3 de diciembre de 2025

Barcelona 3 - Atleti 1. Realidad desvirtuada.

 

A veces, nos hacemos ideas preconcebidas porque es lo que esperamos realmente que pase, debido a malas experiencias anteriores y demás. Determinada persona nos falla en algo, porque suele ser su comportamiento habitual, y ya, al siguiente más mínimo tropiezo, vamos a por él sin piedad, sin importarnos ni analizar realmente lo que pasó en realidad. Y en esto del fútbol, especialmente, pasa mucho. Si las cosas se desarrollan bajo el guión que nos hemos creado en nuestra propia conciencia, nos enfadamos de nuevo, nos cargamos de razón, y soltamos nuestra buena ración de improperios sin ton ni son. Sin embargo, si sucede algo imprevisto, aunque nos pueda beneficiar y todo a pesar de nuestro negativo pensamiento, parece que nos jode, aunque el gran beneficiado sea nuestro propio club, y somos incapaces de dar nuestro brazo a torcer. Mal asunto cuando las cosas andan así, y no somos capaces de rectificar realidades desvirtuadas. 

 

Por ejemplo, tenemos una idea preconcebida de tal o cual jugador, que ya no le pasamos ni una, y no dejamos de analizarle-martirizarle con lupa, y ya nadie nos saca de esa linde, le hemos cogido manía y fuera. Por supuesto, esto es también extensible a la forma de jugar de tal equipo, o la de plantear los encuentros de cual entrenador.

 

Les pongo dos ejemplos tras el partido de ayer. “Molina es un paquete”. Pues sí. Seguramente lo es. Ya os he contado en infinidad de ocasiones que es un esperpéntico defensor, y que, su banda, a veces, parece la calle Preciados en el entrañable puente de los paletos este que se nos aproxima a la voz de ya. Todo eso es cierto. Pero ayer no lo fue, y es injusto no analizar su partido como merece. Dio un gran pase de gol a Baena, y estuvo incisivo y trabajador durante toda la noche, y, desde luego, ni mucho menos fue el culpable de la derrota de ayer, más bien al contrario. Realizó un partido bastante más que potable.

 

Esto mismo se puede decir del Cholo, y sus planteamientos “cagones”. Pues sí, es verdad. En excesivas ocasiones ese pasito para atrás que tanto le gusta dar nos ha costado puntos, partidos y disgustos. Pero hombre, decir que Simeone fue ayer cagón cuando en la segunda parte estaban, a la vez, sobre el terreno de juego, tíos como Almada, Julián Álvarez, Griezmann y Sorloth, sumando los dos laterales que fueron prácticamente extremos, y habiendo tenido en el campo a otros pibes como Nico, Baena y el propio Cardoso, qué quieren que les diga, un menda que emplea estos recursos durante un partido, será muchas cosas, pero, ayer en concreto, de reservón nada, monada. Otra cosa es que dichos recursos son lo que son. Y aquí, precisamente, es dónde debe de empezar a tomar nota desde ya el bueno de Mateu Alemany.

 

Un último apunte sobre estos pensamientos “preconcebidos” que tenemos todos. Flick (probablemente, el entrenador más ofensivo que pisa ahora mismo un terreno de juego, y con mucha diferencia) en el tramo final del encuentro, quitó a Yamine Yamal (jugador supuestamente franquicia, aunque en justicia el franquicia es Pedri) y sacó a Christensen, defensa central. Nadie ha dicho ni mu al respecto.

 

Sin embargo, si a Don Diego Pablo, jugando en el Metropolitano frente al propio Barcelona, con 2-1 en el marcador, quita a Julián por sacar a Le Normand, los suicidios (empezando por mi mismo, probablemente) serían colectivos. Y es que, en demasiadas ocasiones, solo vemos lo que queremos ver, y esto siempre genera injusticias.

 

Independientemente del resultado, a mi ayer me pareció un gran partido del fútbol, los míos lo dieron todo en el campo, soportaron el vendaval blaugrana como pudieron como le pasa al más pintado cuando ese equipo se pone por detrás en el marcador, y embotellaron al final al rival, que acabó pidiendo la hora como el que más, encerrado en su área. Y no. Yo a los míos no les pido más que eso: personalidad, carácter y valentía. Luego ya calidad no depende ni de ellos, ni del propio entrenador. Tiene la que hay, y punto. Para lo bueno, y para lo menos bueno.

