21 de mayo de 2013

Final Copa del Buey: Vikingos 1 - Atleti 2. Mandando en la Capital.


Era una obsesión, una manía, una esperanza, una fe, un deseo, y, al fin, es una puñetera realidad. Si, señores. Mandamos en la Capital cuando hay que hacerlo, donde hay que hacerlo y en nuestro más genuino y puro estilo: remontando con coraje y corazón. Y fútbol. Y saber estar. Cada uno, además, en este encuentro, quedó retratado como lo que siempre hemos sido, como somos y, probablemente, como continuaremos siendo en el futuro, siempre y cuando seamos capaces de transmitir los valores éticos, morales y  deportivos que tenemos los Atléticos. Sabiendo ganar, sabiendo perder, y, sobre todo, no abandonando nunca a nuestro equipo, pase lo que pase. En eso, somos únicos. Los únicos que aguantamos una Final para aplaudir, sin movernos ni un solo Atlético de nuestro sitio, para aplaudir al rival y que no decaigan los nuestros, cantando a capela y a grito pelado siempre nuestro himno, nuestro credo, nuestra razón de ser y de levantarnos cada día.

Para mi la final comenzó a las 8 de la mañana. Trabajé un par de horas, y me marché al hospital, ataviado hasta los ojos con chándal, camiseta y chubasquero del Atleti. A la entrada sobre las 11 al 12 de  Octubre, tres chavales jóvenes que me vieron se pusieron como locos a gritar eso de “¡¡¡¡¡ATLETIIII, ATLETTIIIII” completamente poseídos, sin importarles la torrencial lluvia que caía en esos momentos. Me comentaron que venían de ver a un colega suyo que le iban a operar hoy, y que, obviamente, era rojiblanco hasta  el tuétano. Dicen que mal de muchos es consuelo de tontos, y aunque es una puta realidad como la copa de un pino tal afirmación, lo cierto es que siempre que se asome uno a la ventana de la vida, verá mucha gente que anda mucho mejor que uno, pero, por desgracia, también contemplará a otra mucha que anda bastante peor que yo.

Mientras,  y ya en los pasillos del hospi, sabiendo que la espera que tengo para el dichoso escáner es sencillamente interminable, e imaginándome que mientras me tomaba los vasos de agua con contraste eran como copazos de anís que me estuviese tomando en esos momentos con mis colegas de grada (que ya andaban dándolo todo por esas calles de Madrid), se cruzaron un par de doctores con otra doctora que me preguntaron que qué iba a hacer hoy el Atleti, que si, al fin, íbamos a lograr ganarles. Sin dudarlo dije que sí. En realidad, todo el guión preestablecido encajaba a la perfección: final en nuestro campo talismán. Nuestro rival jamás nos había ganado ninguna allí. Además, había perdido otras que había organizado previamente (cuánto les dolió también el famoso Centenariazo del Depor, en el que estuve yo presente en el estadio, no lo olvidarán fácilmente, porque, de hecho, la cicatriz está sin curar, y nosotros, aún si cabe, la hemos acrecentado más). Lluvia torrencial, tal y como pasó en aquel famoso 0-4 que asistimos mi hermano y yo a ese legendario gallinero del Bernabéu, encuentro al que decidimos ir a pesar del tiempo ya que acabábamos de llegar del pueblo en la estación de Chamartín y nos dijimos ¿Por qué no? Jamás tomaríamos una decisión tan acertada, qué duda  cabe … O, mejor dicho, de las pocas decisiones acertadas que hemos adoptado en nuestra vida.

A eso de las 14 h. al fin llegué a casa, y, como siempre que me pasa en estas ocasiones, apenas pude probar bocado. Me intento echar la siesta, doy más vueltas que si estuviese echándome la misma debajo de un puto hormiguero. Sigo teniendo en mente a mis colegas, no lo puedo  evitar. Me voy al mercado, hago la compra. Curiosamente, en todos los puestos en los que compro son de vikingos. Nos deseamos suerte, pero de corazón, de verdad, y nos damos un fuerte abrazo. Los dos  sabemos lo mucho que nos jugamos, y los vikingos, por mucho que los antecedentes les acompañen, saben que somos el peor rival que podían tener en ese día enfrente. El más incómodo. El que más daño les podría causar. Y su temor, aunque parezca increíble, resultaba palpable, altamente palpable.

