Copa.
La cosa empezó con el partido de Copa frente al Cardassar. Independientemente de la alegría de pasar de eliminatoria en mi torneo favorito (después de la Liga), personalmente me encanta con la seriedad y el respeto al rival con el que siempre suele afrontar el Cholo este tipo de encuentros. Que los isleños muestren orgullosos las imágenes del vestuario colchonero sencillamente impoluto después de nuestro paso por su campo, me llena de orgullo y de satisfacción (ahora que andamos en épocas navideñas). Que el equipo juegue serio, sin ningún momento para la filigrana absurda y con la misma concentración e importancia con la que afrontaría cualquier partido de Champions, me llena hincha de sentimiento Rojiblanco. Siempre lo digo: en esta vida hay muchas cosas negociables, pero el respeto hacia el rival, jamás. Y de cuánta menor categoría (que no importancia) se trate, mejor que mejor. Bravo, Atleti, bravo.
Las Niñas.
Jopeeee, lo que ha escocido a la vikingada el palmar dicho encuentro en cuestión. Pero si ustedes están por encima de lo humano y lo divino, hombre. ¿Qué hacen perdiendo su valioso tiempo por tan mundanal mundo, seres divinos y celestiales? Solo vi la primera parte (por desgracia) pero el 0-1 me parece escaso y demasiado generoso ante tal exhibición de superioridad física y mental por parte de mis chichas favoritas. Amanda and company, frente a esta gente, siempre, siempre, hay que hacer sangre. Ocho mejor que siete. Esta peña solo entiende de su propia medicina, y como tal hay que aplicársela. ¿No querían derbi femenino? Ya lo tienen. Una lástima, eso sí, que a los tipejos del Marca se les olvidase el entusiasmo inicial con el que acogieron dicho acontecimiento tras conocer el resultado final. Hay cosas que nunca cambian, y nunca lo harán. Sé que es un año muy difícil para vosotras, Hermanas de sentimiento Rojiblanco, pero se les agradece entusiasmo, dedicación, superación y esfuerzo. ¡Muchas gracias, tías grandes!
El partido.
Un trámite, jugado a medio gas, frente a un digno rival, que achuchó muy poquito, y que se veía que todo era una simple cuestión de tiempo, de abrir la lata. Tras una buena acción a balón parado rematada por Llorente, transcurrió el partido por esa extraña hora en la que uno no sabe si comer antes, o después (siempre mejor antes, que luego los disgustos nos pueden llegar a poner a un régimen no deseado) y un pase de escuadra y cartabón de Trippier, lo transformó con un leve pero preciso toque Luisito Suárez para poner el tranquilizador 1-0 en el marcador, casi al borde del descanso.
A continuación, otra maravillosa asistencia de mi idolatrado Carrasco hacia el propio Luisito Suárez, hizo que este demostrase quién es el puto rey en lo que al área se refiere, poniendo el 2-0 en el marcador. La cosa parecía vista para sentencia, pero, y mientras uno andaba haciendo el lerdo mandando mensajitos de aquí para allá con ese puto cáncer llamado móvil (me está bien empleado, por gil, y perder el respeto a mi rival) resulta que los ilicitanos pusieron el 2-1 de un tal Lucas Boyé tras cabezazo a la salida de un córner. Bien es cierto que los visitantes apenas habían llegado a nuestro área. Tan verídico como que el próximo partido, el móvil, no menos a una distancia de 20 metros sobre mi ubicación final. Y es que, señores y señoras, hay que estar a lo que hay que estar.
Afortunadamente, apareció Don Diego Costa y puso el 3-1 de la tranquilidad tras psicodélico penal a favor (en mi humilde opinión, claro está) que no por extraño dejó de ser justo en el tanteador final. Me alegro un montón por él, y, sobre todo, por la gran cantidad de Camaradas de grada que le siguen teniendo una fe ciega. Nunca me escondo, no me encuentro entre tal selecto grupo, pero oigan, jamás leerán de mi algo que les contradigan si lo considero justo. Es más: si él no se rinde, no seré yo quién le desanime. Más bien al contrario. Así que, coser y cantar, suma y sigue.
