27 de noviembre de 2008

ATLETI 2 - PSV 1. BUENOS DÍAS, SEÑOR PLATINI ...

Mi equipo está ya en Octavos, y con posibilidades de ser primero de grupo (siempre y cuando no utilice otra de sus sucias artimañas en la visita a “su estadio”), Sr. Platini. ¿Qué le parece? Y todo eso, a pesar de su caprichoso e injusto cierre de nuestra casa, Sr. Platini.

Eso sí, para mi ayer fue un día de contrastes: sentí felicidad por el pase, por el buen juego desplegado en la primera parte, producto del cual vinieron los dos tantos de Simao Maravillao y Maxi cogió su fusil, por la concentración y las ganas que tuvieron de superarse mis jugadores ante tantas absurdas zancadillas realizadas por “sus partes”, por el planteamiento valiente y decidido que tuvimos, por seguir invictos en Europa y seguir líderes de grupo …

Pero también sentí tristeza. Mucha tristeza. La principal fue por no poder disfrutar en mi casa, con mi gente, con los que lloro, me abrazo, río, me emborracho, convivo y disfruto durante todos los encuentros que disputa mi equipo. Ver el Calderón vacío impresiona, creerme. Quizá más inclusive que cuando está lleno. Pero en este caso fue una impresión completamente negativa. Fue como ver un jardín sin flores, una discoteca sin pibas, un concierto de música enlatada, un desfile sin soldados.

Me vino a la cabeza el recuerdo que tuve cuando se murió Don Vicente Calderón, mi presidente. Recuerdo que nos enteramos mi hermano y yo, a eso de las 22,30 h., decidimos vestirnos e ir a la capilla ardiente instalada en el estadio, a darle nuestro último y emocionado adiós. Recuerdo también una noche fría. Pasar por toda la galería de dentro del estadio y ver la impresionante exhibición de coronas de flores de todos los equipos de España. Las lágrimas de mi hermano cuando pasó delante de su tumba, y la emoción en el estómago que tenía yo cuando también pasé detrás de él.

Pero más que todo esto en sí, lo que más me impresionó fue que, luego, al salir de la despedida, nos hicieron pasar por las gradas del estadio y lo contemplé vacío, triste, solemne, con las luces de los vomitorios encendidas. Esa imagen me impresionó sobremanera, y se me quedó grabada en mi memoria para siempre. Su obra, con todo su esplendor, parecía llorar la marcha de su creador. Y ese metálico silencio se me introdujo en mis entrañas, produciéndome una sensación de vacío que jamás olvidaré.

Ayer también tuve ese vacío. Y eso que ayer no se murió nadie, pero se le dio una importante puñalada al fútbol en general, y a los Atléticos en particular.

Probablemente, ese vacío también lo notaron nuestros jugadores en la segunda mitad (calamitosa y lamentable donde las haya, el espíritu de Pajaritos sobrevoló de nuevo sobre nuestras cabezas). Forlán andaba más preocupado de ajustarse la puta cintita del pelo que de marcar a su pareja de baile, y acortaron distancias los holandeses, invitados de piedra en esta tragicomedia y que tampoco jamás se encontraron a gusto en este escenario tan tétrico. Mariano volvió a ser Pernía, y nos deleitó con un recital de pases sin sentido que ni en sus mejores tardes.

Cómo no, nuestro ínclito Aguirre se sumó a la fiesta al quitar de nuevo al Kun (mucho más entonado y participativo que en anteriores encuentros). Es su nueva moda, su nuevo automatismo. Es como cuando a un tonto le das un lápiz y un sacapuntas. Todo el puto día sacando punta al mismo lápiz … hasta que se quede sin él. Y entonces me acordaré de alguien, claro está …

Menos mal que la seguridad de Coupet (tapando bocas, como debe de ser), la fiabiidad de Ufaljusi, el buen hacer de Simao, ese individuo digno de realizarle una serie propia denominado Seitarado y el trabajo de Raúl García (absurdamente cambiado también) sostuvieron al equipo, que me da a mi en la nariz, anda físicamente como Ronaldo después de celebrar uno de sus cumples.

