Leo con cierto estupor que lo que hizo ayer el Espanyol fue un milagro, tras empatarnos igualando nuestra ventaja de 0-3 ya en la segunda parte. Probablemente este horario tan infame trastorne mi diminuto cerebro, pero tuve todo el rato la impresión de lo contrario: lo que me resultó incomprensible es cómo diablos pudimos ponernos 0-3 en el marcador jugando de la forma tan lamentable que lo hicimos. Y es que es lo que tienen esta mierda de partidos de relleno para los equipos que hemos “cumplido” los objetivos. Si a mi me dicen ayer que el Atleti estaba disputando el trofeo de verano Ciudad de Barcelona, me lo creo a pies puntillas, porque al único equipo que vi decidido a ir por la victoria por lo civil o por lo criminal durante todo el encuentro es al filial. Pero vamos, de principio a fin. Otra cosa es que cuando llegasen a nuestro área se les nublase un tanto la inspiración, o que Gbric se les hiciese muy grande, o que el Atleti se salvase en varias ocasiones con acciones rocambolescas de rebotes por aquí y por allá, más pareciendo que andaban jugando al fútbol playa que otra cosa. Pero no es menos cierto que la muchachada jugó rematadamente mal, no fue capaz de defender ni un solo centro lateral con los que nos bombardearon los “amigos” de Paco constantemente, apenas tuvimos control de la situación y lo único que nos benefició fue eso: pegada. No sé a ustedes, pero yo acabé con la impresión de que perdí una gran ocasión para seguir viendo Mr. Robot, serie a la que ando ahora enganchado, haberme acostado a mi hora en tiempo y forma, y a otra cosa mariposa.
Desde el minuto uno, se volcó el Espanyol sobre nuestra portería. Fue un dominio constante y continuo. Si queríamos ver un encuentro que le exigiese a Gbric, éste sí que lo fue. Paró muchas y bien, por su extraordinaria colocación y concentración siempre. Ahora bien, sigue sin transmitir esa tranquilidad necesaria que necesitamos todos con un buen guardameta (especialmente, los propios defensores), especialmente en los balones cruzados desde banda, si bien ayer no fue cosa de él solamente. Porque el Señor Witsel, por ejemplo, yo creo que anduvo todo el rato pensando en el itinerario de sus vacaciones por Honolulu más que en molestarse defender ni un solo centro siquiera. Reitero, el equipo estuvo completamente desastroso en este aspecto. Porque jugó (en este primer tiempo, en el segundo ni jugó directamente), al tran tran. Sin esforzarse en exceso, queriendo ganar pero como sin querer. Yo diría que hasta se adelantó en el marcador, y casi a continuación pidió perdón y todo. Y lo logró gracias a un milimétrico pase de Hermoso sobre Saúl, que definió espléndidamente cruzando el balón casi sin ángulo para batir al bullicioso Pacheco. Minuto 21 de juego.
Los de Barcelona ni se inmutaron y siguieron a lo suyo: venga a desperdiciar ocasiones de gol claras, pero sin terminar de definir ninguna hasta que, al borde del descanso, se produjo la segunda clara del Atleti, en un disparo de Saúl en el que se luce Pacheco, el rechace le va a Carrasco, que remata al palo, y el tercer rechace a Diosito, lo vuelve a atajar el guardameta local, pero sacando el balón de dentro de la portería. Y ojo, lo afirmo así porque fue la primera impresión que tuve realmente al ver la jugada. Porque lo que es la imagen con la que el VAR decidió conceder el tanto, a mi no me aclara fehacientemente absolutamente nada. Y yo me pregunto: ¿Dónde está aquí la Tecnología de “La mejor Liga del Mundo”? Pues supongo que andará por la Cañada Real, chupando la luz a otros pobres desgraciados, porque otra cosa …
La segunda parte comenzó con un chutazo desde fuera del área de Angelito Correa, Pacheco repele cómo puede y Carrasco, que viene como una flecha eléctrica desde atrás, se adelanta a su marcador y marca de nuevo poniendo el 0-3 que parecía ya la sentencia definitiva. Es decir, lo que les estoy contando es lo siguiente: Un equipo que está con la soga al cuello, que va perdiendo ya 0-1 en el marcador, termina la primera parte con otro tanto demoledor, y empieza la segunda con un nuevo tanto en contra más. ¿Conclusión? Cualquier otro equipo con un mínimo de seriedad, concentración y saber estar, nada de lo que ocurrió ayer hubiese pasado. ¿Cuál es el problema entonces? Que llueve sobre mojado.