EL CRACK DEL PARTIDO:
Trippier vs. Luis Suárez. Ayer escuché (está claro que los Atléticos somos demasiado inquietos y siempre queremos encontrar respuestas a debates sencillamente, por momentos, absurdos) en determinados medios de incomunicación empezar a comparar a JuanFran con nuestro Peaky Blinder favorito. Pues no entiendo la susodicha, qué quieren que les diga. Aparte, si hay que hacerla, hagámosla al final, nunca antes. JuanFran está en mi corazón, y en uno de los múltiples pedestales que, afortunadamente, cualquier Atlético de bien debe de tener a tanta y tanta gente que ha dignificado tanto y tan bien la defensa de nuestro escudo. El inglés, pues tiene muy buena pinta también, por qué negarlo. Esfuerzo, dedicación y entrega, no le falta. Y es un excelente pelotero (aunque a veces le ganen la espalda con facilidad, ojito, que esto también le pasaba a JuanFran). Es lo que tiene jugar de la forma con que lo hacen. Pero no seré yo ahora quién entre en tan banales debates. Cómo odio las comparaciones, por Dios.
En relación a nuestro Rojiguayo, es un personaje que a mí, personalmente, me tiene completamente obnubilado. Fíjense con atención: uno le ve en los partidos con una mueca de sufrimiento constante, casi de dolor continuo, de lamento, de tragedia, de no poder más. Y, con cada minuto que pasa, su gesto se enfervoriza más y más. Él sabe cuál es un vacuna (ahora que, por desgracia, tan de moda anda dicho término). Yo empiezo también a comprenderle. El gol. Miren que he visto nueves apoteósicos (brevemente a Gárate, O Rei Baltazar, Vieri, Escándalo Forlán, Falcao maravillao, Jimmy Pichichi Hasselbaink … seguro que me dejo alguno más por ahí), pero ninguno padecía tanto como él jugando en un terreno de juego. Él hasta que no consigue marcar, es un suplicio, una tortura china, como si te clavasen alfileres en las plantas de los pies, un par de ellos, según cada minuto que pasa. Eso sí, es conseguir su tanto, y su semblanza cambia totalmente. Aparece un tipo afable, simpático, dichachachero … Hasta no le importa ya que le cambien. Mira el suelo, silba “cantando bajo la lluvia”, y se resigna como cualquier otro peón a las órdenes de Don Diego Pablo.
Un amigo (un Hermano) blaugrana (con perdón) ayer me escribió tras su primer tanto “pero qué bueno es Luisito, y cuánto le echamos de menos”. Sobran más comentarios.
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:
Pues casi que vacío, ¿Qué no? Por cierto, ¿Sigue jugando el puto Nino? Joder, la cantidad de disgustos que me ha dado siempre el menda ese. Ese 5-1 en Segunda … Escalofríos de la muerte tuve con su sola presencia en el campo, vive Dios …
ARBITRO: Estrada.
Venga, vamos a jugar un poquito. A ver:
- Si, tras el penalti que nos señalaron a favor ayer, los que anden a favor sigan pensando lo mismo, aún haciendo un intercambio de cromos, sustituyendo al defensor del Elche por Savic, por poner un ejemplo, y al de Lagarto por el nueve subsahariano que trafica con sustancias estupefacientes de cierto equipucho de la Capital de España, por otro, y lo hubiesen señalizado igual, pues sí, es un penalti de libro. En pie todo el mundo.
- Si, por el contrario (por supuesto, entre los que me incluyo) si pensamos que si esa jugada nos la pitan en contra, tal y como les he comentado en el ejemplo “a)”, hubiésemos quemado a Dios por los pies, indicando el ya tan manido “¡qué vergüenza! ¡siempre igual! ¡Así es imposible!” Y demás lindezas, los que creemos que eso es un simple lance del fútbol, sin más, levantamos la mano, la tenemos levantada hacia el Señor.
Por supuesto, cualquiera de las dos soluciones, es válida.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO ( + 7 GRADOS).
JUAS JUAS JUAS … Ayyy que me parto, Lagarto. Qué pena. Qué poco le comprenden. Cuánto desconocen su magnanimidad infinita. Ante la poca fe del clan de los Rasos. Ante la desconfianza del Sr. Patriota y Adláteres agradecidos … Él, sin embargo, puñetazo en la mesa, desconcertando a nuestros rivales. Siempre un paso por delante. Mirando celestialmente por el retrovisor. Genial, imprevisible, magnánimo, pero entusiasta. Generoso, a la par que imparcial. Rudo, serio, pero noble y generoso. ¡Dos grados, más, señores! ¡DOS! Vayan buscando su rastro, y besen … No dejen de besar por dónde suele levitar. Y es que, señores, la vida puede ser, rojiblancamente maravillosa …
Y el próximo partido, el martes, frente a la Real. Deportivamente, rival más que respetado. Andan haciendo un temporadón, juegan al fútbol, por momentos, mucho y bien, y no seré yo quien, en este aspecto, les niegue el pan y la sal.
