4 de abril de 2022

Atleti 4 - Alavés 1. Preparados para el Rock and Roll.

Quién más, quién menos, anda ya más pensando en el partido del martes que otra cosa. Los que viajan, evidentemente, porque no es un desplazamiento cualquiera (aunque a muchos de estos que tanto les gusta presumir en tuiter, brindando con champán en los aeropuertos glamourosos y demás, me hubiese gustado también haberlos visto en El Ferrol, en Santiago, en Lleida, recorriendo España en esas furgos de Dios). Mucho postureo barato en plan “miarma, qué Atlético soy”, a imagen y semejanza de otra afición de cuyo nombre no quiero acordarme, es lo que veo yo mucho últimamente por ahí. Afortunadamente, a otros no nos hizo falta tanta soplapollez, porque, en el fondo, no tenemos que demostrar nada. Somos lo que somos, entre nosotros nos conocemos, y punto.

 

Y los que no tenemos la suerte de poder hacerlo, es obvio que también lo vamos a vivir con la misma intensidad y emoción que si lo hiciésemos, aunque sí, ya sé que no es lo mismo. Lo tengo claro también.

 

Decía John Lennon que “la vida es lo que te pasa, mientras tu sigues ocupado en otros planes”, y dicha reflexión define perfectamente el estado de la afición colchonera el sábado, porque lo que pasó, realmente el partido del Alavés, fue eso: quién más, quién menos, andaba con su perolo dando vueltas ya por Manchester.

 

La cosa comenzó con un emotivo, sepulcral a la par que emocionante minuto de silencio en memoria del padre de Don Diego Pablo, con un toque de violín de fondo con el himno del Atleti que, la verdad, a uno le resultó del todo punto imposible que no se le humedecieran un poco los ojos. Esperemos que ese abrazo virtual que le dimos al Cholo todos los presentes en el campo, le sirva para ir superando poco a poco este durísimo trance.

 

El Atleti empezó como siempre, bien. A los 11 minutos ya llevaba un gol anulado por fuera de juego, y otro concedido tras un fantástico pase de Sime sobre Joao, que el portugués remató con la elegancia y distinción clásica que hubiese firmado el mismísmo Don José Eulogio Gárate. Y ya saben lo que suele pasar con los tantos tempraneros a nuestro favor. Pasito para atrás, y a golfear cada minuto que pasa un poquito más que el anterior.

 

Todo el resto del primer tiempo fue un cúmulo de choques, faltas, hombres en el suelo de aquí para allá, y frío. Cada vez hacía aún más frío. Un auténtico sopor infumable.

 

Segundo tiempo, y lo que tenía que pasar, pasó. El Atleti andaba cada vez más acomodado en su miserable existencia, y el Alavés se lo empezó a creer de verdad. Salió nuestro amigo calcamonías De Paul. Y, como siempre, le costó “calentarse”. También sacó a Carrasco, y aunque estuvo tan activo como siempre, pecó en exceso de individualidad en determinadas opciones de posibles ocasiones de gol claras.

 

Un tal Lejeune no empató ya de casualidad, cuando remató más solo que la una prolongación de Tomás Pina.  Mientras tanto, el Cholo seguía sin ver nada claro el tema, y quitó al hombre invisible de nuestro dorsal número ocho, sacando a Don Luis Suárez. Y menos mal que lo hizo.

 

Tuvimos la sentencia en una gran combinación rojiblanca, que el también flojete Llorente remató desde fuera del área lamiendo el palo de Pacheco, así que en la siguiente acción de los vascos, una buena combinación entre Joselu y Edgar Méndez, acabó en un centro medido de este y entrada fulgurante de Escalante desde atrás, para remachar sin piedad de espléndido testarazo el empate en el marcador. Un golazo, por qué no reconocerlo.

 

Pero Don Diego Pablo esta vez estuvo clarividente con los cambios, puso toda la carne en el asador sacando al entusiasta Cunha, y el partido dio un vuelco total, hasta el punto de que en el 73, Lejeune comete un tontorrón penalti sobre Cunha, que Luis Suárez remacha con su concentración, saber hacer y maestría habitual. El mal rato duró poco, porque a partir de ese instante el Atleti se desmelenó, siguiendo yendo a por más, y vaya que si los consiguió.

