Empieza a ser un dogma, una auténtica filosofía de vida, esta famosa frasede Víctor Fernández en relación con la personalidad de su equipo, porque,efectivamente, si algo pude contemplar el pasado sábado fueron "dos partesclaramente diferenciadas". Y yo aún diría más: "dos partes clarísimamente diferenciadas".
En la primera presencié un fútbol de alta escuela por parte del Real Zaragoza. Un partido por parte local de esos que da gusto ver. Excelente circulación de balón, rapidez en sus acciones, verticalidad, movimientos continuos en ataque, trato exquisito al balón y todo ello dirigido por un espectacular Pablito Aimar, que, en los partidos que le he visto esta temporada, para mi que hizo el mejor primer tiempo desde que lleva por esas tierras sobrantes de agua.
El Betis, por su parte, fue un auténtico juguete en manos mañas durante este primer periodo. Fue un equipo indigno de un tío como el bueno de Jabo. No se enteraron ni del nodo, y los jugadores de Víctor Fernández hubo momentos en que hasta hacían rondos y todos ante la perplejidad bética.
Evidentemente, vista esta superioridad, los goles llegarían pronto, y los dos, cómo no, de Diego Milito. Puede que este jugador no sea un virtuoso de técnica ni que destaque especialmente en ninguna virtud en concreto, pero tiene la principal que tiene que tener un pibe que juega de nueve en su equipo: el gol en la sangre. A mi me recuerda mucho a un jugador que tuvo el Atleti hace un huevo de tiempo que se llamaba el Negro Cabrera, y que, creo recordar, fichamos del Castellón. No era ningún virtuoso en nada, técnicamente era bastante cortito (de hecho, el fichaje se tomó con mucha sorna por aquí al realizarse), pero el tío se inflaba a meter goles.El primer tanto de Diego tiene mucho de eso, porque el menda se saca un remate prácticamente de la nada.
El segundo, sin embargo, es un jugadón de Don Pablo Aimar. Penetra por la banda como Pedro por su casa, tira al portero con un amago, mete el pase entre 2 defensas béticos y Milito bate de nuevo al fofito del Prats. 2-0, y porque los maños no quisieron más.
La segunda parte, sin embargo, fue todo lo contrario. Independientemente de que los béticos achucharan más (si tenían algo de dignidad era lo mínimo que debían de realizar) el Zaragoza se desinfló de tal forma que terminó por cambiar los aplausos en pitada general y, por supuesto, bastante justificada. ¿Qué explicación puede tener esto? Pues yo quiero pensar que sea un problema físico simplemente, ya que encima jugaban desde el final de la primera parte contra diez por la expulsión del Edu, porque como sea relajación y pasotismo, el Real Zaragoza no terminará de dar ese salto de calidad que parece que este año sí que tiene mimbres para poder hacerlo.
Y claro, así llegó el golazo de Robert, en el que completamente solo contra el mundo logró batir al guardameta César. A partir de aquí, sufrimiento final zaragocista, y si el Betis hubiese estado un pelín más espabilado, termina por empatar un partido que parecía impensable durante el primer periodo.
Reitero, más les vale que no se convierta en un acto de fe lo de las "2 partes claramente diferenciadas". Puede terminar el tema convirtiéndose en una auténtica pesadilla.
EL CRACK DEL PARTIDO. Don Pablo Aimar. Estuvo sencillamente inconmensurable.
LA DECEPCIÓN DEL PARTIDO. Odoncor. No se fue ni de mi abuela.
EL ÁRBITRO: Pérez Santiago. Por si el Betis estaba ya poco mal de por sí, expulsó injustamente a Edu por una acción en la que, efectivamente, salta con el codo, pero que se ve clarísimamente que no tiene intención alguna de agredir a nuestro amigo Juanfran.
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Un saludo.
Tomi. Frente Atlético. Sección Baramba.
¡QUÉ ALEGRES SON LOS COLORES,
DE TUS RAYAS ROJIBLANCAS!
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