No sé si habéis visto la película de “300”, que trata sobre cómo un pequeño grupo de Espartanos son capaces de vencer a ejércitos mucho más fuertes y poderosos que ellos, a base de utilizar la inteligencia y comportarse en la batalla como si fuesen un solo hombre, perfectamente acoplados y acompasados. Eso es el Atlético de Madrid en estos momentos. Comandados por un imperial Cholo, el equipo es una auténtica máquina de jugar al fútbol en su más amplio sentido de la palabra. Defienden como un solo hombre, atacan como 500, se apoyan, se ayudan, se animan, se controlan los unos a los otros como cuando Turán le puso las cosas claritas al gran Diego Costa para que no le expulsasen. Son auténtico espectáculo, y somos ahora mismo la envidia del mundo entero.
Así se escribe la historia. Ahora sí, tenemos ya el mejor arranque de toda nuestra existencia. Y se ha conseguido a lo grande, en casa del eterno rival, rodeado de todo ese glamour y parafernalia grandilocuente que siempre rodea a ese equipo, con apenas 70 valientes colchoneritos en sus gradas. El partido fue un baño en toda regla, frente a un Madrid que no tuvo ni puta idea de superar nuestro entramado defensivo, mientras que nosotros, bien en contragolpe, bien a balón parado, bien en jugada combinada, bien en físico, bien en colocación, bien en actitud y aptitud, no hacíamos más que inquietar la meta defendida por Diego López. Les superamos absolutamente en todas las facetas del juego.
Los héroes de este homenaje al fútbol fueron Courtois, que no tuvo apenas trabajo, y el que tuvo (remate del niñato del Morata) la paró con solvencia. La defensa entera estuvo imperial. Lección magistral de Miranda, un central de otra época, y cuyo sentido de la anticipación al delantero es difícil de encontrar por ahí, con su fiel escudero Godín siempre atento y concentrado al máximo, con un Juanfran que no tuvo mayores complicaciones en frenar a Cristiano, y con un Filipe que, para qué negarlo, es el mejor lateral izquierdo del mundo que pisa en estos momentos un terreno de juego.
Nuestro centro del campo es una auténtica gozada, con el partidazo que se marcó Tiago (que pudo hasta anotar un par de goles) poniendo sentido siempre a los movimientos con el balón, con nuestro gran Capitán Gabi, se me acaban ya los adjetivos para definir el orgullo que siento cada vez que le veo representando a mi club. Con ese genio que anda suelto llamado Turán, y cómo gozábamos viendo como escondía el balón a los vikingos que le perseguían como gallinitas ciegas (ahora me voy por aquí, después te lo enseño por allá, ahora lo tengo a mis espaldas, mientras, los otros, soltando coces y más coces, qué manera de vacilarles, juas).
Y qué quieren qué les diga de Koke. Asistencia de lujo a Diego Costa en el gol, él solito se basta y se sobra para dirigir la orquesta con maestría. Todocampista total, con remate, con visión de juego, poderosísimo físicamente, un auténtico portento de la naturaleza. Brutal hasta decir basta. Lástima de ese remate suyo al larguero en la segunda parte, porque, si hubiese entrado ese gol, igual todavía seguía bañándome en el Manzanares, aprovechando que decidí ver el fútbol con mi gente, en nuestro Calderón.
Villa estuvo trabajador (contaba con su gol, lástima de esa volea que no se atrevió finalmente a realizar), movimientos constantes, desmarques continuos hasta que desfallece por completo. El asturiano ha asumido a la perfección su rol de ser “simplemente” uno más en este equipo que en realidad está compuesto por un solo hombre vertebrado en 11 pibes sin piedad, que no conocen ni el desfallecimiento ni la deshonra ni el deshonor.
Y, rematando la faena, anda Diego Costa. Ni un solo defensor del Madrid se enteró de por dónde les venía el brasileiro. Un ciclón constante, goleador (lástima de ese mal control final en la que tuvo solo delante de Diego López en la segunda parte). Él no entiende ni de rivales obscenos, ni de aficiones que le odien. No le amedrenta que le pisen, que le torturen a patadas (algunas traicioneras y viles, como la de Diego López). Desquicia a todos los rivales por igual. Y si a veces se pasa de revoluciones, ahí anda el Cholo, o Turán, o quién corresponda, llamándole al orden. ¡Vaya delantero!
El pasado sábado triunfaron muchas cosas. Creer en el trabajo colectivo por encima de las individualidades, aunque el de enfrente los tenga a pares y valgan 100 kilos cada uno. Triunfó la fe del que cree ciegamente en sus ideas, trabajando a destajo en pos de conseguir su objetivo final. No se me ocurre mejor adjetivo posible que indicarles que, el Atleti, hoy por hoy, es un equipo sencillamente descomunal. Una auténtica delicia. Un equipo emocionante, que transmite energía y electricidad en todo momento. Auténticos Espartanos que, aunque solamente piensan en la siguiente batalla, no temen a ningún ejército por muchos medios que tengan para derrotarles. No sé si esto va a durar 2 días, 2 meses, 2 años o 2 siglos. Lo único que sé es que cada día que pasa me siento más orgulloso de pertenecer a estos gladiadores majestuosos que representan al Atlético de Madrid. Gracias por todo, espartanos rojiblancos.
EL CRACK DEL PARTIDO: Todos. Absolutamente todos. El equipo. El Cholo. El Mono Burgos. El Profe Ortega. Todo el mundo merece estar hoy en esta sección.
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO: Los glamurosos millonarios. Ya parece que han dejado de buscar un rival digno para el derbi. Hala, chavales, vosotros a seguid ganando talegos, mientras que nosotros seguiremos jugando al fútbol. La lección gratuita del sábado os la regalamos y todo. Un placer.
ÁRBITRO: Mateu Lahoz. Para mi estuvo soberbio y con mucha personalidad. A la altura del partidazo que hizo el Atleti. Tendría sus errores, seguro, pero vi que su intención auténtica fue la de repartir justicia sin mirar colores o nombres individuales. Y esto, en los tiempos que corren hoy en día, aunque sea triste decirlo, es un auténtico lujazo.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO (+ 25 GRADOS).
Ni que decir tiene … Tres grados más. Los más merecidos desde que he estrené esta sección. Récord total de temperatura. Y aún queremos más calor …
Y mañana, a Oporto. Otra batalla de 3 pares de narices. ¡Espartanos rojiblancos, volved con el escudo o sobre él! ¡Cuánto más sudes ahora, menos sangrarás en el campo de batalla! ¡Desayunad bien, porque mañana cenaremos en el infierno! ¡AU! ¡AU! ¡AU!