Reconozco que el ritmo frenético de partidos que hemos disputado últimamente me ha resultado completamente agotador a la hora de poder escribirles nada, aunque el Atleti jugó con la dulce monotonía que ya nos tiene acostumbrados en el Calderón frente al Athletic y en Champions frente a uno de los múltiples equipos con los que están hermanados la escoria fulera (si , ya saben, esos que van por la vida de “solos contra todos”), y con el supino pero efectivo aburrimiento que me supuso la victoria en Granada, así que, como además el termómetro no fue afectado por ninguno de los partidos que disputamos, decidí darle a mi neurona un pequeño descanso.
Sin embargo, ayer sabía que era un partido sobre el que me apetecería escribir. Campo pequeño, un rival que me ha causado una espléndida impresión en los encuentros previos en que les vi en esta temporada, el histerismo del paletismo local queriendo ver en nosotros al enemigo público número uno por supuestamente haberles bajado a segunda ... Y, el partido resultó eléctrico en la primera media hora, en la que el Vila-Real se recuperaba del gol encajado en propia puerta por Mario a los 2 minutos de haber comenzado el partido (tras genial rosca de Juanfran, deberían de darle a él el gol en realidad), y el Atleti ejercía de Atleti defendiendo como los ángeles y ejercitando una presión espléndida a la hora de la recuperación del balón, buscando después la portería local. Los amarillos, por su parte, solamente tuvieron una ocasión clarísima en una buena acción de Rubén Pérez en la que el gran Cani (un maravilloso jugador cuando tiene la lucecita encendida) falló incomprensiblemente delante de Courtois.
El Atleti, por su parte, sin llegar a crear peligro evidente, pero si que tenía cierto control del juego. El problema es que cuando uno sabe que hace una cosa tan rebién como el Atleti defiende, se termina creyendo que con eso le va a bastar y a sobrar para conseguir la victoria en el marcador, eso se transforma en conformismo, y, probablemente, con algunos equipos le baste y le sobre, pero si tienes a un rival en condiciones como fue ayer el Vila-Real, terminas jugando con fuego, y, lo que es peor, quemándote.
Porque a partir de la media hora el Atleti fue eso: un equipo conformista, ramplón y que basó todo su juego en el arte de impedir al contrario crear peligro, olvidándose de que existía a lo largo del campo otro área.
El Vila-Real, por su parte, cada instante que fue pasando fue pisando el acelerador un poquito más fuerte, creando más y más peligro, Marcelino estuvo muy bien en los cambios, y fruto de los mismos sacó al terreno de juego al francés Perbet y a Aquino (que creo que es el hijo del mítico Toro Aquino que jugó en el Mucia, Albacete y demás) y a falta de once minutos llegó el gol del empate. Sesudos analistas de ayer y de hoy buscarán, como siempre, un culpable: que si Alderweild no estuvo contundente, que si Juanfran se mete el gol en propia meta, que si Insúa y su banda … Gilipolleces. El gol se mascaba cada vez más que iba a llegar, y cuando se tensa tanto la cuerda, puede pasar esto: que se rompa. Si no hubiese fallado el uno, hubiese sido el otro. ¿Qué más da? Somos un equipo, para lo bueno, y también para lo malo. Punto.
Reacción final del Atleti, en la que Arda se inventó un pase en la que el pobre Insúa se hizo la picha un lío y de tanto defender le quitó un balón franco a Villa, cuando este amenazaba con plantarse solo delante de la meta defendida por Seres Inútiles Asenjo, y, resultado que el Vila-Real dio por bueno, lo cual es buena señal del respeto que la peña nos va teniendo por ahí. Eso sí, entre tanta miseria de fútbol por nuestra parte en este segundo periodo, me encantó con el empate ver a Courtois sacando a toda leche, y los jugadores corriendo a por el balón como si fuésemos palmando. Demasiado tarde, sí, pero buena señal. En realidad el punto es bueno, y es malo. Chungo porque perdemos dos puntos ya que durante 60 minutos no fuimos el Atleti. Bueno porque suma frente a un rival que confirmó todas mis expectativas: fenomenal velocidad en la circulación de balón, juego abierto en bandas , trabajo y ratos de muy buen fútbol. Lo importante es sumar, aunque hayamos restado. El mundo al revés.
