28 de septiembre de 2020

Atleti 6 - Granada 1. ¡A todo gas!


Al fin jugó el Atleti, aunque en realidad, mientras las gradas no estén pobladas con todos nosotros, no dejará de ser siempre un vulgar sucedáneo de lo que debe de es un partido de fútbol. Porque este deporte sin peña es fútbol sin alma, sin sentimiento, sin pasión. Puede que sea más balompié, estrictamente hablando, sí. Pero qué serán de esas remontadas provocadas por el entusiasmo del público local, achuchando, animando sin parar, haciendo que determinado jugador dispute ese sprint imposible, baje a defender cuando ya no pueda ni con su alma, eche la mirada al frente cuando contemple como le apoya su público tras una ocasión marrada. Todo eso se pierde. Demasiadas cosas, excesivos condicionantes, digo. Y lo malo no es esto. Lo chungo de verdad es que no se contempla ni por asomo la luz al final del túnel. Tendremos que acostumbrarnos, y esperar tiempos mejores, no nos queda otra.

 

Y, la verdad, lo que es deportiva y futbolísticamente hablando, el Atleti ha empezado como una auténtica moto en pleno sprint final, con un ritmo, por momentos, endiablado. Nos visitaba el Granada, líder hasta la fecha de la Competición liguera, y con la moral por las nubes tras su brillante debut europeo.

No era partido ni para bromas ni para coñas. Y el Cholo es consumado especialista en preparar este tipo de encuentros.

 

Pronto se abrió la lata. El caso es que Correa comenzó en su mundo de coche de choque: balón que pierdo por allí, me enredo por allá, me trastabillo con una hormiguita que pasaba por el camino a la próxima, pero, hete aquí, finalmente logró una internada por banda, y puso un balón fantástico al primer toque para que Diego Costa remate como lo buen nueve que es, y que parecía haber olvidado: testarazo seco, haciendo que el balón bote en el césped antes de besar las mallas. Era el minuto 9 de partido. Bien, Atleti, bien.

 

A partir de este instante, monólogo colchonero, con penalti de libro sobre Joao Félix, y que, sorprendentemente, se dispuso a lanzar Saúl. Yo no sé cómo hacen esto de los penaltis en nuestro Club. No sé si le toca al primero que pase por ahí, depende del minuto que sea, de a quién pollas le apetezca o vaya usted a saber el entramado que hay. Lo que sí se es que, con esta rachita que llevamos (nada más y nada menos que un 30% de los penaltis que nos han señalado mandados al limbo, debemos de ser el peor Club de la historia del fútbol en este asunto, no es cachondeo), o alguien da el paso adelante como Dios manda, o esto va a seguir siendo un carrusel del sinsentido. Vamos a ver: si Joao Félix tiró uno en Lisboa que estaba cargadísimo de presión, y lo lanzó con la frialdad del que se peina un puto lunes por la mañana antes de irse a currar, ¿Por qué no sigue él? Y cuando falle cinco, pues ya cambiamos si eso, carallo. En fin. La cara de Saúl al ir a lanzarlo era como si se hubiese teletransportado a Milán, de la presión que llevaba. Y claro, con ese gesto de corderito a punto de degüelle, lo lógico es que lo parase finalmente el guardameta visitante. Ay, pero cuánto me vais a hacer sufrir, madre (copyright, mi propia y Santa Mami, que Dios, Don Luis y Don Vicente la tengan en su gloria).

 

El caso es que, tras una tímida reacción granaína, el Atleti volvió a tomar las riendas del encuentro. Savic decidió que Felipe no andaba muy espabilado, y le soltó un cabezazo en el perolo que dudo que siquiera supiese su nombre al acabar el encuentro. Nuestro Señor de la Uña es así. Si ve descentrado o confiado a Oblak, realiza una cesión-remate de los suyos. Ahora también va a empezar con nuestros jugadores. Que Dios bendiga a este hombre.

 

A los 38 de juego, apareció San Oblak para sacar un remate a bocajarro a Víctor Sánchez. Después ya no se supo nada más de él hasta el tanto postrero visitante. Con este resultado nos marchamos al descanso.

 

La segunda parte empieza con un chicharrazo de Correa, en excelente acción individual tras gran asistencia del Menino. Lo que les digo siempre: a pesar de sus cosas, Angelito, siempre en mi equipo.

