Pues sí. Ya se va acabando todo esto, y empieza a haber ese tufillo melancólico-nostálgico de saber que se nos marcha definitivamente la temporada. Es curioso las sensaciones que produce el mundo del fútbol. Uno, personalmente, medio anda ya deseando pillar unas vacaciones futbolísticas, por un lado, pero, por otro, ya también comienza a sentir ese gusanillo en el estómago por el inicio de la siguiente. Desde la grada, por su parte, empiezan las primeras tertulias sobre posibles fichajes (que finalmente serán retales, ya saben), salidas, renovaciones y demás. Todo es como un "cierra la puerta ya, pero no eches la llave, que la vuelvo a abrir enseguida".
Se me vienen a la cabeza todas
estas previas tan divertidas que he pasado todo el año junto a mis Hermanos de
Grada. Recuerdos de partidos tan inolvidables como el día del Inter, o los del
día del Madrid. Alguna que otra previa que se me alargó más de la cuenta, todas
las dosis de ilusión que teníamos allá por Diciembre-Enero. Y es que, a los
Atléticos, a eso, ilusión, no nos gana nadie, ni nos ganará jamás. Por eso luego de las hostias que nos
pegamos cuesta levantarnos tanto, claro. Pero no tenemos remedio, somos así, y
sé que empezaremos la temporada con las sobredosis de desenfreno y locura que nos
caracterizan. Y así moriremos.
Empecé mi jornada dominical
yéndome por la mañana a ver al Madrileño, y acabé el partido no teniendo muy
claro si salía de un campo de fútbol o de un cocedero de marisco. El calor que
se puede llegar a pasar en ese estadio tan tercermundista, si ni un solo
hueco de sombra alrededor del mismo, máxime en un día tan asquerosamente de
bochorno como fue ayer, es, por momentos, sencillamente desquiciante. Por si
fuera poco todo esto, añadan otra gran novedad: la presencia de un montón de
nuevos y simpáticos bichitos pequeñajos, como si fuesen garrapatas, en todos
los asientos como nuevos inquilinos del Cerro, con lo cual nos da un panorama
la mar de acogedor y confortable. Obviamente, cuando llegué a casa después de
mi maratoniana jornada de fútbol, lo primero que hice fue ducharme con zotal,
que vaya usted a saber la procedencia de dichos bichitos en cuestión (no lo quiero ni pensar, qué puta
vergüenza de todo, madre).
El partido en sí fue un
apasionante empate a cero, con un Madrileño muy dominador del encuentro pero
con escasa profundidad atacante, por un lado, y un Melilla ya descendido que
vino a mantener con algo de hombría y gallardía la defensa de su camiseta, pero
que hizo que Iturbe fuese prácticamente un espectador más a lo largo del
encuentro, por otro. La mejor ocasión por nuestra parte fue un remate (juraría que de
Abde) a la cruceta, tras un espectacular lanzamiento a portería, ya finalizando el partido, y poco más que
contar. En el fondo, los chavales han cumplido ya y con nota, así que imagino
que Tevenet irá dando entrada a nuevos jugadores en los encuentros que nos quedan
por disputar. Y de aquí, directamente al Metropolitano.
Pensé que llegaría más justo de
tiempo, pero al final pude echar un par de birrejas con los Hermanos
y todo. El partido, como bien sabíamos, era el del día del Niño, y el
ambiente en el campo era espectacular. Y el primer cuarto de hora lo empezó muy
bien el Atleti, triangulando con agilidad, sentido y verticalidad.
A los dos minutos, ya tuvo la
primera Suburbial Correa, en un remate inocente a las manos de Guaita tras
asistencia de Koke. A los 11, otra buena combinación entre Koke, el turista
Francés y Riquelme, esté dejó el balón en el borde del área a Lino, y su zapatazo
hacia la portería se marchó fuera por poco. Y a los 14, esta vez fue Riquelme
el que se plantó ante Guaita de nuevo pero el valenciano respondió con un
paradón. Todo parecía que iba a ser una bonita tarde para los niños. Pero otra
vez será, porque el resto del primer tiempo fue un peñazo supino, hasta el
punto de que en ocasiones pensé que si se trataba de un amaño entre los
vigueses y los míos para salir cada uno con un punto del Metropolitano.
Un atisbo de luz, sin embargo, se
produjo en el minuto 39 de encuentro, en el que un maravilloso pase de Koke
viendo el desmarque de Llorente, se convirtió en la mejor ocasión de la primera
parte, pero el cervatillo terminó rematando inocentemente a las manos del
guardameta celeste. Y ustedes se preguntarán. ¿De el Celta no habla nada? Es que
no tengo nada de qué hablar. Apenas pisó nuestro área con algo de peligro
durante casi todo el encuentro, salvo una buena ocasión de la segunda parte que
les relataré más tarde. Así que con el empate a cero llegamos al descanso, y me
temía que otro encantador 0-0 iba a adornar mi más que prometedor domingo
inicial.
