Toneladas de sueño, algo de dolor de cabeza, sonrisa de oreja a oreja, garganta más que tocada … Todo correcto. Síntomas inequívocos de haber vivido un derbi como Dios manda. Con su divertida previa de rigor (sin grandes desmadres ya tampoco en lo que a mi respecta, y casi mejor así, que se saborea todo muchísimo mejor), pero con la intensidad, sentimiento y pasión que requiere tal partido.
Un derbi más que justamente ganado, por cierto, frente a ese equipo que venía ya prácticamente con el título en el bolsillo y con el próximo balón, bota y cuernos de oro, respectivamente, el carnicero Bellingham, del cual, conociendo a los interfectos ciervos en cuestión y su forma de actuar también, ahora estarán degradando tanto como a sus propios compañeros o como a su entrenador. Es el problema de creerse permanentemente el ombligo del mundo y pensarse que todo gira alrededor de ellos, sin respetar nada ni a nadie. Y ahí se plantan, y no hay forma humana de moverles, oyes. País …
Y un derbi necesario, e, inclusive, vital el haberlo ganado. Corríamos el riesgo de descolgarnos de todo sin ni siquiera acabar septiembre, con lo que eso conlleva de desazón y desencanto entre la afición colchonera. Pero es que el derbi se ganó en todo: en el campo, en el banquillo, y, ni que decir tiene, desde la grada, con un ambiente, por momentos, tan épico como a la par que emocionante. Se siente, los Atléticos somos así, y al que no le guste, que se muera. No hay más.
El Atleti salió a por el partido como hay que salir en este tipo de encuentros: transmitiendo electricidad por todos los poros de su camiseta. A los cuatro minutos, una maravillosa asistencia de Lino se convirtió en el primer tanto de Don Álvaro de espléndido testarazo. Con nuestro nueve nos deleitaremos más adelante, pero vayan quedándose con este nombre: Lino. Su rendimiento ayer fue sencillamente descomunal. Toda una grata sorpresa para el que esto os emborrona.
Los nuestros dieron el pasito atrás de rigor ante dicha situación, y el Madrid empezó a dominar la situación, pero con menos ideas que yo si tuviese que enseñar un Master sobre el IBEX-35 ese. Total, que a los 15 minutos, el Metropolitano se puso patas abajo, en otro gran centro del renacido Saúl que Diosito Grizzi cabeceó, también, de forma inapelable, batiendo la portería defendida por Kepa. Así trajo el Atleti a los ciervos toda la noche: de cabeza.
A continuación, el dominio vikingo se acrecentó, mientras que la muchachada abusó en exceso del enculamiento en nuestra área, y de achicar balones sin ton ni son. Esa táctica no es buena frente a ningún adversario, con que, frente a éstos, menos aún. ¿Conclusión? Lo que tenía que pasar, pasó: Kross controla un balón en la frontal del área, recorta a un rival y bate de tiro inapelable al bueno de Jan. Un golazo, para qué lo vamos a negar.
De aquí al final de este primer periodo, el objetivo era claro: aguantar con este resultado como fuese. Y se consiguió. No de la forma en que me hubiese gustado, pero se hizo, ya que el Madrid lo único que hacía era disparar desde fuera del área, vista su impotencia ofensiva real (con perdón). Con este 2-1 nos fuimos al descanso. Y, les voy a reconocer una cosa muy particular: prefiero irme al descanso frente a este tipo de escuadras, con un 2-1 que con un 2-0. El primero es un resultado que te hace ver que las cosas van bien, si, pero no has conseguido nada, con lo que hay que salir con la máxima tensión después de este tiempo. Por su parte, el segundo suele convertirse en un estado de hibernación-relajación del que luego cuesta un mundo salir, y que generalmente suele costar puntos teóricamente hechos. Pero a mi no me hagan mucho caso, esto son solo mis cosas.
La segunda parte comenzó idéntica a la primera, pero con un tanto aún más tempranero si cabe nuestro. De nuevo, otra asistencia del imperial Saúl sobre la cabeza de nuevo de Morata, y Don Álvaro se certifica como pichichi del presente campeonato nacional liguero en la actualidad. El Metropolitano se extasió, y esta vez, no vi peligrar el partido, puesto que, a pesar del dominio consiguiente de la manada cervatil, los nuestros no perdieron ni mucho menos la cara al encuentro, y, esta vez sí, en vez de rifar el balón en defensa, se defendió como a mi me gusta: con el balón en los pies y sacándolo jugado, siempre que se pueda, desde atrás. Sé que unas veces saldrá mejor que otras. Sé que tiene riesgo evidente. Sé que a veces, como último recurso, hay que pegar un melonazo a donde sea y fuera. Pero eso. Como último recurso. Porque lo que sí que tengo claro del todo, es que, cuando nos limitamos a defender al borde del área achicando balones sin ton ni son, no salimos de ese estado y se nos terminan marchando los encuentros. Y coña, si lo saben hacer muy requetebién de la otra forma, ¿Por qué diablos volver a vicios pasados? No hay color, vamos.
Y pudimos ampliar la ventaja en un cabezazo de Hermoso que repelió el larguero (debió de ser el único lanzamiento de esquina que sacó la muchachada medio decente, por Dios, qué cruz con este asunto, carallo). Del Madrid solo recuerdo un remate a bocajarro de Brahim, que repelió convenientemente Don Jan Oblak, y la entrada del citado carnicero británico sobre nuestro Angelito Correa, que en un ataque de soberbia descontrolada ante el baile rojiblanco que andaba padeciendo en esos últimos instantes, decidió tomarse la “justicia” por su mano y embestir a nuestro Marginal favorito (y ojito, parece haber acabado lesionado de verdad).
