Menudo día de lluvia que hizo el
pasado sábado en Madrid. Lluvia, además, de la que me gusta: constante,
uniforme, de la que no te impide pasear ni disfrutar de una jornada invernal.
Es curioso cómo uno con la edad va cambiando de gustos sobre determinadas
cosas, y una de ellas es la del tiempo. De jovenzuelo, me apasionaba el verano,
y odiaba el invierno con todas las fuerzas de mi alma. Ahora es todo lo
contrario: le encuentro mucho encanto al invierno, y sin embargo, lo que me
desespera profundamente es el dichoso calor tropical. Supongo que serán
circunstancias de la vida.
Claro que, para lluvia, de
fútbol, y de goles, fue la que hubo en el partido de Copa frente al Barcelona
en Montjuic. Qué espectáculo tan vibrante, desequilibrante y vertiginoso fue
dicha jornada. Tuvimos la eliminatoria camino de salir con ella medio sentenciada,
sin embargo, pudimos habernos ido con la eliminatoria completamente perdida también,
para que, al final, haya quedado todo en el aire del último partido en el
Metropolitano de la edición de la Copa en la presente temporada. No me quiero ni imaginar el ambientazo que va a haber ese día en
nuestro Templo. Dicho encuentro pareció como cuando 2 boxeadores se lían a
guantazos, golpeándose el uno al otro, sin seguir ningún tipo de regla, sino
disfrutando del arte de zurrarse y a ver quién besaba el cuadrilátero antes, los dos sangrando a borbotones, a la par que disfrutando como enanos. Un
partido para sentirse privilegiado, una vez más, de haberlo vivido y de que
nuestro equipo haya sido protagonista del mismo. Un partido de los que
hablaremos en unos años recordándolo con ese deje inigualable de quién ha
disfrutado de una comida sin igual, o de un buen vino del que en raras ocasiones
probará, precisamente para eso, para deleitarse más en el sabor del mismo.
Y con estos condicionantes, se
presentó el Athletic en Madrid (que no de Madrid), equipo que llevaba invicto desde Octubre, ojo.
Era su gran ocasión de apuntarse a la fies de, por qué no, disputar el título
como el que más. Y, aunque no haya conseguido la victoria final, sí que
demostró que, al menos, de seguir con esa progresión continúa a la par que
constante que va llevando dicha institución, tanto deportiva como socialmente
hablando, va camino de formar parte del Club de los elegidos. Tienen muy buena
pinta los vascos, un entrenador fantástico (y que me cae de cine), juventud y
muy buenos peloteros que se sienten identificados con el Club que representan y
creen en lo que andan haciendo. En ese aspecto, se parecen mucho a nosotros,
por eso les anda yendo tan bien.
El partido fue bastante igualado
a la par que disputado por ambas escuadras. La primera gran ocasión la tuvimos
nosotros, a los cuatro minutos de juego, en un remate de cabeza que se le fue
alto a Le Normand, tras gran asistencia de Opá Galán. Respondió, sin embargo, el
Athletic, en un mano a mano de Iñaki Williams, que sufrió de nuevo esta vez en
sus propias carnes cómo se agranda la figura de Jan cada vez que tiene enfrente
un uno contra uno. Paradón total.
A los 17, esta vez fue el famoso
escritor-filósofo Iñigo Ruiz de Galarreta el que remató a bocajarro un balón que quedó
suelto en el área, pero que bloqueó a la perfección un Lenglet siempre
perfectamente colocado y que supo leer fantásticamente el partido. Poco a poco,
los del Bocho se fueron haciendo con el control del juego, mientras que el
Atleti intentaba contragolpear con la furia de Giuliano, pero Unai Simón anduvo
atento al quite.
Ya al borde del descanso, un
error en la entrega atrás de De Paul se convirtió en una contra bilbaína
conducida por Berenguer, la cual de nuevo Iñaki Williams desbarató, mandando su
remate al lateral de la red. Sorloth, por su parte, pudo haber inaugurado el
marcador en un cabezazo que le sacó Vivian bajo palos, y la cosa terminó en
este primer tiempo con otra buena acción de Berenguer. Como ven, partido muy
igualado, en el que quizás el Athletic, a los puntos, nos genero mejores
situaciones de gol. Con el marcador inicial nos fuimos al descanso (que no a la
ducha, porque seguía siendo continúa y constante la lluvia sobre el césped del
Metropolitano).
La segunda parte fue aún más
disputada y emocionante que la primera. Al cuarto de hora de la misma, el Cholo
movió la Choctelera en forma de cambios: salieron al terreno de juego Llorente,
Gallagher y Julián Álvarez, y los 3 resultaron mortales de necesidad para la
escuadra bilbaína.