Dicho esto (y no entiendo muy bien el por qué, la verdad) el Sr. Youtube últimamente no para de mostrarme vídeos al respecto del famoso partido de UEFA, en el que pasó lo de Zabaleta (vídeos, por supuesto, realizados con su imparcialidad habitual por ETB). Me llama mucho la atención el cinismo insultante de los seguidores donostiarras, la verdad, cuando hablan de tal circunstancia. Hombre, no seré yo quién defienda un acto tan deleznable como el matar a un menda que va a ver un partido de fútbol, sin más. Sería un miserable despreciable si lo hiciese, y espero nunca llegar a tal nivel. Pero sí que me resulta curioso el escuchar a determinados seguidores de la Erreala denunciando el “criminal” ambiente que había en contra de ellos dicho día. Sí. Estuve presente en tal encuentro (¡cómo olvidar el tanto de Jugovic de tijera!). Recuerdo el biruji que hacía, esa niebla en la que se te cala hasta los huesos de los nudillos de lo fría que era a ribera del Manzanares. Sé que ellos (cuando les interesa, obviamente) representan a la perfección el tal manido papel de “hintxas simpáticos, de los que van a beber, y el resultado les da igual”. Son enternecedores, la verdad. Y tienen los santos bemoles de sorprenderles el ambiente hostil que puedan vivir en Madrid, o en Zaragoza, por poner otro ejemplo (ciudad la que señalan también con un ensañamiento sorprendente, se ve que la palabra “Hipercor” solo significa para ellos una simple gran superficie de venta de alimentos, sin más).
No sé. Era otra época, evidentemente. Pero muy dura para todos los que sufríamos la barbarie permanente, caprichosa y cobarde de ETA. Uno hizo el servicio militar en tales años, y le tocó hacer escoltas, con la “Z” en mano, y con el corazón latiéndole a cien mil por hora cada vez que una simple motocicleta se acercaba hasta el coche del mando que me tocaba ese día proteger. Uno vive cerca de Aluche, en donde a la pobre Irene le pasó lo que le pasó. Uno estaba en el Calderón, el día del Logroñés, con su hermano Juan, cuando un coche bomba explotó mientras me tomaba una simple copa y nos levantamos cubiertos de un interminable manto de cristalitos. Uno estuvo en Zaragoza, en aquella final que nos robaron (miserable Ramos Marcos y el penalti que se zampó a Julio Prieto), cuando fue apedreado su bus, siendo un crío, en compañía de su madre y de los miembros tan mundialmente violentos conocidos con la Peña Don Luis Aragonés, después de una final de Copa en la que, encima, palmamos. Uno siempre esperó que, con cada víctima de ETA, se guardase un simple minuto de silencio en señal de duelo y respeto en cualquier campo de Euskadi (JAMÁS SE HIZO, JAMÁS, entre las casi más de 900 veces en las que tuvieron ocasión de hacerlo).
Así que, permítanme que les diga a todos ellos que, salvo al Sr. Padre de Aitor Zabaleta (que este sí que tiene derecho a no atender ni excusas ni razones, comprendo su odio infinito hacia nosotros y jamás le pediré ni la más mínima cuenta a cambio, el dolor de un padre al perder un hijo de esa forma es infernal, no puede recibir mayor castigo posible un ser humano), les comente que no se hagan tanto los sorprendidos, y sean capaces un poquito de analizar dicha época, ver lo que hacía determinado grupo criminal escudándose en la “Libertad del Pueblo Vasco (oséase, de ustedes, sorprendentes espectadores)” y actuar en consecuencia. No se me hagan los inocentes ni los dicharacheros, por favor. Que cada cual asuma lo suyo, como nosotros tendremos que hacer con lo nuestro, evidentemente.
No suelo hablar de política (entre otras cosas, porque odio a todos por igual, me da igual del palo que cojeen) pero cuando se analiza una cosa, hay que ver, leer, escuchar, al menos, a todos los “bandos” (si es que cualquier español de bien se encontraba en alguno de ellos en aquel momento, que, la verdad, lo dudo mucho). Así que, el ejercicio de “buenismo”, se me lo ahorren, por favor … Dicho esto: “El Frente ya está aquí, voy a morir por ti, Atleti de Madrid” …