La enigmática frase que De Paul le puso firmada en un balón a Don Diosito Grizzi después de un hat-trick del francés, va tomando cuerpo y forma, no solo parece entre la muchachada en sí, sino que está empezando a calar, y mucho, entre la afición también.
Porque el Cholo tiene un plan, estoy convencido de ello. Se lo noto en su mirada. Tiene ese brillo especial de emoción descontrolada que tanto me apasiona en él.
Como ya os he indicado, los jugadores también lo tienen. No hay más verles lo unidos que están, cómo celebran los goles, qué piña hicieron en el vestuario para homenajear al gran Kokinho al finalizar el partido. Da gusto también ver lo solidarios que son en el campo, cómo se ayudan los unos a los otros. Pueden jugar bien, a veces lo hacen muy requetebién, otras tocan ponerse el mono del ya arraigado “unocerismo” como forma de ir sacando la nave hacia adelante, pero el caso es que ahí están: salvo en partidos muy puntuales (véase Las Palmas, estas son las cosas que tiene el Atleti, forma parte de nuestro ADN e idiosincrasia, no molesten, por favor) el equipo lleva una línea, por momentos, bastante emocionante, la verdad. Inclusive, ahora, en cada partido que disputan, ya van todos juntos a agradecer el apoyo de la gente al final del mismo, como conscientes de que cada uno de los que andamos disputando esta temporada fuesen prolegómenos de algo muy especial por venir, lo cual conlleva que cuando estamos alineados todos en la misma dirección, somos un rival cada vez más complicado de batir. Por cierto, y sea el rival que sea, que los del ombligo permanente de la humanidad se creen que esta exclusiva es solo para ellos también (qué pereza de peña, por Dios Santo).
No es una tontería este récord que seguimos batiendo de ganarlo todo en el Metropolitano. Este tipo de historias crean leyendas y hace que nuestros rivales salgan cada vez más concienciados de dónde juegan, y a quién se van a enfrentar. Y eso mola, qué carallo. Eso transmite respeto, huele a miedo en cuanto el balón empieza a rodar. Es una sensación cantidad de gratificante.
Y, por supuesto, como no podía ser de otra manera también, desde la grada también tenemos un plan. La gente acude en masa al campo, el ambiente cada jornada que pasa se va superando más y más. Nuevos cánticos, cada vez más colorido, parece como si todos fuésemos conscientes de que también jugamos nuestro partido, nos sintamos importantes, y, en consecuencia, no queremos perdernos nada de ese enigmático plan tampoco.
El pasado sábado, el susodicho plan se resumió en algo que conocemos, a la par que nos identifica, a muchos Atléticos: el unocerismo, como dogma de fe. Es cierto que la muchachada, últimamente, nos tiene mal acostumbrados con sus grandes goleadas en bastantes encuentros anteriores. Por eso, de vez en cuando, no viene nada mal una dosis del excitante unocerismo en vena. Los condicionantes, los conocen de sobra: partido más o menos espeso, se conceden pocas ocasiones, palmamos las buenas que tenemos, al final logramos conseguir gol de dónde parecía no haber nada, y acaba el partido con la gente en pie en la grada, bufanda al cielo del Metropolitano, en una mano, y en la otra, el corazón que se nos sale por la garganta, dispuesto a, cuando el árbitro pite el final, volver a colocarlo en su sitio.
Y empezó muy bien el Atleti, ¿eh? Yo diría que realizó unos primeros 10 minutos sencillamente brillantes, a la par que impecables. Con todas nuestras señas de identidad en nuestro juego de este presente año explotándose en su máxima expresión: velocidad en circulación de balón, dominio total, movilidad absoluta, fluidez en el juego, inteligencia en el mismo, presión y precisión. A los 4 minutos, una maravilla de pase de Pableras Barrios, de esos tan de escuadra y cartabón con que nos deleitaba Don Chus Landáburu antaño, no llegó Morata a rematarlo por un pelo (bueno llegar, llegó, pero no con la suficiente anticipación final). Hablando de Barrios. Cada día le veo mucho mejor, intentando nuevas cosas, mejoró muchísimo en su faceta defensiva también, aunque tiene que tener cuidado cuando está presionado en nuestra última línea de atrás, porque jugando el equipo tan adelantado, el más mínimo error puede ser mortal de necesidad (ayer lo vimos bien reflejado en la ocasión de Amath final). Pero no adelantemos acontecimientos.
Apenas dos minutos más tarde, y con un Lino completamente desatado y volcado como un loco por su perfil hacia la portería bermellona, una internada suya encarando a Gio González, su letal pase de la muerte incluido, y remate posterior de Angelito Correa que se le marchó al limbo por meter en exceso el pie debajo del balón. Reitero, siete minutos, y ya podíamos estar 2-0. Fantástico Atleti, si señor.
