Antes de empezar con mi rollamen de todos los lunes, me gustaría hacer alguna que otra consideración previa, la cual solemos tener cualquier buen bufandero descerebrado que se precie, y es el menosprecio continuo y constante que solemos hacer al rival (y da igual del equipo que se sea y contra quién nos enfrentemos, en este caso). No me voy a meter en las casas de los demás, que bastante tengo yo con la mía, pero, por ejemplo, yo ayer jugaría que el Atleti disputó un partido que bien pudiese ser de Champions, frente a un rival que está en la misma y también juraría que el mes que viene juega frente a la Juve, que lo disputábamos, encima, en su casa, que son los Campeones de la Europa League y que algo tendrá el agua cuando la bendicen, vamos, digo… Da igual. Los goles nuestros siempre son maravillas de nuestros delanteros. Sin embargo, los de los rivales también siempre son fallos nuestros. Hay que buscar siempre un chivo expiatorio como sea. ¿El rival? ¿Quién coño es el rival? El rival no cuenta jamás. A mi que me perdonen todo el resto del Universo, pero sí, el rival, cuenta, y mucho. Y así hemos empezado el 2022 con la primera gilipollez del año, qué le vamos a hacer.
Más hablando del partido en sí, las últimas temporadas tengo siempre la impresión de un “déja-vu” cada vez que veo un partido del Atleti en el Madrigal. El equipo local suele siempre arrollarnos en la primera parte, realizando un juego primoroso por momentos, tocando el balón con una velocidad endiablada, con una precisión exquisita, con un despliegue físico bestial, con entradas por bandas, con desdoblamientos, con presión asfixiante, un auténtico dolor de cabeza a balón parado … Todo esto y más fue el equipo castellonense en este primer tiempo.
Y eso que nos adelantamos en el marcador a los 11 minutos de juego, en una acción que pasará a los anales de la historia del fútbol, no tengo la menor duda al respecto. Vamos a recrearnos un poquito, va. La jugada simplificada es que Correa anticipa un corte en la línea medular del campo propio, observa al portero adelantado y lanza un chutazo desde 50 metros que se convierte en el 0-1 en el marcador. Así de escueta suena bien, pero merece que nos adornemos un poco en el relato ya que dicha acción es un prodigio de concentración (lo demuestra en la recuperación del balón), visión de juego (claramente la intención de Angelito Correa es lanzar a dónde lo hizo), precisión (el golpeo con el empeine es sencillamente magistral), fuerza (según sale el balón, hasta el propio Rulli desiste de perseguir el mismo, es tanto sí o también). Y ojito: tac-tac. Dos toques. No más. Que no les cuente nadie milongas, este gol es parte ya y pasará a seguir siéndolo de la rica historia del balompié. No hay discusión posible.
Sin embargo, el Atleti lleva ya demasiado tiempo transmitiendo que el que se adelante en el marcador implica entre poco y nada al respecto (especialmente fuera de casa) y por su parte, a los azulejeros les importó un bledo también el asunto, porque siguieron atosigando, aún más si cabe, a la meta defendida por Oblak.
Tan solo 5 minutos más tarde, Alberto Moreno (una auténtica pesadilla toda la noche el chaval) remató al palo. El oásis en el desierto fue una gran contra de Cunha que, en el uno contra uno final, le sacó Rulli con una gran intervención.
A los 22 minutos, sin embargo, una mano de Lemar dentro del área nuestra, de las que antes no se pitaban claramente por su no intencionalidad (¡le rematan casi a bocajarro, por Dios Santo!) y ahora es penal incontestable, se convirtió en pena máxima que lanzó un apagado ayer Gerard. Paró Oblak y Parejo aprovechó el rechace (mientras Felipe casi hace otro penal en otra alocada acción más digna de Cobra Kai que de un jugador de fútbol como Dios manda), logra rematar con la cadera, pero, al final, parece ser que aprovecha de que el balón le da en la mano primero para conseguir el tanto del empate). Lo que les he dicho antes: un gol que antes hubiese sido como una catedral de grande y ahora está correctamente anulado. Ya saben mi opinión al respecto de todo esto. Me limito a relatarles los hechos tal y como los he visto. Paso de desesperarme más con este asunto. No merece la pena.
Así que de empate nada, aunque todos los que estábamos viendo el encuentro sabíamos que era una simple cuestión de tiempo el que lo consiguiesen finalmente. Y en el 29 llegó, en un balón muy complicado para atajar para el bueno de Oblak (iba con veneno y tenía tropecientos tíos delante Jan, yo no lo considero una cantada como tal), el rechace le cae a Pau y marca plácidamente. Ahora sí, empate mucho más que justo, diría yo.
Trigueros tuvo una un par de minutos después otra oportunidad de las que nunca suele fallar, el Atleti terminó intentando reaccionar aunque sea mínimamente, y final de esta trepidante primera parte, en la que tuvo de todo. Más no se puede pedir, al menos, imparcialmente futbolísticamente hablando.
La segunda fue otro cantar. El Atleti de alguna forma supo que si seguía reculado la cosa iba a acabar en tragedia romana, los locales, por su parte, empezaron a notar un poco el bestial derroche físico realizado en el primer periodo, y el partido cambió como de la noche al día, al menos, para nosotros, claro.
