13 de enero de 2021

El Puto Amo 2 - Sevilla 0. Primera bola extra aprovechada.



Muchos posibles titulares para este partidazo (que sí, que a los Guardiolistas perfumados sé que no les gustó un pimiento, no me den más la murga, por favor, a mi tampoco me suelen gustar los suyos y no doy tanto el coñazo… pesaitos, ogian). Uno de ellos ese: partidazo. De ambos equipos. Porque el primer tiempo fue electricidad pura. Un Sevilla que me gustó un montón, mandón por momentos, dominador de gran parte del juego en la segunda parte, inclusive, frente a un Atleti que mordía en cada acción, por su parte, que presionaba por momentos como si estuviesen poseídos. Un partido tenso, puro, de fútbol de verdad. Probablemente, hiciese ayer tanto frío en el Metrosiberiano, como ingeniosamente ya le llaman por ahí, que o le ponías tensión, velocidad y kilómetros al asunto, o uno se podría quedar más helado que cuando me llegue a mi la próxima factura de la luz. Y a todo esto, añádanle también calidad. Mucha calidad. Otra cosa es que haya peña que no sepa apreciar. Ya saben: no está hecha la miel para la  boca del asno (y a mi no me gusta mucho la miel, dicho sea de paso …Dios mío … ¿Seré un asno realmente? … Tomi …¡Basta ya!).

 

Otro posible titular es el ya manido Campeón de Invierno. No me va mucho este término, la verdad. ¿Campeón de qué? ¿Esto cuenta en el palmarés para algo? ¿Alguien recibe alguna medalla, algún trofeo? ¿Alguien se acuerda de quién fue siquiera el Campeón de Invierno del año pasado? Pues eso: altamente repetitivo, pero muy poco significativo. Y quién dice Campeón, puede decir Rey, el Señor del Invierno, y paparruchas similares. Lo cual tampoco es óbice para destacar, eso sí, con suma justicia, la importancia de los 3 puntos de ayer. Son 3 puntazos con los que muchos de nuestros enemigos contaban que no sumaríamos, de los que les va a dar que pensar, y mucho. Porque ya la presión la empiezan a sentir ellos, pero de verdad. Así que, nosotros no nos debemos de mover ni un centímetro del reglón que nos ha marcado Don Diego Pablo Simeone.

 

También se podría haber llamado duelo de Colosos, no apto para mayores de 18 años (y digo mayores, porque estos partidos con tanta tensión, hacen que a uno se le dispare la susodicha, fume más de la cuenta, a veces quiera mirar, a veces no, y nunca termine de ver claro cuál será el devenir final del encuentro, los nenes ven el fútbol de otra forma, ellos disfrutan siempre a tope, como debe de ser). Sin embargo, en el aficionado rival causa el efecto contrario: saben que como el Atleti haga el 1-0, la cosa se pone en chino mandarino. Sabe que hacernos una ocasión digna de gol cuesta sangre, sudor y lágrimas. Conocen que ya no se pueden permitir ni un solo ni mínimo despiste más, porque como les caiga el segundo, es más fácil que suban el Everest en chanclas que conseguir siquiera empatarnos el encuentro. Es curioso: en las vísperas, los unos a los otros nos tiramos las mismas piedras diciendo que si somos una mierda, que si vuestra historia, que si el antifútbol, que si gitanos y demás. Vaciladas prepartido, lanzadas con más o menos simpatía y supuesta originalidad. Pero una vez empieza a rodar el balón, ay, amigo … Ahí nos damos cuenta del valor real del rival, nos cuesta un mundo darle por ganado aunque no pasemos apenas apuros en defensa. Sabemos que es un equipo de los que jamás se rinde, que hasta el pitido final, chungo cubata. Al final, el que gana saca pecho, y el que palma, intenta desprestigiarte con toda clase de gilipolleces como que si los días de descanso (como si hubiese sido algo que hemos elegido nosotros, te cagas), como  si nuestro fútbol cavernícolo, y demás. En el fondo, nadie engaña a nadie. Todo está escrito. Ha sido así siempre, y así siempre seguirá. Es cíclico todo esto.

