29 de noviembre de 2021

Cádiz 1 - Atleti 4. El Cádiz no es el Milán.

Lo reconozco, sigo bastante enfadado tras el partido del miércoles frente al Milán, en el que el equipo dio una imagen sencillamente lamentable, tirando a penosa. Por eso, valoro la gran victoria conseguida ayer, sí, y más o menos vamos teniendo claro que plantilla para danzar en nuestro Campeonato doméstico hay. Por desgracia, Europa es otra cosa. Hemos pasado de ser un equipo inexpugnable en casa a que aquí últimamente saque tajada hasta el Bayer de Madagascar, y ahí residen buena parte de nuestros males. Veremos en el partido de Oporto, qué lado les apetece mostrar a las lindas señoritas.

 

Pero bueno. No es mala cosa llevar este lunes tan cargado de sueño que tengo con una contundente victoria fuera de casa. Y eso que el equipo empezó en su línea de atocinamiento habitual, porque ya en el primer minuto tuvo su primera gran ocasión el Cádiz, en una cabalgada de Lozano en la que Hermoso ni se enteró (prácticamente como todo el partido, vamos). El resto de esta primera parte se convirtió en un toma y daca, en el que siempre daba más sensación de peligro el equipo local.

 

Para colmo (aunque ya no resulte para nada sorprendente, más bien es el pan nuestro de cada día) tuvo que salir Felipe por la enésima molestia, lesión o vaya usted a saber del cristalino Giménez. Reconozco que el uruguayo intimida, es muy pesado en sus marcajes y suele ser bastante contundente tanto en el juego aéreo como defendiendo en sí mismo. Pero con estos continuos a la par que constante cortes de ritmo con sus innumerables lesiones, le impide ocupar un escalafón mucho más alto en el top mundial de defensas. Una pena, porque lo tiene todo para ser un número uno, menos eso: fortaleza muscular física.

 

El resto del primer periodo, un par de buenas ocasiones para ambos equipos, y a la caseta. El partido pintaba a bastante incierto, la verdad.

 

La segunda parte comenzó de nuevo con otro de nuestros peculiares despistes defensivos nada más comenzar las susodichas, hasta que por fin llego el primer susto pero de los de verdad de los colchoneros, en un córner fantásticamente lanzado por Carrasco que Savic cruzó en exceso, saliendo el esférico lamiendo el palo.

 

Y en el 56, nuestras dos mejores bazas ofensivas demostraron que no estaban por la labor de dejar escapar estos  tres puntazos, Carrasco pone un centro fantástico sobre la cabecita de Lemar, y el francés que venía desatado remata a placer ante la no salida de Ledesma. 0-1, y lo más difícil parecía ya conseguido.

 

En teoría, y si todo marchaba sobre el guión previsto, viendo los minutos que quedaban, por un lado, el poder ofensivo colchonero, por otro, y la valentía de Álvaro Cervera, por parte local, lo normal es que, a poquito que estuviésemos finos, marcáramos un buen puñado más, porque el Atleti, con espacios, y gracias a la movilidad de nuestros jugadores atacantes, a nada que se tomasen el tema en serio así lo iban a conseguir.

 

Y esta vez sí se lo tomaron, sí. Lemar, apenas 8 minutos más tarde, y tras una contra endiablada de escuadra y cartabón del Atleti, corroboró la teoría de que, cuando un delantero se queda solo solito solo delante del portero, y le das tiempo para pensar, lo normal es que termine errando el mismo, tal y como así sucedió (una pena, porque su partido fue francamente insuperable, así le pasaba también a nuestro Niño Torres, por cierto).

 

Pero, seis minutos más tarde, nuestro dorsal número ocho confirmó la teoría que os acabo de exponer en el anterior párrafo, pero bajo la otra vertiente de la misma.  Espectacular pared entre Lemar y Llorente (el cual sigue demostrando día a día que como interior es un puñal, mientras que como lateral es, a lo sumo, uno más, que cada cual saque sus propias conclusiones), el madrileño se mete hasta el fondo de la línea, centro medidito y rasito hacia donde andaba el citado dorsal número ocho, y remate seco, ajustado y al primer toque que se convirtió en el 0-2 en el marcador. ¿Ven? No pensó, lo tuvo claro, remató de primeras y acertó. Un tanto muy de él. Muy suyo, las cosas como son.

 

Y ya en plena exhibición rojiblanca, el Cholo introdujo en el terreno de juego a Angelito Correa y Cunha, y ninguno de los dos defraudó, más bien al contrario. Una maravillosa combinación al primer toque entre Angelito, el dorsal número ocho y Cunha, hizo que Correíta definiera a la perfección poniendo el 0-3 en el marcador. La barra libre había dado comienzo al fin.

