18 de octubre de 2021

Aniversario Peña Atlética Rock and Roll.

 

De siempre, he tenido demasiado yu-yu al concepto de ser un peñista. Por un lado, siempre he sido un tanto receloso de su existencia y, por otro, no me he sentido especialmente atraído por pertenecer a ninguna de ellas (porque el ser del Frente Atlético poco o nada tiene que ver con ser un peñista como tal, siempre me ha parecido un escalón muy por encima de eso, la verdad).

 

Recuerdo que, de pequeño, veía llegar al Calderón esos abarrotados buses llenos de gente, y cómo aparcaban en dos, tres y hasta en cuatro filas en la cuesta de San Isidro, mientras yo bajaba por la misma  todo contento para el campo, oyendo el ruido de sus motores en marcha y oliendo el olor a gasolina quemada que impregnaban los mismos. En el fondo, tenía, por un lado, envidia de ellos, porque soy de los que siempre he pensado que han tenido un trato de favor por el club por encima de cualquier vulgar socio que no esté asociado a ninguna de ellas (lo cual es cierto, aunque puede que también sea justo) y no entendía demasiado bien el por qué de ello.

 

Aparte, tenía la imagen de sus miembros más bien como de erótica-festiva en torno a lo que es ir a ver un partido del Atleti, con sus botas de vino, sus enormes bocatas y su extraña y pintoresca parafernalia asociada, así que sí, con el ser del Frente, me sobraba y me llenaba hasta la saciedad. Y así quedó la cosa por un montón de tiempo.

 

Pero, hete aquí que un buen día, un grupo de gente del propio Frente Atlético decidió montar una propia (sin renegar de sus orígenes, por supuesto), la Rock and Roll, y recibí una amable invitación para formar parte de ella. Y, fíjense ustedes lo que es la vida, si no hubiese sido por la puta pandemia, probablemente ahí se habría quedado la cosa (al menos por mi parte, ojo). Hubiese tenido siguiendo la gran amistad que tengo con algunos de sus miembros, sin duda alguna, hubiese hecho alguna visita esporádica a su sede, sita en El Despacho Clandestino, y aquí paz, y después Atleti. Eso sí, siempre Atleti, sobredosis de Atleti.

 

Pero me fui enganchando impunemente al susodicho Despacho, y, claro está, a su gente. Y me encantó como viví los partidos allí, porque eran como un mini-Calderón, pero de verdad. Y me resultó cantidad de gratificante lo bien que me recibían y me trataban cada vez que iba por allí. Y me pareció una gente muy auténtica, que sentía al Atleti de forma muy parecida a como yo lo hago. Y logré convencer a base de insistencia, y muchas y muchas cervezas de por medio, claro está (como no podía ser de otra forma), a Don @Paulmarble, a que me dejase dar el paso definitivo. Y finalmente me dieron el sí. Y ganamos una Liga. Y montamos la de Dios. Y ayer empecé a comprender de qué va un poquito mejor todo esto, porque  tuve el placer de darme un buen fiestón padre en mi primer aniversario como miembro de la peña (el IV y V de la susodicha en sí, que fue lo que se celebró ayer directamente).

 

Y conocí un montón de gente. Y especialmente miembros de otras peñas invitadas al evento. Y acudieron miembros del Frente Atlético (cuando, equivocadamente, pensé que serían un tanto reacios a acudir a este tipo de actos, imagino que buena parte de culpa será de quiénes sean el origen de la invitación, por un lado, y si la hay, de hecho, por otro). Y también fueron gente de Sons of Atleti, una de las peñas que más me ha llamado siempre la atención, precisamente, porque me he visto un par de veces la serie “Hijos de la Anarquía”, y siempre he pensado lo guay que sería pertenecer a una especie de Club de Moteros Rockeros con indumentaria propia y que vayan a muerte con el Atleti. Y ahí estuve un buen rato dándoles la barrila, en donde tuve también la suerte de conocer a Don Ronin @tonoultra. Y me quedé flipado con el conocimiento suyo (y el de casi toda la peña que había por allí, por cierto) de la actualidad del Atleti Féminas. Por supuesto, hablamos de un montonazo de cosas (entre ellas, mis crónicas y el ofrecimiento que tuve con él para que me patrocinase si quería mi sección de “El Termómetro”, lástima que tan generoso regalo no produzco el entusiasmo esperado entre el agraciado, seguiremos hablando del gobierno, de todas formas, no se preocupe, Don Ronin).

 

Y hubo muchas risas, muchas anécdotas, una camarera rompecorazones (aunque como nuestra Ana, ninguna), un camarero “Rey” que me da que tuvo problemas finales hasta con el agua de los geranios, y, como siempre pasa en este tipo de historias, al final entablas más conversación, por lo que sea, con unos que con otros, pero que el resultado es el mismo: terminas estando en la puta gloria bendita.

 

Y una de las personas que más ilusión también me hizo conocer fue a Don Rafa Fernández, un auténtico Atlético pata negra. Y me emocioné al contarme el enorme coraje y sentimiento colchonero que posee Doña Bea, a la que espero conocer más pronto que tarde, y que aprovecho para dedicarla estas cuatro líneas con el que emborrono dicho acto final.

 

Y admiro profundamente el enorme trabajo realizado y la ilusión que tienen puestas en que todo funcione a la perfección de nuestro presidente Don Cristóbal, su primera dama Dona Ana, y sus fieles comandantes en Jefe el propio Don Pablo Mármol y Nuestro gran @Kapijaen , Don Juan Carlos. Las cosas se pueden hacer bien, mejor o como las hacen ustedes, sencillamente insuperables.

 

Y se dieron premios, e intercambio de regalos entre unas y otras peñas, premios a nuestro peñista más longevo Don Antonio y al más jovencito e imberbe, y acudieron también al acto mi idolatrado hasta la saciedad Don Juan José Rubio, acompañado de Don Juan Carlos Pedraza, con el que tuve una entusiasta discusión sobre determinado jugador de cuyo nombre ni quiero, ni pienso, ni debo acordarme.

 

 

 

Y, sobre todo, lo que vi fue mucho cariño, mucho hermanamiento entre todas las peñas invitadas y la nuestra (Gamonal, Peñagrande, Legazpi e Indios de Caledonia), mucha gente que ama, vive y siente al Atleti como cualquier socio urbanita puede llegar a quererlo, y que mi idea equivocada “erótica-festiva” de la figura del peñista anda muy lejos de la realidad. Al menos, los que conocí ayer. Así que he salido de allí enormemente orgulloso de haber pasado a ser parte espero que, lo más activa posible dentro de mis posibilidades, de, nada más y nada menos, que la Peña Atlética Rock and Roll. Larga vida a la misma y todos sus miembros y peñas Hermanadas, pues.

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