Porque teniendo el partido para golear plácidamente, el Rayo, yendo 0-2 y con un pibe menos, nos hizo terminar pidiendo la hora vergonzantemente. Porque el Pucela, con otro 0-3 a nuestro favor, a punto estuvo también de remontarnos, y el Espanyol ayer, en la misma situación, logró empatarnos, y no solo eso, sino que, Gbric, inclusive, nos salvó de la derrota final despejando la quinta o la sexta vez que alguien le remataba de bocajarro, como por ejemplo cuando Joselu se plantó solo delante de él, ya con el empate alcanzado. Lo que ayer hicimos sobre el terreno de juego, y a los que vimos representando a nuestro Atleti, ni son decentes, ni son admisibles, ni son de recibo, ni resulta coherente, ni es nada de nada, más que eso. UNA PUTA VERGÜENZA.
Nos tiraron no sé si 20 o 30 córners en nuestra contra. Remataron prácticamente todas las veces siempre. Cada centro lateral, tres cuartas parte de lo mismo. Por las bandas entraron como Pedro por su casa. Es que no sé cómo definir todo lo que pasó, la verdad. Lo que sé es que, en apenas 12 minutos, encajamos 3 tantos, pudimos encajar otros 6 más, y que hacía tiempo no presenciaba un asedio igual sobre nuestra portería. Un asedio, y un tan magno ridículo, claro. Así que, personalmente, me estoy pensando muy mucho mi presencia final el próximo domingo en el partido de la Real. Porque ayer el milagro no fue que el Espanyol empatara. Qué va. El auténtico milagro fue el Atleti se pusiese con 0-3 a favor. Así que nada, con el subidón de moral que les hemos dado a los periquitos, la mafia blanca respira tranquila, ya que, probablemente, la próxima temporada seguirán contando sin mayores complicaciones con los 6 puntos ya de su entrañable filial. Nosotros, por nuestra parte, ni eso. Ni siquiera nos trajimos el Ciudad de Barcelona. Que se acabe. Que termine esto ya, por favor.
EL CRACK DEL PARTIDO:
Grbic. Este portero, con nombre de boli Bic enfadado, la verdad es que ayer pasó una auténtica mili en Cornellá. Es verdad que no transmite todavía la seguridad necesaria para hacerse el puto amo del área como debería, muchas veces duda en las salidas, tiene que dominar y hacerse amo y señor del área pequeña ( ahora parece un simple botones más), pero sí que posee, sin embargo, muy buena colocación bajo palos, está muy metido en el encuentro, y realiza muchas paradas que parecen fáciles porque tiene la ventaja de estar casi siempre bien colocado. En los goles poco puede hacer (incluido el penalti que hace, que era gol sí o sí de todas formas). Y, reitero, como lo de Oblak me resulta cada vez más extraño, estoy convencido de que lo que anda haciendo este último tramo de temporada es una prueba en toda regla. Por cierto, recuerden cómo fue el debut del propio Jan frente al Olimpiakos, creo recordar, y luego mirad en lo que se ha convertido. Veremos, pues, que dijo un ciego.
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:
Es la primera vez (yo creo) en mi vida, que yendo ganando el Atleti 0-3, estaba tan profundamente enfadado con lo que andaba viendo. Yo no sé si es que ayer andaba de muy mal genio o qué (que también, aunque nada comparado como el díita que llevo hoy encima), o que ando ya mentalmente agotado, aliñado todo esto con que también ha sido una semana agotadora mentalmente hablando, y con noticias muy desagradables para mi gente que, al final, menos mal, y justamente, añado, parece que se van arreglando, especialmente para algún que otro buen Amigo de grada que uno tiene la suerte de tener. Lo dicho. ¿Queda mucho para que acabe todo esto?
ÁRBITRO: Melero.
Bien, porque de conceder el gol él no tiene culpa (que, reitero, para mi lo es, pero no por la imagen que vio el VAR precisamente, ya que en esta toma no se puede asegurar absolutamente nada). Y el penal fue de enciclopedia, lo menos.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO (+ 7 GRADOS).
Por supuesto, les quito dos grados, pero vamos, después de lo que vimos ayer, de lo único que se le quitan a uno en realidad son las ganas de vivir.
Y el domingo, la Real. No nos pueden quitar el tercer puesto, ¿No? Porque sería un puntazo. No iríamos como colaboradores necesarios a la infame Supercopa de Arabia esa, y, por lo tanto, tendríamos opción de jugar rondas previas en esos pueblos de Dios de la Copa del Rey. Conforme se está poniendo la cosa, va a ser mucho más guapo seguir al Madrileño que al grande, y ahora sí que no hablo de fútbol precisamente … “Hoy mil mentiras escuché, que no es verdad que te dejé”.
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