Extraña jornada la vivida ayer.
Jugar un lunes a esa hora (a otros muchos equipos les toca también en ese
turno, y muchas más veces, hay que “asumirlo”), tiempo primaveral revoltoso al
principio, saliendo del campo invernal total como si estuviésemos en pleno mes
de Febrero. Hermanos que están de vacaciones, Hermanos que andan de cumpleaños
(Don Dani Soprano, la
siguiente foto es mi particular regalo de cumpleaños para vos, y muchas gracias
por la invitación),
Hermanos que andan entre fútbol,
vacaciones y visitas de hospitales, Hermanos que no se sabe ni dónde andan, Hermanos que andan convencidos de que, al menos en otra vida, eliminamos al Milán de Sacchi en UEFA, ambiente un tanto frío, pero con el cuerpo jota que se le pone a uno
cuando sabe que anda a la vuelta de la esquina de un puente tan apasionante y
sentido como el de Semana Santa, muchas tradiciones por cumplir …
Y en medio de todo esto, nuestro Atleti, que venía de conseguir una victoria tan meritoria como sufrida en Sevilla, y que se enfrentaba al reto probablemente, de enfrentarse asimismo, existencialmente hablando, vista la teórica y real finalmente debilidad del rival, en el día de ayer.
Reconozco que ando muy enfadado
con todo lo que rodea a mi equipo últimamente. Enfadado con tener que estar ya
teniendo que soltar pasta del abono del año que viene a estas alturas aún de
temporada (como mandando un mensaje inequívoco de que ya en la que nos encontramos inmersos todavía, poco hay que
esperar, entre otras cosas), enfadado con los jugadores, enfadado con el Cholo,
enfadado con la vida, de la UEFA ni me hablen, poco ilusionado con el
Mundialito ese …
Así que tengo que buscar una
motivación para aguantar este tramo final de temporada, y el espejo en el que
me ando fijando es en el que me marcó nuestro Hermano Vicen el día del Puta
Espanyol: "de aquí a final de temporada, se puede conceder un empate, y el resto
deben de ser victorias. Si conseguimos eso, está permitido soñar". Y, como de
momento, el tema se va cumpliendo a rajatabla, pues seguiremos aguantando al
pie del cañón, con más o menos mejor humor, con más o menos talante, con más o
menos entusiasmo, pero eso … Estar, estando.
Al Atleti le costó también
terminar estando en el partido, mientras se veía claramente que el objetivo de
la escuadra visitante era, al menos, dar un mínimo de imagen de profesionalidad
y respeto por la camiseta que defienden, y eso, al menos, lo consiguieron.
El encuentro se desarrollaba entre
dichas vicisitudes, hasta que en el 19, un córner despejado sin aparente
trascendencia por nuestra zaga, se convirtió misteriosamente en penalti en
contra por medio del VAR, o del VOR, o de lo que diablos quieran. Cada día
tengo más la sensación de que lo que uno anda viendo en grada referente
al desarrollo del encuentro, no tiene absolutamente nada que ver con lo que se
tergiversa por ahí. Es como una realidad paralela, otra dimensión, y esto no sé si cada vez me
desespera más, me cansa, hastía, o las tres cosas a la vez. El penalti lo transformó Sylla poniendo
el 0-1 en el marcador.
Menos mal que, 2 minutos más
tarde, apareció la figura de Giuliano Simeone, al cual se le antojó en sus santos
bemoles que esto había que remontarlo como sea, y se puso manos a la obra en
ello. Para ello recibió la colaboración del Real Pisotón del Valladolid. Javi
Sánchez empezó el recital tras recorte de Simeone Junior dentro del área, transformando la pena
máxima Don Julián Álvarez en un lanzamiento no excesivamente brillante, pero
efectivo.
En la siguiente acción, de nuevo
Giuliano Simeone se aprovecha de un majestuoso pase de Don Pableras Barrios,
controlando el esférico, recortando a su defensor y batiendo sin remisión y
prácticamente a bocajarro al guardameta visitante. A uno, que andaba
languideciendo plácidamente desde la grada, le resulta prácticamente imposible
no contagiarse con esa rabia, con ese desbordamiento de ilusión, alegría y
sentimiento, y compartir todo eso con el bueno de Giuliano en su celebración posterior del tanto. El chaval vale su
peso en oro.