Un poquito después, otro nuevo
remate inocente del bullicioso Berenguer sobre el gigante de Don Oblak, y la
siguiente jugada, llegó el ansiado gol para nuestros intereses. Gran inicio de
acción atacante de De Paul, que vio el desmarque por banda de Llorente, éste, a su vez,
el siguiente desmarque en velocidad de la Araña, al primer toque (tic), tac (control orientado, Don Julián entró en acción),
toc (remate a puerta), y estupendo golazo para nuestro ya cada vez más selecto
paladar. Un gol de bandera, y el Juli suma, sigue y entusiasma casi a la par.
En el 73 pudo poner la sentencia
final Marginal Correa, pero su remate lo rechazó a córner Unai. Y en el 75, se
nos apareció San Don Vicente, San Don Luis y San Dios de los desamparados,
porque, tras una falta lateral de los “papuchis babeantes” desde el flanco izquierdo,
Prados remato al palo, el balón le cayó pintiparado otra vez a Iñaki Williams,
que disparó tan a bocajarro y lo vio tan claro que se llenó de balón, éste
salió despedido con una violencia inusitada del larguero, y aquí paz, y después
mierda … Mucha mierda la que tuvimos, para qué lo vamos a negar.
Estos minutos finales fueron un
auténtico suplicio para nosotros (ojito, que veníamos de un esfuerzo soberano
en Barcelona, apúntenlo también, por favor), y por si no quieres larguero,
toma, 3 tazas, porque en el 83, en otra excelente jugada de la ingeniería
de Don Ernesto Valverde, de nuevo Iñaki finalmente remata de nuevo, el balón
rebota en Nahuel, y se estrella de nuevo en el larguero. ¿La suerte del C…?
Bah. Prefiero no terminar la frase.
Y con el corazón saliéndonos ya
prácticamente por la garganta, y tras una eléctrica acción defensiva de
Gallagher que puso en pie a todo el Metropolitano, se acabó este durísimo
partidazo, lleno de tensión, lleno de pasión, lleno de furia, y lleno de lluvia
… Lluvia de agua, pero, sobre todo, de ilusión desbordaba Rojiblanca sobre el
cielo de Madrid.
Árbitro: Gil Manzano.
Se debió de tomar la medicación a
tiempo, porque hizo un arbitraje rayando la perfección, e, inclusive, leyendo
fantásticamente bien la ley de la ventaja y todo, haciendo que el juego fuese
más fluido aún de lo que fue. Nada que objetar esta vez.
EL CRACK DEL PARTIDO:
Pues habría que dárselos a todos,
porque son unos auténticos legionarios del Calderón y del Metropolitano juntos,
pero me voy a quedar con la dupla Le Normand-Lenglet, especialmente este último que lleva una temporada, salvo el grosero
error de París, prácticamente impoluta. Defensa que lee perfectamente el
fútbol, tanto ofensivo como defensivo, y que, encima, sabe que el baloncito es
redondo y tal con los pies. Me tiene muy enganchado el gabachín (eso, por no
hablar del Cholo y su inconmensurable labor de recuperar jugadores que parecían
en el completo ocaso de su carrera, claro).
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:
Sin ser algo que me preocupe
tampoco en exceso, pero hombre, sí que me toca un poquito los pies el visceral
odio que desprenden hacia nosotros buena parte de esta gente del puto Bilbao.
En esta vida, hay que siempre saber estar y tener en consideración los detalles
que suele tener y ha tenido siempre el Atleti con respecto a ellos, detalles
que lo único que les provocan es el más profundo de los desprecios, por lo que
veo. Pues nada, ladran, luego cabalgamos.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO: (+ 1 GRADO).
Partido muy importante, si, pero
de absoluto obligado cumplimiento al disputarlo en nuestro páramo glacial
favorito, así que no se mueve, y se queda con el gradejo positivo que miren qué
mono (con perdón) queda y todo, oyes.
Y mañana, voy a rejuvenecer un
buen puñado de años y en la Plaza de Castilla me voy a plantar, para conquistar
esa zona inhóspita y desagradable como el nuevo Hipercor ese que han inaugurado
por Chamartín. No tengo ninguna duda de que vamos a salir con la eliminatoria
bastante encarrilada a nuestro favor (y no suelo ser amiguito de lanzar las
copas de champlán al vuelo previamente). Ya verán, será otro día de lluvia en
Madrid … A la cuadra, por la Castellana …
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