Partido inaugural. Cornellá. Rival más o menos asequible. Nos ponemos en ventaja, jugando al fútbol bastante decentemente. Sin embargo, en 12 minutos (72 y 84, respectivamente) el equipo local, que estaba medio desahuciado, remonta el encuentro con una facilidad pasmosa. “Un accidente… Ese campo se nos da fatal. Estamos empezando” ... Bueno, va.
Segundo partido. En casa
frente a un recién ascendido. Nada puede fallar. Comienzo explosivo. Gol.
Podríamos aprovechar, golear y todo. 8 minutos de juego. Apenas 7 más tarde,
nos empata ¡Rafa Mir! ¡El Elche! Siete minutos solo. “Tropiezo clásico de casa
… Hay muchos nuevos … No quiere entrar el balón”. Ea. No pacha nada. Ya
mejoraremos.
Tercer partido. Vitoria.
Minuto 9. Nos adelantamos. Uno ya celebra, pero con algo de recelo. No me
fío. Minuto 15. 6 más tarde. Nos vuelven a empatar. Lo sabía. Esto es
inconcebible. Otro equipo que lucha por no descender. No terminamos de
arrancar. “También se nos dan muy mal … Campo difícil (ganó ayer el ¡Sevilla!), rival peleón” … A seguir consolándonos chupando candados, va.
Cuarto partido. Villarreal
en casa. Nos adelantamos de nuevo en el 10. En el 20, Moleiro perdona el
empate. En el 23, otra clarísima para del citado jugador. Casi se repite la
historia. En menos de 13 minutos desde nuestra ventaja inicial, no nos
remontaron el tanteador, porque no lo hicieron. Bueno está. Pero me da que esa
brecha sigue abierta, oiga.
Quinto partido. Anfield.
En 6 minutos, 2-0. Tampoco es que esperara gran cosa, pero bueno. Logramos
empatar. Increíble. Minuto 80. 13 más tarde, nos remontan de nuevo. “Es el
Liverpool, es Anfield”, todo lo que ustedes quieran, pero la herida está
claramente ya localizada, y sigue sangrando sin parar.
Sexto partido. Ayer. El
penúltimo de la Liga. Tras el quilombo clásico de los putos cambios, logramos
adelantarnos en el marcador y todo. No me lo puedo creer. Pero ya apenas
celebro el gol. No me fío un pelo. Minuto 79. Minuto 85. Nos empatan de nuevo.
El Mallorca. 6 minutos más tarde. ¡El penúltimo! Con tres centrales por banda
(puto cambio de sistema) y ni uno está encima del único pibe que había que
marcar del equipo local. Al que le iban a ir todos los balones. Al que mide 500
m. pero, eso sí, sabe rematar de cabeza, no como otros, que hacen un respetuoso
saludo de respeto japonés cuando le llega el balón a su testa. ¿Y quieren que
celebre un gol del Atleti, dicen? Venga, va …
Y el caso es que en la primera
parte (como suele darse en todos los encuentros esta temporada) el Atleti salió
decidido a por el rival, dominándole, atosigándole, con paciencia, no con
excesiva profundidad ni demasiadas ideas claras, cierto, pero bueno, si con
constancia y empeño, que, reitero, uno con esto ya se conforma, porque ya
andarán más inspirados en un futuro. Lo que cuenta en esta vida siempre es la
intención. Y luego las cosas, que salgan como quieran, que tampoco esto es una
ciencia exacta (mucho menos el puto fútbol, que es lo más caprichoso que hay en
esta puñetera existencia).
A los 3 minutos Raspadori sacó un
córner muy cerrado que Leo Román despejó con apuros a córner. Raspadori, un
jugador el cual de momento, ha demostrado voluntad, sí, algo de verticalidad,
también, pero que no se sabe si es un delantero puro, un extremo, un mediapunta
o qué. De momento, la trascendencia del italiano en nuestro juego se puede
resumir en conjunto vacío, aunque, obviamente, seguiremos insistiendo.
A los 7 minutos, Pableras lo
intentó desde muy lejos, medio atajó como pudo Leo Román, y terminó repeliendo
el balón en el palo. Sigo insistiendo: Barrios debe de tirar mucho más desde
fuera del área, y no una ocasión de higos a brevas. Y eso depende más de él que
de nadie, que el Cholo anda afónico de indicárselo.
