El domingo se presentaba como un día muy especial:
- En primer lugar, volvíamos a pisar una Grada, para ver el partido del Femenino contra las chicas del club más antiguo de esta galaxia y las limítrofes. Pensaba que volver a un partido me iba a dar mejores sensaciones; por el contrario, me dio bastante pena ver tantos asientos condenados y un ambiente tan frío. Pero bueno, a buen hambre no hay pan duro.
Si me permiten, les recomiendo ir a ver al Femenino y al Madrileño. Paliarán un tanto el mono que padecemos desde que comenzó esta pesadilla y podrán apoyar a unas y otros en una temporada difícil para ambos.
- En segundo lugar, nos visitaba el Valencia.
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Desde que comencé a ir al fútbol, hace cuarenta y cinco años, mi partido ha sido el del Valencia. Los levantinos fueron un encarnizadísimo rival, mas nunca, al menos para mí, enemigo (para eso ya tenemos a los otro$ do$). Enfrentamientos durísimos e igualados, con futbolistas enormes en el césped y con ambas Gradas inmensas, plenas de intensidad. Olor a fútbol puro, con un blanco, la mayoría de las veces, siempre diferente al de los otro$. Pero de un tiempo a esta parte las cosas han cambiado mucho, con unos bandazos increíbles. Primero fue el Valencia el que conseguía superar claramente a un Atlético inferior (finales del siglo pasado y principios de éste). Hacia 2005 la cosa se equilibraría, más por deméritos de ambos que por otra cosa; para, finalmente (desde el Advenimiento), ser el Atlético claro dominador ante unos ches infinitamente menores.
No sé qué pasará con el Valencia, pero puedo hacerme una idea. Y quizá por eso no me haga excesiva gracia su pésima situación institucional. De desalmados han estado, están y estarán ambos palcos llenos, ya sean de China o de Burgo de Osma, culpables absolutos del hundimiento estrepitoso de ambas Instituciones. Ahora bien, deportivamente, que cada cual se lama sus heridas; nosotros a lo nuestro y ellos a lo suyo. Y muy importante: que no espere piedad un equipo que, en aquellos finales del veinte y principios del veintiuno, nos masacraba sin compasión.
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Segundo partido consecutivo en casa, obligados por el toque de queda, el cierre temprano de la hostelería (en nuestro caso, el querido Despacho) y la madre que los parió a todos. Para rematar, en la previa había división familiar en cuanto al audio del partido. Los Dalton y su colega, el Culebra, querían escuchar los comentarios de un tal Ibai (chico fuertote de Bilbao, simpaticote, presentador en G2 Esports y creador de contenido en Twitch y YouTube (datos sacados de Wikipedia). Los mayores éramos partidarios de Onda Madrid (pero no se puede sincronizar la imagen con la radio). Efectivamente, se impusieron los chicos.
Daba comienzo la segunda vuelta del campeonato y el Atlético se presentaba como claro favorito ante un Valencia peligroso como forastero. Después de un buen inicio local, los visitantes se fueron a jugar a campo atlético. Tras un par de avisos, en un golazo espectacular, Račić adelantó a los ches, llevando la inquietud a los hogares colchoneros. Ahí se terminó el audio del Ibai ese. Había que ponerse serios en césped y domicilio.
Se lanzó el Atlético a por el Valencia y las ocasiones comenzaron a llegar. En esta primera parte hay que destacar a Lemar, que sigue en línea ascendente y, ¡por fin!, comienza a mostrar verticalidad. De un córner botado por el francés llegó el empate, obra de João. Parece que volvemos a llevar peligro en el juego aéreo (imperial Giménez). De aquí hasta el intermedio el partido estuvo equilibrado, dando el Valencia mayor sensación de peligro, especialmente por la banda de un flojo Vrsaljko. En los últimos minutos se produjo una acción punible sobre Lemar en el área valencianista que ni árbitro ni VAR sancionaron.
Tras el descanso se produce un movimiento magistral de Simeone: entra Lodi por Šime. Con esta sustitución, Carrasco cambia de carril (lleva camino de convertirse en el mejor carrilero izquierdo/derecho del mundo), dejando al recién entrado el zurdo, pasando Hermoso a formar línea de tres, junto a Savić y Giménez. Y se vino la avalancha atlética, que en el primer cuarto de hora fabricó no menos de tres claras ocasiones.
No se había llegado a los diez minutos de la reanudación, cuando una jugada iniciada en nuestro área pequeña, con el balón pasando a medio metro de la línea de gol y servidor al borde del infarto pidiendo que se sacara el balón de una puñetera vez, llegó a João (pase magnífico de Hermoso), lanzó una pared de libro con Suárez, pero éste decidió que era mejor marcar que devolverla.
La remontada se había consumado y ya sólo quedaba sentenciar a la contra. Fueron muchas las opciones, pero en momentos hubo excesiva aceleración y no menos ganas de gustarse. Sólo llegó un gol más. Y marcó nuestro querido Angelito, tras huracán y asistencia de Ojos Bonitos, luego de un gran balón al espacio de Carrasco.
El Valencia bajo los brazos, con los cambios dijo que no quería saber nada más del partido, y el Atlético tuvo un plácido final de partido, cosa que servidor y sus pulmones agradecen enormemente.
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EL CRACK DEL PARTIDO:
Thomas Lemar. Hace tiempo que ha entrado en el grupo, se ha hecho con la titularidad y empieza a mostrar la verticalidad que le veníamos reclamando. Diego Siemone y el Fiat Panda han obrado el milagro.
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:
Ibai, el comentarista que propusieron los Dalton. Vale que el Atlético acababa de encajar un gol, pero es que me tenía de los nervios. Dicho esto, apuesto a que va a marcar un camino a muchos medios, estancados en un ayer que no gusta a los chicos, oyentes del mañana. Pobrecitos de nosotros, los mazoañeros.
ÁRBITRO:
Ricardo de Burgos Bengoetxea, asistido en bandas por Roberto Díaz Pérez del Palomar y Jon Núñez Fernández. Guillermo Conejero Sánchez ejerció como cuarto árbitro. David Medié Jiménez estuvo a los mandos del VAR.
Hubiera sido un partido casi perfecto, quizá un poco condescendiente con el Valencia en cuanto a las tarjetas, de no mediar el claro penalti sobre Lemar. Maxi Gómez le golpea claramente. Mucha presión parece que empieza a haber desde los medios afines al poder establecido. Curiosamente, todo comienza tras un penalti correctamente señalado la jornada pasada en Eíbar.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO (+ 19 GRADOS).
Y otros dos grados más para la buchaca. Ya les anticipo que esta marcha tan excepcional tiene un peligro inmenso para la temporada que viene, porque la exigencia del Termómetro, obviamente, será otra muy diferente. Como sigamos así, preveo un exitazo total el que quedemos a cero grados, pero no adelantemos acontecimientos. Ahora toca disfrutar, y fuera (aunque no sea en la grada, por desgracia).
Queda mucha mili todavía (más de una vuelta, en nuestro caso), pero las sensaciones, ahora mismo, son muy buenas. Con una jornada menos, mantenemos distancias. Pero no olvidemos que estamos en un año atípico y mañana se te pueden caer, Dios no lo quiera, tres jugadores por el maldito virus, dos por lesión y uno por sanción. En la derecha tenemos un problema, aunque Simeone parece haber encontrado una buena solución con Carrasco.
Desde ya, la cabeza en el Ramón de Carranza (joda a quién joda).
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