El final del partido fue sencillamente apoteósico. Todo el Metropolitano en pie, cantando al unísono a todo pulmón, coreando con olés a nuestros jugadores mientras les dio por sacarse a paseo un poco la chorra y humillar al rival como hay que hacerlo en el campo, que en la grada ya nos encargamos el resto de realizarlo también. Fue un final celestial, emocionante, lleno de adrenalina colchonera al mil por cien. Un derbi jugado, planteado y conseguido vencer de forma tan necesaria como justa, y que deja bien clara la conclusión final: MADRID ES ROJIBLANCA.
EL CRACK DEL PARTIDO:
La verdad es que fue un partidazo de todo el equipo. Como ya he dicho, Lino ayer, me gustó incluso más que algunos de los mejores partidos de Carrasco. Le veo mucho más inteligente que al belga en la lectura de los partidos. Puede (ojo, digo puede), que no sea tan vertiginoso como vertical que era Yannick, pero lo suple con tanto o más trabajo que el belga, y con excelente lectura de lo que realmente necesita el equipo de él en cada instante. Diosito también estuvo descomunal, pero yo me quedo, de nuevo, con el regreso de uno de mis favoritos, Saúl. Le veo con una madurez, con un trabajo, con una soltura y con una personalidad sencillamente insultante. Si sigue en esta línea (que no tengo por qué dudar que lo va a realizar así), estoy plenamente convencido de que será un auténtico refichajazo, y como en este bloq siempre bancamos a muerte por nuestra gente, la satisfacción final resulta plenamente gratificante del todo.
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:
Tener siempre un rival así enfrente, al cual se le excusa todo, se le vanagloria cualquier desfachatez que se les ocurra, que nunca ha sabido ganar, mucho menos perder, y que, precisamente por todo esto, recuperar este olor a Napalm por las mañanas en la ciudad de Madrid, es la mayor recompensa que un Atlético de bien puede conseguir. Todas las victorias molan, pero frente a estos, todo el entorno que luego generan es orgasmeante a más no poder. Te dictan sus sentencias, se justifican quejándose del arbitraje, pero ojo, que ni siquiera nos dan el derecho a que les robemos. Qué va ¡Resulta que el que les ha robado es el Barsa! ¡Ni eso nos conceden! Muchos “no han visto” el partido, prefieren el baloncesto, el fútbol nos les da de comer y blablabla, mientras, el resto de la cervatada rabiosa, te dicen lo que debes celebrar, lo que no, y cómo debes o no hacerlo, solo faltaba. Ellos son la superioridad moral de todo. Afortunadamente, eso sí, los Atléticos nos reímos a carcajada limpia de dicha “superioridad”, porque, en el fondo, no hay mayor satisfacción posible que el no ser, ni parecernos siquiera, a ellos. Jamás de los jamases, vamos. El día que tengamos el más mínimo atisbo de dicho comportamiento, será el auténtico principio del fin de este bendito Club, y por ahí, los auténticos aficionados, jamás pasaremos. Por encima de nuestro cadáver, vamos.
ÁRBITRO:
El levantador de pesas del Arberola ese. Del tanto anulado a los vikingos, ni me enteré en el campo de por qué fue, la verdad. Eso sí, a continuación, una manada de ciervos salvajes acorraló al trencilla, impidiéndonos reanudar el juego, cuando estábamos en todo nuestro derecho de realizarlo así. Y de la expulsión del carnicero de Stourbridge que no tuvo cojones de realizar, ya hablaremos otro día.
Que nadie ose dudar nunca más del compromiso de Don Álvaro, hagan el favor. Que ni uno solo lo haga. Ayer lo demostró bien clarito, por si aún albergaban dudas al respecto.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO (+ 8 GRADOS)
Partíamos de 3 grados positivos. Dos grados más por la victoria. Vamos por el culo te la hinco. Otros tres añadidos por tratarse de un derbi, así que acabamos con ocho pletóricos y exultantes grados en nuestro Termómetro favorito. Bien, coño. Bien.
No quiero despedir esta cronicucha del orto sin antes dedicársela a dos personas muy especiales para mi. La primera de ellas es Miguelito, porque una inesperada llamada suya del viernes noche me hizo el mejor regalo posible que se le puede dar a cualquier buen atlético que se precie, y fue el cederme su abono desinteresadamente para que acudiese a dicho evento. Y, desde luego, tal y como se desarrolló el asunto, nunca tendré suficientes palabras para poder agradecérselo salvo con mi amistad incondicional y con mi reconocimiento infinito. Así que, una vez más, muchas gracias, Hermano, y póngase sano echando hostias, ¿Estamos?
La otra es Doña Tania, mediabufanda de nuestro entrañable Don Rubio, y que anda pasando por un percance algo extraño en su existencia. Convencido me hallo de que esto quedará en una de esas travesuras que, de vez en cuando, le da al destino por juguetear con nosotros, y que, tan radiante y bella como siempre, nos seguirás iluminando y guiando con tu presencia sin mayores complicaciones finales. Se la quiere, y se la espera. Y de todos los demás males, ando sin miedo alguno, que sé que Don Rubio, Escudo Rojiblanco en mano, todo Coraje y Corazón, la defenderá de todo mal imaginable e inimaginable posible.
Y el jueves, Osasuna … Bah … ¿Y a quién cojones importa en estos momentos Osasuna? “Luchando, ganando, peleas como el mejor” …