De primeras, quería agradecer públicamente a mi cachorrín Capo y toda la gente de Climacity por la experiencia que me tocó disfrutar ayer. Miren que puedo haber visto fútbol en sitios extraños, pero jamás supuse que fuese una experiencia tan gratificante el verlo en una empresa en la que trabaja mi Hermano David. Aparte ya, de la amabilidad de la peña de por sí (no me dejaron poner ni un duro, me dieron de cenar, me dieron de beber, vi el partido cómodamente sentado delante de un pedazo de pantalla gigante que se veía de cine), el ambiente fue excepcional. Solo puros y genuinos Atléticos. Ni un solo logo. Una decoración que me transportó, por instantes, a mi añorado Calderón, con los Posters Gigantes que decoraban su sala de reuniones que eran los mismos que estaban en nuestro templo cuando subías por las oficinas, creo recordar. Con un escudo del Atleti de unas de las puertas metálicas de acceso al Vicente Calderón. Con el himno sonando a todo trapo, con una Alexa juguetona en el despacho del Jefazo en el que llamaba por su auténtico nombre a los madridistas … Todo hacía presagiar una noche fantástica. Y a fe que nos faltó poco para que fuese así. Muy poco. Muchísimas gracias a todos vosotros, Climacity, por tanto, tan bueno y genuino. No lo olvidaré jamás.
Y estoy bastante jodido, sí, porque vi hecho el tema. Porque el Atleti hizo un partidazo, escenificado en una primera parte maravillosa (aunque tiramos poquísimo a puerta, o mejor dicho, entre los 3 palos, a veces tengo más la sensación de andar viendo un partido de rugby en el que hay que conseguir meter la pelotita entre los 3 palos que hay encima de la portería que dentro de las mallas), y en una prórroga, jugando en inferioridad numérica por el vergonzante capricho del colegiado en cuestión, en la que también logramos embotellar al tercer o cuarto equipo de la Capital. Y es que ya sabemos cómo son este tipo de encuentros frente a esta gente: hay que jugar siempre contra demasiados elementos en contra, más la propia calidad que tienen ellos cuando aprietan, claro. Hastío es poco, la verdad.
Nuestro tanto lo consiguió Morata (actualizo ahora el Excel, pero sin grandes fuegos artificiales tampoco, que no hay humor para ello) en una mágica asistencia de Molina, que aún lejos todavía de su propósito, se ha propuesto borrar de nuestra memoria al estupendo Trippier. Que Dios le bendiga si lo consigue.
En el primer tiempo se dominó, se controló y se jugó al fútbol, por momentos, como los propios ángeles, hasta el punto de bailar por completo al rival. Obviamente, en la segunda parte la cosa cambió, porque el equipo local apretó como era su obligación el hacerlo, aunque la muchachada rojiblanca aguantó bien, hasta que empezó el frustrante baile de cambios. Porque de verdad, el partidito que se marcó el Señor Witsel es para hacérselo ver. Debería de haber aportado equilibrio, posesión e inteligencia en su juego, y lo único que pareció en el campo fue un espantapájaros atolondrado, dando vueltas a un lado y otro del terreno de juego sin sentido alguno. Para colmo de males, en el tanto de Rodrigo (jugadón del chaval, las cosas como son) solo le faltó pedirle un autógrafo y hacerse una foto con él antes de que entrase como Don Pablo en El Despacho un día cualquiera de partido. Ay, si en vez de al tipo éste hubieses elegido a KingKongdogbia (colosal el rato que estuvo luego) para sacarle, Don Diego Padre. Estoy convencido que ese tanto no se hubiese producido. Por no hablar del embolicado cada vez más Carrasco, que exaspera a la par que desespera con una facilidad insultante. Pero bueno, hay que quedarse también con los excelentes minutos de Barrios, el cual sigo emperrado de que debería de estar ya por encima de Lemar. Y Menphis que vaya pillando la forma como sea, ya puestos. Su estado físico es sencillamente lamentable, aunque, reitero también, ahí hay jugador, y de los buenos.
Tampoco me gustó nada que quitase a Koke, que estaba haciendo un partido más que potable también (y se notó mucho su ausencia también). Para colmo de males, una lástima que a Diosito le entrasen los calambres. Y más pena aún que siga teniendo tan perdida su pólvora de cara a puerta. Nos espera un final de temporada tirando a tenebroso, porque va a ser muy complicado el motivarnos todos por la cuarta plaza, así que tendremos que tirar de orgullo y de recuerdos para seguir al pie del cañón, no queda otra.
Del arbitraje voy a hablar poco, pero claro. Fue sibilino, malvado, mezquino, ruin y altamente malicioso a la par que perjudicial para nosotros. Si expulsa a Savic por llegar tarde al balón (que no toca al jugador, aunque éste se atropelle con él, por no hablar de su primera tarjeta irrisoria, o de la que le sacó a Hermoso, por no hacer absolutamente nada ante la embestida del borrico de las sogas), qué no podía haber hecho con las constantes faltas realizadas por el equipo blanco, muchas de ellas ni siquiera señalizadas. Así que muy bien, todo en orden. La historia de siempre, la vergüenza Nacional.
Voy acabando ya. La verdad que no tengo muy claro cómo puedo animaros finalmente para sobrellevar este palazo tan duro. Toda mi ilusión se ha ido por el inodoro. Pero, sin muchas ganas, cierto, me he levantado esta mañana, estoy trabajando, con la cabeza alta, mirando de tu a tu a mis odiosos vecinos, tirando de mis reservas, de mis valores recibidos a lo largo de los mis años que llevo siendo seguidor de este equipo (que son todos desde que nací) y orgulloso, muy orgulloso de mi gente, de mi equipo, de la imagen que dimos ayer, de esos 340 fenómenos que en más de una ocasión acallaron a toda la puta cuadra con una superioridad exultante, y de ser lo que soy y de mi pertenencia a este Atleti canalla al que tanto y tan profundamente amo. Así que tranquilos todo el mundo, que nosotros jamás vamos a dejar de ser Del Atleti. Como siempre, resurgiremos poderosos para que nuestro Dios Neptuno siga gobernando los mares sin importarle títulos ni chatarra. Y es que, ya lo dijo aquel maravilloso tifo del Frente, en el que estuve presente (gloriosos días en los que los derbis se vivían en la grada a lo grande, pero de verdad) … “Más vale Honra sin barco, que barco sin Honra”.
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