Es una puta coña todo. Que nos
tocase en el mismo grupo al Campeón de Europa y al de la Libertadores juntos,
es de puta coña, máxime viendo el nivelazo sumun de otros grupos que hay por
ahí.
Que hayamos conseguido 6 puntos,
es decir, ganar 2 partidos de 3, y nos quedemos fuera de la Competición, es una puta coña como otra cualquiera. Estas cosas son muy nuestras, muy made in
Atleti. Por los siglos de los siglos, Amén.
Qué decir de los arbitrajes
sufridos. Y no. Esto no es una puta coña. Es una broma macabra. Una puta
tomadura de pelo. Un auténtico sin Dios, un sinvivir. Un hacer que este
deporte, que tanto amaba, cada día lo odie más y más. Porque sí. Estoy
empezando a odiar el fútbol y todo lo que le rodea. Jamás pensé que algún día
escribiría esto, pero es así.
Dicho lo cual, también es normal que
nos pasen todas estas historias, porque somos el Club de la Coña, en realidad.
Solo nos ha faltado ir a este torneo con las chanclas, las toallas colgadas del
hombro, los flotadores y viva Cartagena. Se ha transmitido desde los altos
estamentos del Club que se pasaba de todo, que no había que reforzar nada y
que, para la ambición que comunicaba la SAD, demasiado con estar presentes.
Vamos, no reforzaron el Club cuando andábamos vivos y llenos de ilusión
inmersos en Copa, líderes y Campeones de Invierno en Liga, y lanzados también
en CHL, lo vamos a hacer ahora … Ni de puta coña, que el veraneo es largo, y la
vida anda muy achuchada.
Así que lo que vimos ayer es la
puta realidad de lo que somos en sí. Y no les podemos decir nada a la
muchachada de que no lo intentase y demás. Lo hizo, de menos a más, hasta
terminar acogotando por completo al rival. Pero de fútbol andamos como andamos,
de ideas, tres cuartas partes de lo mismo, y la calidad es la que es.
Tenemos un portero que es
sencillamente espectacular (ayer dio otra nueva exhibición portentosa en un
partido en el cual, encima, le llegaron muy poco, pero con muchísima claridad),
de los que da puntos y demás, unos centrales venidos a menos en su ya larga
trayectoria (exceptuando Le Normard, que parece que sí que es aprovechable en
realidad), unos laterales que lo dan todo, pero que de calidad técnico-táctica
andan para echar partidetes en la Liga Municipal de mi barrio, y poco más, un
centro del campo en su mayor parte del tiempo inexistente e incapaz de generar
ni juego ni pases de esos imposibles, unos interiores a los que, a este paso,
también se terminará cargando el Cholo incluyendo a su propio hijo, tal y como ha hecho
con los Lino, Riquelme y demás, con tantos y continuos cambios de posición sin ton ni son, un
delantero centro que mide 200 metros de alto pero que no tiene ni puta idea no
ya de rematar de cabeza, sino siquiera de hacerse poderoso en el juego aéreo, y
otro fenomenal pelotero que es de los pocos que sí que sabe dar el último pase,
pero que no puede, desgraciadamente, hacérselo a sí mismo, lo cual sería la
situación ideal. Por supuesto, hablamos de Julián Álvarez.
Lo de ayer en sí. Pues un primer tiempo en el que se fue de menos a más, en el que nos mantuvo Oblak vivos gracias a una mano prodigiosa en un uno contra uno sencillamente bestial, en el que el Botafogo demostró que sabe defender y estar bien plantado en el campo sin pasar mayores apuros, al menos inicialmente, y en el que el Atleti lo intentó, si, pero fue la viva imagen del quiero y no puedo. Y sí. Esta vez quisieron, pero no pudieron. No pueden porque tienen una alarmante, en la mayoría de esta plantilla, falta de condición técnica en el manejo del balón y en la circulación del mismo, en cuanto un rival les acose mínimamente con inteligencia o sepan estar bien plantados en el campo. El equipo domina con unos contra unos imposibles, siempre coleccionando un buen puñado de pases a ninguna parte, pero sin claridad final alguna. Y de lo de la presión y tal, ya les hablaremos otro día, si eso. Dónde quedó ese equipo armónico y constante comandada dicha presión por los Gabi, Tiago, Raúl García y compañía. Hoy en día, el término presionar es completamente antagónico con el de armonioso, es decir, cada uno tira a su puta bola como puede, y cuando le apetece. Y así es complicado conseguir nada.
Ocasión clara clara la tuvo el infatigable Julián, que el hombre derrochó voluntad por todas partes, pero que no supo definir bien en una acción al borde del descanso desde dentro del área que cruzó en exceso. Y, estoy convencido, no tuvo la frialdad final de clavarla, por su constante búsqueda por todas partes de desmarques, de conducciones imposibles, de defender en partes indescifrables del campo (le llegué a ver hasta ejerciendo de ¡lateral izquierdo! en este primer periodo, repito … ¡Lateral izquierdo!). Con tal derroche físico, imposible tener claridad final de ideas para conseguir goles. Y si alguien duda de lo que digo, a ver cuándo vieron correr de esa manera a Messi, CRetrasado o cualquier especialista de este tipo cualquiera. Lo que no puede ser, no lo es, y además resulta imposible.
Justo antes del final de la primera parte, vino el
nuevo atraco a mano armada de turno del puto chamaco ese, y ya tenemos el
puzzle completo con el robo de todo partido internacional que juegue el
Atlético que se precie. Al descanso, y a seguir soñando en lo que quieran. Da
igual. Ni sabemos, ni nos van a dejar saber.
