23 de agosto de 2021

Atleti 1 - Elche 0. El Unocerismo.

 

El unocerismo se ha convertido en dogma de fe para buena parte de los aficionados rojiblancos. Va más allá de vencer un simple partido de fútbol por un tanto en sí de diferencia, sino que es ya todo un fenómeno social dentro del mundo futbolístico: irritante, para muchos, puro regocijo para otros. El unocerismo, por supuesto, cuenta ya con himno y todo, obra gracia de mi Hermano @Propanprul.

 

https://www.mundodeportivo.com/videos/mas-videos/20210531/6942724664811571/el-himno-de-laliga-del-atleti-la-cancion-del-cucu-marco-el-camino.html

 

El Elche, de hecho, era un excelente rival para poder desarrollar mejor este tipo de ideología: equipo modesto, relativamente incómodo, tácticamente más que correcto, con un gran entrenador que sabe lo que quiere, y cuándo lo quiere. De los que los meacolonias de turno consideran que hay que vencer plácidamente, y sin pestañear. Pero, y como ya vaticiné la semana pasada, como buen equipo modesto que es (entiéndaseme el término dentro de la mayor de mis consideraciones posibles), con un buen puñado de futboleros más que dotados, que, al jugar en estos instantes sin la presión asfixiante que les suele dar la posición en la clasificación general, se convierten en un contrincante altamente peligroso a estas alturas de temporada.

 

El unocerismo nos lo empezamos a saber de memoria. Apretamos cuando lo consideramos pertinente, aflojamos en otras muchas. Lo que mucha gente desconoce es que el unocerismo es concentración máxima, dosificación, control, rudeza, seriedad a la par que respeto en cada instante del encuentro tanto por la camiseta que se defiende como la del propio contrincante. Es concentración, colocación, solidaridad con el compañero, sacrificio y, hasta podría decir, devoción y creencia infinita en lo que uno hace.

 

El unocerismo es, por supuesto, sentimiento, recuerdo a nuestros seres más queridos (siempre en mi corazón, mamá), darse un paseo por el Metropolitano, escuchar el himno con un toque celestial de violín, en medio de un silencio sepulcral, y verter unas lagrimillas en compañía y recuerdo de los tuyos, de tu gente. Los Atléticos recordamos, aprendemos pero nunca dejamos de amar. Jamás.

 

El unocerismo es agradecimiento al reconocimiento por nuestra labor tan laboriosamente conseguida (muchas gracias, ilicitanos), sin importarnos en demasía lo que otros quizás no sepan realizar, entre otras cosas, por falta de costumbre en verse en esas lides (igual, si no se han conseguido títulos en toda su puñetera existencia, es complicado saber el significado real de lo que significa un pasillo en el partido inicial del Campeonato, igual).

 

El unocerismo suele salir en tromba, al ataque más desenfrenado,  presionar por todos lados como posesos, intentarlo en banda, con toque, o con un solo toque. Es lanzar un zambombazo desde su tierra a los 8 minutos de juego por parte de Saúl.

 

El unocerismo es jugar con inteligencia, dosificarse (máxime teniendo en cuenta los 35 grados del ala y que tu gente se está enfrentando a un equipo con su pretemporada también realizada como Dios manda, lejos de internacionalidades y demás, que sí, que para los del Elche también hacía calor, lo sé). Es adaptación, es paciencia, es sabiduría.

 

El unocerismo ha encontrado a un excelente aliado en la defensa para su causa, la denominada pausa de hidratación. Se suele aprovechar, y ayer no iba a ser lo contrario. Al poco de dicha pausa, De Paul pone un excelente servicio en profundidad sobre Torpedo Correa, Casillas sale a pedirle un autógrafo, y Angelito le dice que sí, que sin problema, pero que espere solo unos instantes para quedarse solo delante de un par de defensas rivales, driblar de tacón orientado a uno y sortear al otro con inconmensurable remate con el exterior del pie, poniendo el 1-0 en el marcador. 1-0 ya. ¡Viva el Unocerismo, carallo!

 

 

El unocerismo puede llegar a conceder algunas situaciones de peligro de gol, pero, fríamente hablando, clara clara, prácticamente ninguna. El unocerismo, por supuesto, por mucho que nos queramos convencer, por otro lado, fundamenta buena parte de su existencia en el intrínseco sufrimiento que solemos tener siempre cualquier buen Atlético que se precie. El unocerismo se sobresalta cuando, al borde del descanso, Boyé, si llega a controlar y rematar de un solo toque un balón colgado por parte visitante, puede que el resultado no hubiese sido el mismo al finalizar dicho periodo.

 

El unocerismo comienza la segunda parte tal y como acaba la primera, saliendo endiabladamente a por el rival. Giménez lo demuestra rematando un córner de cabeza obligando a Casilla a realizar una palomitesca acción para despejar dicho balón.

 

El unocerismo a veces quiere realizar cosas imposibles, rizar el rizo, como un remate posterior de Carrasco delante del portero tras complicado control del balón, intentando picar el balón en vez de rematarlo sin más en sí mismo.