 

Cunha se transformó en una pesadilla total para la zaga visitante, Carrasco hacía lo que le venía en gana, Joao estuvo toda la noche en plan imperial, y se encargó a falta de 10 minutos de poner el tercero en nuestro marcador, tras gran internada personal suya, remate de Cunha que atajó Pacheco, y rechace posterior que recogió de nuevo el portugués para rematar a placer el tanto. Está vivo, está pletórico Joao. Es un puntazo verle jugar así, la verdad.

 

Pudo anotar Carrasco el cuarto, en otra maravillosa asistencia de Joao, pero al final fue Luis Suárez quien batió con maestría de remate con el exterior de su bota cruzando el balón tras una fantástica asistencia del no menos espléndido Cunha. Broche de oro para un partido en el que el resultado es bastante engañoso, pero que demostró que el Atleti, cuando quiere, puede. ¿Conclusión? SI en Manchester se quiere, se podrá. Y ya nadie nos parará. Estamos preparados para el Rock and Roll.

 

EL CRACK DEL PARTIDO:

Pues me sigue gustando por momentos cada vez más Reinildo, excelente aportación desde el banquillo tanto de Cunha como de Luis Suárez ( si el uruguayo sigue en este plan, asumiendo su rol a la perfección, a mi no me importaría en absoluto que siguiese una temporada más con nosotros, la verdad), pero a mi el que me hace realmente feliz viéndole jugar como lo anda haciendo ahora mismo es a Joao Félix. Cintas, túneles, recortes, pases, asistencias, goles, frescura, rapidez mental y física, inteligencia en el manejo del balón … Es una puta delicia verle así. Hay pocos jugadores que me hagan tan dichoso en este mundo, pero este es uno de ellos, y ojito, que sigue sin parar de crecer. Una excelente noticia para todos.

 

 

 

LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:

¿Pero dónde está hecho este puto campo al final, caramba? ¡Qué horror a la salida del mismo el pasado sábado! ¡Parecía que deambulábamos todos dentro de un congelador a toda pastilla yendo de un lado para otro en busca de cualquier refugio que se precie ante tal avalancha de aire siberiano. Encima, al cachorrín no le ocurrió otra cosa que pedirme que fuese comprando unos bocatas de calamares mientras él llegaba de recoger una silla de ambulancia que a saber de dónde diablos habrá salido, para llevar a la pobre y sufrida Helenita(no podía caminar por un esguince, vamos, guapa, que esto ya está chupao) hasta donde se encontraba el coche, y qué infierno fue aquello. Encima, yo me pillé otro bocata al final también, envuelto en mi papel de rigor, y en la otra mano portaba mi consecuente birreja extrapolar. Pero fue un auténtico suplicio la llegada hasta el coche, vive Dios. Un espectacular ejercicio de supervivencia sorteando al puto viento de marras, peña cruzándose de un sitio a otro sin rumbo aparente, hasta tal punto que empecé al rato de ir caminando por ahí a darme cuenta de que me andaba comiendo un bocadillo de pan con sabor a calamares y el puto papel entre medias. ¿A dónde pollas fueron a parar los susodichos? Yo creo que vieron el percal que hacía y se volvieron a la freidora, porque si no. En fin. No he pasado más frío a la salida de un campo de fútbol en mi puñetera existencia. Y encima, papeando bocata de papel con sabor a calamares. La madre que …

 

ÁRBITRO:

Melero. A mi el penalti en el campo me pareció un penaltito, pero si Melero lo pitó, bienvenido sea el tema.

 

TERMÓMETRO ROJIBLANCO: (- 7 GRADOS).

 

Están de coña, ¿No? Es el colista, señores, y jugábamos en nuestra casa. No creo que merezca mucho más comentario el tema al respecto. Partido, por lo tanto, de obligado cumplimiento.

 

No quiero despedirme sin dedicarle esta humilde crónica a mi admirado señor Marqués. Un tipo la mar de divertido, jovial, ácido, y que no anda pasando por su mejor momento debido a la locura maquiavélica que andamos corriendo en estos estúpidos  tiempos. Sabes que nos tienes a tu lado, Hermano. Sabemos también que tienes ya callo en el alma, y que, en cuanto te repongas poco a poco de la esperpéntica noticia recibida, te levantarás, demostrarás que la cobardía no es parte de tu forma de ser precisamente, tal y como te han tratado vilmente, y defenderás todo lo tuyo con uñas y dientes, y hasta el final. Así que se fuerte, se duro y apóyate en nosotros en todo lo que necesites Hermano, que ya sabes que por aquí se le quiere, y se le quiere bien … “Derrochando Coraje y Corazón”

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