Pero, hete aquí que en una acción aparentemente inoperante del Vila-Real, un despeje no se sabe muy bien a dónde, un remate de cabeza no con demasiada dirección, un tipo rojiblanco (por decir algo) que no anticipa por allí, otro que se queda clavado por allá, un pase en profundidad de Gerrard dado más bien a lo que salga, y lo que salió fue una carrera fulgurante de Alberto Moreno hacia la meta de Oblak, y en el uno contra uno logró batirle, a pesar de tropezar el balón en la salida de nuestro portero. 2-1, y pintaban bastos, a pesar de la mejoría del Atleti.
Y el Cholo no lo ve claro, y revoluciona al equipo con sus cambios. Vencer o morir. Koke, Joao y Sime, al campo. De Paul, Cunha y Lodi, a la caseta. Se la jugó que te cagas, pero casi le sale bien. Al menos, le bastó para empatar, para dominar prácticamente de cabo a rabo esta segunda parte, para crear ocasiones de gol, y para decir que yo soy el Atlético de Madrid, y a mi no se me vence tan fácilmente.
Y así llegó una excelente internada de las suyas por Carrasco por la izquierda, remate genial a la media vuelta de Correa, paradón de Rulli y rechace final empujado a la red por Kondogbia desde el borde del área.
Y el Atleti se terminó de desmelenar, se lanzó a una ofensiva galopante a por el rival, la tuvo Lemar en el 78, tuvimos contras claras y meridianas las cuales, por no saber dar ese dichoso último pase o toque para dejar a un compañero solo, las pasamos putas al final con unos cuantos córners consecutivos del Vila-Real, nos quedamos con 10 (para variar, aunque esta vez el tirón de orejas se lo voy a dar a nuestro pelotero) y se acabó un partido de estos que te dejan agotado, si eres de uno u otro rival que se ha enfrentado, y que te ha entretenido cantidad si eres un simple seguidor imparcial. Yo, ante todo, me acosté con buen sabor de boca por el partidazo contemplado, me acordé de más de algún ridículo periolisto que dijo que ver un partido entre Emery y el Cholo era lo más duro y aburrido de este mundo (Dios le guarde la vida y su sentido de la vida, Señor González), valoré el punto conseguido, y a seguir, que queda mucho por disfrutar. ¡Partidazo!
EL CRACK DEL PARTIDO:
No suelo destacar a los rivales, pero el equipo local tiene un buen puñado de peloteros que da gusto verlos (cada uno en su función, la verdad). El tal Foyth ese, el Alberto Moreno (que a mi en el Sevilla ya me encandilaba), pero lo mejor de todo fue ver el duelo entre Capoué y Kondogbia. ¡Qué pasote total! ¡Vaya par de bestias! Me lo pasé de lo lindo viendo a ambos enfrentándose una y otra vez. Dos auténticos gladiadores. Honor y gloria para ambos. Por nuestra parte, muy buen partido de Llorente (es lo que toca, compañero, a mi tampoco me hace demasiada gracia verte ahí, pero…), del ya citado Kondogbia, una vez más, muy buenos minutos de Koke, y luego, lo de Correa, claro. Eso ya va para fuera de concurso.
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:
La pareja de centrales, ayer, un espanto, la verdad. Pero un espanto. Dicho esto, reitero, no tenían enfrente al Bollullos del Condado. Las cosas como son.
ÁRBITRO: El Mazacote de Alberola Rojas.
A mi me pareció un arbitraje maravilloso, con un lunar, eso sí, en no haber sacado tarjeta a Albiol en un codazo brutal sobre Joao Félix (amarilla-naranja, lo menos). Lo de Kondogbia, pues chico, la segunda es amarilla (llega tarde y pisa al rival) y la primera, le está bien empleado por gilipuertas y tirarte media hora a falta ya de solo un cuarto de partido protestando no sé qué polladas sin ton ni son. Mira que me jode las tarjetitas por las putas protestitas del orto, joder. Una cosa es presionar a un árbitro, hacerle ver que estás, y otra tirarte un buen rato haciendo el canelo cuando te está perdonando la puta tarjeta, y sigues con la misma historia. Ahora, cuando mejor estás, a perdernos un partidito absurdamente, joder …
TERMÓMETRO ROJIBLANCO (- 9 GRADOS).
Empate de obligado cumplimiento, que no ganamos un partido a un rival más o menos directo, ni aunque nos ahorquen por ello, cojones. El frío y la situación, en general, sigue siendo preocupante. Muy preocupante. Consuélense que, al menos, no bajó.
Y esta semana tenemos la oportunidad de llevarnos el primer gran alegrón de la temporada. Para mi la Supercopa de España es sagrada, el formato me encanta (lástima, eso sí, que se juegue en Qatar, si haces esto mismo en España en cualquier ciudad neutral en un fin de semana, imagínenselo por un instante, solo háganlo), es un título, somos el Club Atlético de Madrid, y debemos de ir a por ella sí o también. No hay más. “Quiero verte Campeón, te llevo en el Corazón”.
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