7 de marzo de 2022

Betis 1 - Atleti 3. Muscho Atleti.

Este Atleti que volvió a ser y a recordarme, un poco, el que viene siendo durante toda la puñetera temporada. Este Atleti que se adelantó en la primera acción de peligro que tuvo, en una buena internada de Correa, que cedió el pase a la perfección tras la ya de por sí inteligente maniobra de Joao Félix, retrocediendo a su vez un poco su posición para facilitarle la asistencia al argentino. Este Atleti que tanto me acojona cuando se adelanta tan prontito en el marcador. Cuidado Atleti.

 

Este Atleti condenado que se le ha olvidado por completo cerrar un puñetero partido como Dios manda. Este Atleti que recula hasta límites insospechados. Este Atleti que cada saque de esquina en contra es una taquicardia total, cada centro lateral un sinvivir, cada saque en largo de Oblak, o despeje de Giménez o de Felipe, es un volver a empezar para nuestro equipo rival. Me aburres, Atleti.

 

Este Atleti que divierte, y de lo lindo, al espectador neutral, eso sí, convirtiendo cada encuentro suyo en un homenaje a cualquier buena tragicomedia que se precie. Este Atleti que, si si tuviese ya pocas lesiones de por sí, apenas cumplida media hora se le lesionan dos nuevos elementos, Sime y Correa. Este Atleti que, debido a tal circunstancia, me sacó una pequeña sonrisa, al imaginarme al Señor Patriota completamente exasperado en su casa ante tal circunstancia. Hospital de campaña Atleti.

 

Este Atleti, que es capaz de desaprovechar una contra a nuestro favor de tres delanteros para un defensa, demostrando Carrasco, una vez más, mi teoría inefable de que cuando un delantero tiene más tiempo que pensar del que debiese delante del portero, termina haciendo el gañán (porque es complicadito teniendo a Joao Félix solo, a Lodi más al fondo solo también, se la termines echando al defensa que viene como un poseído remando desde atrás, por no hablar, claro, de que también podía haber chutado el propio Carrasquito de mis entretelas). Qué se había fumado Carrasco antes de salir al Villamarín, todo un misterio para mí, pero que empanadilla total que llevó todo el encuentro, sus muertos. Ayy, qué Atleti.

 

Este Atleti al que siempre convierte a Tello en internacional (es muy bueno, extremito de los de antes, especie a extinguir, desgraciadamente, añado). Cómo se salvó del gol tras centro del dichoso Tello, corte inverosímil de Giménez, y rechace posterior en Paul (el de ellos, del nuestro es que no quiero ni hablar, al menos, de momento), desde el área pequeña, que sale por encima del larguero. Este Atleti cuando uno va viendo que, poco a poco, se masca la tragedia. Nos van a empatar, Atleti. Mira que te lo estoy diciendo. Espabila, Atleti.

 

Este Atleti que se vuelve a salvar tras un remate a bocajarro, más solo de la una, de Bartra tras un saque de esquina, mientras nuestro incalificable De Paul andaba retocándose su enésimo tatuaje. Este Atleti vulgar, vulnerable, soez y, por momentos, patético. Te mato, Atleti.

 

Este maldito club que pasa de todo, que permite que uno de sus jugadores, en estos momentos decisivos del discurrir de la temporada, se permita el lujo de sacar hasta vídeos porno y todo anunciando a bombo y platillo su fichaje por su nuevo Club, cuando tenemos todo aún por disputar. Claro, luego nos extrañamos de que, por ejemplo, mi hermano Manolo, que andaba viendo el partido conmigo en casa, lance un improperio diciéndole que se vaya ya a tomar por culo cuando el Señor Herrera, en el minuto 50 y en pleno asedio local, al borde del descanso, se ponga a sacar el balón jugadito, controladito y rodeado de rivales presionándole, en vez de mandarlo al santo guano, carallo. Lógicamente, le terminan robando el balón y, cómo no, le cae al citado Tello, que se saca un precioso disparo ajustado al palo batiendo de forma inapelable al bueno de Jan. Y, mientras tanto, Oblak desesperado, indicándole al citado chamaco que la cabeza le tiene que servir para algo. Yo te doy una idea, Jan. Para cortársela, por ejemplo. De aquellos polvos vienen estos lodos. Estos delincuentes de dirigentes de nuestro Atleti. Maldito Atleti.

 

Este Atleti que comienza de nuevo la segunda parte con susto tras saque de esquina (mira qué es raro, oigan) del Presidente del Club de la Comedia, el farfán  de Joaquinito, o graciosete estúpido análogo, en un saque de esquina directo, en el que Joao decide realizar su primera clase de capote en el arte del toreo, apartándose del balón cuando está, supuestamente, cubriendo el primer palo, obligando de nuevo a Oblak a realizar una parada inverosímil. Joao, mal. El que le pone a defender eso, peor.  Dichoso Atleti, malditos córners.

 

Este Atleti que tampoco aprovecha los saques de esquina que tiene a favor, rematando bien Felipe al palo, remachando fatal Giménez cuando tenía todo para batir plácidamente a Bravo. Este Atleti, otrora inigualable en el balón parado, y que ahora es capaz de sacar una falta lateral en ataque a nuestro favor, ir retrocediendo el balón para acabar en los pies de Oblak, tal y como nos demostró perplejos que fue capaz de hacer durante el primer periodo. Este Atleti es tan “simpático” que a veces parece un invitado del Club de la Comedia en cuestión. Y este Atleti, bromas, las justas, oigan.