Termino la compra, subo a casa, a colocar la misma. Ya no sé ni dónde meterme. Decido finalmente ver el encuentro allí,  en mi hogar, a pesar de que sé que estaría completamente solipandi (que no se me olvide, mi más cordial y profunda enhorabuena a la directiva del Club Atlético de Madrid, del Real Madrid y de la Real Federación Española de fútbol por los precios  que pusieron para la gran final, gracias a ellos no pude ni apenas plantearme el poder acudir a la misma, haciéndome sentir un Atlético de quinta división, tampoco  les olvidaré nunca,  que lo sepan), contemplo el majestuoso e imperial tifo organizado por el Frente Atlético (mi más cordial enhorabuena a todos) y comienza el partido, como tantos y tantos derbis más: a los siete minutos, gol de Ronaldo, aunque, esta vez, no podemos achacarle nada a Thibaut Courtois, más bien todo lo contrario.

La tensión me podía, me superaba, y, sorprendentemente, tuve una especie de vacío temporal transitorio, en el que estaba contemplando la televisión, pero no sé muy bien qué es lo que veía en realidad. Otra vez  me volví a acordar de mis  coleguis, y sentí una profunda pena y mucha, muchísima rabia por no estar allí con ellos. De que me quise dar cuenta, jugadón en  el que Falcao decide destrozar la cintura de Albiol, demostrando que es algo más que un simple pelotero afortunado con la meta contraria, espléndido pase en profundidad sobre Diego Costa, este, a su vez, se va de Sergio Ramos como una colegiala es capaz  de hacer hoy en día pellas en un instituto, y bate de tiro cruzado a Diego López. Esta vez sí que lo ví claro, la cosa pintaba muy bien, y mi mente bajó sorprendentemente de las nubes, se colocó de nuevo el en salón de mi casa y decidió vivir otra vez a tope el partido, aunque, obviamente, esbocé una espléndida sonrisa al acordarme, una vez más, de mis tronkos, y la que estarían montando en el Bernabeu.

Después, segunda parte muy intensa, muy vibrante, muy de ida y vuelta, muy de lo que es, la final de Copa, lo más de lo más, el partido no más importante, pero sí más sentido, taquicárdico y deliciosamente desquiciante de cada temporada, y con ello llegamos a la prórroga.

El corazón se me empezaba a salir por la boca, cuando, ya pronto, vino el gol de Miranda tras espléndida asistencia, de, cómo no, Milinko Koke, más Milinko Koke que nunca. La explosión de júbilo no la pude controlar, ahí, solo, perdido en el mundo de mi habitación, y, de nuevo, con lágrimas en los ojos, volví a acordarme de ellos, mis compis, y ya no pude parar de moverme, de gesticular, de llevarme las manos a la cabeza, de flipar con los paradones de Courtois, de, por primera vez en mucho tiempo, reconocer que tuvimos algo de suerte contra el enemigo universal y jardineril por excelencia, de explotar un mini  de sudor con cada remate al palo vikingo, y de  estallar al final con  el pitido final de Clos Gómez, que realizó mucho  mejor arbitraje del que yo esperaba, con una expresión de felicidad difícilmente reconocible.

Mientras, el rival, nos demostró, una vez más, que tiene tanto coraje como tan mal perder (los ejemplos  son más que evidentes en el señor Mourinho y en la patada en la cara a Gabi de Ronaldo, de lo de no ir a por el  diploma  y la medalla, respectivamente, ya ni les cuento, falta de respeto a todo el mundo, al rival, a su público, a la Federación, al Buey, a su propio presidente …). Pero no es tiempo para ellos. Esta vez no. Esta vez es tiempo para Courtois, y su Doctorado Sumun como el que va a ser el mejor portero del mundo (aunque ya  está en  el pódium de los tres mejores). Es hora  de Juanfran, con su inseparable chiquillo con la rojiblanca puesta, y cómo fue capaz de agrandar hasta límites insospechados su corazón para sacar un balón que era gol sí o sí. Es el momento de Luis Filipe, un lateral que está cogiendo una experiencia increíble y que tiene una fiabilidad como nadie hoy en día por la zurda. Hay que aplaudir a nuestro talismán Godín, que final que juega, final que gana, sea  contra quien sea, con  la camiseta que sea y en el lugar qué sea. Para la historia pasará ya Miranda y su testarazo, el cual merece otro busto al estilo de Pantic. Su rendimiento como defensa está fuera de toda duda. En pie me pongo, emocionado, con nuestro CAPITÁN GABI (así, con mayúsculas), y sus 555 kilómetros recorridos defendiendo como nadie puede hacerlo esa camiseta. Sentimiento en su más puro estado. Al igual que con otro de nuestros canteranos, Koke, imperial pulmón colchonero que representó como absolutamente nadie ha logrado hacerlo a todos y cada uno de los Atléticos portando esa inmensa bandera del Atleti y clavándola en el centro del campo del Bernabeú en plena celebración rojiblanca, como  diciéndonos a todos: “rival vencido y tierra conquistada, nuestro sueño ha sido hecho realidad”. También Mario Suárez mantuvo el nivelazo  que suele demostrar en los grandes acontecimientos, que parece que están hechos  a  medida para él. Qué decir de Arda Turán, que representa el duende y la magia rojiblanca interpretando los partidos bajo su genial batuta como solamente él sabe hacerlo. Y no, no me puedo olvidar de las lágrimas de Falcao al final del encuentro, demostrando que si realmente está fichado ya por media Europa como ya todo el mundo está deseando dar por hecho, tiene una manera muy extraña de demostrar su alegría. Tampoco hay que olvidarse de Diego Costa, todo pundonor, que, esta vez sí, supo adaptarse perfectamente al papel que se espera de él, que no es otro que el de  jugar al fútbol, sin esconderse, sin amedrentarse por nada ni por nadie, y siendo efectivo de cara al gol. La copa es pero que muy suya, que para eso ha logrado ser el pichichi de la misma. Es un jugador emocionante.