 

Pero a este club a veces le pasan cosas muy extrañas, rozando lo paranormal. Así que, en el 86, un extraño balón de playa golpeado por el Choco Lozano, hizo que se elevase  en exceso y cayese como si pesase 200 kilos a una velocidad inusual sobre nuestra escuadra sí … No defendida por el bueno de Jan. Y la pregunta del millón de dólares es, ¿Qué estaba defendiendo Oblak? Pues mire, me di cuenta que una vez conseguido el tanto gaditano, Jan se quedó mirando fijamente al bueno de Savic, que entre perplejo y asombrado, le devolvió la mirada como diciendo “a mi no me mires, macho, que esta vez yo no he tenido nada que ver”. Así que os indico lo mismo: a mi no me miréis, no tengo ni idea de lo que se le pasó por la cabeza a Don Oblak. Y me jode, porque para este equipo es muy importante no encajar goles, pero nada, este año, que no hay manera, oiga.

 

Menos mal que Cunha, tan solo un minuto después, define como un auténtico killer tras un pase delicioso de nuestro dorsal número ocho. Así que así da gusto, se nos pasó al segundo el pequeño mosqueo. ¿Y ahora qué? Pues eso me gustaría saber a mi. ¿Y ahora qué? Habrá que seguir trabajando, tendremos que seguir estando a muerte con el equipo, debemos de mejorar un montón de cosas, y si este año no nos da para defender como antaño por las características de nuestros peloteros, pues igual es hora de plantearse el jugar de otra manera, en la que explotemos lo que sí que parece que suele funcionar estupendamente bien, nuestro arsenal ofensivo. Esto ya es cosa, en todo caso, del Doctor Cholo (al que le estoy viendo últimamente, por momentos, bastante desesperado en el banquillo). Yo confío en que dará con la tecla, claro que sí. Lo que no sé si tendrá la fórmula mágica definitiva para Oporto, así que vayamos a lo que, parece, en teoría más seguro, y ganemos al Mallorca, que también costará lo suyo. Porque, que yo sepa al menos, el Mallorca tampoco es el Milán.

 

 

 

EL CRACK DEL PARTIDO:

Pues buenos minutos de Llorente entrando como un un puñal en el interior, Carrasco sigue de dulce, Cunha sigue aportando cada día un poquito más y entrando mucho mejor a los partidos, pero ayer el que estuvo sencillamente inmenso fue Lemar. Lo comandó todo, estuvo trabajador, omnipresente, rápido, técnico, brillante y desatado. Su mejor partido desde que está en el Atleti. Qué buen rato nos hizo pasar ayer.

 

LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:

De la puñetera manía de cambiar el Cholo a Lemar yo ya no pienso decir nada más (vamos, que si después del recital que dio ayer va y lo cambia, es que es para morirse). Lo de Oblak voy a pensar como que fue un simple sueño, una cabezada pesada de estas cuando te andas echando una siestaca profunda, sin más. Fijo que no ocurrió en realidad. El que sí que me preocupa un montón es Hermoso, el cual ha pegado un soberano bajonazo. Yo le tengo fe al chaval, pero su banda ayer fue un auténtico disparate. El Choco Lozano ese parecía un reactor adelantando a un tractor, encima, casi siempre mal colocado. Así que, aunque no sea la mejor solución, yo quiero a Lodi en su sitio. Y ya está, por pedir que no quede.

 

ÁRBITRO: Gil Manzano.

Desconocido. Por momentos, pareció hasta un colegiado de verdad.

 

TERMÓMETRO ROJIBLANCO (- 1 GRADO).

 

Don Rubio dictó sentencia ayer en el Despacho, cuando claramente expresó en alto: “Partido de obligado cumplimiento”. Y si Míster Rubén es quién lo reclama, no seré yo el que le lleve la contraria, ni muchísimo menos el ponderado, justo, eficiente, correcto, eficaz y realista Gran Termómetro Rojiblanco. Y no se hable más del tema.

 

Bueno. A ver si seguimos superando en esta semana un poco el bajonazo total del miércoles pasado, porque, aún alegrándome un montón la victoria de ayer, no sé que extraño influjo crea en mí la dichosa Champions League esa, no lo puedo evitar. Como dice mi hermano mayor … “para mi esa competición ni existe” … El tema es que él es él, y yo soy yo... “La prensa no me ha tratado bien, y no son quién para exigir derechos”.

 

 

 

 

 

 

 

 

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