 

Hablemos un poco del partido en sí mismo, va. El Sevilla me gustó cantidad, la verdad. A los 3 minutos ya avisó en un extraño remate de Rakitic que detuvo el ayer me dio la impresión un tanto impreciso Oblak (es lo que tiene el nivelazo que suele gastarse, uno le ve no atajar un balón o dudar en una salida, y ya parece que no esté en su nivel habitual, y eso que dejó su puerta a cero, pero muy mal, Jan, muy mal, me costará perdonarte), con la ayuda del palo. Tras estos minutos de toma y daca sin cesar, y tras una buena combinación de la auténtica, genuina y de verdad escuadra rojiblanca (absténgase  de autodenominarse así extraños especímenes palanganoides, hagan el favor), llegó ese giro inverosímil de Correa dentro del área rival, ese remate seco y ajustado al palo y el primer tanto a nuestro favor. Un tanto que lleva su auténtico sello de lo que es: un pelotero tan imprevisible como genial, y que define a la perfección lo que el Atleti hace hoy en día: controlar su propia área, sentenciar en la del rival.

 

Pero ojito, que al poco rato, Acuña bien pudo poner el empate, en un remate con Oblak batido y con Savic con los guantes puestos sobre la línea de meta por si las moscas (el balón salió lamiendo el palo).

 

Continúan los dos equipos a tumba abierta: Bono se tuvo que disfrazar, poco después, de Lorenzo Rico, y sacó con su pierna izquierda un remate de Luis Suárez que era gol sí o también, cuando se plantó solo delante de nuestro exjugador.

 

En la segunda parte, Bobotegui movió ficha, adelantó a Koundé, y se convirtió en un estilete letal por nuestra banda izquierda: una auténtica pesadilla el chaval. El Atleti empezó a ser embotellado, los sevillanos se hicieron dueño del cotarro y empezaron a apretar, pero de verdad. Se le vio al equipo andaluz fresco, vivo, valiente y por momentos, demostrando todo su poderío. Pero se encontraron un problema: el Atleti es el Humbrey Bogart del fútbol mundial. Puede encontrarse en medio de un bombardeo rodeado de charlys enemigos, pero permanece impasible ante tal circunstancia. Enciende su pitillito, y para todo lo demás, el bestial Giménez, el incansable Trippier, el amo de la caja fuerte (Sr. Savic), y el Señor Hermoso, que sigue su continua transformación en gladiador en potencia del Cholo.

 

El Cholo no lo debió de ver tan claro como la muchachada, y decidió mover ficha: sacó al terreno de juego a Saúl (músculo más capacidad de dominio) y a Joao Félix (conducción de balón, posesiones más largas más lo que el propio chaval es capaz de crear por sí solo, puede que no se le vea en exceso, pero nadie de nuestros rivales se fía de él). Y el equipo se sacudió a la mosca cojonera que se había convertido el Sevilla. A falta de menos de un cuarto de hora llegó la sentencia final. Llorente, al que no se le había visto en tareas ofensivas (que no defensivas) se internó como una bala por su banda derecha, vio perfectamente la llegada desmarcada de Saúl por detrás, le cedió el balón, y el ilicitano resolvió como en sus mejores tiempos. Un gol de triple valor: la sentencia al partido, el golpe moral para ambas escuadras (positiva y negativamente), y que le tiene que servir para llenarse de autoconfianza en sí mismo. El gran Saúl lo sabe: si se cree, y se trabaja, se puede. Y, si cualquier tanto colchonero es celebrado con algarabía y tremenda emoción por la hinchada colchonera, esté lo fue aún más si cabe por el enorme cariño que todos le tenemos. Es una simple cuestión de tiempo que recupere su confianza perdida, aunque, ya saben, lo logre al final o no, aquí, desde este humilde bloq, siempre se le esperará, apoyará y animará, incondicionalmente, y las tres cosas por igual.

