Palo va, palo viene. Nada menos que 15 llevamos ya en lo que va de temporada. 15, que se dicen pronto. Por unos míseros centímetros, en algunos casos hasta milímetros, diría yo, hemos pasado de la gloria al purgatorio.
Cada partido fuera de casa empieza a ser un calco del anterior. Si se adelanta el contrario, nos ponemos nerviosos. Comprensible. Si nos adelantamos nosotros, también nos ponemos nerviosos. Absurdo. Si vamos empatados hasta el final del encuentro, nos terminan marcando un chicharrito. Desesperante. Con este simple párrafo, podría resumir prácticamente todos los encuentros que nuestro Atleti ha jugado fuera.
Ayer, de salida, muy buena actitud del equipo, penalti claro sobre el Niño, y 0-1 que te crió. Con eso, parece ser, este equipo ya ha cumplido. Aún así, se controló más o menos la situación (salvo un mano a mano que salvó de manera prodigiosa Pablo sobre la línea de gol, y no es la primera vez que lo hace) hasta que llegó el fallo de Molinero, el control de Regueiro y la absurda petrificación de Leo Franco en el remate del uruguayo (jamás le pueden meter ese gol a un portero, con el poco ángulo que tenía, ja-más). Empatito, no sin antes, por supuesto, empezar la madera a hacer de las suyas en un brillante remate de Gonkjaer (una vez más, el mejor) que repelió el puto poste de forma violenta y se paseó por delante del marco.
¿El segundo periodo? Lamentable, paupérrimo. Exasperación en su más puro estado. La cosa empezó con un remate de Salva al larguero, una contra posterior del Racing en la que García Calvo (¿A qué vino sacar contra el todopoderoso Racing de Santander tres centrales, Señor Ferrando?) decidió tumbarse plácidamente sobre el césped ante la amable invitación que le hizo me parece que un tal Andersson, y el que se folla a la ex-mujer del fanegas nos termina de rematar el tema. 2-1, y el baile de locos acaba de comenzar. ¿Su número, por favor?
Sobran más comentarios. En serio. Es lo de siempre: pérdidas continuas de balón, estopa por un tubo de los jugadores racinguistas, el árbitro que no se entera de nada, más pérdidas, imprecisiones a go-gó, pases en largo cuando hay que tocarla, pases en corto cuando hay que ponerla larga, la voluntad del Niño, la valentía de Gronkjaer, y poco más, Nicolás.
Es evidente que no podemos jamás perder la cara a la Liga. Este club, en sí mismo, no lo merece, ni por orgullo, ni por historial, ni por afición. Pero no es menos claro que en la Copa tenemos que morir todos. Aficionados, jugadores, dirigentes ... Absolutamente todos. Es el único recurso que nos queda para comenzar de una puta vez a ser de nuevo lo que nunca debimos de dejar de ser.
-- Un saludo.
Tomi. Frente Atlético. Sección Baramba.
SI EL ATLETI LO ES TODO, TODO ESTÁ JUSTIFICADO.
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