 

Este Atleti que, en el minuto 61, sin embargo, Dios, o el Espíritu Santo, o una mezcla de ambos alineados con todas las constelaciones de estrellas y galaxias habidas y por haber en el mundo, consiguen que De Paul de un pase … ¡Uno solo! En condiciones sobre la internada de Llorente, este recuerde aquél que fue hace tan solo un año, se marche como una exhalación por su banda derecha, y meta un preciso pase, en el momento justo (ni un segundo más, ni una milésima menos) para que, de nuevo, Joao Félix, logre adelantarnos en el marcador. Contragolpe puro y duro, nuestras auténticas señas de identidad. El Atleti.

 

Este Atleti al que al pobre Joao, entre un mano a mano sacado por Bravo, y otro maravilloso gol desde el centro del campo del portugués, anulado salvajemente por ese homenaje a la mediocridad más absoluta que fue Cuadra Fernández, “árbitro” del partido de ayer, le privaron al chaval de su más que merecido hat-trick. Genuino y clásico a más no poder Atleti.

 

Este Atleti en el que, por fin, en el 81 de juego, le dio por empezar a aparecer a su dorsal número ocho, y en una prodigiosa arrancada desde su campo, ridiculiza hasta decir basta a Victor Ruiz, y cede el pase de la muerte hacia Lemar, para poner la sentencia definitiva (con todo el riesgo que suele ser realizar tal afirmación tratándose de “este Atleti”) en el marcador. Otra contra de enciclopedia. Mi Atleti, nuestro Atleti.

 

 

Y fin de la nochecita. Victoria al canto, frente al finalista de Copa, en un partido vibrante, con muchas alternativas para ambos equipos, pero que terminó llevándose el que mejor supo interpretar su papel de loco imprevisible, frente al Curro Romero del fútbol Español. Este Atleti, “Musho Atleti”.

 

EL CRACK DEL PARTIDO:

Oblak recupera sensaciones, Llorente también. Bastante bien Lemar, conduciendo a la par que distribuyendo el balón con jerarquía y autoridad, pero Don Joao Félix sigue de dulce, brillante, participativo, fresco, ágil y con gol. Decisivo, vamos. Que es el auténtico rol para el que se le fichó. Y es que, mis protegidos jamás me fallan.

 

LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:

El partidito otro de mis protegidos, Carrasquito, es para hacérselo ver, ¿Eh? Reitero: salió drogado y fumado perdido. Ojito al control antidoping del belga. Claro que, nada comparado con esa máquina de perder balón sí, balón también, que fue De Paul. Qué manía de ralentizar el juego, dándose la vuelta, intentando aguantar el balón para terminar finalmente perdiéndola. Y una. Y otra. Y otra. Y otra. Y otra vez. Hacía tiempo que no me sacaba de mis casillas nadie, y eso que estaba en el sofá prácticamente tirado debido al maldito enfriamiento que debí de pillar el jueves, y que me ha tenido todo el maldito finde para el arrastre. Y dejo ya de escribir sobre De Paul, que veo que me vuelve a subir de nuevo la puta fiebre.

 

ÁRBITRO:

Cuadra Fernández. El que me faltaba para mi fiebre. Qué auténtica colección de despropósitos pitó este señor. ¡Qué tarjetas, qué faltas, qué manera de interpretar el reglamento! Eso, por no hablar del gemelo del Señor Mármol, el ínclito Iglesias Villanueva, que andaba jugueteando con el VAR. La mano del defensor bético, mandando el balón a córner, ¿Cómo no se puede pitar hoy en día, con lo que está cayendo por ahí, Señor mío? O ese robo de balón casto, puro y limpio hasta decir basta del dorsal número ocho para que Joao metiese uno de los goles de la Liga, sin lugar a dudas, y que, vista la inutilidad suprema del señor de la puta Cuadra, no entiendo como el VAR tampoco entra en escena. Los arbitrajes del Atleti. La historia de nuestra puta vida. Pobre Atleti.

 

TERMÓMETRO ROJIBLANCO (- 7 GRADOS).

 

Rival directo, jugándonos los cuartos a cara y cruz,  a tumba abierta, bien merece que, al fin, el Termómetro sea generoso a la par que justo, y conceda una subida de nada más y nada menos de 3 gradazos entre pecho y espalda. ¿Ven como nuestro guía espiritual nos compensa cuando realmente lo merecemos? ¿Ven como nuestro Faro, ilumina nuestro camino áspero, seco y duro, con su resplandeciente y rojiblanca, a la par que brillante luz? ¿Dónde andan los incrédulos del orto ahora? Las comadrejas huyen despavoridas, mientras, el Termómetro es todo estabilidad, sapiencia y saber hacer. Se me vayan aprendiendo todos la lección, háganme el favor.

 

Y el viernes, el Cádiz. Día extraño, rival juguetón. Que se nos confíe nadie, que este partido habrá que roerlo también. Y mucho. “Había una Pandemia, en toda la Nación, pero el Frente quería, que salieras Campeón”.

 

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