Claro que, para emociones, el Cholo. Para Atlético, el Cholo. Para Mister, el Cholo ( el pasado viernes se vio perfectamente la diferencia que hay entre un equipo trabajado y bien dirigido desde la banda  a un menda que termina por dirigir a una banda). En mis 39 años que llevo viendo fútbol de forma y manera ininterrumpida, jamás había visto a un hombre lograr inculcar una forma de ser, de pensar y de identificarse y hacerse identificar por unos colores como a Don Diego Pablo Simeone. Me resulta del todo punto imposible inventarme más calificativos para definir la admiración y el profundo amor que siento por él. Solamente diría que debería de haber, permanentemente, una pancarta sobre una parte del campo que dijese “CHOLO ÚNICO” y que, jamás de los jamases, abandonase nunca más ese  trozo en nuestro templo del Calderón, a imagen y semejanza con la  que la afición  del Milán homenajea siempre a Marco Van Basten.

Así  que nada, al final terminé llorando como una magdalena, decidí emborracharme, llamé a medio mundo, recibí felicitaciones y llamadas del otro medio, y me sentí el hombre más feliz  del Universo. Solamente me faltó una cosa: estar con ellos. Pero, sinceramente, creo que de corazón, de  espíritu, y de emoción, por un momento, durante esa noche mágica del viernes, logré hacerlo: con el Capo, con Charlie, con Rafita, con Albertito, con Miguelito y con Javi. Y, por supuesto, con  todo aquel que sea capaz de vivir, transmitir y disfrutar de esta religión radical pero sana denominada Club Atlético  de Madrid. Enhorabuena, Atléticos. Y a seguir mandando en la Capital.  

14 comentarios:

VJ+AC dijo...

Nada que añadir. Excepto ánimo y fuerza con lo suyo.

sentir1907 dijo...

Mandando en la capital ?? LO DUDABAS ¡¡ , jamás se podrá comparar el sentimiento rojiblanco con el de los blancuchos , que grande el atleti tio ¡¡ , ahora a por la supercopa ¡¡
Un título para un final de liga colosal ¡¡ y mientras los blancuchos llorando... jjeje
Saludos fenómeno ¡¡

Julio dijo...

Magnífica crónica, don Tomi. Está escrita a su más puro estilo.

No puedo decir nada más. Sólo darle un abrazo virtual de corazón.

Paul Marble dijo...

¡FORZA TOMI!

Adal dijo...

Una corrección Tomi,no te sientas un atlético de quinta división, quienes te leemos sabemos que lo eres de División de Honor.
Algunos sí tuvimos la suerte de poder estar ahí más por ganas y por sacrificio que por poderío económico. Precios como los de esta final eran para habernos confabulado en no ir nadie, pero eso hubiera sido un punto a favor de los vikingos, el Atleti no hubiera ganado sin las ganas que puso y sin el apoyo de su afición que se impuso claramente a la rival.
Te pongo un enlace de la mejor toma del gol de Miranda desde el Fondo Sur desde el que se oye más al Fondo contrario.
Y sobre lo del Hospital, mi más afectuosos deseos de pronta recuperación, seguro que esta alegría ayuda
http://www.dailymotion.com/video/x101862_gol-de-miranda-final-de-copa-2013_sport?start=0#.UZxiqEpGC1S

Tomi Soprano dijo...