 

El resto del encuentro, coser y cantar: maravillosa jugada del Atleti, tras centro de Correa, el cual Diego Costa con su amago y acción dejando pasar el balón convierte en una asistencia de gol deliciosa, control de Joao Félix, recorte en seco  en el que manda a pastar un rato al fulerillo Vallejo, y remate a gol sin remisión. Es lo que tienen los genios: hacen lo que para el resto del universo es difícil, y lo transforman con una sencillez insultante. Eso es un don, y es solo para elegidos. Y el Menino, créanme, lo es.

 

Al falta de 20 minutos, el Cholo mueve la coctelera. A todos los que tengan fondo de plantilla la medida de los 5 cambios les va a venir muy bien, pero, especialmente a nosotros, nos va como anillo al dedo. Primero, por la maestría con la el Cholo se desenvuelve siempre a la hora de realizar las sustituciones. Segundo, porque en nuestro banquillo solemos tener mucha presencia física que puede resultar desequilibrante de cara a nuestro rival. Y tercero, porque si encima te sale un tal Luis Suárez al terreno de juego … Pues poco más se puede decir. Es importante, muy importante, eso sí, que el jugador de hoy en día se vaya olvidando del sambenito de  titular y/o suplente, y se dedique, simplemente, a sumar el mayor número de minutos que pueda, y que sean de la máxima calidad posible. Reitero: el concepto de la titularidad/suplencia, en los tiempos que corren hoy en día, va a tender a desaparecer por completo. Escrito ha quedado.

 

Luis Suárez. Yo tenía (y sigo teniendo) muchísimas dudas al respecto, por todo. No me gustaba su forma de comportarse en el campo. No me fio de su rodilla, ni de su carácter, porque de todos es sabido que aquí la bula que tenía en el Barsapasta se ha esfumado por completo. Dicho esto, le vi bien, estupendamente bien, motivado, tranquilo y en forma. Dios quiera que todo siga igual, porque lo que tengo más que claro es que, futbolísticamente, ha sido y espero siga siendo un nueve de época. También entró Llorente, que demostró seguir con su idilio con el gol tras una buena asistencia de Luisito Suárez (4-0). Una de las cosas que me gusta del chaval es que tiene muy claro lo que hace con el balón cuando pisa el área. Por eso mete tantos goles.

 

Claro que, hablando de gente que no tiene dudas, el propio Luis Suárez. Maestro de Maestros en esas lides. Él no pierde el tiempo en el área. Simplemente, remata al primer toque. Lo tiene de un claro … ¿Qué le pone un centro más bien algodonoso Llorente al segundo palo? Él se encarga en convertirlo en venenoso tras portentoso cabezazo bombeado hacia el otro palo (5-0). Él cuando pisa área remata al primer toque, y si da en el palo el balón, lo sigue como hiena hambrienta de sed de sangre de la víctima que persigue, y termina anotando sin piedad el sexto. El 6-1, sí, que entre medias Molina se aprovecho de un barullete dentro del área pequeña colchonera para anotar el tanto del honor nazarí.

 

Se ha comenzado bien, pues. Como un cohete. A todo gas.

 

EL CRACK DEL PARTIDO:

Suma Llorente, entusiasmante Luis Suárez, no anduvo mal Carrasco, me alegro del reencuentro de Diego Costa especialmente, pero el que estuvo en plan 10 total fue Joao Félix. Le vi feliz, disfrutando de verdad en el campo, con plena libertad, total confianza y, por momentos, pletórico, muy en el papel que todos esperamos de él. Así que nada, a seguir siguiendo.

 

LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:

No sé por qué, note mirada tristona en Thomas (y no me gusta un pelo la cosa, no quiero ni pensar en otra Heitingada, por favor).

 

ÁRBITRO: Estrada Fernández.

 

Estupendo arbitraje el suyo. Pitó un penalti a favor nuestro sobre Luis Suárez, al que el VAR corrigió e hizo justicia, ya que el defensor visitante saca el balón antes limpiamente. Aquí funcionó el VAR como debe de ser, no la tragicomedia, el retorcimiento y la manipulación posterior sumun de un partido tal y como tuve ocasión de ver el sábado teniendo al “rival” (por llamarle de alguna forma) de siempre como protagonista principal. Ni el Señor Plaza en sus buenos tiempos, oigan … El Espíritu de Guruceta sobrevoló el Villamarín.

 

TERMÓMETRO ROJIBLANCO (0 GRADOS).

El termómetro no quiere euforias ni empezar escupiendo hacia arriba absurdamente. Ni que decir tiene, victoria de obligado cumplimiento.

 

Y, el miércoles, a Huesca. Típico partido en el que empezamos a dejarnos puntos absurdamente para andar ya en Noviembre casi sin opción al título. Ojo avizor, pues. “Marchando van los Ultras, los Ultras del Atleti”

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