¡¡Callad!! Escucho algo por la radio … “… al Estadio Vicente Calderóooon, dónde acuuuuden a millares …”. Es nuestro himno. Es nuestra gente. Es el espíritu de Don Vicente que reside en nuestros corazones y se manifiesta. No quiere que su obra ande sin música. Platini, jódete. No lo has conseguido. Inclusive a puerta cerrada, ahí están, estos son. La magia continúa. Otra vez será. Que pase usted un buen día, Sr. Platiní.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Así nos sentimos todos, querido, tristes e impotentes ante tamañan tropelía. Hasta que no lo ves no te das cuenta de lo triste que es ver un estadio de fútbol vacío mientras se disputa un partido de fútbol.

Viendo el partido de Seitaridis me acordé de ti. ¿Qué dirá mañana el Tomi del griego?

El mejor Simao y el Kun volverá, seguro. Ayer estuvo mejor que los últimos dos o tres partidos.

Abrazos.

otomano dijo...

Un estadio vacío impresiona, mucho. Y hace reflexionar ... Uno de los recuerdos imborrables que tengo de Riazor fue cuando una buena tarde, según daba un paseo por la playa con viento nordés pensando en mis cosas me encontré una verja del viejo Riazor abierta en el fondo de Pabellón (cuando todavía no tenía gradas ese fondo, el estadio con forma de herradura y pista de atletismo alrededor). En el césped, dos chavales de unos 15 años jugando al balón, dando tiritos. Me quedé mirándolos pesando en lo simple que es todo y lo divertidos que parecían, y que muchos domingos en ese mismo césped o esa misma portería sucedían cosas que influían sobre miles de personas. Miré el estadio vacío, silencioso, me senté en el césped, reflexioné un rato y al poco ellos me hicieron señas de que me uniese. Y allí estuvimos tirándonos penaltys, que si ahora te pones tú de portero, que si un rebumbio, que si ahora me pongo yo, que mira tú este penalty que meto y si lo mete un profesional se cae el mundo ... Al ratito atardecía y nos despedimos, no los volví a ver.

Día - 15 de mayo de 1994. Menos de 24 horas antes Djukic había fallado un penalty en esa misma portería.

Anónimo dijo...

Oto, flipante tu historia :-o.

¿Qué es un rebumbio, por cierto?

Increíble que en vísperas de un partido así unos críos pudiesen jugar tranquilamente en Riazor al fútbol :-DDDD

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Como ya has podido comprobar al leer mi crónica, ayer también fue un día triste para mí. Sentimos lo mismo, la misma puñalada. La verdad es que la victoria no sirvió de mucho para paliar la pena de presenciar un partido en el Calderón sin mi gente, sin nuestra gente. El fútbol somos nosotros, está claro.

Un abrazo!!

PD: Jodé, vaya historia la de Riazor. Está claro que el fútbol mueve pasiones

cochise dijo...

Ayer se ganó en muchas canchas, Tomi. La peregrinación de corazones ciegos, o como ver con el alma el Fútbol.
Da gusto leerte, mamonazo.
Y esa cita a don Vicente, multiplica el Sentimiento pa los que pudimos ver algo de aquello.

Un abrazo.

FERNANDO SANCHEZ POSTIGO dijo...

Se demostró que el fútbol sin afición no tendría ningún futuro.

Se vio como Aguirre le decía a Ambriz que cambiase a Agüero. El mexicano hizo el gesto del 10 con las dos manos. Para no perder la costumbre ....

El PSV no es el que era. El AT.Madrid sin hacer nada del otro mundo ganó bien.

Coupet va a más. Espero que siga así. Pues parece que Aguirre continuará con las rotaciones en la portería.

un abrazo.

otomano dijo...

Sí, la historia es flipante y verídica. Con el paso del tiempo le das más valor. Un día después del penalty más famoso de la historia de liga, yo estaba pachangueando en esa misma portería; y tan solo tuve que cruzar una verja entreabierta y me vi en la pista de atletismo del viejo Riazor.

@Tomi, Un rebumbio es lo que en Madrid llamáis "gol regañado".

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