Por indicaciones del tipo que dirige el blog (antiguamente, me cuentan, escribía en él), les junto unas cuantas palabras. Siempre les digo a ustedes lo mismo: yo perdería el tiempo en otra cosa más entretenida y/o productiva que leer esta birria que les voy a intentar contar a continuación.
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Los días previos al partido fueron asquerosamente dulzainos. El empalagosísimo entrenador rival, bajó el volumen de pensamiento, siempre tan elevado, defendiendo casi a capa y espada las virtudes del equipo de Diego Pablo Simeone; cosa que ni piensa, ni nos preocupa. Dicho en castellano antiguo, nos la refanfinfla lo que diga o deje de decir, lo que piense o deje de pensar, ese sujeto, imbécil integral donde los haya.
El morlaco que se nos presentaba en la horripilante ciudad de Manchester iba a ser muy complicado. Creo que, junto al Liverpool, es el equipo más en forma de Europa. El Atlético, que poco a poco va creciendo, intuíamos todos que iba a pasar una noche muy larga; del tipo de aquella de Munich, que todos recordamos aún nerviosos.
El City of Manchester se puso sus mejores galas para rendir pleitesía al Atlético y a los 2.500 soldados que le acompañaron para la ocasión. Muchos repitieron viaje después de apenas un par de semanas. HONOR para ellos, que sufrieron exactamente los mismos problemas en un aeropuerto de tercera regional, digno de la ciudad a la que presta servicio. Obviamente, también se puso guapo el Etihad Clandestino, con un lleno de partido gordo.
Los herejes de azul comenzaron el partido sin ninguna prisa, con muchísima calma. Tener el balón, marearlo y no descolocarse, era el objetivo. Eso sí, la presión que harían todo el partido tras pérdida fue espléndida. Inquietar a Oblak poco, la verdad. Toda la primera parte fue una especie de amistoso de pretemporada con el balón de ellos, que para eso ponían el campo. El Atlético estuvo agazapado, sin encontrar salida clara de balón en ningún momento. Nos guste más o menos (en mi opinión ya debiera estar fuera de la plantilla), Héctor Herrera es el único jugador que está sabiendo sacar la bola esta temporada (y gran parte de la pasada). Los balones largos de Oblak no llegaron en ningún momento a nuestros interiores, que no son ni Raúl García ni Saúl, por ejemplo, para prolongarlos. Total, que entre caña y caña llegamos plácidamente al descanso.
Tampoco es que salieran excesivamente acelerados los piratas en la reanudación. Quizá por temor a nuestras contras, mareaban y mareaban el balón sin ninguna verticalidad. Tuvo el Atlético quince buenos minutos, en los que tocó bien, aunque casi sin profundidad. Sólo un ¿remate? ¿centro? de Ojos Bonitos creó alguna inquietud al portero rival. Por el contrario, una falta de parvulillo de Lodi obligó a Oblak a tener que llevar el traje a la lavandería. Con los cambios se perdió un poco el orden y, sin ajustar todavía las marcas en el triple cambio hereje, vino el gol de De Bruyne (grandísimo futbolista en el césped y, por lo que trasmite, fuera de él). Y entonces vinieron los minutos Grealish (cuánto tiene que aprender del anterior), quizá nostálgico de sus bolingas en Tenerife, que provocaron un embarullamiento en los modos, hasta entonces correctos. Un balonazo de Correa y la mediación de nuestros balcánicos hicieron que las aguas volvieran a su cauce. Y con una casi ocasión del de Flandes se llegó al final del encuentro.
Del partido destacaría a nuestra defensa, magníficos Šime, Savic y Reinildo, y a Kondogbia. El resto currar y currar, ¡hasta João!, que no es poco.
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Vamos a perder un poco el tiempo con el debate mediático que se degeneró al término del encuentro. La mayor parte de la prensa deportiva, esbirros del poder establecido desde hace unas cuatro décadas, no tiene ya ni un ápice de vergüenza. Esta prensa se ha convertido en un vertedero que, olvidado su deber de informar, se dedica a magnificar las virtudes de los uno$ (que alguna tienen) o inventarlas. Otros equipos en cambio son apartados de portadas, exagerándose, si acaso, sus descalabros (y eso el Atlético, ojo; imagínense lo que puede aparecer el Rayo Vallecano por cualquier medio). Lo que para un equipo es lícito, para otro no lo es (la famosa cursilería esa de bloque bajo que hacen unos y el antifútbol que hacemos otros). Y así hay que vender la moto, no vaya a ser que se enfade el capo del Cártel y tenga que volver a llamar al orden a sus lacayos. Con esta basura es con la que se llenan páginas de periódicos y horas de radio y televisión. Para rematar, algún resentido que se dice atlético, como un adjunto (es decir, pelota) a la dirección de cierto periódico deportivo madrileño, no para de echar leña a un fuego avivado por sus amos, hartos ya de un equipo competitivo que quita una mínima cuota de cartel al cártel al que todos sirven.
Lo peor es saber que esta desinformación cala entre parte de la Afición, como la publicidad cansina. Afortunadamente, sólo momentos muy puntuales (tras una derrota, claro) y en una minoría. Servidor es hombre de poca paciencia al que, además, Dios no le ha llevado por los caminos de la enseñanza gratuita. Imagino que muchos de ustedes sí que habrán tenido que lidiar con un aficionado de esos. Háganme caso: no pierdan el tiempo. El tiempo que pueden perder educando es infinitamente mayor que el que tardará una tertulia en devolverles al redil. A fin de cuentas, Dios nos hizo a todos Hermanos, pero no primos.
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No tengo que contarles la que se nos viene en una semana. A esta competición, bastarda y corrupta, es lo único que le pido a título personal: un par de noches mágicas. Y la del miércoles lo será, independientemente de pasar o caer. Si caemos, que sea con honor; si pasamos, que arda la Capital.
¡PRIETAS LAS FILAS, QUE CADA UNO CUMPLA CON SU OBLIGACIÓN!
FORZA ATLETI SIEMPRE
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