Rabia.
Nos podemos hacer todos las pajas mentales que nos apetezca. “Que si es el Almería”, “que si el cambio de sistema cuando conseguimos el primer tanto”, “que si patatín, que si patatán” … Todo eso está muy bien, pero que los árboles no nos impidan ver el bosque. La realidad es evidente.
No es de recibo, no es serio, de es de un Club decente, responsable y preocupado por la gestión de sus recursos en su plantilla, que en el mercado de invierno te desprendas del que en teoría iba a ser tu nueve titular de equipo (50 kilos del ala), aparte de tu supuesta máxima figura de la escuadra (casi 10 más por su pintoresca cesión), y dos piezas tan fundamentales como vitales en el devenir de cualquier escuadra claves que se precie, a 16 de Enero, sigan sin tener recambios ya fichados, y, lo que es aún más denigrante, ni siquiera haya atisbo de que se vayan siquiera a sustituir al final. Demencial es poco, vamos. Un club mínimamente responsable no deja siquiera salir a nadie, hasta que no tenga su sustituto garantizado (fíjense el Betis con su lateral derecho -Alex-, sin ir más lejos, traspasado y fichado otro jugador al día siguiente prácticamente -Abner-).
Sinceramente, partiendo de esta premisa, todas las demás historias pasan a segundo plano. Porque todo esto transmite dejadez, conformismo, pasotismo e importarles todo un puto bledo. Sacamos a nuestro representante diciendo que “el nivel de esta plantilla es muy elevado” (como fácilmente todo el mundo podemos comprobar, tócate los pies, Mariano), y aquí paz, y después, mierda. Lo que importa es lo que manda: 60 kilos en la buchaca, y pasar la vida contando billetes, mientras me río de nuestro entrenador, de nuestros jugadores y de nuestra idiotizada hasta límites insospechados afición.
Frustración.
Aún todo esto ya expuesto, si, ayer, con lo que fuimos, nos debería para haber ganado al Almería, y de sobra. Y, seamos sinceros, sin hacer un encaje de bolillos de la leche, con nuestros problemas en el centro del campo y demás, generamos y merecimos la victoria con más o menos comodidad. Nos adelantamos en el marcador en una genialidad de “Diosito” dejando pasar el balón hacia Correa (que ya me explicará alguien qué diablos ha pintado en el banquillo durante todo este tiempo, ya puestos) que puso el 0-1 en el marcador. Después se consiguió el 0-2 por tanto del infatigable Llorente. Claro que, con lo que uno no puede contar es que aparezca vaya usted a saber de dónde el puto Kongogbia y se le ocurra remachar el tanto cuando se encontraba en claro fuera de juego.
Después, en la primera jugada decente del equipo local, Robertone hace un control y un pase maravilloso sobre uno de los 500 jugadores que hay en este mundo que se llama Traoré, y marca de un cabezazo inapelable el gol del empate (acierto del rival, más que culpa de nadie en concreto, aunque en esto sé que muchos no estaréis de acuerdo conmigo, lo tengo claro, recuerden siempre que los rivales también juegan).
Después, en la segunda parte, recital de ocasiones de gol delante del portero, a bocajarro, que no entran, por tirar siempre al muñeco, sin ton ni son. De esto dio una clase magistral Don Álvaro, pero tanto Correa como Grizzi también hicieron de las suyas. Después, expulsan al bobito del Requesón Reguilón (la primera amarilla de chiste, por cierto), y al final se nos fue la vida en ello. El Atleti lo intentó, el Atleti arriesgó, generó, pero no tradujo todo eso en goles. Y sin goles, no hay paraíso. Aquí estoy con el Cholo: ya llegarán.
Pena.
Me da mucha pena todo lo que nos está rodeando a este equipo durante el presente año. Tristeza infinita por afición dividida. Dolor en el alma por el estado de forma en que se encuentra Koke (lo veo más como un bloqueo mental que otra cosa, pero eso, hay que sacarle de ahí como sea, que se olvide de la capitanía, si hace falta, hay que recuperar al jugador en sí, que es lo que más nos hace falta en estos momentos). Lástima infinita por no tener un goleador como Dios manda, con lo que hemos sido (especialmente me duele lo de Diosito, que, aún siendo nuestro mejor jugador, ha pasado de 27 goles por temporada a ver si logra conseguir al menos 10 en esta). Me joden profundamente los bandazos que ha andado dando todo este año Don Diego Pablo Simeone. Me produce entre pena, asco y nauseas, contemplar en mi equipo a Hermoso, a Reguilón, a Morata, a Llorente … Los desechos del Castilla, vamos. Añadan la añoranza del Calderón, de nuestro escudo, de nuestros valores de grada. Es todo un conglomerado de cosas que cada día me están empujando más y más a hacer algo que, seguramente, no me perdonaría el resto de mi puñetera existencia. Pero ojo, que estar, está.
Lealtad.
Pero hay que seguir. Sigo en mis trece en que este equipo estoy convencido de que va a conseguir la presente edición de la Copa del Rey. No me digan cómo, no me pregunten por qué: lo sé, y punto en boca. Y a ello tenemos que agarrarnos todos. Porque el seguir vivo en la Copa nos ayudará considerablemente a llevar el devenir de la presente campaña liguera, que se nos presenta no difícil, si no en chino mandarino, y, a su vez, nos dará también fuerza y energía a los aficionados de cara a llevar de la mejor forma que sepamos-podamos lo que nos quede. Así que el miércoles a morir en Valencia, y a pasar, sin dudas, sin miramientos, con decisión y autoridad.
EL CRACK DEL PARTIDO:
La verdad es que en esta ocasión se lo damos al Lechugo Llorente, que fue un puñal constante en su banda. A veces centrará mejor, otras peor, a veces rematará mejor, otras aparecerá el puto Kondogbia a tocar los huevos al personal, pero lo dejó todo en el campo, lo intentó una vez sí, otra también, y fue un puñal constante en su banda. No es ni será nunca mi jugador predilecto, pero al Lechugo lo que es de la huerta.
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:
Estoy saturado ya de comentaros decepciones en este artículo. Pillad la que más se os antoje de todas las que os he expuesto.
ÁRBITRO:
Sánchez Martínez. Hasta que un montón de mierda lcon patas llamado Mendes le dio por arrollar compulsivamente al pobre Hermoso, tuvo más o menos la cosa controlada. A partir de ese instante, sacó tarjeta a todo bicho viviente que se cruzaba en su camino. Es un especialista consumado en perder los papeles, está claro.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO (-8 GRADOS).
Con ánimo de no hacer sangre y de subir un poco la moral al personal, valoramos el punto conseguido (el cual nos permite, además, seguir en Champions), como positivo, así que subimos un gradito el asunto y lo dejamos en – 8 gradacos todavía, eso sí. Hay que salir del pozo como sea, señores.
Y el miércoles, el Levante. Lo dicho: ni miedo, ni complejos extraños, ni fantasmas, ni mandangas. Ellos son un segunda, y nosotros el Atleti. Paso firme, y p’adelante, Hermanos … “Soy del Atleti, en las buenas, y en las malas”.
1 comentario:
Yo también creo en la Copa, Tomi. Será un mecanismo de autodefensa o qué se yo, pero ese barco es lo que me ayuda a tener ilusión en medio de este sindiós.
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