En la segunda parte fue más de lo
mismo, pero con el dominio mucho más intensificado si cabe. ¿Merecimos ganar?
Es que ganamos, coño. ¿Merecimos pasar? Si me pongo a mirar el resto de grupos
y con puntuaciones que pasarán el resto de equipuchos que lo harán por ahí y demás, ya os digo yo que de sobra
también. ¿Entonces? El problema es que había que meter 3 goles, y solo
conseguimos uno. Y se intentó de mil maneras, nos dejamos todo en el campo,
pero nuestra capacidad está muy limitada a nuestros recursos finales empleados.
Y, probablemente, hoy por hoy, el Atleti tiene la capacidad de competir y
vencer al Campeón de América, si, pero no de golearle. Y si existe alguna duda,
ya si eso el árbitro se encarga del resto. Es nuestro sino y nuestra realidad.
El Cholo sacó a Griezzmann en
banda derecha, y fracasó de nuevo. Pero, ¿Qué más podía hacer? Estaba en el
campo todo lo que teníamos, y a pleno rendimiento. La máquina de vapor no da
más velocidad. Es antigua, necesita una plena renovación, meter más músculo, más
tecnología punta, apostar por nuevos y más jóvenes valores, e intentar no morir
en el intento.
Pudimos adelantarnos de nuevo
sobre el 61 de juego, pero el remate de cabeza de Sorloth, como ya les he
indicado anteriormente, no es lo suyo.
Y menos mal que, mientras tanto,
Oblak seguía a parando como loso ángeles, sacando manos imposibles, como la que empleó ante el
gran remate que realizó Igor Jesús (mira tu por dónde, un proyecto de delantero
centro más que interesante, ahí queda apuntado).
Griezmann lo intentaba con sus
remates inverosímiles, Angelito daba sus últimos coletazos con la rojiblanca,
con poca fe y menos cabeza, y tuvo que ser, cómo no, el inefable Julián, el que
se inventase la enésima acción dentro del área con peligro para que su
asistencia la lograse transformar al final Diosito a placer. 0-1, y hasta aquí
nos dio la cosa. Nos vamos de este extraño torneo en el que, igual, si le
hubiésemos puesto a todos nuestros partidos la musiquilla inconfundible de
fondo que utilizaba Benny Hill, nos hubiese quedado un film mucho más acorde a
lo que fue todo en realidad: una puta coña.
Árbitro: César Ramos.
Ahora nos tocó un mexicano, que
bien. El hombre se zampa un penalti como un piano (y digo uno, porque no me
quiero poner excesivamente quisquilloso, que si lo hago, igual rasco algún otro
por ahí), pasa de todo, le avisan del VAR, se lo piensa 2 millones de veces
(qué cojones estás pensando, muchacho, vete a verlo, y luego pitas lo que te
salga de la polla, pero eso, vete a verlo al menos, disimula, anda), al final
va, y los del VAR le avisan de que hay un penalti a Julián Álvarez, cierto,
pero a su vez le reavisan de en la acción previa ven una supuesta falta de
Sortloth en un simple forcejeo de balón. Es decir, le avisan para avisarle de
que le van a avisar, pero que en realidad no hace falta que le avisen, porque
está todo anulado en realidad. ¿Es o no es una puta coña todo?
EL CRACK DEL PARTIDO:
Los huevos y el amor propio de
Llorente en la segunda parte (que, para no ser canterano precisamente, lo
demuestra mucho más que algún otro que lo es), Don Julián Álvarez, que
demasiado hace el pobre con todo lo que tiene encima, y Don Jan Oblak, nuestro
indestructible pilar de siempre y que no terminaremos ni en un lustro
aplaudiéndole a rabiar todos los servicios prestados.
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:
Podría personalizar todo en la
figura de De Paul y su torneo realizado. Si hubiese un premio dedicado al peor
jugador del mismo, se lo llevaría él pero por unanimidad absoluta, vamos. Pero,
en el fondo, el tema es mucho más profundo que personalizar en exclusiva sobre
sus espaldas. Porque todo lo que rodea hoy en día a nivel social a este equipo
es una puta decepción. El conformismo de la directiva, el que seamos el juguete
de pin-pan-pum de UEFA y FIFA sin que a nadie le interese un carajo nuestro
devenir, la cacería ruin, despreciable y nauseabunda abierta desde los medios
de incomunicación hacia el Cholo, el talibanismo radical de los que no admiten
ni un solo pero a su últimamente bastante dubitativa gestión, la imagen de
hastío y falta de ideas para sacar esto hacia adelante que el mismo Simeone da, en
definitiva, y lo más grave de todo, mi desapego creciente a todo lo que adoré
en mi vida y que cada día odio más: lo que antaño se llamaba fútbol, o memez
análoga hoy en día.
Se acabaron las crónicas al fin. Ahora me queda lo más largo, y lo que me va a resultar tan complejo como contradictorio evaluar finalmente, que no es otra cosa que las notas finales a todo lo vivido en este rocambolesco año. Intentaré ser lo más ecuánime a la vez que pragmático posible, y no dejarme llevar demasiado por lo que es mi puta especialidad: que los sentimientos y los avatares devenidos en esta presente temporada, me impidan analizar todo con la frialdad necesaria. Permanezcan atentos a nuestras queridas tontallas, pues ...
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