A los 12 minutos, comprobamos que
la integración de Julián Álvarez con nuestros colores e idiosincrasia es plena.
Para un penalti que nos pitan, pues otro penalti que fallamos, una vez más. El
Atleti es el equipo que más penaltis ha fallado, ojo, EN TODA LA HISTORIA DE LA
LIGA. De 493 penaltis concedidos, 143 fallados. Es decir, un 29% de ellos al
limbo. El dato es sencillamente escalofriante. Desde el 2020 no fallaba un
penalti Julián, que lo radió de inicio a fin a la hora de lanzarlo y posicionar el cuerpo. Y yo que creía que habíamos, al
fin, encontrado solución a este problema. Ingenuo como pocos soy, madre.
El Atleti seguía empujando, y sin
llegar a tener situaciones claras de gol, al menos estaba en plan martillo
pilón, erre que erre. Y con esta insistencia pero sin nuestro más que merecido
premio nos fuimos al descanso.
Comienza la segunda parte con la
tónica de la primera. Dominio aplastante del Atleti, pero sin plasmar el mismo
en algo rico que llevarnos a la boca. Giuliano tuvo una muy clara en una buena
asistencia de Nico, pero su acrobático remate se fue casi fuera de Son Moix
(minuto 52 de juego).
Un minuto más tarde, otra
asistencia ahora de Simeone, a la cual Julián se revuelve muy bien a media vuelta pero su
remate vuelve a ser inocentón y al final va a las manos de Leo Román. Hablando
de Julián, me preocupa muchísimo tanto ese estado de ansiedad permanente que
sigue transmitiendo, como que no haya despedido ya de una santa vez a su
estilista peluquero. No le pega nada al bueno de Juli ninguna de ambas
circunstancias.
Y llegó el minuto que ya más odio
de la historia de los partidos desde que está Simeone con nosotros, el
fatídico minuto 60. De nuevo triple cambio, y de nuevo caos montado. Entró el "gran Sorloth", que nos enseñó un nuevo estilo de remate de cabeza a
puerta, al cual vamos a denominar remate “Konnichiwa”, que es como se da las
“Buenas tardes” en Japón, con reverencia incluida. Se me salen los ojos de las
órbitas, no lo puedo evitar.
También entró Griezmann, esta vez
de nuevo en plan Turista Francés, para no perder la costumbre, y entró Nahuel
Molina, el cual sembró el auténtico pánico, si … En nuestra propia zaga. Cómo
lo vería el bueno de Koke la que andaba montando Nahuel por allí, que acabó
finalmente cubriendo la propia espalda del argentino, dando por sentado que
cualquier rival que se precie se desharía de él con una facilidad sencillamente
insultante.
El único cambio que sí dio
resultado fue del Gallagher por Barrios, y ojo, no porque el canterano
estuviese jugando mal, ni mucho menos, pero bueno.
En el 69, aún tuvimos una contra
medio enlazada y todo, en la cual Connor asistió bien sobre Antoine, pero el
francés quiso rematar de primeras, y fue como si hubiese recogido una linda
margarita de el Parque del Retiro. Toda una declaración de intenciones sobre el
guardameta local.
Cómo no, lo que puede ir mal,
siempre irá a peor, y, faltando menos de un cuarto de hora, Sorloth se cansó de
seguir realizando “Konnichiwas”, y para una vez que le da al “Salmones” por
disputar un balón medio en condiciones, va el VAR y le echa. Para mear y no
echar gota.
En pleno ya festival del Humor,
minuto 79, galopada del jinete pálido de Llorente a la auténtica aventura en solitario, tras
mágica asistencia de Kokinho, entra en el área, el dichoso Leo Román le saca el
mano a mano, pero el rechace le cae a Gallagher que acompañaba la jugada desde atrás y puso la ventaja en el
marcador. 0-1 y solo quedaban 10 minutos. Esta vez tenía que ser sí, o también.
Por su parte, Joseba (Míster mallorquín) jugó su
baza, y le salió de cine. Viendo el paseo Nupcial que era la banda de Molina,
sacó a Virgili, internacional sub-20, y fue ya una auténtica pesadilla hasta el
final. Curioso, nosotros tenemos también a un internacional sub-21 que juega de
lateral derecho, dicen que muy requetebién, y que igual (y ojo, digo igual,
¿Eh?) conocería de forma mucho más precisa los movimientos del tal
Virgili. Pero no, Marc. Tampoco este era tu día. Viendo la actuación de Nahuel,
la verdad es que no sé cómo al chaval no le da por protagonizar un “Día de
Furia” y cargarse a todo bicho viviente en el vestuario, empezando,
lógicamente, por su entrenador.