El Atleti retomó con más o menos
tranquilidad el dominio del encuentro, y aderezado por un manto de agua en forma de lluvia que
caía de una forma tan sumamente suave y acompasada que resultaba chulo de
contemplar, se llegó con el 2-1 al descanso.
La segunda parte empezó con ese
devenir algo cansino con el que acabó la primera, hasta que en el 56 de juego,
se produce una falta cerca de nuestra área que lanza Javi Sánchez, desviando el
balón en nuestra barrera y colándose sin remisión en nuestra portería. Al más
que probable de nuevo premio Zamora este año, el colista le había endosado ya 2
chicharros en el mismísimo Metropolitano. Ver para creer.
Menos mal que el público de nuestro estadio es único cuando le apetece, y lo que en cualquier otro sitio se
hubiese convertido en una buena silbada al canto, en nuestro Santuario,
comandados por los poquitos miembros del Frente que había anoche en el estadio,
la gente decidió animar y no crispar en exceso al equipo. Y la muchachada lo
agradeció.
El Atleti se volcó sobre el área
pucelana, y en el 70, de nuevo apareció nuestro entrañable Real Pisotón de
Valladolid, representado en esta ocasión por un tal Henrique sobre Llorente.
Viendo la especie de cabriola en el salto que hizo Marcos, yo pensé que no era
penal ni de cachondeo, pero la tele en esta mañana me ha demostrado que
sí que lo fue, aparte de que el defensor tampoco protestó para nada dicha
acción.
De nuevo Julián Álvarez toma la responsabilidad de tirar el penal, y de nuevo lo mete con total tranquilidad, eficacia y confianza en sí mismo. Es un puto lujo ver a un menda tirar los penal así, la verdad, contemplados esperpentos anteriores.
Casi ya por el 80, Lemar (que
aunque no espere nada ya de él, no lo hizo nada mal el rato que jugó, no me
hace ni puta gracia cómo se le intenta ridiculizar desde la grada
cualquier intento de buena acción suya, pero ninguna), apunto estuvo de marcar en un remate desde
dentro del área tras una gran acción colectiva del equipo, pero André Ferreira
despejó como pudo.
La siguiente acción fue ya el
cuarto, obra de Sorloth, tras aprovecharse de un rechace del guardameta tras
gran remate al primer toque de Julián. Un gol de nueve puro.
Pudo conseguir un tanto más para
maquillar el marcador el Valladolid, pero un remate de cabeza de Raúl Moro no
entró … Pues eso. Porque no lo hizo. Final y el reto continua viable. Así que
motívense, coño. Háganlo. ¡A por el pleno!
Árbitro: Isidro Díaz de Mera
Escuderos.
Ni sabía de la existencia del Señor Marqués este. Da igual
lo que opine, luego el VAR me hará cambiar de opinión. Para qué molestarme.
EL CRACK DEL PARTIDO:
Bien por la efectividad de Don
Julián Álvarez, soberbio ese ataque de rebeldía mezclada con locura
desenfrenada de Don Giuliano, trabajador incansable Llorente, parece que aún
hay vida en el jardín de Riquelme, pero me quedo con todo el mes de marzo que lleva
y lo que va de Abril de Don Pablo Barrios. Está especialmente manejando los
encuentros con una personalidad insultante. El mejor momento del chaval desde
que anda que en el primer equipo sin duda alguno. Me alegro muchísimo por él.
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:
Muy mediocre y previsible ayer
Javi Galán, no quiero ni saber qué diablos hizo Lenglet en el córner que nos
supuso el primer tanto visitante, aunque me aseguran fuentes la mar de
fidedignas que Antoine Griemann sí que jugó durante casi 60 minutos durante el
encuentro de ayer. Tendré que creer en ellos, porque otra cosa …
Ya no voy a ganar la apuesta ni de cachondeo, pero bueno. Al
menos, se intentó. Don Álvaro era mucho Don Álvaro.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO: (-1 GRADO).
El partido de ayer era de
obligado cumplimiento, todos lo tenemos claro, pero la victoria de Sevilla bien
merece dar un penúltimo empujón al Termómetro, para ver si, al menos, logramos
acabar en positivo, por lo que subimos 3 gradacos más para ello. Que no me
digan luego …
Y el sábado, Las Palmas. Ni
excusas, ni historias raras. Seguimos camino al pleno. A tope, pues … “Dónde acuden a millares, los que gustan del fútbol de
emoción” …
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