La segunda parte empezó como
acabó la primera: un muermo de tamaño similar a la afamadísima película de “El
poder del Perro”, que por muchos premios que haya tenido me pareció tan
deprimente a la par que absurda que aún hasta me acuerdo de ella y todo, y el
mal rato que pasé. Parece ser que en el descanso entró Morata, Y digo parece
ser, porque yo no noté que estaba en ningún momento salvo por el habitual
vocerío que provoca su presencia en el terreno de juego al ínclito Ralph, por un lado, y una
ocasión que tuvo nada más comenzar la segunda parte y que remató de cabeza
excesivamente cruzado, por otro. Este muchacho se ha empeñado en amargarme aún más la
temporada, quedándose a 1 solo tanto de los 22, y a fe que lo va a conseguir,
la madre que … (y mi apuesta al limbo, claro).
Pero a los 10 minutos de este segundo periodo el Cholo quitó a Savic y puso sobre el terreno de juego a De
Paul, y como este muchacho hasta las Olimpiadas no tiene nada, pues salió con
ganas de hacerse con el timón del equipo y empezó a repartir juego y gracias a
su distribución del mismo el Atleti empezó a embotellar a su rival cada vez más
y más. No es por nada, pero el gol se iba mascando poco a poco, aunque solo
fuese por insistencia.
Eso sí, en el 58 se produjo la
ocasión celtiña de la que les hablaba anteriormente: internada de un tal Bamba
por la derecha, asistencia a Aspas que estaba solo dentro del área para
disparar a bocajarro, pero la paradita milagrosa de cada partido hizo que Oblak
nos recordase, una vez más, que aunque se vaya fogueando a otro portero para su
futura marcha (que no lo veo mal tampoco, ojo), esta misma no debe de ser inmediata ni mucho menos. Y recuerden,
este tipo de intervenciones, suman puntos. Igual que cuando un delantero mete
un tanto. Exactamente igual.
También se notó la entrada de
Pableras, que estuvo muchísimo más acertado y bullicioso que en Mallorca, y
un remate acrobático suyo terminó realizando una extraordinaria parada Guaita,
tras repeler posteriormente el balón en el larguero, tras previo pase también del omnipresente De Paul.
En el 84, de nuevo De Paul avisó ya de sus
intenciones en un remate ajustado al palo que Guaita despejó a córner. El mismo
lo botó Koke, lo despejó un defensa celeste, y el balón le cayó en la frontal,
esquinado, a nuestro guaperas argentino, el cual, de volea, y acomodando a la par su cuerpo con
auténtica maestría tras controlarlo con el pecho previamente, hizo que rematase
el balón con la potencia y colocación precisa para batir por la escuadra al
bueno del guardameta del Celta. Nos pongamos como nos pongamos, el gol es una
auténtica maravilla, un auténtico golazo de bandera, y con una ejecución
majestuosa por parte del jugador argentino. Y esta acción, aunque solo fuese
esta, sí que fue un genuino regalo para toda la chavalería colchonera que había
por el campo. Y poco más que contar. Que ya va quedando menos para que les deje
de aburrir con mis historias absurdas, que al fin y al cabo, también tienen
derecho a descansar. Efectivamente … Esto va llegando a su fin.
EL CRACK DEL PARTIDO:
Dentro del tono gris general, el
mejor fue nuestro fornicador de la Patagonia, que no es otro que De Paul. Mucho
se está empezando a hablar de que si nos quedamos con él o intentamos hacer
caja con el argentino. Yo lo tengo claro: me quedo con él con los ojos
cerrados, vamos. Simplemente, eso sí, un reto para el Cholo: conseguir como sea
que su rendimiento aquí sea como el brutal que hace con la Selección Argentina,
en los que el menda se sale y lo da absolutamente todo en el campo, por un
lado, y, por favor, que alguien le aclare el concepto de “Una gran Temporada”,
por otro, que sería también importante para su natural crecimiento en nuestro
equipo. Pero sí: ayer estuvo en plan líder,
participativo, organizador y resolutivo. En plan crack, vamos.
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:
¿Del Turista francés hace falta
que les diga algo más? Pues recuerden todo lo que les dije en anteriores crónicas,
porque el señorito sigue con su plan de continuar riéndose del personal mientras
logra su puesta a punto para la Eurocopa. Yo no sé ustedes, pero a mi se me
acabaron las ganas de seguir riéndole sus gracias.
ÁRBITRO: Figueroa Vázquez. Sin complicaciones.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO: (+18 GRADOS).
Partido
de obligado cumplimiento, si, pero la portería a cero suma 2 nuevos grados (y
qué ganas de que termine ya este puto despiporre de Termómetro que llevo,
madre).
Hoy me quiero despedir de manera
especial dedicándole este último párrafo a Don Diego Pablo Simeone. Ya saben
que últimamente no es que ande saltos de alegría precisamente con él y sus
decisiones, me sigue pareciendo de una
crueldad intolerable lo que le anda haciendo especialmente a Vermaeren, pero
conseguir 400 victorias ya en Primera División en España, siendo el único
entrenador que lo ha logrado de todos los que han pasado por el fútbol español, en un único equipo, me parece un dato más que relevante, significativo y, por supuesto, aplaudible
hasta rabiar. Así que, me pongo en pie también, y por otras 400 más, Don Diego
Pablo … “Cantemos todos que es la hinchada que
hoy alienta, que es el Frente que hoy anima, Forza Atleti Campeón … OEEEE, OE
OE OEEE, CHOLOOO, CHOLOOOO”