Y lo que tuvo que llegar, llegó.
Gran asistencia del propio Virgili sobre Muriqui, y, ante la parálisis cerebral
que les dio a nuestros 3 CENTRALES (“¿No era tuyo, Lenglet? ¿Ah, pero no
le marcabas tu, Le Normand? ¿Pero si te han puesto a ti de central, no,
Hanko?), ante tanto puto cambio de sistema sin sentido, el delantero bermellón
remató a placer, poniendo el empate en el marcador, y gracias.
Y digo gracias, porque, el
Atleti, encima, ya no dio ni la más mínima sensación de, siquiera, intentar de
nuevo remontar el partido en este último arreón final, que oigan, estar con uno menos no implica
necesariamente el no poder a volver a intentar pisar área contraria jamás de los jamases más. ¿Qué más
nos da? Nula ambición frente al penúltimo de la tabla. Así nos va.
En serio que no. Si coinciden conmigo
en grada o en algún evento jugando nuestro Atleti, y ve que si anotamos tanto
apenas me altero, ya saben por dónde voy en realidad. A continuación, ya saben que me
temo lo peor.
Árbitro: José Hernández.
No tenía el gusto (o disgusto, más bien). El penalti que nos
pita a favor es clamoroso por la mano de Raillo ante un disparo que iba
a puerta claramente, sin discusión posible. Sin embargo, la expulsión de Sorloth es otra nueva
broma macabra del VAR. Nuevo Fotograma que se juzga, y que no tiene nada que
ver con lo que pasó en realidad (dudo que fuese ni falta siquiera, en una
disputa de un balón dividido en el que el Noruego tapona un pase del defensor
mallorquín, un auténtico disparate). Pero claro, si su pie mide un 59, qué le va a hacer el chaval ... No sé si me da más asco que pena todo esto,
la verdad.
EL CRACK DEL PARTIDO:
Me voy a quedar con los primeros
65 minutos del equipo en general, porque oyes, se intentó todo, con más o menos
orden, con más o menos brillantez, pero decididos en post de la victoria, y
ando convencido de que ese es el camino a seguir. Y ya entrarán las putas
ocasiones de una Santa vez, digo yo, vamos …
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:
La pareja de centrales, en cuanto
el equipo recula, es un auténtico coladero, con un Le Normand que es un mar de
nervios, y un Lenglet que es otra broma pesada. Hancko podría intentar arreglar
algo de esto, pero claro, para eso debe de jugar en su sitio. En cuanto al
lateral derecho, de Molina no voy a decir nada más, todos los rivales observan
su debilidad y la aprovechan para masacrarnos sin piedad por dicha banda, y,
dicho esto, el mayor culpable de este coladero infame en que se convierte su
lado defensivo, es el entrenador que le pone, obvio, porque si después de lo
ayer, sigue sin merecer un solo minuto siquiera Marc Pubill, esto es que ya no
entra dentro de ninguna lógica habida y por haber. Debe de tratarse de otra
historia que desconocemos por completo. El resultado es el mismo: PEOR,
IMPOSIBLE.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO: (- 3 GRADOS).
Nuevo bajón de otros 2 gradacos a
lo tonto, con lo que costaron conseguirlos en positivo el día del Villarreal. Y lo malo no
es esto, sino la entidad de los rivales con que andamos desperdiciando todo
este buen puñado de puntos. Sencillamente desesperante, me quiero morir.
Y el miércoles, el Rayo, partido
que ya ha tomado una relevancia sencillamente inaudita para la altura de
temporada en la que andamos. Plantilla descompensada, jugadores lesionados, un
montón de fichajes nuevos (en puestos que no se saben si realmente era
necesario cubrirlos o no), puestos que tenemos aún sin cubrir en la propia
plantilla, el entrenador y sus cambios, fichajes sin apenas utilizar, la
cantera ni existe … En fin. Entre todos lo estamos matando, y él solito se va a
morir (de seguir así) … “Otra vez en el Frente,
volveré a dejarme los cojones, para ver al Atleti, de nuevo entre los
Campeones” …
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