos un descansito, pero volvimos con más fe y fuerza si cabe que nunca. Nos tropezamos en el camino con un larguero tras un remate de Griezmann. No retrocedimos. Nos atamos mejor nuestras botas para no resbalarnos. Después, tuvimos una del gran Diego Costa que remató de cine … pero al final, fue de cine de barrio. Estábamos ya helados. ¿Nos damos la vuelta? ¿Tiramos hacia adelante? ¿Damos media vuelta? No hubo duda al respecto. Hemos llegado hasta aquí, así que se tiene que hundir el cielo entero para enterrarnos. Adelante, Adelante, Adelante Campeón … Campeón ….
Sustituyéndolos por Lemar y Morata. Declaración de intenciones: afilamos nuestros piolets, porque o nos vamos para arriba, o nos hundiremos con cualquier alud de Portugal que nos pille a traición. Y pensamos que ya estábamos muy, muy cerquita de la cima cuando Morata anotó un soberbio golazo de cabeza, pero oigan, ahora resulta que el jurgol ya no es un deporte de contacto. Ahora, cuando un menda va a rematar un centro desde una banda de cabeza, tiene que antes, perfumar convenientemente al defensa, regalarle un peluche, darle dos besitos y luego desearle que pase buena noche. Los tiempos cambian, las normas también. Habrá que acostumbrarse.
Eso sí, el Alpinista, lejos de amedrentarse por los aludes presentes y futuros, siguió escalando. Siguió esquivando dificultades. No se rindió jamás. Y Adelante, Adelante, Adelante Campeón …
Los alpinos no daban crédito. “Somos la Juve”, exclamaban. Pues muy bien. Y nosotros, el Atleti. Y si Griezmann no pudo resolver como acostumbra, demostrando que este equipo no depende absolutamente de nadie salvo de su propia energía al besarse el escudo (Rober, aquí tienes tu minuto de gloria, te quiero un montón, socio) llegó, al fin, el primer paso en que empezamos a tomar la cumbre, y rozamos la punta de nuestros dedos con el cielo. Fue el Comandante Giménez. ¿Qué es Giménez? Giménez transforma los rayos de una tormenta, en unos rojiblancos, pero aún más dañinos y poderosos. A Giménez no le hace falta llevar desde los 5 años en el Atleti (por cierto, ¿Se imaginan si los llevase? Me quiero morir). Giménez en un Sander. Es un puro y genuino producto Atlético 101%. Giménez eres tu, que me pasas el mini de whisky en la previa. Giménez es el que enciende la bengala dando saltos sin parar cantando nuestro himno. Giménez es el que da un piti cuando ando desesperado buscando una piedra para fumar. Giménez es el que acaba afónico en un partido. ¿Giménez? Y me lo dices tu, clavando tus pupilas rojiblancas sobre las mías … Giménez eres tu, amigo. El pobre desgraciado que esté leyendo esto.
Hay más. Nos queda lo mejor. Nos quedaba el penúltimo peldaño para acabar la cima. Hacía a lo mejor 50 grados bajo cero, pero nos quitamos guantes, chupa, gorro de invierno, forro polar, echamos un trago de whisky, y ya nadie nos puede parar. Minuto 82, Godín, uno de nuestros dioses sagrados, en remate que uno no sabe si fue una volea, una picadita, un centro, o qué se yo, introdujo el balón dentro de las mallas. ¿Saben que les digo? No les den más vueltas: remató con el corazón. La cima está conseguida.
¿Y cómo acabó el partido? Pues como siempre les digo … Tatúenselo si hace falta, caramba … “Para todo lo demás … Oblak”.
Estamos en lo más alto. Nos queda, probablemente, lo que parece más fácil, pero seguramente nos resulte más complicado: bajar. La cumbre está conseguida, pero hay que descender para llegar al barrio. Reitero. Y eso es también para elegidos. Pero el Sherpa Huevos de Oro Simeone, es capaz de empeñar los mismos si es menester. Lo vamos a conseguir, lo tengo claro. Igual que también sé que vamos a sufrir como perros. Somos el Puto Atleti. ¿Algún problema?
Sin embargo ayer, el crack del partido no fue Godin, no fue Giménez, no fue Oblak … Fue Javi. Y no por qué me llevase a casa (cosa que le agradezco mogollón, él bien lo sabe). Fue por representar fuera del campo lo que es ser un tío del Atleti de verdad. Al final, hubo un hombre, un gallego de los que yo tanto quiero, que andaba el menda tan enborrachado del Atleti que se bebió la Estrella de Galicia, se tatuó la misma, y el envase yo creo que se lo papeó y todo. Vamos, joder, que llevaba un ciego del carallo. Pues bien, Javi (que se tenía que levantar hoy a las 6,30 h. de la mañana) no le dejó ni un momento solo hasta llevarle a un taxi para que fuese a su hotel. Y, ¿sabéis lo que decía Javi en todo momento? No se representaba como tal, sino que no paraba de decir al menda: “los del Atleti somos así”. El hombre hasta se angustiaba por nuestra presencia, con el fin de dejarle en un puto TX para que se fuese a su hotel (era de la Coruña, Galicia Calidade). Pero Javi no se rindió jamás ¿Les suena, verdad? Atlético 101%. Y si son ahora mismo las 14:20 h de la tarde del jueves, y ese hombre no está metido en un taxi en condiciones, ahí seguiríamos Javi y yo buscando y parando taxis sin parar… Fue la más bella lección de la noche. Un menda que, en los tiempos que corren hoy en día, se preocupa más por una persona mayor que por si mismo. Un tipo, encima, que en todo momento, no se identifica por su nombre, sino por el equipo que lleva en su corazón, engrandeciéndonos tanto como el gol de Godín. Un tipo impresionante. Un Atlético. Un Sander. Muchas gracias a todos. De corazón.