 

De todas formas, los capullos estos de Nervión no se rindieron para nada, y buena prueba de ello fue otra ocasión posterior, a falta de 9 minutos, que falló En-Nesry (el Salinas marroquí) de forma incomprensible, solo, solito solo, desde dentro del área pequeña, y con Oblak por ahí perdido. Decapitación es poco (si yo fuese sevillista, claro, cosa que, afortunadamente, Dios decidió no castigarme con tan cruel cruz). Y aún tuvo otro palo postrero Rakitic, no se crean, lo cual puso broche a un partido sencillamente estupendo de fútbol, defendido con una maestría brutal hasta decir basta por el Atleti, frente a un rival que tuvo personalidad y ratos de muy buen fútbol también. Un gran equipo (que así lo demostró) vs. El Puto Amo (que así también ejerció como tal).  Bola extra aprovechada. Que siga la partida, pues.

 

EL CRACK DEL PARTIDO:

Cómo se nota Kruppier cuando no anda apostando por ahí y se dedica a lo suyo. Inconmensurable Giménez, letal Correa, pero el mejor ayer fue … (y no, no ando bebido a estas horas de la mañana) Lemar. Me molestó hasta que le quitase el Cholo, miren ustedes por dónde. Trabajó lo indecible, se ofreció en todo momento, llevó las riendas del encuentro con sapiencia y calidad, conduciendo el balón con exquisita fineza y saber estar. Se marcó un partidazo de campeonato, la verdad. Jamás pensé que podría estar en esta sección, pero hoy se lo ha currado el chaval. ¡Bravo por él!

 

LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO:

Iba a decir Bobotegui, de profesión, dejar Selecciones tiradas en vísperas de un Mundial para hacer el mayor de los ridículos dentro del círculo de payasos de Concha Espina, pero miren … Disfruté tanto del partido, que lo dejo finalmente en conjunto vacío.

 

ÁRBITRO: Estrada.

Hubo una mano sevillista dentro del área clamorosa que oigan, en el fútbol que yo concibo jamás hubiese pitado penalti, pero viendo el percal que hay ahora, cualquier cosa podría haber pasado. Supongo que Estrada lanzó su moneda al aire, y al salir cruz, decidió no pitarlo (porque ese, entiendo, debe de ser el auténtico baremo real por el que se miden este tipo de acciones en la actualidad). Debió también, eso sí, expulsar a Correa, por dos acciones más que temerarias que le tenían que haber supuesto  sendas amarillas (este muchacho es lo que tiene, cuando se pone su disfraz de coche de choque, cualquiera puede ser atropellado sin piedad, ayyy, meloncete mío …).

 

TERMÓMETRO ROJIBLANCO (+ 14 GRADOS).

 

Miren que hace frío hoy en Madrid, y el Termómetro, sin embargo, ahí sigue, derrochando generosidad a raudales y subiendo de nuevo, nada más y nada menos que ¡2 GRADAZOS MÁS, SEÑORES! …¡2! No puede haber nadie en este mundo tan feliz.

 

Y ahora hasta el jueves 21 … Nada de nada, pero cuidadín, que vamos a Eibar. Ese Eibar de Mendilíbar, este tipo que parece que siempre está refunfuñando y enfadado con el mundo, que suele poner cara de Clint Eastwood cada vez que nos enfrentamos a él, pero que tiene un mérito tremendo lo que anda haciendo con ese equipo, y que sé que, en el fondo, nos quiere … Si … Allá en el fondo … Mucho más allá … Pero nos quiere. Y es que, ¿Quién no quiere a este Atlético de Madrid hoy en día? “¡¡¡El Frente ya está aquí, voy a morir por ti, Atleti de Madriiiid …!!!

 

 

 

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