 

La primera parte tuvo el guión esperado y que, sorprendentemente, se anda repitiendo desde la llegada de Flick al Barcelona. El Atleti sale pletórico, exultante, dominante, presionante y con decisión. Como si no le asustase nada el envite ni con quién se enfrentan realmente. Y eso que, los planes del Cholo se le empezaron a estropear a los 5 minutos de partido, cuando, en un balón disputado por alto de Cardoso, este se resintió de su lesión, y aunque posteriormente intentó continuar sobre el terreno de juego, al final se tuvo que rendir y dejar su puesto a un Koke, que jamás logró pillar el tiempo del encuentro.

 

A mi me aseguraron en su día que este muchacho se le fichó lesionado del Betis, y que, por más que se le está intentando recuperar, no termina de cuajar el tema. Dios quiera y que me equivoque, pero se le está poniendo al mozo una cara de Vitolo preocupante. Dicho esto, me resulta bastante aún más decepcionante que hoy en día, y con los medios médicos que hay, nos puedan continuar metiendo pufos así. De confirmarse dicha circunstancia, deberían de rodar alguna que otra cabeza.

 


El Atleti tenía claro cómo atacar al sistema del Barcelona: balón cruzado cambiando de orientación el juego hacia el virtuoso Baena, que, hoy por hoy, es nuestro jugador más desequilibrante y auténtica franquicia que tenemos, máxime el rendimiento de otros compañeros suyos en la jornada de ayer.

 

Asi pues, a los 20, llegó el primer tanto, en un gran pase en largo cruzado de Molina sobre, de nuevo, el desmarque de Baena, majestuosa conducción del balón del almeriense en velocidad, y magistral definición del tanto ante la salida de Joan García, con un "tac" selecto y sublime. 0-1, y era el broche más que justo a lo bien que estaba jugando el equipo.

 

Pero, y como pasó también en anteriores ocasiones, el Barcelona parece enloquecer ante tal adversidad, y se convierte en un torbellino de fútbol que no sabemos cómo contener. Lamine se agiganta, Pedri está en todas partes, y Raphinha se convierte, una vez más, en nuestra peor pesadilla. Si encima, su pareja de baile, que esta ocasión era el desecho este del Lenglet, en vez de intentar encimar al jugador, se aleja más de él, para qué os quiero contar. Y no. La culpa no de Oblak en salirle a tapar el uno contra uno. La culpa es precisamente del que no lo ha hecho, como ya os he relatado antes. Empate en el marcador, y el infierno no ha hecho sino comenzar.

 

Nos costó superar dicha situación, pero, a la media hora de juego, dimos de nuevo señales de vida, en otro mano a mano de Baena, aprovechándose de un regalito en forma de espantoso despeje de Cubarsí, pero no logró deshacerse de la salida de Joan García en esta ocasión.

 

4 minutos más tarde, llegó la acción del quizás riguroso penalti de Pableras sobre Dani Olmo, que el bueno de Lewandowski decidió mandar el balón a Polonia (la suya, la del más al norte) ante el estupor de propios y extraños.

 

En el 38, llegó una de las mejores paradas que yo he contemplado a un portero en mi vida, en un remate a bocajarro del propio Lewandoski de cabeza, haciendo que el balón, encima, botara previamente, y que Jan sacó con una mano imperial que nadie más que Dios, y él, supieron como logró atajar dicho remate.

 

Y el primer tiempo acabó con una amarilla de Gerard Martín sobre Giulano, en casi la única acción que le vimos ofensivamente al argentino (para bien, claro está). ¿Conclusión? Partido disputado de poder a poder, con alternancias en el desarrollo del mismo, en el que el Barsa demuestra su músculo, sí, pero el Atleti también, reitero, teniendo en cuenta los recursos empleados, por el uno, y por el otro.

 

La Segunda parte estuvo mucho más igualada, si cabe, con los dos equipos presionando como posesos por cada balón que rondaba el centro del campo, lo cual, lógicamente, dio lugar a bastantes imprecisiones en ambas escuadras.

 

En el minuto 52, se vio el único aderezo posible de jugador desequilibrante que tuvo Julián Álvarez, en un balón imposible que intentó picar de vaselina ante la atenta mirada de Joan García, que terminó atajando el balón sin mayores complicaciones. Mucho efectista, nada efectivo.

 

Un minuto más tarde, perdonó Raphinha el tanto en un balón que le puso casi para empujar Lamine, pero su remate salió cruzado en exceso. En el 54, esta vez, oportunidad para nosotros, en una gran asistencia de Julián sobre Giuliano, éste pensó una cosa, ejecutó otra, y al final, ni centro, ni remate, ni nada, cuando lo tenía todo para haber creado algo mucho más productivo.