 

Por supuesto, el unocerismo es humano: a veces se precipita, otras pierde el balón por demasiadas imprecisiones, todo ello, debido, principalmente, a que conoce que en sus acciones ofensivas debe de jugar a la velocidad de la luz, y no es tan fácil como la gente nos creemos.

 

En el unocerismo uno puede ser un pivote como la copa de un pino y terminar de central por la izquierda (otro partidazo del Kondogbia), puede empezar de lateral y acabar de interior (prefiero a Llorente de esto último mil veces, ya perdonarán), en definitiva, es cómo me pasaba en mis tiempos mozos cuando salía de marcha: uno sabe dónde la empieza, pero vaya usted a saber dónde la termina.

 

Y el unocerismo suele terminar siempre igual, uno sufre pero sin sufrir, suspira aliviado pero sin dejar de haber respirado todo el rato. ¿Conclusión? El unocerismo aburre, especialmente si no eres seguidor de este equipo, por dos principales motivos: uno es el que ver un partido nuestro suele ser un molesto dolor de muelas para ellos, claro. Otro, y peor aún, es que, encima, acaban con ardor de estómago añadido al contemplar una nueva muesca más en nuestro revólver en forma de victoria. Y terminan con jaqueca compulsiva. El unocerismo es irascible, saca lo peor de ellos, se revuelven en su tumba, maldicen, desprecian e intentan crear un estado de opinión general en contra nuestra. Fíjense el brutal poder de dicho fenómeno, que convierte en pichichi a un meme de jugador, que transforma en la nueva naranja mecánica del fútbol a un rival que ha empatado en casa de otro modesto, encajando nada más y nada menos que tres tantos, tratando de olvidar quién es el auténtico Líder en realidad.

 

Lo reconozco, yo no he sido muy fan de este fenómeno, pero me estoy empezando a enganchar de forma compulsiva. ¿Qué es el unocerismo, dices, mientras clavas en mi pupila rojiblanca tu pupila rojiblanca? El unocerismo, mi querido Herman@, eres tu.

 

EL CRACK DEL PARTIDO:

Con acabar en pie el partido Savic ya me resulta toda una heroicidad, vista su transformación en el puching-ball favorito de todo jugador ilicitano que se preciara. Brutal Kondogbia como tercer central, y decisivo Correa una vez más. Dicho todo esto, no hay mayor crack ayer del encuentro que la afición que acudió al Metropolitano (dentro y fuera del campo) con el único motivo de volver a sentir una previa, estar con su gente, ver o no el partido (decisión personal de cada uno, hay que respetar todas), portar de nuevo la rojiblanca con orgullo, tirar más o menos tercios de cerveza al suelo (ayyy, Señor, Señor) y … “volver a disfrutar, nada que decir, nada que pensar, tener las cosas claras para no volver atrás”…).

 

LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:

Justo los contrarios. Lo que critican ir, no ir, animar, no hacerlo, tener previa, no tenerla, ver el fútbol, no verlo. Los que dan el coñazo siempre por todo. Los que si hace sol les molesta, si llueve, más, si truena, corren despavoridos, los que están sin estar, los que no saben leer. Son muy pesad@s. Pero mucho.

 

ÁRBITRO: De Burgos Bengoetxea.

A mi me cae bien este tipo. No le veo mala intención, y no influyó en el resultado. Bien por su labor (espacio abierto para que deis palos hasta en el DNI, acostumbrado me hallo).

 

TERMÓMETRO ROJIBLANCO: (+ 3 GRADOS).

 

Partido de obligado cumplimiento, solo faltaba. Uno puede estar de vacaciones, de más o menos buen humor, pero el sentido de la seriedad, rectitud y saber estar, no lo debe de perder jamás. Así me gusta, la sala calladita, tranquilita y aprendiendo. Como debe de ser.

 

Y el próximo domingo, el Vila-Real, ese equipo que todo lo que hace lo hace bien, modélico, aldeano, humilde, proverbial y bla bla bla. Me caen fatal (aún reconociendo su valía, no son incompatibles ambas vicisitudes). Y el Señor Mercadona, aún mucho más, pero bueno. Habrá que estar muy al loro, que vienen heridos tras no terminar de levantarse al palmar la SuperCopa …”Ni la muerte no va a separar, desde el cielo te voy a animar” …

1 comentario:

Paul Marble dijo...

Buenas, Maestro.
Efectivamente, estamos en plena pretemporada. Hay que ir sacando resultados como buenamente se pueda hasta el día del Athletic. Ahí creo que se empezará a ver al equipo de verdad.
Los resultados se van sacando. Seis puntos de seis posibles indican que muy mal no nos está yendo. La temporada pasada sacamos cinco puntos en los tres primeros partidos disputados. ¡Y fuimos campeones! Paciencia, que se mejorará.
Paciencia, eso sí, al seguidor Atlético. Lo que digan prensa o rivales nos la debe sudar (perdón por la grosería) y no influir, como parece, en algún pandereta afín a nuestros colores.
¿Del partido? Unocerismo. Sin más.
Un abrazo y FORZA ATLETI SIEMPRE.

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