Sin brillantez, pero con eficacia, oficio y saber estar (menos nuestro amigo Mario Suárez, luego hablaré de él). Un partido que para el que no sea del Atleti o del Graná puede resultar un coñazo supino, pero no se piensen, para los que somos de uno u otro equipo, casi que también, salvo la emoción que da la incertidumbre del resultado y el deseo de que gane tu equipo. Defensas que se imponen a ataques, presiones eficaces de uno y otro equipo, y un primer tiempo para olvidar, sacado solamente del tedio por una gilipollez en forma de taconazo de Miranda que casi nos cuesta un gol, pero que un enorme Courtois salvó el remate final a bocajarro de El Arabi.
Por parte del Atleti, un buen disparo lejano de ese llanero solitario llamado Falcao (mientras no se quite esa tirita azul de su frente no va a volver a marcar, ya lo verán), medio millón de córners desaprovechados y poca cosa más, ya que Turán estuvo perdido y tristemente también solo, y Adrián pasó como un fantasma durante toda la primera parte. ¿Dónde diablos anda la mente de este buen hombre? De momento, es un misterio sin resolver.
En el segundo periodo, un servidor tenía claro los cambios que había que realizar. Era un partido para el Cebolla, para Diego Costa y para Koke. Dos de los 3 cambios se produjeron (el de Koke y el propio de Diego Costa, que tardó un par de minutos en salir mientras el equipo estaba con 10 por qué sé yo de sus medias, ya saben, las cosas del Atleti). Y se notó. Vaya que si se notó.
Koke manejó al equipo con criterio, y Diego Costa dio movilidad, profundidad y creó peligro en casi todas sus acciones, como siempre. Y así, llegó el zarpazo final en una asistencia de Koke sobre Turán, que este convirtió en tanto a puerta vacía. Un 0-1 que parecía ya definitivo, porque era uno de esos encuentros en los que cada gol se podía multiplicar por tres su valor, dada la escasa profundidad de uno y otro equipo. Solamente puso la emoción la absurda pero justa expulsión de Mario Suárez, que dejó al equipo con diez. Afortunadamente, los del Cholo tienen una colocación impecable dentro del campo, y apenas notaron su ausencia. Así que tres puntos como tres soles de grande, y que tienen su peso en oro, especialmente, porque estamos aguantando ese ritmo absolutamente diabólico e infernal que tiene puesto el Barcelona. Y, créanme, no es nada fácil hacerlo. Pero nada.
EL CRACK DEL ENCUENTRO: Courtois vs. Godín. Los dos estuvieron sencillamente colosales en el trabajo que tuvieron.
LA DECEPCIÓN DEL PARTIDO: Pues ni fue el día de Adrián, ni el de Raúl García, pero voluntariamente el que se merece estar aquí por méritos propios es el bobo de Mario Suárez. Menos mal que su estupidez al final no nos costó ningún punto, porque si no es muy probable que estas líneas las estuviese en estos momentos escribiendo en un tono bastante diferente, máxime con la mala milk con la que suelo yo andar los putos lunes luneros.
ÁRBITRO: González al cuadrado. Nada reseñable que decir de él.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO (+ 10 GRADOS).
Pues si señor. Le subo otros dos graditos más, porque este partido había que roerlo, que carallo. No está pero que nada mal el cómo está yendo la cosa. Me han comentado que, inclusive, tenemos mejores números que la temporada del doblete. Dichoso Barsapasta.
Y el jueves, partido importantísimo para rematar nuestra clasificación europea a la siguiente ronda. No sería de recibo que todo un doble Campeón de Europa League caiga a las primeras de cambio en su torneo. Ya sabemos que no es la Champions, pero bueno, todo se andará.