Casi nada al aparato. Tras la exhibición que dio nuestro Atleti en el partido de Copa frente al Sant Andreu ( y no, no estoy loco, exhibición de seriedad, de respeto a la competición, al rival, al público, a nosotros, y, especialmente, a la camiseta y al escudo que portan, probablemente, lo que más me gusta de este Atlético de Simeone) ayer tenía otro nuevo partido de esos que te pueden llevar a la idea de dejarse llevar, que bueno está, que los objetivos ya están conseguidos y que, al fin y al cabo, qué más da (dense una vuelta por Munich y sabrán de qué les hablo). Qué más da, dicen … Ingenuos. El Cholo tiene prohibido esa frase dentro del vestuario Atlético.
Al principio del sorteo, todos imaginábamos un apasionante Atleti-Oporto como fin de fiesta a la fase de grupos en el Calderón. Quién más, quien menos, soñábamos que nos jugaríamos el primer puesto. Pero no. Los portugueses salieron jugándose la vida, sí, pero conscientes de que la empresa era difícil (hasta igual más por la derrota del Zenit que por la propia victoria suya, allá ellos), y el Atleti le quiso dar la importancia que tiene para el Cholo cualquier tipo de partido que dispute. Máxima. Sin paliativos.
Pero mientras los portugueses andan con el mal fario puesto, al Atleti le sale todo. Ya saben, el fútbol es un estado de ánimo. Nada más comenzar el encuentro, Jackson Martínez avisó del peligro constante que es enviando un remate casi a bocajarro al larguero tras ganar la espalda a Miranda. Corría el minuto 8.
Sin embargo, en una jugada de saque de banda, cinco minutos apenas más tarde, Raúl García se sacó de la manga un zurdazo imposible a la media vuelta y casi sin ángulo desde la línea del fondo del área, que se coló como una exhalación en la meta defendida por Helton. El delirio invadía el Calderón. La fiesta no es que comience. La fiesta nunca acaba.
El Atleti de hoy en día está tan seguro de sí mismo que no le importa prácticamente nada. Ya da igual hasta que Courtois no esté en la portería y ande en ella Aranzubía, portero que transmite confianza y seguridad, a pesar del penalti tonto que hizo ayer, más culpa, en mi humilde opinión, de Insúa, por querer complicarse la vida en exceso protegiendo un balón que perfectamente podía haber despejado a banda, que por la del propio guardameta riojano. Da igual, si hay que pararlo, pues se para, y fuera. Así hizo el bueno de Dani tras lanzamiento de Josué. Era el minuto 27, aunque antes, en el 21, Varela cabeceó también a larguero. ¡Qué bellos son los postes del Calderón!
Mientras tanto, por la fiestuki ya habíamos visto la personalidad de Manquillo y lo buen lateral que es, no que va a ser, el buen partido de Alderweireld, cada día más acoplado, a Koke repartiendo juego a diestro y siniestro, los primeros minutos de nuestro Oliver Torres, que compensó algún que otro fallo inicial en sus pases con esa personalidad arrolladora que le permite seguir pidiendo siempre el balón y seguir siempre intentando hacer cosas diferentes, no se esconde nunca, el chicharrazo de Raúl García (todo lo que hace, todo, lo hace bien, ya saben) pero el demonio todavía no había hecho apenas acto de presencia. Me refiero a Diego Costa, que avisó primero en una internada de las suyas tan bien rematada como atajada al estilo balomanístico por el pie de Helton, y, poco después, sobre el minuto 36, aprovechó un fantástico pase de Oliver Torres que le plantó solo delante del guardameta visitante, le regateó de un cabezazo y remató finalmente con precisión suiza al fondo de la red. Y aún pudo conseguir el tercero antes del descanso Adrián, tras una acción perfecta a balón parado entre Gabi, Raúl García y el propio Adri. Este Atleti es un pasote total, no le den más vueltas.
Tema Oliver, cuestión de moda entre Atléticos jóvenes y menos jóvenes, fundamentalistas y talibanes, ortodoxos y creyentes, humanos e infrahumanos. El asunto es muy sencillo: el Cholo aprieta, sí, pero el Cholo concede. Le advirtió en la previa que a él le exige más, porque debe de dar más de sí. Pero, al mismo tiempo, le da la titularidad en todo un partido de Champions, para que le demuestre precisamente que está capacitado para ello. Ayer la prueba fue miel sobre hojuelas. Fijo que los dos acabaron contentos. ¿De verdad esto es un problema?
En la segunda parte el Oporto nos embotelló más de la cuenta, haciéndonos pasar unos primeros 20 minutos casi sin rascar bola, pero como aquí nadie se pone nervioso, la grada respondió animando sin parar, viendo el pequeño bache del equipo, y los portugueses seguían con su obsesión galopante con los palos de las porterías del Calderón (otro nuevo remate a la cepa del poste de un tal Lica), pues nada, que al final hasta tuvimos otra buena ocasión en un remate de Raúl García de los que él no suele fallar viniendo desde segunda línea de fuego.
Da igual. 16 de 18 puntos, y no hubo pleno por el extraño autogol de Toby que se zampó Courtois como yo mismo si de una buena zampuriña se tratase. El fútbol es caprichoso, qué les voy a contar que ya no sepan ustedes.
El próximo aliciente en esta competición será el sorteo de Octavos. Quiere decir que ya estamos entre los 16 mejores. Con toda lucidez. Con todo merecimiento. Con total brillantez. Fiabilidad en su más puro estado. ¿Preferencias? Sé que hay rivales más poderosos que otros, puede que haya otros a los que le tengo más ganas que a algunos, pero, francamente, personalmente me da igual. Con todos siempre voy a tener el más fascinante aliciente principal: Seguir disfrutando de este Atleti. ¡Qué pasote!
1 comentario:
Qué bueno es este Raúl, en cuanto perdió la barriga dejó atrás también todas las dudas. Grande. No es casualidad que aquí pueda marcar cualquiera, pero éste se hace asiduo al gol (y que no pare la racha)
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