EL CRACK DEL PARTIDO: Del Atleti estuvieron a un gran nivel Courtois, Miranda y Tiago hasta que le duró el fuelle (que fue hasta casi el final, la verdad). Por parte local, pónganse en pie ante el partidazo que se marcó Bruno, un mediocentro que como persona proporcionalmente me cae tan mal como tan buen jugador considero. Él solito se hizo dueño de todo el centro del campo, y dio una auténtica exhibición de clase y fuerza, dosificadas a partes iguales. Partidazo descomunal.
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO: No sé si sería por esa amenaza de gripe que dicen que tuvo, o por la maldición de la Selección (en la cual creo a pies puntillas, es seleccionar a un rojiblanco y creerse el amo del universo tocándose la polla, no sé por qué, la verdad) pero ayer Diego Costa, directamente, es que no fue Diego Costa. Muy flojo también (creativamente hablando) sus compis de tropa en creación de juego: Villa, Koke y Raúl García.
ÁRBITRO: Pérez Montero. Pintoresco personaje del monigote de figura de futbolín vestido de negro ese, cuya cualidad innata es que todas las jugadas y lances del juego el menda crea un estado de tensión porque sabes que puede caer una tarjeta en cualquier instante. Se por lo que sea. Un pisotón, un codazo, un saludo al contrario, un “¿Cómo está usted, señor árbitro?”, una mirada hacia un recogepelotas Sí. Incluso al espectador que está viendo el partido desde el campo o desde su casa. A mi hermano, de hecho, le debió de amonestar con el tanto azulejero por derramársele un poco el pelotazo que se estaba clavando, porque se piró a su habitación nada más conseguirse el empate. Qué ser, Dios mío.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO (+ 20 GRADOS).
El termómetro dicta sentencia, e indica que se perdieron dos puntos en casa de un recién ascendido, así que, por mucho que se metan con él, ya saben que lo tengo que bajar un par de grados. De todas formas, en pleno mes de Noviembre, sigue siendo una temperatura más que óptima para seguir confiando a muerte en este equipo.
¿Lección del día? No siempre se puede ganar, y, francamente, por empatar en Vila-Real tampoco es como para pegarse dos tiros, aunque no se jugase como se debía, ciertamente. Pero es que los rivales también cuentan, y ayer, el que tuvimos enfrente, sinceramente, me pareció un equipo muy a tener en cuenta. ¿Perdido dos puntos? ¿Sumado uno? Mi termómetro dice que palmamos dos. Mi corazón, que sumamos uno. Elijan ustedes la opción que más les plazca.
5 comentarios:
Vaya codazo más violento de Diego Costa. La pobre víctima se retorcía de dolor. Eso es de roja.
Y sus putos delanteros eran de mantequilla, y no por el asqueroso color de su camiseta precisamente ...
No os pudimos hacer el favor de poneros líderes ¡¡ o al menos casi líderes ¡¡ , pero con los putos culés no hay quien pueda macho . Eso no empaña el campañón que está haciendo el glorioso ¡¡
Saludos ¡¡
¿20 grados? Ni las tacañonas, don Tacañón.
Mi única lectura es que nos superó claramente el rival e hicimos lo que pudimos. Con todo esto, apenas concedimos un par de ocasiones en contra.
Con su permiso, el hijo del "Toro" Aquino está en el Madrileño.
Puntazo.
Un abrazo.
Touché. ¿Ve como mi neurona necesitaba un pequeño descanso, Don Pablo? Y, aún así ...
Abrazote.
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