Pero hasta aquí se acabó el vértigo. A partir de ese instante, el Atleti dominó con la misma insistencia si cabe, cierto, pero ya no con la lucidez de ideas anterior, y el Mallorca, poco a poco, se fue desperezando y aunque lo de pisar nuestro área era un destino demasiado bonito para ser cierto para ellos, bien es cierto también que nos empezaron a realizar una presión en nuestra primera línea de juego que nos dificultó cantidad la construcción del mismo.
A los 13 minutos, el Lechugo Llorente le quitó un balón inverosímil a ese personaje de novela sudamericana denominado Abdón, después de darse un carrerón del copón, cuando el “Patrón” estaba dispuesto a fusilarnos sin piedad. Poco después, Koke intentó su golito en un día tan señalado para él, pero disparó demasiado lejos y colocado, con lo cual el balón se le marchó por encima del larguero.
Allá por el 24, Barrios nos demostró su progresión en tareas defensivas, al robarle un balón in-extremis a Samu Costa (me gustó un montón el portugués este, estaba en todas partes, con esa pinta que tiene el menda de acabar de levantarse de la cama), viniendo desde atrás también después de otro carrerón.
Pableras estaba en su momento desatado también, y en otra brillante acción individual, le puso el balón a Don Álvaro, para que éste rematase mal por encima de la portería (no tuvo su día el bueno de Morata, la verdad). A los 33, Hermoso la tuvo en un córner botado por Diosito, pero su testarazo se marchó fuera, en buena parte debido al constante agarrón al que le estaba sometiendo un tal Nastasic (¿Orantes?).
Ya al borde del descanso, repetimos protagonistas: Morata gana muy bien la posición al afamado tenista, pero Rajna Rajkovic realiza una gran parada en el, ahora sí, certero remate de Don Álvaro. Con este 0-0 nos fuimos al descanso. Estaba claro que este partido sería, a lo sumo, de “unocerismo final”. Otro de tantos.
El segundo periodo siguió fielmente el guión de cualquier encuentro que se precie del citado unocerismo. El Atleti salió bastante más volcado sobre la portería de los ensaimadas, llegando a embotellar de nuevo al rival, pero el crear una ocasión clara para terminar de anotar un tanto a nuestro favor, no terminaba de verlo, la verdad.
Sin embargo, Morata tuvo la primera, en una asistencia de Llorente que, de nuevo, Ragnar Lothbrok desvió a córner en otra buena intervención. Poco después, el propio Don Álvaro se puso ese disfraz de patán desarraigado que a veces le da por lucir, y terminó desperdiciando otro excelente balón que le puso el infatigable Lino, en un remate en el cual, seguramente, pensó una cosa, pero ejecutó otra. Posteriormente, el propio Alvarito se sacó un zambombazo desde fuera del área que parecía que iba al limbo, pero que al final pasó mucho más cerca de la meta de lo que todos intuíamos. El Atleti ahogaba sin piedad al equipo de Don Javier Aguirre (un tipo que siempre contará con su buena dosis de respeto a la par de aprecio en este, nuestro bendito bloq).
Al cuarto de hora de este segundo tiempo, esta vez fue el bueno de Azpilicueta el que le puso otro balón de oro a Angelito, pero su remate tampoco consiguió lograr el objetivo de besar la red como un gol de Ayala.
Hasta que, cinco minutos tan solo después, Hermoso controló un balón pisando el mismo con la plantilla hacia adelante para situar el esférico a su uso y disfrute, y cuando Mario hace esto, el pase le suele salir tan espléndido como así fue en realidad sobre la cabeza de Diosito, que, de un inapelable cabezazo, batió por fin al puñetero rey vikingo. Un gol que, para el francés, sirve ya para superar al gran Escudero (que se dice pronto, un gol para la historia, pues), y que para Hermoso, sirve para dar un paso más hacia adelante en su, intuyo, firme propósito de abandonar el Club la próxima temporada. Me da que no vamos a poder retenerle, tras una entrevista que le he leído la semana pasada precisamente (es intuición femenina, ojo, no información). En fin, lo que siempre digo: disfrutémosle mientras esté con nosotros, lo mejor que podemos hacer.
A partir de ahí, ya saben. El rival que se desmelena, el Atleti, a defender tocan, y los aficionados, a sufrir a tope, por muy inocente que pareciese el Mallorca. Azpilicueta le quitó un gol al tal Samuestoyentodaspartes ese. Poco después, a falta ya de 10 minutos para el final, Oblak demostró una vez más que los que siguen viendo “diferente” al bueno de Jan, deben de basarse exclusivamente en el cambio físico que da una persona en los 9 años que, creo, lleva ya con nosotros, porque el paradón que hizo a un remate de volea de un tal Gio González, poniendo esa mano de acero indestructible que acostumbra, solamente es digna de lo que es, un elegido.
