Bueno. Poco a poco, sin excesiva brillantez, pero tampoco sin grandes sobresaltos, vamos pasando eliminatoria tras eliminatoria, y, de paso, ajustando alguna que otra cuenta pendiente histórica que teníamos por ahí. Se consiguió en Oviedo, y ayer pasó tres cuartas partes en Valencia, frente a los granotas.
Ojo, yo estaba relativamente tranquilo en este aspecto, ya que la Copa es un mundo completamente diferente al de la Líga, y lo que te sirve en una competición, no tiene por qué hacerlo en la otra, y viceversa. De ahí mi seguridad de que, hoy por hoy, en teoría, el Atleti puede y debe eliminar a un Segunda División, aunque fuese en el campo de este último. Otra cosa será ya un Primera, pero de esa guerra ya hablaremos más adelante.
De fútbol, ¿Qué queréis que os cuente? Clásico a más no poder primer tiempo del Atleti (a saber, desesperante, inoperante, aburrido hasta el sopor más tedioso posible, lo de siempre, vamos). Afortunadamente, decidí ver este tipo de encuentros rodeado de Hermanos de grada hace ya bastante tiempo. Os puedo asegurar que la vida se lleva de otra forma así. De esta manera, uno ve la titularidad de Mister Postureo de De Paul sin quererse arrancar el poco pelo que le queda a uno compulsivamente (salió al campo del Levante a pasearse altano y orgulloso como presumiendo de ser Campeón del Mundo, y cada jugador que se le acercase del equipo local tuviese que pedirle un autógrafo, hacerse una foto con él o pedirle sus gayumbos, qué elemento, madre, por no hablar del show final que montó haciéndose el tonto cuando sabía más que de sobra su sustitución en la segunda parte, Postureos fashion on Puto Fornicator del orto year).
Uno va llevando mejor comentando el estado de nervios que tiene últimamente nuestro hombre de acero armado que suele ser Oblak. Uno va superando la poca plasticidad de Kondogbia, la lenta progresión de Molina, los extraños controles de Reinildo, los fueras de juego constantes de Don Álvaro o el tinte del pelo de Diosito.
Vamos digiriendo entre terciaco y terciaco el nulo poder tanto ofensivo como de creación de juego durante este primer tiempo del Atleti. Alguno que otro se sobresalta cuando se adelanta el equipo local en el minuto 23 por tanto conseguido por uno de los clásicos negros zumbones que tanto nos incomodan en nuestra historia del puñetero Levante de mis entretelas, tras contemplar como Oblak sigue con sus nervios, mientras que el árbitro se cobra falta por esa extraña regla de juego no existente denominada que “al portero no se le puede tocar dentro del área pequeña”, cuando lo que debería de ser es que “al portero no se le puede hacer FALTA dentro del área pequeña”. Toma, claro. Del área pequeña, y de la grande, no te jodes.
Y el Levante achucha y achucha, y achucha sin cesar, y el Atleti se acula, se acula y se acula sin convicción. Y con todos estos ingredientes, terminamos de conseguir el cóctel de este primer tiempo. Uno más. Ya ni sentimos, ni padecemos. Asumimos, y a por la segunda parte.
Esto solo lo podía solucionar un tipo: Don Ángel Marginal Correa. Don Diego Padre escuchó mi plegaria, y Angelito salió al campo. Y se notó. Vaya que si se notó. Porque dio frescura en ataque, ideas, aire limpio y profundidad. Si añadimos el buen hacer de Hermoso durante todo el encuentro (segundo partido bastante potable del ínclito en cuestión, sé que me arrepentiré en un futuro de haberle destacado, lo sé) la cosa se veía que, más o menos, podía empezar a funcionar.
Y así llegó el primer tanto. Correa vio el desmarque de Llorente (sigue progresando el Lechugo adecuadamente, su cambio de posición me resulta fundamental de necesidad en ese aspecto) éste asiste en el área y Don Álvaro ejerció al fin, de nueve como Dios manda, y enchufó el chicharro sin mayor complicación. Como premio (y como siempre, añado) se produjo a continuación su enésima sustitución nada más conseguir el tanto. Tengo claro que hizo un partido deplorable, pero hombre, si cuando por fin logra superarse a si mismo, y anota, ¿Por qué no dejarle en el terreno de juego, a ver si consiguiese alguno más y aún logra superarse aún más, pillar confianza y esas cosas? Todos sabemos que los delanteros centros son gente de rachas. Todos, menos el Cholo, obvio.
El Levante buscó el empate (lógico) pidió penalti en una acción de Kondogbia (si un pibe es una mole y salta con uno al lado que es un llavero, no es justo que por el poderío físico se deba señalar pena máxima alguna, máxime cuando, encima, no extiende el codo en ningún momento, por mucho que el jugador levantinista atropelle su brazo, en definitiva, fútbol, señores … deporte de contacto, que ya está bien de ñoñerías), Angelito Correa que pudo sentenciar en el 80, con un sorprendente zambombazo de los suyos, el cual Femenía evitó con un paradón a mano cambiada descomunal.
Y llegó el 90, y la sentencia final, en una excelente contra Atlética, iniciada por una gran asistencia de Molina (si, señores, han leído bien) sobre Llorente, y éste de certero remate puso el definitivo 0-2 en el marcador, y el rostro de tranquilidad en todos los presentes.
Por último, que no se me olvide:
Nuevo chicharrito para Don Álvaro. El rico jamoncito se aproxima, cada vez más y más. Uyyy, y qué bueno me va a estar, madreee.
En definitiva, pasamos, que es lo cuenta en este tipo de partidos de muerte súbita, por supuesto, siempre fuera de nuestro Páramo, no sea que los socios podamos amortizar algo de nuestro Abono Total (o abono “total, ¿Pa qué?”). Si. Yo me entiendo lo que digo.
Y ahora, a esperar el sorteo del viernes (una de las cosas que más nos gustan a los bufanderos decerebrados, este tipo de sorteos puros, y sabiendo que la próxima eliminatoria también será a un partido) “Los momentos que viví, todo lo que yo dejé, por viajar con el Atleti, Nadie lo puede entender” (Don Rubio dedicated)
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