Muchas gracias, Adal. Genial la toma desde los fuleros :-DDDD

Anónimo dijo...

Te llamé al final del partido y fue imposible hablar contigo. Viste mi SMS? Qué te había dicho yo esa misma tarde??
Yo me pasé toda la semana en plan pesimista: "No podemos ganar", "Nos van a montar una encerrona acojonante",... Pero el mismo día del partido me levanté con una sensación, unos temblores: "Coño, que hoy ganamos". Y se lo dije a mis cuñados, madridistas hasta la médula los tres, y se lo dije a mis hermanos, y te lo dije a tí. Y, como dijo el Cholo, antes del partido me puse la camiseta. Y en la televisión vi el tifo y le dije a mi mujer: "Estos vikingos no saben contra quién coño juegan hoy. Ganamos sí o sí." Y GANAMOS...

Un abrazo, colega.
Cesitar.

monje dijo...

hemos tenido un éxtasis increible,espero que te recuperes de lo tuyo, el atleti es grande pero tu tambien eres muy grande.

Cárabo dijo...

GRANDE NO, GRANDÍSIMO!!!!

CHANA LA CRÓNICA, PIN PIN... (¿se dice así, tron?) :-DDD

Mis felicidades a todo Atlético!!!

LA DÉCIMA!!! :-DDDD

Jose I. Fernández dijo...

Tomi tío, creo que en ocasiones hemos hablado de que nunca había ido a ver al Atleti en el Bernabéu y que en mi interior algo me decía que cuando lo hiciera, íbamos a ganar... Jamás había asistido a un derbi en territorio vikingo, el 17 de mayo de 2013 fue la primera, y ya sabes el resultado.
Quiero creer que mi presencia influyó. Quiero que sepas que grité y animé por ti, por mí y por todos mis compañeros, y que yo también ando apretado de pasta, pero compré una entrada en el gallinero por 50 pavos porque este partido no me lo podía perder.
He venido a leer tu crónica porque si de algún atlético a quien no conozca y que me deba un mini me alegro por esta victoria, es por ti.

SOMOS CAMPEONES!! Y CONTRA EL REAL MANDRIL!! Y EN LA POCILGA!!

Un fuerte abrazo Tomi. Y recuerda: el Atleti te hace fuerte!

Tomi Soprano dijo...

Pues ya sabes lo que tienes que hacer, Jose ... No perderte un partido más. Muchas gracias a todos por vuestras palabras. Sin vosotros, probablemente, sí que no sería ya nadie.

drarenas dijo...

Solo puedo decir Tommi, que si bien to lo pase en un bar rodeado de atléticos, los nervios que pase viendo tan cerca el sueño, casi me hacen perder el sentido. FORZA ATLETI!! FORZA CHOLO!!! JODEROS VIKINGOOOOSSSSSS

Anónimo dijo...

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Jimena San Martín

Anónimo dijo...

Sólo se me ocurre decirte, Tomás, que merece la pena aguantar lo indecible y soportar lo insoportable por noches como la del 17 de Mayo de 2013.
Lo hermoso es que, jodidos como estamos, en lo profesional,personal,económico y por si fuera poco, de salud, hemos visto como se derribaba una vez más esa guarida del diablo, esa sucia casa de tramposos...
Y esta vez eran los nuestros, Tomi. Los chicos del cholo. La escuadra del oso y el madroño, la que sometía una vez más a la chulería vikinga.
Y la pisoteaba, y la hundía en el fango, en la escoria donde se merecen los señoritos beneficiados y malcriados.
Los hacíamos perder, del mismo modo que con el gol de Miranda,nuestro mirinda, nuestro mirindo, el equipo que llevamos en el alma subía al cielo,con nuestro grito puro de gol,de victoria y de gloria colchonera.
Esto, apreciado Tomás, esto nadie nos lo va a quitar ya jamás.
Y, tal vez, cuando nos asalten las ganas de quitarnos de enmedio, cuando la puta y jodida realidad nos quiera doblegar y derrotar, José Tomás, hermano colchonero... Tal vez entonces el de arriba nos haga recordar lo que vivimos la noche de la DÉCIMA DEL BUEY, en la puta cuadra, en los hocicos del ciervo...
Y sonriamos, y respiremos , diciendo:
Hemos vuelto,volvimos, VOLVEREMOS.

Y jamás seremos vencidos ya que, como los guerreros del cholo, somos ETERNOS.

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