Y faltando solamente 6 minutos, un imperdonable balón que despista Pableras se convierte en una contra fulgurante comandada por Amath, que se fue en velocidad a toda pastilla, y cuando ya tenía el gol hecho delante de Jan, se disfrazó de Don Carlitos Aguilera en aquel partido del Dobleti en Tenerife, y su remate salió manso y excesivamente cruzado ante nuestra portería. Amath, por y para siempre, UNO DI NOI.
Menphis, ya en el descuento, dudó entre rematar definitivamente el partido, o lesionarse (a fecha de hoy, no ocurrieron ninguna de esas dos circunstancias, que sepamos, vamos), y colorín colorado, esta nueva sesión de Unocerismo en vena, ha terminado. Así que, sigamos con el plan, pues.
EL CRACK DEL PARTIDO:
Me gustó mucho Azpilicueta (siempre me gusta mucho Azpilicueta, en realidad), partidazo de Lino (se lo van a llevar a la Selección Brasileña más pronto que tarde, ya verán), Pableras sigue creciendo, Diosito ejerció de crack una vez más (de lo que es, vamos), y Boney M. Witsel me tiene cada vez más abducido si cabe. El tío no falla un solo pase (ni uno solo) y posee una inteligencia infinita a la hora de la lectura del juego. Dicho todo esto, hoy tiene que ocupar este escaño Don Koke Resurección, que 600 partidos no se cumplen tan a menudo por un jugador en un mismo equipo. Y van a ser unos cuántos más. Seguro, vamos …
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:
Que el Señor Presidente de este bendito Club no tenga el par de huevos de asumir su patética imagen, y haga aún más el ridículo entregándole a nuestro Capitán una placa conmemorativa de sus 600 partidazos a escondidas, cuando el campo está ya vacío y no se le puede aplaudir al jugador en cuestión a rabiar desde la grada, tal y como hubiese merecido, es algo inaudito, la verdad. A los calificativos ya conocidos de borracho, pendenciero y delincuente, ya tenemos otro para añadirle en su impresionante abanico de posibilidades: rata cobarde y ruin.
ÁRBITRO:
Uno de los 15.000 Munueras Montero que hay por ahí. El primer agarrón que hubo sobre Hermoso se puede pitar penalti, si bien, en mi concepción del fútbol que he mamado, yo tampoco lo hubiese pitado en realidad. Por lo demás, no molestó en exceso.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO: (20 GRADOS).
Yo ya no doy crédito a todas las cosas que se me indican por el dichoso artilugio en cuestión. Se me han pasado toda la vida diciendo que si rácano, y dándome palos a diestro y siniestro porque no lo subía a su gusto y antojo. Bien. Decido esta temporada modificar los criterios que con tanta sabiduría y templanza manejaba, con el fin de satisfacer un poco su ansia de temperaturas más elevadas, y ahora resulta que hay gente que me indica que tampoco le gusta así, que vuelva al sistema antiguo, otros que no lo entienden ahora, los más que nunca lo han entendido … Esto es la casa de tócame Roque, vamos. Sinceramente, ya no sé ni por dónde seguir, pero bueno. Actualicemos: partíamos de 17 grados el día del Alavés. Por el puente que nos pillamos en Las Palmas, bajo 2 grados (15, pues). Sin embargo, recuperamos de nuevo 3 grados, por ganar a los estúpidos de los putos azulejeros Mercadonianos, y la victoria frente al Mallorca, de obligado cumplimiento, pero al haberse conseguido manteniendo la portería a cero, suman 2 nuevos gradejos, así que, lo dejamos en 20 primaverales graditos. ¿No me dicen que ahora no les gustan los grados? Pues ahí tienen grados. Para dar, tomar, y disfrutar.
Faltaba actualizarlo también, si señor, con 3 chicharritos más de Don Álvaro. Ya quedan menos de diez para conseguir el objetivo final. Vamossss …
Y mañana, partido para evaluar exactamente el plan que tengo yo con el equipo. Porque también tengo uno, lo tengo claro, pero necesito descartar mis serias dudas sobre el rendimiento de la muchachada este año fuera de casa, y qué mejor comprobar la medida real (con perdón) de nuestras posibilidades que jugarnos mañana el sentenciar nuestro pase a la siguiente fase de la CHL, nada más y nada menos que en Rotterdam, y con un equipo que anda en un estado de forma sencillamente pletórico, el Feyenoord. Dicho esto, aquí ya también estaban muy bien, y palmaron … Veremos cómo sale el plan al final. “Te queremos, te adoramos, junto a ti, hasta morir”.