 

En el 61, otra jugada clave para nuestros intereses, en forma de nueva lesión, esta vez  de Baena. Y esta, desgraciadamente, sí que sí, no es una baja cualquiera, ni mucho menos. Aprovechó para quitar también a Giuliano y sacar a Sorloth.

 

Justo a continuación, el 2-1 de Dani Olmo, en un pase que logró filtrar Lewandowski cuando le estaban encimando Giménez y Lenglet al unísono. Sinceramente, dicha acción no sé si dice mucho del polaco, o muy poquito de nuestros centrales.

 

El resto de la segunda parte fue un monólogo del Atleti, que dominó casi por completo al Barcelona, pero que no tuvo la claridad de ideas necesaria para poder siquiera empatar el encuentro.

 

En el 75, el Cholo sustituyó a Koke (que estaba mal y completamente sobrepasado, bien es cierto) por Griezmann, y el francés se dedicó a pasearse de nuevo, enfangar nuestro juego y privarnos de segundas oportunidades por la subnormalidad profunda que le ha dado ahora por vivir en fuera de juego permanente. ¿Qué más se puede pedir a un jugador? De vergüenza ajena.

 

Y, aún así, Almada, en el 80, tuvo el empate, esta vez sí que sí, en una brillante acción inicial individual, que se terminó llenando de balón, y cuando remató a puerta vacía, su disparo se le marchó lastimosamente muy desviado sobre la portería del guardameta blaugrana.


El Barcelona, como ya comenté, acabó embotellado en su área, y esto produjo finalmente el tercer tanto en el marcador a su favor, debido a que el Atleti andaba volcado ya sobre la portería blaugrana, obra de Ferrán, ese jugador que permanentemente anda reclamando algo al mundo ¿?

 

Así que, todos esos comentarios posteriores que he escuchado de grandes sabios contertulios radiofónicos, diciendo que si el Atleti se había echado para atrás, de que si el Cholo patatín, y patatán, oigan, que si lo de siempre, todo esto que les estoy intentando relatar a mi no me lo parece ni de cachondeo, vamos. Lo que pasa es que somos muy proactivos a pensar siempre lo que nos interesa, para cargarnos de razón en nuestros argumentos, y no dudo que en muchas ocasiones pueden que la lleven (o la llevemos), pero ayer … No. Ayer, decididamente, no fue así, y es faltar a la realidad. Esa realidad desvirtuada.

 

Árbitro: De Burgos Bengoetxea.

Ya sé que me vais a dar palos hasta en el DNI, pero el penalti de Barrios me pareció penalti, la entrada de Gerard Martín sobre Giuliano era amarilla, y no roja, y no tuvo mayor trascendencia alguna en el resultado final, así que buen arbitraje el suyo. A llorar, a la llorería.

 

EL CRACK DEL PARTIDO:

Gran partido de Molina (y no, no ando dándole al pimple en estos mismos momentos) pero el mejor fue Don Alex Baena, y con diferencia. Más nos vale que su lesión no sea nada al final …

 

LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:

Muy decepcionante Giuliano y especialmente Julián Álvarez. Actitud les sobra, y lo sé, pero aptitud, ayer, les faltó, y mucha. Y Simeone Junior está en época de crecimiento, pero Julián, no. Ahora mismo le anda pasando como un avión Baena por encima. O el Cholo deja de hacerle currar de esa manera, corriendo de un lado a otro como un pollo sin cabeza detrás del balón, o no preveo nada bueno en el horizonte. Vive en un estado de ansiedad permanente, y así es imposible. Y lo vengo advirtiendo ya jornadas atrás. Luego está la colección de despojos que tenemos, claro. Los Sorloth, el Griezmann de hoy en día, el señor Lenglet, y Gallagher, que se está uniendo también al Club peligrosamente. Pues a pesar de todos estos condicionantes, hicimos buen partido y todo. Que sí, que el Cholo … Venga, va …

 

 

TERMÓMETRO ROJIBLANCO: (0 GRADOS).

Hablando de realidades desvirtuadas, el Termómetro es el Rey de la sinrazón posible, por lo que consideraba que estos 3 puntos eran de obligado cumplimiento, y ha decidido bajar, con excelente criterio, como no podía ser de otra manera, los 3 grados positivos que teníamos, y dejarlo en cero patatero. No queremos ni olvido, ni perdón.

 

Y el próximo finde, otro partido fuera, y complicado, por más que este año el Bilbao parece más el Barakaldo que otra cosa. Otra derrota consecutiva fuera de casa volverían a disparar alarmas que estaban apagadas en estos últimos 6 partidos anteriores. Cuidado, pues …”Solo hay un Atleti, y es el de Madrid” …

 



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